Hombres apoltronados en el patriarcado
La transici¨®n hacia la igualdad de la mujer zarandea a hombres c¨®modamente instalados en la supremac¨ªa y los privilegios. Algunos refunfu?an y patalean. Otros permanecen sumidos en la confusi¨®n
El machista incurable afronta la revoluci¨®n feminista indignado, incapaz de comprender las prisas por desmantelar el patriarcado, una creaci¨®n hist¨®rica de hombres y mujeres que supuestamente data de finales del Paleol¨ªtico y principios del Neol¨ªtico, cuando se desconoc¨ªa hasta la relaci¨®n entre coito y embarazo. El vergonzante lo hace sumido en la confusi¨®n, las contradicciones y el silencio aunque reconozca, con Silvia Federici, que las diferencias no son el problema, que el problema es la jerarqu¨ªa, y que desde hace milenios las mujeres han tenido que venderse no s¨®lo en el mercado laboral, sino tambi¨¦n en el mercado del matrimonio con la cobertura del amor. La dominaci¨®n masculina retrocede refunfu?ando.
Eso que llaman amor es trabajo no remunerado, proclam¨® la activista italiana, que en 1972 fue una de las fundadoras del Colectivo Feminista Internacional y acredita un movimiento que ha colocado al machista frente a sus mitos y estereotipos. La maternidad y el patriarcado guardan relaci¨®n, seg¨²n afirmaba la pionera australiana Germaine Greer en su pol¨¦mico libro La mujer eunuco (1970). Con excesos y defectos, la transici¨®n hacia la igualdad y la liberaci¨®n de la mujer zarandea al hombre, c¨®modamente instalado en la supremac¨ªa y los privilegios, enraizados desde siempre, heredados de generaci¨®n en generaci¨®n con la bendici¨®n de las religiones monote¨ªstas: cristianismo, juda¨ªsmo e islamismo.
La evoluci¨®n es tan vigorosa que los hombres que quieren ser parte de la soluci¨®n piden tiempo y comprensi¨®n. ¡°Que se jodan¡±, me comenta una amiga que le hac¨ªa la cama a su hermano hasta que se plant¨®. ¡°Mam¨¢, no la hago m¨¢s. Que se la haga ¨¦l¡±. A partir de entonces se la hizo su madre. La m¨ªa me busc¨® la ruina al convertirme en machista cultural, y a mi hermana, en sirvienta, que dej¨® de serlo el d¨ªa en que me vio hojeando una revista porno y le ped¨ª, por favor, un vaso de agua. Me tir¨® un cuchar¨®n de madera, que esquiv¨¦ por los pelos. Ha llovido desde entonces, pero las madres como causa, no como culpables, son coprotagonistas de una sociedad que en el siglo XXI las est¨¢ cambiando. Evolucionan ellas, ellos y los paradigmas.
El fen¨®meno tiene muchas aristas y tambi¨¦n se ventila intramuros. Varones emocionalmente perturbados por las afrentas del machismo patriarcal y putero acuden a la consulta de Jessica Eaton, investigadora de la Escuela de Psicolog¨ªa de la Universidad de Birmingham y fundadora del primer centro de salud mental para hombres de Reino Unido. ¡°Est¨¢n siendo tan castigados por los estereotipos de los roles de g¨¦nero que lloran en terapia y luego se disculpan por llorar, porque eso significa que no son verdaderos hombres¡±.
El cavern¨ªcola aut¨¦ntico se sincera en confianza, entre iguales, y su pensamiento sobrevuela el c¨®digo napole¨®nico, con escala t¨¦cnica en Arthur Schopenhauer (1788-1860), el fil¨®sofo alem¨¢n que acu?¨® la genialidad de que ¡°el aspecto de la mujer revela que no est¨¢ destinada ni a los grandes trabajos de la inteligencia, ni a los grandes trabajos materiales¡±. Deudor de Kant, Plat¨®n y Spinoza, el patrocinador de la introspecci¨®n como herramienta para el conocimiento esencial del yo ped¨ªa que la mujer obedeciera al hombre y fuera la compa?era paciente que le serenase.
