Entre rejas por abortar en Honduras
Tres relatos de mujeres que han sido detenidas por interrumpir su embarazo en un pa¨ªs donde est¨¢ prohibido en toda circunstancia y penado con hasta 10 a?os de c¨¢rcel
Jessica ha sido la primera mujer de su pueblo en entrar en la c¨¢rcel por el delito de aborto. Su aldea se encuentra en el coraz¨®n de Honduras, donde se cruzan las rutas del narcotr¨¢fico que suben hasta los Estados Unidos. Durante los cuatro meses que pas¨® entre rejas comparti¨® un cuarto de pocos metros con otras reclusas. "Dorm¨ªamos en tarimas de madera, hasta tres personas en la misma, y hab¨ªa ratas que entraban por los huecos en las paredes de adobe", relata Jessica, toc¨¢ndose nerviosamente su largo cabello liso. "Las otras presas me pegaban, me tiraban el pelo, me llamaban asesina de ni?os y la polic¨ªa me dec¨ªa cosas horribles: sufr¨ª mucho acoso f¨ªsico y psicol¨®gico". Logr¨® salir porque le conmutaron la pena por una multa que su madre pudo pagar juntando dinero con la familia. La vuelta a casa fue dura: insultos por la calle, fotomontajes suyos difundidos por las redes sociales y fuertes ofensas dirigidas a sus familiares; tanto que su madre a menudo volv¨ªa a casa en l¨¢grimas. "No soy ni la ¨²nica ni la primera de mi pueblo en haber abortado, hay muchas muchachas que lo hacen, pero soy la ¨²nica que han detenido".
Cuando se qued¨® embarazada por tercera vez a los 27 a?os, Jessica ya era una madre soltera y cabeza de familia, como pasa en un tercio de los hogares del pa¨ªs, seg¨²n el Comisionado Nacional de Derechos Humanos de Honduras (Conadeh). El padre, un hombre violento, la dej¨® apenas se enter¨® de la noticia. No fue sencillo decidir abortar. Pasaron meses de incertidumbre, no ten¨ªa recursos para sacar adelante a otra criatura. Una tarde, cuando se encontraba sola en la casa, decidi¨® ir a la peque?a farmacia de su pueblo a comprar unas p¨ªldoras abortivas, que hab¨ªa visto en Internet. Una vecina se enter¨® y la denunci¨®. Dos horas despu¨¦s lleg¨® la polic¨ªa a su casa: la esposaron y la llevaron a la c¨¢rcel.
Honduras es uno de los pa¨ªses donde est¨¢ prohibido abortar en cualquier condici¨®n, aunque haya peligro para la vida de la madre o del feto, seg¨²n el mapa de leyes sobre aborto, publicado por la ONG Centro de Derechos Reproductivos (CRR). La misma situaci¨®n se vive tambi¨¦n en otras partes de Am¨¦rica Central, como en Nicaragua, El Salvador y Rep¨²blica Dominicana. El art¨ªculo 126 del C¨®digo Penal de Honduras prev¨¦ penas de tres a diez a?os de c¨¢rcel para este delito.
Honduras es uno de los pa¨ªses donde est¨¢ prohibido abortar en cualquier condici¨®n, aunque haya peligro para la vida de la madre o del feto
Las mujeres hondure?as, como Jessica, recurren a m¨¦todos caseros e inseguros: desde las pastillas compradas por Internet u otros medicamentos para combatir ¨²lceras g¨¢stricas o artritis que contienen un principio activo abortivo, hasta las infusiones de hierbas y el uso de objetos contundentes. Es un secreto que corre de boca en boca: c¨®mo abortar, d¨®nde comprar las p¨ªldoras, c¨®mo utilizarlas para que no te descubra la polic¨ªa o el personal m¨¦dico, qu¨¦ hacer si te encuentras mal y tienes que ir al hospital. Y d¨®nde comprar la p¨ªldora anticonceptiva de emergencia (PAE), que est¨¢ totalmente prohibida, aunque se puede adquirir de forma ilegal en algunas farmacias o mercados de las ciudades, por un promedio de 200 lempiras (siete euros). En Honduras, los abortos han sido durante d¨¦cadas el segundo caso de egresos hospitalarios despu¨¦s del parto y el a?o pasado se registraron 14.021 casos, seg¨²n datos de la Secretar¨ªa de Salud del pa¨ªs.
