La Complutense: una universidad en los huesos
El campus madrile?o padece una falta de financiaci¨®n que dura 15 a?os y que se traduce en profesores que ganan menos del salario m¨ªnimo, instalaciones de hace 50 a?os o penurias en las pr¨¢cticas. Un ejemplo de lo que sucede en todo el sistema p¨²blico universitario
Una profesora asociada de 40 a?os, doctora en Ciencias Pol¨ªticas, que prefiere mantenerse en el anonimato, abandonaba un momento la asamblea del mi¨¦rcoles para hablar con este diario. El sal¨®n de actos de la facultad de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad Complutense se hab¨ªa quedado peque?o para acoger a todos los que quer¨ªan reunirse para protestar por la falta de financiaci¨®n de la universidad. A la investigadora en cuesti¨®n le pod¨ªa la rabia: ¡°Hay alumnos de mi clase que ganan m¨¢s trabajando en el McDonalds que yo¡±, comentaba. Tiene un trabajo temporal, como el 49% de los docentes de las universidades p¨²blicas de Espa?a. Pero gana mucho menos que muchos de ellos. Y eso que posee el contrato con m¨¢s horas lectivas de su facultad, 12 a la semana. Gracias a que ha le¨ªdo la tesis doctoral ingresa 758 euros al mes, a los que debe restar los 260 de cotizaci¨®n de aut¨®nomos. Vive en Madrid y llega a final de mes porque completa su sueldo con otro de profesora en una universidad privada.
En la misma facultad, tres pisos m¨¢s abajo del sal¨®n de actos donde se celebra la asamblea, un grupo de limpiadoras se emplea en tenerlo todo ¡°decente¡±. Son siete. Hace 20 a?os llegaron a ser casi una veintena. A pesar de eso, les luce el trabajo. Les gustar¨ªa, incluso, que estuviera mejor, porque son perfeccionistas. ¡°?C¨®mo no vamos a tenerlo bien si es nuestra casa! ?Pasamos m¨¢s tiempo aqu¨ª que all¨ª! Adem¨¢s, los chicos pagan sus tasas¡±, razonan. Prefieren no identificarse ni salir en la foto. La Complutense destin¨® en 2023 a labores de limpieza 16,3 millones de su presupuesto, 3,3 millones menos que en 2022. El recorte era necesario para cuadrar unas cuentas que nunca acaban de cuadrar: la guerra de Ucrania casi duplic¨® el gasto en gas para la calefacci¨®n (5,8 millones) y triplic¨® el de electricidad (9,1 millones).
La Universidad Complutense se ahoga econ¨®micamente y esto afecta a alumnos, profesores, personal administrativo y personal de servicios. Al sistema mismo. El a?o pasado arrastraba una deuda de 65 millones de euros con un presupuesto anual de 367 millones anuales. La asfixia financiera que experimenta, y que se refleja en ¨¢mbitos tan dispares como la falta de dinero para pr¨¢cticas y salidas al campo o la eliminaci¨®n de cafeter¨ªas, no es sino un ejemplo ¨Dtal vez el m¨¢s dram¨¢tico¨D de la estrechez presupuestaria que padece el sistema universitario p¨²blico espa?ol, y en especial el madrile?o. La ministra de Ciencia, Innovaci¨®n y Universidades, Diana Morant asegur¨® el pasado 3 de diciembre que, si no media una reacci¨®n r¨¢pida, ¡°las universidades madrile?as est¨¢n abocadas a la desaparici¨®n¡±.
Tras una semana particularmente convulsa, el Gobierno regional de la Comunidad de Madrid finalmente acord¨® subir un 4,2% del presupuesto de 2025 para las universidades madrile?as. Los rectores hab¨ªan denunciado un estado de abandono y la presidenta Ayuso accedi¨® a destinar m¨¢s dinero a los centros universitarios. Ser¨¢n, en total, 47,3 millones de euros. Los rectores reclamaban 200 y aseguran que el monto concedido ¡°resulta insuficiente tras 15 a?os sin subida real¡±. Un chat de profesores universitarios resume el sentir del profesorado ante la suma que aportar¨¢ la comunidad: ¡°Nos han tirado las c¨¢scaras de los cacahuetes¡±. Un portavoz de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n afirma que el Gobierno regional, que destina solo el 0,47% del PIB madrile?o a las universidades, por debajo del 0,6% que se invierte en Espa?a de media y el 1,2% en Europa, ¡°est¨¢ trabajando en un sistema de financiaci¨®n que se ajuste a las necesidades de cada una de las universidades madrile?as, incluida la Complutense¡±. Sin especificar m¨¢s.
