Dentro de un peque?o coraz¨®n et¨ªope
El cardi¨®logo Joaquim Mir¨® lidera en Addis Abeba una campa?a para formar a sanitarios e intervenir en operaciones complejas
Se ve el latido del peque?o coraz¨®n et¨ªope. Una pantalla en blanco y negro refleja el p¨¢lpito de una ni?a que sufre una fisura en el ¨®rgano sobre el que todo gira, que todo lo mueve. Respira tranquila, sedada, mientras una decena de profesionales la rodean sobre la camilla y se concentran en instalar a trav¨¦s de un cable una suerte de paraguas que cerrar¨¢ esa rotura para siempre. Podr¨¢ brincar, jugar, luchar con un nuevo ritmo vital. Un punto de inflexi¨®n, un hito para una persona an¨®nima que merece estar mejor. En el quir¨®fano, el cardi¨®logo catal¨¢n Joaquim Mir¨® supervisa atento la intervenci¨®n en el Cardiac Center de Addis Abeba mientras el personal et¨ªope procede con un pulso impert¨¦rrito a colocar el dispositivo.
En otro ordenador, las constantes de la menor indican que la operaci¨®n es un ¨¦xito. La paciente es una de las 78 personas que han sido atendidas en ese centro en el vertiginoso plazo de 13 d¨ªas durante una campa?a para formar a sanitarios et¨ªopes y asistir las cuestiones m¨¢s complejas que se acumulan durante el a?o liderada por la asociaci¨®n Sainte-Justine au C?ur du Monde, de Montreal (Canad¨¢). Es la cuarta misi¨®n de esta iniciativa en Etiop¨ªa, un pa¨ªs que arrastra la posici¨®n 174 de 187 en el ?ndice de Desarrollo Humano mundial. "Se forman grupos que empiezan a implantar programas de cirug¨ªa de cardiolog¨ªa pedi¨¢trica en lugares donde no existen, y al principio se necesita formaci¨®n para que luego puedan continuar", dice Mir¨®, que ma?ana martes 18 participa en el 7? Congreso mundial de cardiologia pedi¨¢trica y cirugia cardiaca en Barcelona.?
Durante esta campa?a, hay d¨ªas en los que el doctor casi ni duerme, los deliciosos caf¨¦s et¨ªopes le ayudan a mantener en alerta la atenci¨®n. No hay tiempo que perder, cada intervenci¨®n que se haga es una vida m¨¢s que mejorar¨¢ para siempre. "Es muy duro tener que explicarles a unos padres que su hijo no podr¨¢ ser operado. Esto ocurre con cardiopat¨ªas que no han sido diagnosticadas ni tratadas o est¨¢n tan evolucionadas que hacen inviable cualquier operaci¨®n. Ese ni?o te mira, sonr¨ªe, tiene un nombre, una familia, una historia¡ y sabes que morir¨¢ en poco tiempo de forma irremediable", reflexiona Ana M¨¦ndez, cardi¨®loga pediatra sevillana voluntaria. "La misma cardiopat¨ªa que en Espa?a no dejar¨ªa secuelas, aqu¨ª tiene unas consecuencias radicalmente diferentes", destaca como uno de los aspectos m¨¢s duros a los que se enfrenta durante este proyecto.
"La base de los licenciados en Medicina en Etiop¨ªa es bastante buena", dice el cardi¨®logo Joaquim Mir¨®
En una de las habitaciones del centro, maletas de las m¨¢s grandes se reparten por el suelo con decenas de cables, m¨¢quinas, medidores y aparatos m¨¦dicos tra¨ªdos desde Canad¨¢ que van utilizando las enfermeras, anestesistas, cirujanos, estudiantes, cardi¨®logos, ingenieros... de la campa?a en un traj¨ªn que culmina la realizaci¨®n de cateterismos, soluciones para las dilataciones de v¨¢lvulas, estrechamientos de la aorta y operaciones a coraz¨®n abierto. "Para nosotros es una oportunidad incre¨ªble tener la posibilidad de aprender de tan buenos profesionales y de que se facilite poder hacer estas intervenciones que requieren una ingenier¨ªa tan compleja. Durante el a?o acumulamos los casos m¨¢s graves y los tratamos durante esta campa?a", dice uno de los profesionales et¨ªopes satisfecho tras colocar el dispositivo con forma de paraguas a la afortunada ni?a.
