Un sistema financiero en mutaci¨®n, palanca para nuestro futuro
La crisis de credibilidad de la banca es el caldo de cultivo para que la desinformaci¨®n triunfe, sobre todo entre los j¨®venes
La globalizaci¨®n de la econom¨ªa y la r¨¢pida evoluci¨®n tecnol¨®gica han permitido (y en ocasiones, obligado) replantear las formas tradicionales de producir y prestar servicios. Las actividades financieras no son una excepci¨®n, y nuevos intermediarios y productos financieros han surgido con fuerza. Al ser la producci¨®n de medios de pago y la canalizaci¨®n del ahorro de actividades que han acompa?ado a las sociedades m¨¢s avanzadas desde hace milenios, los distintos participantes y las caracter¨ªsticas que han tenido los diferentes contratos financieros se han ido transformando a lo largo de la historia. Seguramente, esta evoluci¨®n se acelere en los pr¨®ximos a?os, con el riesgo de que los cambios no se comprendan: una mala decisi¨®n de inversi¨®n o ser v¨ªctima de una estafa pueden tanto evaporar los ahorros acumulados durante d¨¦cadas por personas sin conocimientos financieros como generar importantes p¨¦rdidas a inversores profesionales, y es m¨¢s f¨¢cil que estas ocurran en tiempos de cambios profundos, como la independencia de las colonias espa?olas en Am¨¦rica.
Las finanzas se basan en una cierta capacidad de estimar posibles escenarios futuros y asignarles una probabilidad. As¨ª, m¨¢s de la mitad de la valoraci¨®n burs¨¢til de cualquier empresa cotizada a d¨ªa de hoy se explica por los flujos de caja que generar¨¢ a partir de 2030 (la visi¨®n acad¨¦mica tradicional espera que experimenten un crecimiento anual moderado en el largo plazo). Sin embargo, nuestra realidad actual, que seguramente sea solo un anticipo moderado de lo que nos depara el resto del siglo XXI, es una sucesi¨®n de crisis interconectadas que dificultan enormemente esta labor de predicci¨®n del largo plazo. En estas condiciones, estimar con relativo acierto cu¨¢les ser¨¢n las ventas y los costes de producci¨®n de una determinada empresa dentro de seis o siete a?os se antoja una labor endiablada.
Adem¨¢s, el sector financiero tradicional es considerado por amplias capas de las sociedades occidentales como un elemento desestabilizador y negativo, que permite la circulaci¨®n de dinero negro, favorece la evasi¨®n fiscal, acrecienta la desigualdad, genera rentas oligopol¨ªsticas, mantiene la financiaci¨®n de la producci¨®n de combustibles f¨®siles y de reg¨ªmenes corruptos, y adem¨¢s peri¨®dicamente genera crisis cuyos costes debe soportar la ciudadan¨ªa.
Esta crisis de credibilidad, junto a las innovaciones antes mencionadas, son un caldo de cultivo adecuado para que la desinformaci¨®n triunfe, particularmente entre los m¨¢s j¨®venes. As¨ª, por ejemplo, no es extra?o escucharles que la banca central es una herramienta de los Estados para el control de las finanzas individuales, y que su abolici¨®n y una vuelta al patr¨®n oro (o, mejor a¨²n, el uso generalizado del bitcoin o del ethereum: ?qu¨¦ puede salir mal?) resolver¨ªa inmediatamente problemas como la inflaci¨®n, adem¨¢s de devolver la privacidad a los ciudadanos. La inseguridad de muchos j¨®venes (plasmada por ejemplo en el FOMO ¡ªfear of missing out o miedo a perderse algo¡ª) y su descontento con un mundo que (con raz¨®n) consideran injusto, y en el que temen el deterioro irremisible de su calidad de vida, les empujan a pseudogur¨²s con gran capacidad de arrastre (como vimos en Badalona o Madrid) que pregonan un enriquecimiento sencillo invirtiendo en criptoactivos o realizando actividades aparentemente inocuas, como mirar unos segundos a una bola. Desgraciadamente para nuestros j¨®venes, para evitar caer en estos bulos, estafas o simplemente malos negocios, se necesita una cierta visi¨®n hist¨®rica de los fen¨®menos econ¨®micos y financieros, conocimientos macroecon¨®micos y una l¨®gica matem¨¢tica y financiera de la que muchos carecen.