Cuatro presidentes y seis nobeles
La Universidad Complutense es un mastodonte de m¨¢s de 100 hect¨¢reas (unos 50 campos de f¨²tbol aproximadamente). Pese a los tijeretazos presupuestarios, esta universidad hist¨®rica madrile?a resiste desde el punto de vista acad¨¦mico: ha logrado mejorar sus par¨¢metros en el ranking de Shangh¨¢i por ¨¢reas de conocimiento al clasificar 19 materias entre las mejores 300 universidades de las 5.000 estudiadas. En ella (o en un centro adscrito), han estudiado cuatro de los seis presidentes de la democracia espa?ola, la reina Letizia y la infanta Cristina. Tambi¨¦n siete de los ocho premios nobeles espa?oles han estudiado o han dado clases en sus aulas. Y durante generaciones ha servido de aut¨¦ntico ascensor social a estudiantes llegados de capas desfavorecidas de la sociedad.
Pero desde hace 15 a?os vive inmersa en una crisis econ¨®mica que se agrava cada a?o. Un ejemplo: en 2007 recibi¨® 32 millones de euros para arreglar o acometer infraestructuras; en 2025 le tocar¨¢ repartir en su megacampus seis millones (tras subirse 3,7 tras las protestas de los rectores). Otro: en estos 15 a?os la inflaci¨®n ha subido un 34% y las partidas que reciben las universidades madrile?as solo un 5%. Un tercero: el pasado a?o se matricularon en sus grados 47.500 estudiantes de grado, cuando hace una d¨¦cada sobrepasaba los 54.000. De forma que es la Universidad de Sevilla la que recibe m¨¢s alumnos de carrera. Esta p¨¦rdida de matriculaciones se refleja en la contabilidad: Los m¨¢s de 7.000 alumnos menos equivalen a dejar de ingresar 9 millones de euros. Para colmo de males, de los nueve centros adscritos, cinco se est¨¢n dando de baja, de forma que el pasado curso se inscribieron 2.094 alumnos menos en grado (35%) y 99 en m¨¢ster (22%) que en 2015. Dos de ellos, CUNEF y Villanueva, se han constituido como universidades privadas
Rommy Arce, secretaria de organizaci¨®n de CGT resum¨ªa el estado de la cuesti¨®n en esa Asamblea celebrada en la facultad de Pol¨ªticas del viernes: ¡°El rector de la Complutense, Joaqu¨ªn Goyache, anunci¨® en junio un recorte de los gastos totales de un 30%, del que los sindicatos nos enteramos por la prensa. Y eso va a afectar a todo: a la compra de libros, a la de revistas... En la Complutense hay 26 facultades, 28 bibliotecas, 28 centros de investigaci¨®n y cinco colegios mayores que hay que mantener. Y ya sabemos, para empezar, que las ITE [Inspecci¨®n T¨¦cnica de Edificios concebida para calibrar el estado de conservaci¨®n de los inmuebles ] de 2025 no se va a poder pasar¡±.
Campanas de madera
En la facultad de Ciencias Qu¨ªmicas, el profesor titular Jon Sanz Landaluze, al mostrar las instalaciones, echa mano del sentido del humor: ¡°Como seguimos como en los 70, cuando se inaugur¨® el edificio, aqu¨ª vienen muchas productoras a grabar series de ¨¦poca¡±. Luego se pone serio: muchas de las campanas de extracci¨®n de los laboratorios son de madera y, por lo tanto, inseguras. ?l ha elaborado una lista de necesidades urgentes: a¨²n est¨¢n las ventanas originales, que no cierran bien, la caldera tambi¨¦n es de esa ¨¦poca y es preciso sustituirla; faltan rampas para discapacitados, han perdido repetidores de wifi, el apoyo para inform¨¢ticos se ha reducido, el sistema de alarmas, deteriorado, salta cuando quiere y se pone a sonar y no hay espacio suficiente para acoger a estudiantes o profesores invitados provenientes de otros lugares.
