El trilema de la marca Barcelona
La revoluci¨®n tecnol¨®gica mal gobernada y la desindustrializaci¨®n pueden permitir al populismo asaltar el mundo urbano
Barcelona puede encontrarse ante a un trilema complejo en las pr¨®ximas d¨¦cadas: tener que escoger entre preservar la democracia local y el espacio p¨²blico urbano en su plenitud, dar paso a la tecnolog¨ªa y la econom¨ªa digital como ejes centrales de la econom¨ªa del futuro asumiendo sus externalidades negativas o asegurar la cohesi¨®n social ante la digitalizaci¨®n y la robotizaci¨®n. El objetivo es que deje de ser un trilema.
Las elecciones municipales del pr¨®ximo a?o ser¨¢n cruciales para Barcelona. Si queremos seguir reforzando su posici¨®n como ciudad global, proteger a sus habitantes y seguir atrayendo talento, ser¨¢ crucial seguir diversificando la econom¨ªa y minimizar las externalidades negativas de la globalizaci¨®n ante el auge de la tecnolog¨ªa y el traslado del centro de gravedad econ¨®mico a las urbes asi¨¢ticas y africanas. En este contexto y ante el papel creciente de la urbanizaci¨®n en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, necesitamos una reflexi¨®n conjunta sobre el modelo que queremos a medio y largo plazo, as¨ª como sobre los cambios en la estructura competencial y fiscal actual (entre niveles de gobierno) para conseguirlo. La dificultad de luchar contra la gentrificaci¨®n por la desconexi¨®n entre el depositante de las competencias en materia de vivienda (estado) y sobre quien tiene impacto (ciudad) una determinada actividad del mercado, es buen ejemplo de ello.
La huelga del sector del taxi por las VTC por su parte, es otro buen ejemplo sobre la relaci¨®n entre tecnolog¨ªa y cohesi¨®n social, si bien es solo la punta del Iceberg de un fen¨®meno que acabar¨¢ con el factor trabajo en muchos sectores, ya que tanto los coches con conductor (VTC) como los taxis est¨¢n condenados a la desaparici¨®n ante el auge de veh¨ªculos aut¨®nomos. Un s¨ªntoma que solo refleja la fase inicial de un proceso en el que auge del Internet de las Cosas (IoT), la Inteligencia Artificial (IA), el big data y el blockchain como ejes centrales del capitalismo del futuro, cambiar¨¢n profundamente nuestra econom¨ªa en su dimensi¨®n urbana. Junto con el auge del uso extensivo de nuestros datos para uso comercial, verdadero modelo de negocio del futuro (actualmente en manos de empresas como Alphabet Inc.), la robotizaci¨®n, as¨ª como la invasi¨®n de infraestructuras digitales (sensores, b¨¢sicamente), edificios adaptables y transportes aut¨®nomos como estandartes de la smart city (paradigma urbano de la revoluci¨®n tecnol¨®gica y el capitalismo digital); plantean retos relacionados con la democracia urbana y la desigualdad.
A d¨ªa de hoy, el desarrollo de infraestructuras basadas en la IA y el big data, as¨ª como de plataformas digitales que se hacen llamar ¡°colaborativas¡± (poniendo en contacto a prestadores de servicios y consumidores); est¨¢ en manos de empresas como Airbnb, Uber, Google Home o Google Urbanism. Si bien estas pueden ser muy beneficiosas para las ciudades (para prevenir accidentes, mejorar la seguridad y la movilidad o ahorrar costes a la administraci¨®n), en el futuro tendr¨¢n cada vez m¨¢s impacto en nuestra convivencia a nivel urbano al tener la capacidad de desarrollo de infraestructuras smart y la toma de decisiones asociadas a ¨¦stas. As¨ª como tambi¨¦n, la capacidad de gestionar flujos de datos vitales para el funcionamiento de las ciudades.
Asistimos tambi¨¦n a la invasi¨®n de nuestras urbes por gigantes tecnol¨®gicos como Amazon, que acaparan el mercado en exceso incentivando la competencia fiscal entre ciudades y reforzando su posici¨®n dominante en el comercio online a trav¨¦s de contratos con gobiernos locales para inducir a m¨¢s comercios locales a entrar en su plataforma perjudicando la capacidad de generar ingresos de los consistorios v¨ªa impuestos por la falta de presencia f¨ªsica de la empresa. Mientras que por otro lado, inversores extranjeros del real state (Blackstone en Barcelona, por ejemplo) siguen ganando cuota de mercado en un contexto de consolidaci¨®n como hub tecnol¨®gico y de masificaci¨®n tur¨ªstica que desemboca en una gentrificaci¨®n exponencial.