"La base de los licenciados en Medicina en Etiop¨ªa es bastante buena. Falta experiencia y medios en este tipo de terapias tan complejas, pero las facultades aqu¨ª tienen un nivel casi comparable al espa?ol", considera Mir¨®, que desde 2006 ha realizado 15 misiones entre Marruecos, Egipto y Etiop¨ªa. "Despu¨¦s de cuatro a?os los equipos funcionan en esos destinos de forma aut¨®noma, aunque aqu¨ª el proceso ser¨¢ un poco m¨¢s largo, pero somos optimistas, est¨¢n muy motivados en aprender", asegura Mir¨®, que detalla que en el pa¨ªs hay entre 500.000 y un mill¨®n de personas con malformaciones cong¨¦nitas. "Una vez que aprenda, cada persona har¨¢ su trabajo lo mejor que pueda vaya donde vaya", mantiene MIr¨® consciente de que hay profesionales que una vez formados pueden dejar este hospital en busca de otro lugar. "Es un riesgo que hay que asumir, pero una prioridad importante es formar a la gente. Si se van pues ya sabr¨¢n hacerlo, siempre har¨¢ falta all¨¢ donde est¨¦n. Este es un proyecto de base acad¨¦mica y humanitaria", apunta.
"La misma cardiopat¨ªa que en Espa?a no dejar¨ªa secuelas, aqu¨ª tiene unas consecuencias radicalmente diferentes", dice Ana M¨¦ndez, una voluntaria sevillana
Todos los servicios son gratuitos en este centro que pertenece a una fundaci¨®n privada, donde asociaciones locales financian los salarios. Sainte-Justine au C?ur du Monde ha aportado para esta campa?a 55.000 euros, y la entidad Chain of Hope, 27.500. "Son t¨¦cnicas que requieren materiales muy caros", apunta Mir¨®, que durante la misi¨®n de esta primavera ha estado acompa?ado por una treintena de profesionales de ocho pa¨ªses. La coordinaci¨®n y la estructura del programa de intervenciones est¨¢ medida al mil¨ªmetro. ¡°El esp¨ªritu de servicio y la cohesi¨®n del equipo es muy fuerte. Aunque se tengan menos medios se trabaja muy bien y de forma intensa¡±, resalta M¨¦ndez. Antes de empezar la jornada todos escuchan con gran atenci¨®n las indicaciones del director et¨ªope del centro y de Mir¨®, que calculan las camas disponibles y el calendario de trabajo. El d¨ªa anterior tuvieron un caso complicado, el cirujano tuvo que reanimar el coraz¨®n de un ni?o con sus propias manos en una impresionante decisi¨®n.
Mir¨® recuerda que desde que termin¨® cardiolog¨ªa en 1993 siempre quiso darle "un car¨¢cter humanitario" a su profesi¨®n, por lo que cuenta que tambi¨¦n ha desempe?ado sus acciones solidarias en China y en numerosos pa¨ªses del ?frica subsahariana. "Ve¨ªa en las estad¨ªsticas globales que si nac¨ªas con una malformaci¨®n cardiaca ten¨ªas un 30% de posibilidades de tener tratamiento. Para m¨ª, saber curar a estos pacientes y ver que hab¨ªa tanta cantidad de ni?os que no ten¨ªan acceso a ello era una motivaci¨®n para ir de pa¨ªs en pa¨ªs implantando este tipo de centros", rememora Mir¨®. Tras unos cristales, un padre con una sonrisa espl¨¦ndida lleva de la mano a su hijo peque?o de unos cinco a?os, quien con la otra le dice adi¨®s al doctor de camino a casa. Se van con el alta. Un nuevo p¨¢lpito late en otra vida an¨®nima que merece estar mejor.
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