C¨®mo poner nota a los profesores
El Gobierno rescata la idea de valorar el trabajo de los docentes, una medida que lleva en las leyes educativas un cuarto de siglo sin terminar de aplicarse
Hay debates malditos en educaci¨®n. Uno de ellos gira sin duda en torno a la idea de evaluar el trabajo de los profesores, que lleva en las leyes de educaci¨®n algo m¨¢s de 25 a?os sin que nadie termine de ponerla en marcha m¨¢s o menos en serio para todo el profesorado. A grandes rasgos, los argumentos a favor parecen absolutamente razonables: la carrera de los docentes de colegios e institutos p¨²blicos espa?oles carece casi por completo de incentivos y, en la pr¨¢ctica, m¨¢s all¨¢ del pundonor profesional, da un poco igual hacer mejor o peor el trabajo. As¨ª, establecer esos est¨ªmulos laborales (en forma de sueldo, reconocimiento profesional, ayudas para proyectos, permisos especiales...) por medio de un sistema de evaluaci¨®n que, adem¨¢s, ofrezca informaci¨®n ¨²til sobre los puntos fuertes y d¨¦biles del sistema, solo podr¨ªa mejorar la educaci¨®n. El informe Espa?a 2050, el documento redactado por m¨¢s centenar de expertos para fijar, a petici¨®n del Gobierno, una estrategia de pa¨ªs a largo plazo, critica la ausencia de ¡°un sistema de evaluaci¨®n del desempe?o de la pr¨¢ctica docente que pueda guiar intervenciones para el aprendizaje y la mejora continua del profesorado¡±.
Sin embargo, las cosas no son tan f¨¢ciles, porque es harto peliagudo medir de manera objetiva la calidad del profesorado (para empezar, hay que ponerse de acuerdo en qu¨¦ es la calidad del profesorado) y porque es muy importante encontrar la manera de que los docentes no rechacen esa evaluaci¨®n, pues todos los precedentes han demostrado que, si una buena parte de ellos no se sube al carro, el proceso servir¨¢ para bastante poco. Una encuesta hecha en 2018 por el Ministerio de Educaci¨®n a la comunidad educativa (sobre todo a docentes, pero tambi¨¦n a padres, alumnos y asociaciones) conclu¨ªa que dos tercios cre¨ªan que la evaluaci¨®n debe ser obligatoria para los profesores y que algo m¨¢s de la mitad opinaba que sus resultados deben tener solo consecuencias formativas (se?alar el camino de mejora y que las administraciones pongan los medios para recorrerlo), pero otro 41% reclamaba que sirvan para repartir reconocimientos o sanciones.
Y lo que plante¨® el ministerio hace algo m¨¢s de dos meses, dentro de las 24 propuestas que present¨® para empezar a debatir la reforma de la carrera docente, ten¨ªa un poco de todo, con un sistema de evaluaci¨®n voluntario en general y solo obligatorio para acceder a ciertos puestos (para el de director, por ejemplo, que adem¨¢s lleva consigo un complemento salarial y ya est¨¢ generalizado desde hace lustros). El modelo que proponen debe ¡°partir de un informe de autoevaluaci¨®n, valorar los aspectos espec¨ªficos de la funci¨®n docente en el marco de la autonom¨ªa del centro, contar con la participaci¨®n de diversos ¨®rganos de gobierno y coordinaci¨®n docente del centro y con la del servicio de inspecci¨®n¡±.
La finalidad, por un lado, ¡°debe ser primordialmente formativa y acreditativa y debe tambi¨¦n permitir el reconocimiento de la complejidad de las tareas desempe?adas¡±, dice el texto. En otro punto a?ade que ¡°el mejor desempe?o de las competencias profesionales docentes¡± deber¨¢ traducirse ¡°en propuestas y actuaciones formativas por parte de la Administraci¨®n; en las mayores posibilidades de acceso a los distintos puestos de trabajo propios de la funci¨®n docente; y en las retribuciones complementarias¡±.
Ahogados en burocracia
El problema, de nuevo, es que los docentes se siguen mostrando recelosos, a pesar de todo. Para empezar, ante la posibilidad de que se convierta en otra burocracia m¨¢s dentro de un mar de papeleo, muchas veces sin sentido, que ya los ahoga. ¡°Para que sea una evaluaci¨®n objetiva, lo que tienen que hacer es quitarnos tanta burocracia. A nosotros y a la inspecci¨®n, que tienen tanto papeleo que apenas tienen tiempo para pisar un aula y evaluar al docente¡±, dice Iris Carabal, de 30 a?os y maestra de educaci¨®n especial en un colegio p¨²blico de Vila-Real (Castell¨®n). Y eso que ella est¨¢ de acuerdo con que ¡°hacen falta m¨¢s mecanismos de evaluaci¨®n, porque se ven muchas malas pr¨¢cticas y tambi¨¦n muchas buenas que no se valoran¡±. Ahora mismo, lo que est¨¢ generalizado en la escuela p¨²blica son unas autoevaluciones que, seg¨²n Carabal, son una burocracia m¨¢s que normalmente sirven para muy poco.