Escondidas en la c¨¢rcel, violadores en libertad
En la c¨¢rcel femenina de T¨¢mara, localizada a media hora de la capital del pa¨ªs, Tegucigalpa, el pasado verano solo hab¨ªa una mujer detenida por este delito. Llevaba all¨ª cuatro meses. Trabajaba como empleada dom¨¦stica y no pudo seguir escondiendo su embarazo, por lo que sus jefes la quer¨ªan despedir. Abort¨® a escondidas en la casa donde trabajaba y la due?a la denunci¨® a la polic¨ªa. Desde el patio de la c¨¢rcel, otras detenidas la llaman a gritos, mientras charlan entre ellas y juegan con sus ni?os y ni?as peque?as. Deletrean su nombre durante minutos, para anunciarle que recibi¨® visitas. Nadie la conoce y ella no contesta las llamadas; est¨¢ escondida en la c¨¢rcel. Es com¨²n que las mujeres cambien su nombre al entrar en prisi¨®n, especialmente aquellas que podr¨ªan sufrir discriminaci¨®n y violencia, como en caso de las condenadas por aborto. Aunque son muchas las que terminan encerradas por este delito. Entre 2016 y los primeros seis meses de 2017 han sido 33 las denuncias recibidas por el Ministerio P¨²blico, la mayor¨ªa puestas por vecinos o m¨¦dicos de los hospitales que les atienden. "Desde el colegio de M¨¦dicos de Honduras estamos en contra de la legalizaci¨®n del aborto en cualquier caso", explica Suyapa Figueroa, su presidenta. Cuando a una mujer le detectan sustancias abortivas, el personal m¨¦dico tiene que hacer un reporte a la asesor¨ªa legal del hospital. Fue as¨ª como Mar¨ªa acab¨® entre rejas, despu¨¦s de la denuncia de un m¨¦dico, cuando ten¨ªa tan solo 17 a?os.
"Es algo que quisiera olvidar", dice mirando al suelo con sus grandes ojos color almendra cubiertos por el pelo rubio. "Como cada d¨ªa volv¨ªa de la universidad, en autob¨²s. De camino a casa, una persona que hac¨ªa el mismo recorrido me agarr¨®, me amenaz¨® con una pistola y abus¨® de m¨ª". Mar¨ªa no cont¨® a nadie que la violaron. Se guard¨® el secreto y los moratones que ten¨ªa en las piernas solo para ella. Hasta que se dio cuenta de que estaba embarazada. "No quer¨ªa tener un hijo de una persona que me viol¨®. Decid¨ª abortar. Una amiga me dio las p¨ªldoras y me explic¨® c¨®mo tomarlas. A las tres horas me encontr¨¦ mal y mi madre tuvo que llevarme al hospital". El personal m¨¦dico la denunci¨® despu¨¦s de haberla atendido y el mismo d¨ªa la polic¨ªa acudi¨® al centro. "Se la llevaron esposada de manos y piernas a la c¨¢rcel femenina de T¨¢mara", explica la madre de Mar¨ªa, sin poder retener las l¨¢grimas. "Como a una criminal y sin que pudiera tomar medicamentos. Mientras que su agresor, un delincuente supuestamente implicado en narcotr¨¢fico, qued¨® libre y se fug¨® a los Estados Unidos". Mar¨ªa pudo salir de la c¨¢rcel despu¨¦s de una semana con libertad condicional. Tras cuatro a?os, ella sigue esperando que acabe su proceso y podr¨ªa volver a prisi¨®n.
En Honduras, los abortos han sido durante d¨¦cadas el segundo caso de egresos hospitalarios despu¨¦s del parto y el a?o pasado se registraron 14.021 casos
En los primeros seis meses de 2017 se registraron 1.429 casos de violencia sexual hacia mujeres, seg¨²n el ¨²ltimo informe del Observatorio de la Violencia de la Universidad Aut¨®noma de Honduras, que analiza los casos atendidos por el Departamento de medicina legal de todo el pa¨ªs. Entre ellas, dos mujeres de cada tres ten¨ªan entre 10 y 19 a?os. Se trata de casi ocho agresiones al d¨ªa. En el 76,1% de los casos el agresor es una persona conocida: un familiar, amigo, pareja o expareja. "La violencia es un mensaje de posesi¨®n escrito sobre los cuerpos de las mujeres", declara Migdonia Ayestas, directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Aut¨®noma de Honduras, "En los ¨²ltimos tres a?os disminuyeron las agresiones hac¨ªa las mujeres porque baj¨® el n¨²mero de cr¨ªmenes totales en el pa¨ªs, pero hace falta mucha formaci¨®n para que se propicie la igualdad de g¨¦nero".