Todo ello debe hacernos reflexionar sobre 2 debates relacionados a la vuelta de la esquina.
- En primer lugar, como regular la propiedad de los datos (para uso comercial) y dise?ar impuestos tecnol¨®gicos en beneficio colectivo
- Y en segundo, como preservar el espacio p¨²blico urbano y las infraestructuras smart as¨ª como la toma de decisiones democr¨¢tica asociados a ellos para corregir los perjuicios de la tecnolog¨ªa y el big data en el mercado de trabajo y en el estado de bienestar en general.
Debemos ser capaces, por tanto, de anticiparnos y amortiguar los efectos negativos de la transici¨®n hacia la hiper-digitalizaci¨®n y la robotizaci¨®n a trav¨¦s de un debate colectivo que incluya a la ciudadan¨ªa, al sector privado, a los partidos y la academia (Barcelona Global, think tanks, universidades, Barcelona Tech City, consistorio, sindicatos, etc.). Los 7 principios de WISE CITIES desarrollados por el CIDOB nos pueden permitir guiar el debate para desbloquear el trilema con garant¨ªas y apostar por las tres cosas a la vez.
Algunas pistas para sortear el trilema
En un mundo cada vez m¨¢s globalizado en el que cada vez m¨¢s personas trabajar¨¢n lejos del empleador por la digitalizaci¨®n y su actividad ser¨¢ sustituida por robots y ordenadores en muchos sectores; las ciudades occidentales exitosas ser¨¢n aquellas que por un lado sean capaces de ser m¨¢s sostenibles, adaptadas y atractivas (social, econ¨®mica y medioambientalmente) para atraer talento joven y garantizar el bienestar de los mayores en un contexto de envejecimiento. Y por el otro, aquellas que sepan sortear el trilema urbano de las pr¨®ximas d¨¦cadas:
- adaptarse a la innovaci¨®n tecnol¨®gica y digital para conseguir mayor crecimiento
- de forma democr¨¢tica y preservando el espacio p¨²blico urbano
- y frenando las externalidades negativas de la transici¨®n hacia ese modelo hiper-robotizado y digitalizado (recompensando a los perdedores).
Para ello, ser¨¢ vital actuar en tres frentes. En primer lugar, preservando la democracia local, la toma de decisiones colectiva y el espacio p¨²blico urbano ante la invasi¨®n de las tecnolog¨ªas smart basadas en la IA, el internet de las cosas (IoT) y el uso de nuestros datos con fines comerciales por parte de empresas que tendr¨¢n un papel cada vez m¨¢s importante en el desarrollo de infraestructuras. No solo en el espacio urbano privado, sino tambi¨¦n en el p¨²blico. En segundo lugar, potenciando la nueva econom¨ªa en general y la ciudad smart como paradigma urbano de la tecnolog¨ªa, la IA y el uso extensivo de los datos en favor del crecimiento econ¨®mico, la competencia y el bienestar colectivo a trav¨¦s de marcos regulatorios e impositivos equilibrados que aseguren la competencia justa y permitan a agentes m¨¢s peque?os entrar en el mercado.
En tercer lugar, protegiendo a los habitantes de las externalidades negativas en la transici¨®n hacia ese modelo de hiper-digitalizaci¨®n/robotizaci¨®n, as¨ª como garantizando el acceso de los m¨¢s desfavorecidos (desigualdad digital) al mundo digital. Pero para ello, ser¨¢ crucial, potenciar la econom¨ªa social, cooperativa y tecnol¨®gica local, para intentar amortiguar los efectos negativos de dicha transici¨®n redefiniendo la estructura fiscal de nuestro estado del bienestar y poder financiar as¨ª, instrumentos como la Renta B¨¢sica Universal (RBU).
Quien encuentre marcos regulatorios e impositivos para la nueva econom¨ªa robotizada y digital a nivel local, regional y estatal, as¨ª como el nivel de descentralizaci¨®n competencial y fiscal adecuado, gozar¨¢ de ventajas comparativas.