Pero, a¨²n peor que los problemas pr¨¢cticos, algunos investigadores que llevan m¨¢s de 20 a?os estudiando estos asuntos sostienen directamente que las evaluaciones individuales con premios individuales no mejoran el sistema. Es la opini¨®n del profesor de Universidad de Barcelona Joan Mateo: ¡°En ninguna parte del mundo ha funcionado bien una evaluaci¨®n del profesor basada en la meritocracia y orientada a alg¨²n tipo de subida salarial, porque esta, al cabo de un tiempo, se asimila como parte de su sueldo y no constituye ning¨²n incentivo para mejorar¡±. Dejando atr¨¢s el viejo modelo del palo y la zanahoria, Mateo defiende una evaluaci¨®n ¡°del equipo docente orientada a que [las administraciones] se comprometan institucionalmente con el centro, por medio de ayudas econ¨®micas para hacer investigaci¨®n, innovaci¨®n, transformaci¨®n¡¡±.
De una forma mucho menos estudiada y mucho m¨¢s intuitiva, Francisco L¨®pez Mellado, un profesor de Matem¨¢ticas de 27 a?os de un instituto p¨²blico de Roquetas de Mar (Almer¨ªa), apunta a algo parecido. ¡°Yo lo har¨ªa dando dinero al centro en el que est¨¦s trabajando para hacer proyectos, y sin se?alar a nadie, porque, al final, yo creo que con esto lo que quieren es se?alar al profesorado: t¨² lo haces mal, t¨² lo haces bien¡ Y eso no¡±, explica por tel¨¦fono.
El ejemplo de Asturias
El precedente m¨¢s inmediato, el programa de evaluaci¨®n de la funci¨®n docente del Gobierno de Asturias, se parece m¨¢s a un tr¨¢mite burocr¨¢tico que hay superar cada a?o para obtener un extra salarial que a un modelo que impulse el esfuerzo continuo de los docentes, seg¨²n la federaci¨®n de ense?anza de CC OO en la regi¨®n. Consiste en que los directores de los centros p¨²blicos valoren cada curso, a trav¨¦s de un formulario, a los profesores que se presten voluntariamente a ello. La plantilla contempla 19 m¨¦ritos, algunos objetivos (si el profesional acumula unas horas m¨ªnimas de formaci¨®n y si su absentismo laboral est¨¢ por debajo del 7%, por ejemplo) y otros que dejan gran margen de interpretaci¨®n, como los siguientes: ¡°Desarrolla y eval¨²a de forma medible el proceso de ense?anza cumpliendo con el principio de trabajo en equipo y coordinaci¨®n docente¡±. ¡°Realiza con diligencia y calidad la evaluaci¨®n del proceso de aprendizaje del alumnado¡±.
A Liliana D¨ªaz G¨®mez, profesora de un instituto de Pola de Siero, no le gusta demasiado la idea de que sea el director el que tenga en su mano dar a discreci¨®n, o no, cada a?o una evaluaci¨®n positiva que supone un aumento de 147 euros al mes en primaria y 229 en secundaria. Este es el primer tramo de evaluaci¨®n, al que este a?o se ha a?adido un segundo tramo para aquellos que llevan a?os someti¨¦ndose con ¨¦xito a estos ex¨¢menes y que suponen aumentos mensuales de 294 y 459 euros al mes, respectivamente. Aunque en la pr¨¢ctica, las quejas son m¨ªnimas, pues la inmensa totalidad de los que se presentan aprueban: el curso pasado fue el 99%. Y se presentaron 9.000 de los algo menos de 12.000 docentes de la regi¨®n, teniendo en cuenta que solo pueden acceder a la evaluaci¨®n los que lleven dando clase en la p¨²blica un m¨ªnimo de cinco a?os y adem¨¢s quedan fuera los que hayan sufrido bajas largas durante el curso.
¡°Me parece ineficaz, para empezar, porque no eval¨²a de ninguna manera la excelencia acad¨¦mica¡±, opina D¨ªaz, que adem¨¢s protesta porque este sistema menoscaba la negociaci¨®n colectiva como v¨ªa para acordar los sueldos. ¡°Creo que ser¨ªa mucho m¨¢s eficaz una supervisi¨®n bien hecha para evitar las malas pr¨¢cticas¡±, opina. En cuanto a la nueva propuesta del ministerio, tiene dudas, pero cree que, si se hace, debe basarse en muchas fuentes (la opini¨®n de los alumnos, la observaci¨®n dentro del aula¡), y no solo en la opini¨®n del director.
La propuesta inicial del ministerio sugiere, partiendo de la autoevaluaci¨®n, una multiplicidad de fuentes para la valoraci¨®n. De hecho, uno de los referentes m¨¢s claros podr¨ªan ser los procesos piloto que Educaci¨®n puso en marcha en 1996. Bajo el nombre de Valoraci¨®n de la labor profesional de los docentes, se desarroll¨® un sistema por el cual los inspectores educativos recog¨ªan, por medio de cuestionarios, la opini¨®n del propio profesor evaluado, del director de su centro, del jefe de estudios y del coordinador del departamento, y luego los entrevistaba a todos ellos.
Finalmente, despu¨¦s de observar el trabajo del docente dentro del aula, el inspector emit¨ªa su informe de evaluaci¨®n. Pero esta iniciativa, como otras puestas en marcha en la primera mitad de los noventa en torno a las dos normas aprobadas entonces por ejecutivos socialistas (la Logse de 1990 y la Lopeg de 1995), cayeron en el olvido tras la llegada al Gobierno del PP. En todo caso, dada la escasa concreci¨®n de la propuesta del actual ministerio, est¨¢ por ver si el nuevo intento de poner en marcha una evaluaci¨®n del profesorado va por ese camino o por otro. Sea cual sea, visto lo visto, no parece que vaya a poder eludir la pol¨¦mica.
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