Con el dinero recibido gracias a las sentencias ganadas al Gobierno de Esperanza Aguirre por incumplir su plan de infraestructuras (456 millones para repartir entre las seis universidades p¨²blicas madrile?as), hace cuatro a?os renovaron por lo menos el sistema el¨¦ctrico y pintaron y cambiaron los falsos techos de la facultad de Qu¨ªmicas. Pero los laboratorios son una m¨¢quina del tiempo (que lleva solo al pasado, naturalmente). Las poyatas (lugar individual de trabajo que consta de una mesa y de una estanter¨ªa frontal para colocar el instrumental) son de la madera desvencijada que ten¨ªan hace m¨¢s de 50 a?os, con encimeras de granito. El profesor Sanz Landaluce cuenta que los recortes practicados en los ¨²ltimos a?os han sido grandes en partidas destinadas para reactivos o pr¨¢cticas. Su departamento, concretamente, el de Qu¨ªmica Anal¨ªtica, ha recibido 58.000 euros este a?o para 30 docentes. Calcula que hubieran necesitado unos 100.000. As¨ª que se buscan la vida como pueden: compran aparatos a plazos o reciclan otros, que a¨²n funcionan, y que les han donado otros centros de investigaci¨®n. Otros profesores desv¨ªan dinero de sus propios proyectos de investigaci¨®n para comprar aparatos de aire acondicionado (la facultad no cuenta con un sistema integrado), armarios de seguridad para guardar productos peligrosos o t¨®xicos o, simplemente, mesas en las que trabajar.
Punto de no retorno
La catedr¨¢tica de F¨ªsica de la tierra y Astrof¨ªsica, Marisa Montoya, pertenece a la asociaci¨®n La uni en la calle y esta semana imparti¨® clase junto a la Asamblea de Madrid en se?al de protesta por la falta de financiaci¨®n. Ella trabaja en la Complutense, pero su frase se puede aplicar a cualquier universidad madrile?a: ¡°La universidad es un sistema complejo, parecido al hielo, que tarda muchos a?os en construirse y muy pocos destruirse¡±, asegur¨®. Compar¨® la degradaci¨®n presupuestaria de la universidad con el cambio clim¨¢tico, apuntando que en los dos casos existe un punto de no retorno.
Este punto a¨²n no ha llegado y la Complutense presenta signos de su mala salud de hierro: en 2015 se matricularon 6.875 alumnos en m¨¢ster, este a?o lo han hecho m¨¢s de 7.000. En los doctorandos demuestra su poder¨ªo en el terreno de la investigaci¨®n: el a?o pasado contabiliz¨® 6.294, m¨¢s que las 41 universidades privadas espa?olas juntas (6.185).
La competencia con las privadas se dirime en otros ¨¢mbitos, como en la facultad de Medicina, que cuenta con los estudiantes m¨¢s capacitados y que han obtenido las mejores notas, pero a la que su insuficiente financiaci¨®n coloca muchas veces en desventaja. El decano, Javier Arias, cirujano, comenta que han tenido que reducir a 295 las 320 plazas que convocaban por falta de profesores de pr¨¢cticas en los hospitales p¨²blicos. Estos, profesionales m¨¦dicos que trabajan en hospitales, han sido copados por la universidad privada, que les ofrece incentivos econ¨®micos. De modo que, para no perder calidad en su ense?anza ¨Dmuy exigente en la facultad de Medicina de la Complutense, que coloniza siempre los primeros puestos en el MIR¨D, se ven obligados a renunciar a alumnos. ¡°Hemos perdido hospital y medio¡±, se lamenta el decano.
