Reconstruir una vida tras ver el asesinato de una madre
Este texto reproduce los primeros pasos de Fatima, de 11 a?os, para incorporar a su vida el dolor y trauma causados por la guerra en Siria a trav¨¦s de su terapia psicol¨®gica
Para comprender la historia de Fatima, tenemos que hacer un ejercicio de imaginaci¨®n, de empat¨ªa. De lo contrario se nos har¨¢ muy complicado entender el verdadero equipaje de las personas refugiadas.
Por eso, imagine por un momento que asesinan a la persona que m¨¢s quiere en plena calle. Imagine que ve esa escena desde el balc¨®n de su casa. Haga un ejercicio como si lo estuviera viviendo ahora mismo. Se encuentra en el balc¨®n de tu casa y ve c¨®mo le arrebatan de este mundo a la persona que m¨¢s quiere.
Fatima, de 11 a?os, tiene grabada en la retina c¨®mo asesinaron a su madre en Siria, c¨®mo decidieron que la persona que le dio vida dejara de tenerla.
Sana`a, psic¨®loga jordana en M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF), me cuenta la historia de Fatima. Comienzo a comprender que mi trabajo como coordinador de salud mental en Ramtha, Jordania, no est¨¢ solo en los datos, sino tambi¨¦n en las historias que hay detr¨¢s, que dan forma y visibilizan el horror que viven m¨¢s de cinco millones de personas refugiadas sirias. Por eso, lo m¨¢s justo es hacer alquimia con las cifras, esto es, transformar los n¨²meros en sentimientos.
Sana`a est¨¢ sentada observando c¨®mo Fatima camina de forma lenta y pausada. Es la primera sesi¨®n. Fatima no habla, solo observa y de vez en cuando se detiene pensativa, mientras clava sus ojos en cada uno de los dibujos que sus compa?eras han trazado sobre la guerra siria. Los analiza de forma meticulosa, mientras Sana`a le permite estar en la primera consulta sin hablar. No se dijeron nada, pues esa fue la condici¨®n que pactaron. De hecho, al principio rechaz¨® la terapia, pero finalmente tuvieron su primera sesi¨®n bajo el pacto del silencio.
Mientras me cuenta su caso, sin querer, copio e imito la sesi¨®n, fij¨¢ndome yo tambi¨¦n en los mismos dibujos en los que Fatima se fijaba. Estamos en la misma consulta en las que trabajaron las dos. La habitaci¨®n est¨¢ llena de dibujos alegres, pintados por ni?os y ni?as, de sesiones que terminaron con finales felices y dieron un sentido al dolor y a la desdicha.
En la segunda consulta, casi al final de esta, Fatima se?ala un dibujo en concreto y luego se dirige hacia otro. ¡°Esta familia no cuida de sus hijos. F¨ªjate, no dibujaron la ventana para refugiarse de los ataques. No son buenos padres¡±. ¡°Esta familia tampoco cuida de sus hijos, no son buenos padres¡±. Finalmente, rompe su silencio, sus palabras hablan de la guerra interminable y de las consecuencias de dar importancia a lo que ning¨²n ni?o o ni?a deber¨ªa dar en un dibujo.
Cuando est¨¢bamos en el colegio, de pronto una bomba mat¨® a un amigo. Fuimos muy valientes, porque lo cargamos entre todos, llev¨¢ndolo sobre nuestros hombros.
Sana`a pregunta la raz¨®n, a lo que ella contesta: ¡°Casi todas las casas tienen dos o m¨¢s ventanas, pero pocas tienen la ventana del refugio¡±. En el sur de Siria, muchas casas cuentan con una sola ventana, que da acceso a un refugio subterr¨¢neo para salvaguardarse de los ataques de la guerra.
¡°?Qu¨¦ color quieres para dibujar?¡±. Es la tercera sesi¨®n y Fatima simplemente se fija en una pelota y se la lanza a la psic¨®loga. La incomodidad de acudir a psicoterapia se transforma en juego, quiz¨¢s como una forma de romper el hielo. Las reglas son f¨¢ciles, lanzas la bola y haces una pregunta; la recibes y contestas. ¡°?Cu¨¢l es tu plato favorito?, ?qu¨¦ te gustar¨ªa ser de mayor?, ?tienes amigas en el colegio?¡±. As¨ª, poco a poco, van construyendo confianza entre ambas para hacer liviano lo que m¨¢s pesa del viaje; para poder deshacer la maleta m¨¢s pesada.
Al principio, las preguntas son f¨¢ciles de responder, pero al final se termina hurgando en esas heridas emocionales que a¨²n no han cicatrizado. Fatima comienza a expresar su mundo interior, su oc¨¦ano de sentimientos y deposita toda su confianza en Sana`a. Incluso Fatima le hace una pregunta delicada: ¡°?Alguna vez has pensado marcharte de este mundo?¡±. Realmente cuesta pensar que una ni?a de 11 a?os se plantee que es mejor dejar de existir, pero es una realidad que azota a miles de ni?os y ni?as a¨²n a las puertas de la adolescencia. Viven situaciones que le hacen poner en entredicho la raz¨®n de estar en este mundo.