En la reorientaci¨®n del sistema financiero en este complejo escenario, adem¨¢s de contar con una regulaci¨®n robusta y con supervisores que sean ¡°capaces de apagar la m¨²sica y llevarse las bebidas cuando la fiesta est¨¦ aparentemente en su mejor momento¡±, es necesario que los clientes de servicios financieros (todos los somos) estemos m¨¢s implicados y mejor educados financieramente, y seamos m¨¢s conscientes de las consecuencias de las decisiones de inversi¨®n y financiaci¨®n. As¨ª, entender las crisis del pasado nos puede ayudar a poner en valor lo mucho que hemos avanzado (del mismo modo que entender la Declaraci¨®n Schuman permite valorar la Uni¨®n Europea como una herramienta fundamental para la paz en Europa Occidental). Tambi¨¦n a entender que muchas situaciones presentes ya se han experimentado antes de otra manera: seguramente quienes conocieran la tulipman¨ªa estar¨ªan mejor preparados para no caer en el cuento de la lechera de los NFTs (non-fungible tokens). Del mismo modo, los j¨®venes que conozcan las estafas piramidales que arruinaron Albania hace 30 a?os se mostrar¨¢n m¨¢s precavidos ante la fiebre cripto.
En otro ejemplo, si pensamos en un banco internacional con millones de clientes en Espa?a y que creci¨® un 70% el a?o pasado, muy atractivo para los j¨®venes por su facilidad para realizar operaciones virtuales sin necesidad de acudir a oficinas f¨ªsicas, su historia de indudable ¨¦xito puede verse con otros ojos si pensamos en tres hechos: 1. La Uni¨®n Bancaria europea a¨²n no ha avanzado en un Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos (FGD) com¨²n, por lo que son los FGD nacionales quienes responden ante los depositantes en caso de necesidad. 2. El banco en cuesti¨®n tiene su sede en un pa¨ªs peque?o, con un PIB modesto. Y 3. Los depositantes holandeses y brit¨¢nicos en Icesave ya descubrieron a su pesar hace 15 a?os que el FGD island¨¦s pod¨ªa decidir no dar cobertura a depositantes extranjeros.
De la misma forma, el apetito de las grandes tecnol¨®gicas o bigtech por prestar servicios financieros puede tener ventajas, con su ingente cantidad de datos pueden estimar mejor los riesgos, pero tambi¨¦n facilita los riesgos sist¨¦micos de la banca en la sombra, de una a¨²n mayor concentraci¨®n del cr¨¦dito o de la exclusi¨®n financiera de colectivos vulnerables.
Afortunadamente, los cambios ligados a las nuevas tecnolog¨ªas tambi¨¦n pueden permitir planteamientos imposibles operativamente en el pasado, que generar¨¢n nuevos dilemas econ¨®micos y ¨¦ticos: ?financiar¨¢ un banco a un inversor inmobiliario que quiere ofrecer pisos para alquiler tur¨ªstico si en su vecindario tiene clientes previos cuyas viviendas se devaluar¨¢n por este negocio, quiz¨¢s afectando a su capacidad de pago?, ?o se calcular¨¢ al decidir sobre esa financiaci¨®n c¨®mo el parque dedicado a alquiler tur¨ªstico incrementa el coste de alquiler de la poblaci¨®n residente, lo que reduce su capacidad de pago de sus deudas, o disminuye la calidad de vida de los depositantes de ese mismo banco?
Para poder afrontar con ¨¦xito los enormes desaf¨ªos sociales, demogr¨¢ficos, medioambientales y clim¨¢ticos que tiene nuestra sociedad, el sector financiero desempe?a un papel relevante, al ser clave para canalizar el ahorro hacia las inversiones productivas necesarias en estas transiciones. Por ello, garantizar que el sistema financiero sea una herramienta social ¨²til y fiable, ganando en estatus social y recuperando la confianza de la ciudadan¨ªa, es esencial. Para impulsar el sector en la direcci¨®n correcta, un ciudadano (con su perfil m¨²ltiple de votante, cliente, accionista) bien informado incorporar¨¢ aspectos de coste-beneficio, y de justicia, a las variables tradicionales de rentabilidad, riesgo y liquidez; otras finanzas son posibles, como demuestran las a¨²n existentes fundaciones bancarias, la banca ¨¦tica, la banca cooperativa, o los fondos ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza).
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