"Me di cuenta de que esperaba un beb¨¦ cuando ya lo hab¨ªa perdido"
Nancy saca su celular del bolsillo y ense?a la foto que tom¨® a la tumba su peque?o, antes de darle sepultura. Le llamaron Jes¨²s Antonio y lo enterraron en el cementerio del pueblo, hasta que la polic¨ªa lo sac¨® para hacer autopsia. A ella tambi¨¦n la denunciaron los m¨¦dicos del hospital de la capital, que afirmaban que se hab¨ªa provocado un aborto. "Me di cuenta de que esperaba un beb¨¦ cuando ya lo hab¨ªa perdido", relata la joven, de 21 a?os. Reci¨¦n salida del bachiller t¨¦cnico, hab¨ªa encontrado un trabajo como cuidadora de personas discapacitadas que le permit¨ªa de ayudar a su madre y a su hermana. Viven en una casa ubicada en una peque?a calle cerca del campo, sin asfaltar y sin alumbrado p¨²blico. En la entrada tienen su negocio, una pulper¨ªa, comercio donde en Honduras se vende comida de todo tipo. La madre lo gestiona mientras cuida de la abuela de 87 a?os, que escucha las noticias desde una peque?a radio. Nancy, se enter¨® del embarazo al sexto mes, cuando su ni?o ya no viv¨ªa. Ten¨ªa sangrados regulares como si fuera la regla. Un d¨ªa empez¨® a sentir dolores muy fuertes de barriga y mientras la llevaban al hospital empez¨® a darse apretujones en el est¨®mago para soportar el dolor. Golpes, que le hicieron perder al beb¨¦, por desprendimiento de la placenta y la dejaron al borde de la muerte durante dos d¨ªas. "Cuando hab¨ªa ido al m¨¦dico, en las exploraciones que me hab¨ªan hecho durante los meses precedentes, nunca me hab¨ªan dicho que pod¨ªa estar embarazada", cuenta Nancy. Una semana despu¨¦s de practicarle una ces¨¢rea para sacarle el feto, la polic¨ªa lleg¨® y la detuvo. Ella tambi¨¦n est¨¢ esperando la fecha para el juicio y podr¨ªa ser condenada a hasta tres a?os de c¨¢rcel, seg¨²n su abogada.
El pasado mayo, en el Congreso Nacional se discuti¨® una ley para legalizar el aborto en tres casos: peligro para la madre, malformaciones del feto y violencia sexual. A diferencia de Chile, donde el pasado agosto se aprob¨® la despenalizaci¨®n del aborto por las mismas circunstancias, el parlamento hondure?o se neg¨® a avalar esta modificaci¨®n del C¨®digo Penal. Pero las organizaciones feministas siguen luchando para que se apruebe esta modificaci¨®n de la ley. "He conocido a muchos casos de mujeres y ni?as que han sufrido violaciones, abusos y que han sido criminalizadas. Por ahora solo estamos hablando de una ley que proteja la vida de la mujer y su salud, no de legalizar el aborto", explica la pastora Ana Ruth Garc¨ªa, de la organizaci¨®n Ecum¨¦nicas por el Derecho a Decidir. Ella es una de las caras visibles de esta batalla, que le ha provocado no pocas consecuencias. "Despu¨¦s de aparecer en un debate televisivo sobre el tema recib¨ª 104 amenazas de muerte por Internet. Vinieron a buscarme debajo de mi casa, acorralando mi coche entre dos carros sin placas. Pas¨¦ mucho miedo, pero como expliqu¨¦ a mi familia, tengo que seguir adelante con esta lucha".
Ahora Ana Ruth vive en una localidad secreta para esconderse de la represi¨®n que la polic¨ªa militar ha llevado a cabo en contra de activistas pol¨ªticos, despu¨¦s de las elecciones generales del pasado noviembre. La situaci¨®n de los derechos reproductivos en Honduras depende tambi¨¦n de su contestado resultado y de la consecuente investidura de Juan Orlando Hern¨¢ndez, el pasado 27 de enero.? "Indicios contundentes de fraude electoral" han sido denunciados por la ONG Human Right Watch. La primera proyecci¨®n daba como ganador el candidato de centro izquierda Salvador Nasralla, mientras que en los d¨ªas siguientes, durante un largo recuento, se volc¨® este resultado y los porcentajes pasaron a favor del presidente saliente Juan Orlando Hern¨¢ndez, que se present¨® a pesar que seg¨²n la Constituci¨®n no pod¨ªa ser electo de nuevo. "Hemos vigilado el proceso electoral y denunciado las irregularidades", concluye Ana Ruth Garc¨ªa, "Seguiremos con nuestro compromiso para una nueva ley para el aborto. Lo m¨¢s probable es que apelaremos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos o al Comit¨¦ de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Mientras tanto seguimos brindando apoyo legal y psicol¨®gico a las mujeres que est¨¢n pasando por estas vivencias".
Entre ellas, Nancy y Mar¨ªa que siguen esperando que finalicen sus procesos, cuyas fechas han sido atrasadas durante los ¨²ltimos cinco meses. Mientras tanto trabajan con sus madres en las respectivas pulper¨ªas familiares. A ambas les gustar¨ªa encontrar otros trabajos, pero no pueden, sus antecedentes penales est¨¢n manchados y todos los viernes tienen que ir a firmar a los Juzgados de Tegucigalpa porque siguen en libertad condicional. Jessica, despu¨¦s de perder varios trabajos, despedida apenas los gerentes se enteraban que hab¨ªa estado en la c¨¢rcel, ahora es empleada en una tienda de ropa y gana 2.800 lempiras cada mes (unos 100 euros). Su deseo es ir a la universidad y empezar a estudiar para ser abogada.
La International Women¡¯s Media Foundation apoy¨® a la periodista Monica Pelliccia, con su cobertura desde Honduras como parte de la Iniciativa Adelante. Los nombres de las protagonistas est¨¢n modificados para preservar su intimidad.
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