El dise?o de una RBU financiada con nuevos tipos impositivos sobre la tecnolog¨ªa y los datos (a trav¨¦s de perfiles digitales personales), as¨ª como el desarrollo del big data colaborativo y p¨²blico (a trav¨¦s de iniciativas como City Data Commons) y de partenariados p¨²blico-privados para poder usar los datos tambi¨¦n en beneficio del consistorio es la ¨²nica manera de afrontar las consecuencias del desarrollo tecnol¨®gico en el mercado de trabajo futuro.
El camino a seguir ante la utop¨ªa del solucionismo tecnol¨®gico
La administraci¨®n no est¨¢ a veces del todo preparada para encontrar marcos regulatorios que protejan a los sectores tradicionales y a la vez incentiven la innovaci¨®n porque la velocidad del cambio digital y tecnol¨®gico (as¨ª como la falta de certezas sobre su impacto real) es mucho mayor que la capacidad de adaptaci¨®n del regulador y los sectores tradicionales. Mientras que estos por su parte, son reacios al cambio por la precarizaci¨®n potencial y las nuevas empresas "colaborativas" obtienen ventajas comparativas, a veces injustas, por las particularidades de su modelo de negocio en relaci¨®n a unas leyes inadaptadas. Airbnb (pisos sin licencia), Deliveroo (falsos aut¨®nomos) o Uber (conductores sin licencia "cl¨¢sica") son buenos ejemplos de ello.
Apostar mucho m¨¢s por la investigaci¨®n, la universidad y su relaci¨®n con el mundo del trabajo a trav¨¦s de una apuesta decidida por aceleradores de PYMES tradicionales, start-ups tecnol¨®gicas y digitales locales con m¨¢s potencial en la creaci¨®n de puestos de trabajo ser¨¢ fundamental. Pero tambi¨¦n, por cooperativas e iniciativas de econom¨ªa social, para crear una red de protecci¨®n m¨¢s fuerte y paliar as¨ª, las externalidades negativas de la digitalizaci¨®n/robotizaci¨®n con el objetivo de financiar nuevos modelos fiscales que garanticen el estado del bienestar futuro en la era tecnol¨®gica. Si bien la tecnolog¨ªa ha llegado para quedarse, hay que garantizar la diversificaci¨®n de sus agentes para protegerse de futuras crisis y burbujas tecnol¨®gicas monopol¨ªsticas. No se trata de frenar la inversi¨®n, si no de encontrar un buen equilibrio entre la innovaci¨®n tecnol¨®gica, la digitalizaci¨®n y el inter¨¦s general.
El futuro de Barcelona no plantea s¨®lo preguntas desde el punto de vista de su dise?o y gesti¨®n, sino que lo hace tambi¨¦n desde el punto de vista de la redefinici¨®n de competencias, as¨ª como de su papel en el debate nacional e internacional sobre la generaci¨®n de riqueza futura y la redistribuci¨®n en la era de la 4? revoluci¨®n industrial. Si bien nadie duda de que la ciudad es fuente de oportunidad desde el punto de vista interno por sus beneficios potenciales para el crecimiento y el bienestar de los que viven en ella, tambi¨¦n puede ser una barrera para la cohesi¨®n social por sus externalidades negativas (movilidad, desigualdades, gentrificaci¨®n, contaminaci¨®n, etc.) y por su efecto polarizador en el eje centro-periferia/rural-urbano. Un fen¨®meno, que la revoluci¨®n tecnol¨®gica mal gobernada junto con la desindustrializaci¨®n puede alimentar, permitiendo al populismo asaltar tambi¨¦n el mundo urbano.
Las elecciones del pr¨®ximo a?o deben servirnos para empezar a vislumbrar qu¨¦ modelo queremos para seguir siendo una ciudad global y a la vez frenar los efectos negativos de la hiper-digitalizaci¨®n y la robotizaci¨®n. En otras palabras, repensar como afrontar el futuro tecno-digital m¨¢s all¨¢ del turismo, sin perjudicar al desarrollo y reflexionando sobre c¨®mo garantizar el estado de bienestar y un nuevo contrato social desde la perspectiva urbana. El derecho a la ciudad y el nuevo localismo son buenos puntos de partida.
Carlos Mascarell Vilar es polit¨®logo y asesor en Gobernanza y Ciudadan¨ªa del Consejo Europeo de Municipios y Regiones (Secci¨®n Europea de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos- CGLU) en Bruselas.
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