El macho, aun con prop¨®sito de enmienda, no sabe si re¨ªr con los chistes verdes y se dice harto de ¡°victimismo¡±
Hoy el macho en transici¨®n suele perder la serenidad cuando se le aprieta, y necesita entonces la compa?era compasiva que entienda que despu¨¦s de tantos siglos de comodidades es normal que aquel eche espuma por la boca y acuse al feminismo de haberle arrebatado el derecho a discrepar, a ligar sin parecer un acosador, a polemizar sobre Harvey Weinstein y Woody Allen o sobre los l¨ªmites del respeto igualitario. Aun con prop¨®sito de enmienda, no sabe si re¨ªr o llorar con los chistes verdes, tiene que morderse la lengua para ocultar el pelo de la dehesa machista, se manifiesta harto del ¡°victimismo¡± femenino y tiembla antes de opinar sobre sus l¨ªmites en presencia de mujeres comprometidas con el movimiento abanderado en 2006 por Tarana Burke. En su relaci¨®n de pareja debe andarse con ojo, pues su costilla no le pide ayuda sino corresponsabilidad en la brega con la prole o la intendencia dom¨¦stica. Un infierno.
El machista a su pesar se siente c¨®modo aplaudiendo al cineasta austriaco Michael Haneke cuando clama contra el ¡°puritanismo¡± cargado de odio y castrador que, asegura, impedir¨ªa filmar hoy El imperio de los sentidos, una reflexi¨®n sobre la sexualidad. La virilidad en proceso de reconversi¨®n jalea al ganador de la Palma de Oro en Cannes, creador de Funny Games, Amor y La cinta blanca, cuando califica de ¡°repugnante¡± la ¡°histeria¡± de las denuncias y las condenas sin juicio.
Paloma Tosar, coordinadora de ?gora, espacio de formaci¨®n feminista, ha repasado la historia y consecuencias del adoctrinamiento de ni?as y mujeres. En un trabajo publicado por la Asociaci¨®n Proyecto Hombre, la docente manifiesta su convencimiento de que toda la realidad que vivimos es machista, y de que el machismo y los nuevos machismos necesitan negar el feminismo porque, si lo asumen como fuente v¨¢lida de justicia social, tienen que reconocerse a s¨ª mismos como el causante de la injusticia. ¡°No est¨¢n dispuestos porque es una estructura de poder y, si lo aceptan, tienen que reducir a la nada todo ese sistema donde ellos tienen todos los privilegios que han ido disfrutando a lo largo de la historia¡±. La estrategia, dice, es cambiar para seguir igual.
La escritora norteamericana Roxane Gay ha cambiado mucho desde los a?os en que cre¨ªa que las feministas ten¨ªan raz¨®n en sus planteamientos pero eran unas amargadas sin sentido del humor, unas agitadoras torpes. Ya no. Reconoce en su libro Mala feminista (Capit¨¢n Swing) que est¨¢ llena de contradicciones, pero tiene claro que no quiere ser tratada como una mierda por ser mujer. Prefiere ser una mala feminista a no serlo. La traves¨ªa hacia la emancipaci¨®n se las trae. Para muestra, un bot¨®n: dos terceras partes de los brit¨¢nicos defienden la igualdad entre hombres y mujeres, pero s¨®lo el 7% se consider¨® feminista en una encuesta de la Fawcett Society de 2016.
Subdivididos en categor¨ªas, como las almas del averno de Dante, los descendientes del hombre de Croma?¨®n con edades comprendidas entre los 14 y los 100 a?os reflexionan o rebuznan: los casados con esposas casi machistas porque el #MeToo les pill¨® mayores, los cuarentones y cincuentones emparejados con mujeres progresivamente respondonas, j¨®venes que asumen la transici¨®n sin apenas reparos y el b¨ªpedo de grader¨ªo en Terrassa: ¡°?Iros a la cocina, iros a fregar, sois unas guarras!¡±. Como el machismo no es conducta sino cultura, los hombres deberemos soltar lastre durante nuestra desculturizaci¨®n, y las mujeres, asumirla esperanzadamente. Yo era un caso perdido y ahora soy otro, aun con lamentables reca¨ªdas en el vicio.
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