Votar o no votar, ¨¦sa es la cuesti¨®n
En esta ¨¦poca marcada por la resaca de la crisis, las elecciones resultan m¨¢s impredecibles que nunca. El polit¨®logo Pablo Sim¨®n analiza por qu¨¦ vamos (o no vamos) a las urnas
De entrada, los ciudadanos van a votar si disponen de los medios para hacerlo. Por ejemplo, en general est¨¢ documentado que los individuos con m¨¢s recursos y con m¨¢s nivel educativo suelen ser m¨¢s propensos a votar. Disponen en general de los ingresos, el tiempo o el ¡°capital cognitivo¡± para poder implicarse el d¨ªa de la elecci¨®n. Pero estos recursos no tienen por qu¨¦ ser exclusivamente individuales, sino que tambi¨¦n pueden ser grupales. Aquellos sujetos que est¨¢n m¨¢s asociados o afiliados a partidos, por ejemplo, tienden a votar en mayor medida porque est¨¢n m¨¢s expuestos a redes que les ayudan a movilizarse en el momento concreto. Por lo tanto, cuanto m¨¢s insertos est¨¦n los ciudadanos en la sociedad, m¨¢s proclives ser¨¢n a votar. Como se ve, esta dimensi¨®n material est¨¢ bastante ligada con la actitudinal; es decir, se vincula a que los individuos tambi¨¦n quieran participar. Los que tienen m¨¢s recursos tambi¨¦n suelen ser aquellos ciudadanos que se suelen identificar pol¨ªticamente con alguna opci¨®n en liza o demuestran cierto inter¨¦s por la pol¨ªtica.
Un ejemplo ideal para ver ese ligamen entre recursos y actitudes est¨¢ en el abstencionismo de los j¨®venes. Est¨¢ bastante contrastado que esta din¨¢mica es universal, se da en todos los pa¨ªses, pero tambi¨¦n que es algo vinculado al ciclo vital del individuo: a medida que los j¨®venes van madurando, cumpliendo a?os, tienden a asemejarse a sus mayores. Esta explicaci¨®n es relativamente intuitiva. Cuando uno es joven suele tener menos ataduras, un puesto de trabajo menos estable (o ser estudiante), menos ingresos, suele vivir con sus padres o no tener vida en pareja. Esto genera una aproximaci¨®n m¨¢s difusa a la pol¨ªtica. Sin embargo, a medida que el joven se va volviendo adulto y debe pagar impuestos, emanciparse, tener un c¨ªrculo de relaciones estable, asentarse en una comunidad¡ esto le hace m¨¢s consciente de la importancia que tiene la pol¨ªtica en su vida y le conecta m¨¢s con la sociedad que le rodea. Por lo tanto, a medida que va creciendo, se va volviendo un ciudadano m¨¢s concienciado y proclive a tener un comportamiento pol¨ªtico institucional mediante el voto (¡). Un elemento interesante que tambi¨¦n modula la participaci¨®n en unas elecciones es la mayor o menor existencia de v¨ªas alternativas para influir en pol¨ªtica. Cuando hay referendos con frecuencia, hay muchos canales para implicarse a trav¨¦s de diferentes grupos de inter¨¦s o mecanismos de democracia directa; los ciudadanos dan menos importancia a las elecciones legislativas ordinarias. ?ste, por ejemplo, es el caso de Suiza. Como all¨ª hacen referendos sobre infinidad de temas y forman gobiernos de gran coalici¨®n permanente entre los cuatro principales partidos, la participaci¨®n es baj¨ªsima en las legislativas, casi siempre rondando el 50%. No porque el sistema est¨¦ deslegitimado, sino simplemente porque la gente prefiere implicarse en pol¨ªtica de otras maneras.
No se puede negar que, con todo, el voto encierra una paradoja. Si cada ciudadano hiciera un c¨¢lculo individual sobre si es racional o no votar, la gente se abstendr¨ªa masivamente
Por ¨²ltimo, hay que recordar que el tama?o importa. Est¨¢ relativamente documentado que en aquellos lugares en los que la comunidad pol¨ªtica es peque?a y relativamente concentrada territorialmente, la participaci¨®n electoral suele ser mayor. La raz¨®n es muy intuitiva: como todos se conocen en un lugar reducido, bien por el sentimiento compartido de comunidad o bien por presi¨®n social, casi todo el mundo se acerca a votar. (¡) Tiende a haber m¨¢s participaci¨®n en aquellos pa¨ªses en los que hay registro autom¨¢tico en el censo, existe voto obligatorio o, en su defecto, hay facilidades para poder votar, all¨ª donde las elecciones son el sistema principal para participar en pol¨ªtica y los ciudadanos residen en municipios peque?os. Pero a partir de aqu¨ª es cuando empieza a jugar el contexto espec¨ªfico de la elecci¨®n.