Rodrigo Gonzalo, de 22 a?os, y Duna Boullosa, de 20, son alumnos de 10. Tanto, que entraron en el exclusivo doble grado de Derecho y Ciencias Pol¨ªticas. Muy comprometidos, pertenecen a la Uni¨®n de Estudiantes Progresistas, un movimiento minoritario con sede en Derecho, la facultad conservadora por excelencia. Enumeran algunos de sus problemas: hubo grupos que tardaron en tener profesores al inicio de curso, el decano les explic¨® que no cuenta con los 100.000 euros necesarios para cambiar el sistema de alarmas contra incendios, la biblioteca solo abre hasta tarde cuando se acercan los ex¨¢menes por falta de personal. Tampoco hay dinero para sufragar becas a fin de comprar manuales. ¡°Hay quien no puede estudiarlos porque no puede permitirse comprarlos¡±, explican.
Su d¨ªa a d¨ªa es muy diferente. Rodrigo dispone de todo el tiempo para estudiar. Y no tiene agobios econ¨®micos. El caso de Duna es distinto: trabaja de dependienta 15 horas a la semana para ¡°no ser una carga¡± a su familia. Su madre, de la que depende, vive en Asturias y recibe una prestaci¨®n social. Duna no puede pedir la beca del ministerio por un embrollo familiar. Se dispone a solicitar la ayuda que reserva la Complutense para alumnos en situaci¨®n de riesgo de abandono de los estudios por razones socioecon¨®micas. Esta beca propia de la universidad cubre la matr¨ªcula (unos 830 euros en su caso). Cruza los dedos para que se la concedan este curso y que la beca siga existiendo en a?os posteriores. La dotaci¨®n de estas becas, de hecho, se han incrementado este a?o ¨Dalgo realmente inusual¨D pasando de 904.000 euros a 1,17 millones. Pero presumiblemente, tambi¨¦n subir¨¢ el n¨²mero de solicitantes debido al incremento del precio de la vivienda en Madrid, una de las ciudades m¨¢s caras de Espa?a para estudiar.
Penurias
Los zo¨®logos David Oropesa y Aida Vega son dos de esos doctorandos citados anteriormente. Se benefician de uno de los contratos predoctorales propios de la Complutense (1.180 euros al mes). Les preocupa que, dadas las apreturas econ¨®micas, estos programas desaparezcan o se queden en manos de benefactores externos. De hecho, el Banco de Santander ya aporta dinero para estas partidas. El relato de las penurias pasa de una promoci¨®n a otra. Por eso saben que el dinero llega tarde. Por eso David, un firme batallador de los derechos de los sordos y primer titulado universitario en su familia, no dud¨® en vender su moto para irse a Costa Rica tres meses para estudiar bosques de robles subtropical; era consciente de que los fondos para los vuelos y el alojamiento llegar¨ªan mucho despu¨¦s. Ahora, de vuelta en Madrid, conf¨ªa en que le ampl¨ªen el contrato hasta los seis a?os. A su compa?era Aida le comunicaron la semana pasada que la contrataban en la universidad, aunque ella hab¨ªa empezado el doctorado en julio. Se arriesg¨® a que no se lo concedieran porque tiene tan clara su vocaci¨®n que se hubiese puesto a trabajar anillando p¨¢jaros para mantenerse mientras hac¨ªa la tesis.
Ambos comparten departamento con la profesora Beatriz Mart¨ªnez Miranzo. Pero no por mucho tiempo, porque Beatriz tendr¨¢ que dejarlo el 31 de diciembre. Ese d¨ªa finaliza el contrato denominado Mar¨ªa Zambrano con el que esta experta en conservaci¨®n de especies amenazadas volvi¨® a la Complutense, donde se hab¨ªa graduado y doctorado, procedente de la Universidad Nacional de la Pampa (Argentina). Se adscribi¨® a un programa de atracci¨®n de talento internacional del ministerio que, si bien no garantizaba la permanencia en la universidad, convenci¨® a muchos investigadores debido a que pensaron que la universidad, tras interesarse por ellos y traerlos desde el extranjero, no les iba a dejar despu¨¦s en la estacada. En la Universidad de Granada ha sido as¨ª y algunos conseguir¨¢n afianzarse, pero la UCM ni se lo ha planteado por falta de fondos. Casi todos sus estudiantes acogidos a este programa deber¨¢n hacer las maletas y, a la vez, dejar m¨¢s en los huesos una universidad herida.
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