En la cuarta sesi¨®n, Fatima arrebata los colores y comienza a dibujar su particular horror. Se dibuja a ella misma detr¨¢s de la persona que mat¨® a su madre, como se?al de venganza. ¡°Me encantar¨ªa dar justicia a mi madre¡±.
Comienza a se?alar con el dedo al asesino: ¡°Esta fue la persona que mat¨® a mi madre¡±. Narra cada min¨²sculo detalle de lo ocurrido. Bajo el marco de la Terapia de Exposici¨®n Narrativa (NET en ingl¨¦s) comienzan a vivir su historia llena de viveza en el presente, como si lo estuviera viviendo en ese preciso instante. Esta narraci¨®n le va a permitir integrar lo sucedido dentro de su historia personal, tener una l¨ªnea de discurso que pueda encajar y que, al menos, con el paso del tiempo, el peso de lo ocurrido comience a aliviarse, y los recuerdos sean m¨¢s llevaderos.
En sus palabras Sana`a le hace ver que su historia, su hilo conductor tiene un para qu¨¦, un prop¨®sito y su narrativa le ayuda a encajar y comprender su historia personal
¡°Cuando est¨¢bamos en el colegio, de pronto una bomba mat¨® a un amigo. Fuimos muy valientes, porque lo cargamos entre todos, llev¨¢ndolo sobre nuestros hombros. Lo enterramos en un cementerio cerca del colegio, junto con otros ni?os¡±. En otro dibujo, Fatima se muestra orgullosa, pues hicieron una manifestaci¨®n con pancartas que se pod¨ªa leer: ¡°Por favor, parad de matar ni?os¡±. Orgullo sazonado con tristeza de perder a gente que nunca deber¨ªan de marcharse. En sus palabras Sana`a le hace ver que su historia, su hilo conductor tiene un para qu¨¦, un prop¨®sito, y su narrativa le ayuda a encajar y comprender su historia personal. Ayuda a que su equipaje emocional pese menos.
Casi en la ¨²ltima sesi¨®n, Fatima se muestra satisfecha de su nuevo libro, titulado El libro de mi vida. Al principio, estaba lleno de pegatinas de cosas negativas, en color rojo, pero empieza a llenarse de azul, su preferido. Comienza a identificar: ?qu¨¦ cosas puedo cambiar de mi comportamiento y que cosas no puedo?, ?c¨®mo puedo sentirme mejor? De hecho, sus ideas de suicidio comienzan a ser vistas como pasadas. As¨ª, su actitud rebelde mejora dentro de su familia acogedora, sus notas en el colegio son mejores y vive una vida m¨¢s serena y calmada, haciendo las paces con la alegr¨ªa y con una carga emocional m¨¢s liviana.
Lo que m¨¢s me marc¨® de la historia que me cuenta Sana`a, fueron las palabras vivas de sentimiento en su ¨²ltima sesi¨®n de cierre con Fatima: ¡°?Sigues queriendo matar al que mat¨® a tu mam¨¢?¡±. Ante la pregunta, Fatima se queda pensativa, no responde y cambia de tema: ¡°Me gustar¨ªa ser ingeniera para poder reconstruir todas las casas que han sido destruidas por la guerra. Quiero ser ingeniera para construir Siria¡±. Es curioso como desea ser ingeniera para reconstruir casas, ?no ser¨ªa mejor ingeniera para construir, sin necesidad de reparar?
Fatima se mueve hacia adelante, con la aceptaci¨®n de una realidad pasada y con el desaf¨ªo de mantener las estrategias y capacidades que ha aprendido durante las sesiones de psicoterapia. Tiene ahora una actitud resiliente que ha ido forjando durante las sesiones y le ayuda a sobreponerse ante su particular adversidad.
¡±Ojala en el futuro no sea necesario fijarse en los dibujos, si las casas tienen una ventana o dos, porque significara que no hacen faltan y que la guerra ha terminado¡±. Es la ¨²ltima sesi¨®n y despu¨¦s sus palabras, Fatima se funde en un abrazo con Sana`a y le pide seguir en contacto. Fue tanto el cari?o y la entrega durante todas las sesiones, que no quer¨ªa que terminaran, pero comprendi¨® que hay muchos m¨¢s casos como el de ella y que tiene que dar paso.
Historias como las de Fatima hablan de la necesidad de comprender c¨®mo cualquier guerra tiene repercusiones psicol¨®gicas. La necesidad no solo de entender una realidad social, sino de trabajar tambi¨¦n sus repercusiones psicol¨®gicas, hace que el abordaje psicosocial sea imprescindible ante cualquier emergencia o crisis mundial.
Tambi¨¦n nos recuerdan que su historia es una de esos cinco millones de personas refugiadas. Son historias de dolor y desgarro que portan en sus viajes de huida. Escapan de una atrocidad, arrastrando uno de los equipajes m¨¢s pesados: el del dolor emocional. Maletas que a nadie le gustar¨ªa llevar, pero se cargan cada d¨ªa, cada instante en su memoria.
Airam Vadillo es responsable de las actividades de salud mental de MSF en Jordania.
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