Un aspecto a tener en cuenta es el tipo de votaci¨®n a la que se convoque a los ciudadanos. Cuando los ciudadanos consideran que el resultado de esa elecci¨®n tiene un impacto decisivo en pol¨ªticas que le afectan en el d¨ªa a d¨ªa, entonces tienden a participar en mayor medida. Esto explica la conocida din¨¢mica de las ¡°elecciones de segundo orden¡±, las cuales impactan en las elecciones europeas y, en menor medida, las regionales. Como se considera que estas elecciones tienen menos importancia, bien porque la UE est¨¢ lejos o no forma gobierno, bien porque las regiones no tienen tanta relevancia como la arena nacional, la abstenci¨®n suele ser mayor. Hay que hacer mayores esfuerzos por parte de los actores pol¨ªticos para que los votantes se acerquen a las urnas. Las elecciones generales son, por antonomasia, las que m¨¢s inter¨¦s captan del votante, tanto por su importancia como por la atenci¨®n que se les presta desde los medios, as¨ª que en ellas suele haber mayor participaci¨®n. Otro elemento clave tiene que ver con el contexto de la competici¨®n electoral. En general est¨¢ bastante claro que cuando hay una competici¨®n re?ida entre los partidos pol¨ªticos, una en la que por muy pocos votos el resultado pueda ir en un sentido u otro, el ciudadano tiende a participar en mayor medida. El ciudadano considera que puede, en ese contexto, ser m¨¢s decisivo, as¨ª que tender¨¢ a acercarse a las urnas para decantar la balanza. Sin embargo, por lo que toca al men¨² de opciones y en qu¨¦ medida eso favorece el voto o no, hay bastante m¨¢s disputa. Es verdad que m¨¢s partidos permiten una mayor pluralidad, y eso deber¨ªa poder atraer a m¨¢s ciudadanos a votar. Sin embargo, tambi¨¦n es verdad que una mayor fragmentaci¨®n obliga a formar m¨¢s gobiernos de coalici¨®n, y ah¨ª es competencia de los partidos y no de los ciudadanos el poner y quitar ejecutivos, algo que consecuentemente podr¨ªa desmovilizar. En general est¨¢ m¨¢s claro que un sistema proporcional, en el que ninguna opci¨®n se penaliza frente a otras, suele favorecer la participaci¨®n electoral (en los mayoritarios, muchos votos se quedan sin representaci¨®n), si bien esto es especialmente as¨ª entre los ciudadanos con m¨¢s recursos. As¨ª pues, cuando la elecci¨®n es nacional, est¨¢ relativamente competida y hay, a grandes rasgos, un sistema proporcional con suficientes partidos, la participaci¨®n electoral tiende a ser mayor (¡).
?Tiende a ser la abstenci¨®n m¨¢s de izquierdas que de derechas? Se sabe que en general los votantes menos acomodados tienden a abstenerse m¨¢s, por lo que una subida en la participaci¨®n significar¨ªa que estos sectores se est¨¢n movilizando. Unos sectores que podr¨ªan ser m¨¢s proclives a votar a partidos de izquierda. Sin embargo, subidas en la participaci¨®n tambi¨¦n suelen indicar que la gente se moviliza por insatisfacci¨®n, con lo que el ejecutivo puede perder votos, y la oposici¨®n, imponerse. Por lo tanto, es verdad que parecer¨ªa a primera vista que una mayor participaci¨®n ayuda a la izquierda, pero depende del contexto (si es gobierno u oposici¨®n) y, sobre todo, de la movilizaci¨®n diferencial. Es decir, de qui¨¦nes son los que finalmente se quedan en casa (¡). No se puede negar que, con todo, el voto encierra una paradoja. Si cada ciudadano hiciera un c¨¢lculo individual sobre si es racional o no votar, la gente se abstendr¨ªa masivamente. Al fin y al cabo, es muy poco probable que un simple voto sea decisivo y cambie el resultado de la elecci¨®n, con lo que no compensar¨ªa desplazarse a un colegio electoral. Sin embargo, las tasas de participaci¨®n en nuestras sociedades son notables, incluso con el descenso que se est¨¢ produciendo en tiempos recientes en algunos pa¨ªses. La raz¨®n ¨²ltima es el papel fundamental que tiene la concepci¨®n de votar como un deber c¨ªvico. En las encuestas se indica de manera sistem¨¢tica que para much¨ªsimas personas votar es un acto de compromiso ciudadano, es una se?al de apoyo al sistema y es un deber como miembro de la comunidad pol¨ªtica.
Pablo Sim¨®n es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Carlos III de Madrid y editor del colectivo de soci¨®logos y polit¨®logos Politikon. Este texto es un extracto de su ¨²ltimo libro, ¡®Votar en tiempos de la Gran Recesi¨®n¡¯, que se publica el 15 de abril (Gedisa).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Elecciones Generales 2019
- Elecciones Generales 28-A 2019
- Elecciones europeas 2019
- Pedro S¨¢nchez
- Abstencionismo
- Participaci¨®n electoral
- Vox
- Presidencia Gobierno
- Pablo Casado
- Resultados electorales
- Material electoral
- Campa?as electorales
- Gobierno de Espa?a
- Partidos ultraderecha
- PSOE
- Elecciones Generales
- Ciencias pol¨ªticas
- PP
- Elecciones
- Gobierno
- Ideolog¨ªas
- Partidos pol¨ªticos
- Administraci¨®n Estado
- Espa?a
- Pol¨ªtica
- Ideas