Repoblando el centro de San Jos¨¦ de Costa Rica
Continua la reforma del casco hist¨®rico de la capital centroamericana
En las ciudades latinoamericanas la funci¨®n que hab¨ªan asumido las plazas centrales como n¨²cleos ceremoniales, religiosos, gubernamentales, comerciales, pero tambi¨¦n de y para la interacci¨®n social, se est¨¢ viendo transformada por su reconversi¨®n en espacios disecados a disposici¨®n del mercado tur¨ªstico e inmobiliario. Centros hist¨®ricos como los de Cartagena de Indias, Cuzco, Valpara¨ªso, Antigua o de cualquiera de las ciudades patrimonio de la humanidad en Am¨¦rica del Sur ya son paradigmas de esa producci¨®n de ambientes tematizados para su exhibici¨®n tur¨ªstica y al que la clase media local puede tambi¨¦n acudir a vivir o simplemente a pasear o de compras.
Con todo nosotros deber¨ªamos reconocer una reedici¨®n de lo que fue el urbanismo colonial. En efecto, en las ciudades latinoamericanas numerosos centros urbanos son desarrollos de lo que fueron las plazas mayores o de armas caracter¨ªsticas de la planificaci¨®n colonial-misional. Heredan de ellas la tarea de expresar y aplicar la dominaci¨®n de una minor¨ªa sobre la mayor¨ªa, concretada en la suntuosidad de los palacios de gobierno y de las catedrales que rematan tales escenarios. Hay mucho en los centros urbanos actuales que reedita esa misi¨®n de control del urbanismo de los conquistadores en Am¨¦rica: resumen de las relaciones de sumisi¨®n a las castas sociales hegem¨®nicas; centralizaci¨®n administrativa y comercial; imposici¨®n de un modelo de ciudad ordenado¡ Estamos, pues, ante un proceso de reconquista de los centros urbanos que haga de ellos ese n¨²cleo de poder y de prestigio que fueron de la mano de los colonizadores,. rescat¨¢ndolos de su apropiaci¨®n por vecindarios populares y por focos de marginaci¨®n social
Esos procesos de recolonizaci¨®n de centros hist¨®ricos pueden ser expl¨ªcitos. El de San Jos¨¦ de Costa Rica es un ejemplo. Este caso ya fue estudiado por un trabajo cl¨¢sico debido a Setha Low, sobre el Parque Central y la Plaza de la Cultura en el distrito de Catedral de la capital costarricense, publicado en el a?o 2000 con el t¨ªtulo de On the Plaza. Vino, diez a?os despu¨¦s, otro estudio, San Jos¨¦. De ¡°Par¨ªs en Miniatura¡± al malestar en la ciudad, de la profesora Carmen Araya Jim¨¦nez, directora del Centro de Investigaciones Antropol¨®gicas de la Universidad de Costa Rica. publicado por la EUNED, centrado en las iniciativas ¡°rehabilitadoras¡± dirigidas al Casco Urbano, proscenio, por cierto, de las recientes protestas contra la reforma fiscal del gobierno de Carlos Alvarado.
Al servicio del ¡°rescate¡± del centro de San Jos¨¦ para el consumo y el asentamiento de clases solventes, se propici¨® una imagen del n¨²cleo hist¨®rico de la ciudad como un sector v¨ªctima del caos, poco menos que deshabitado y usurpado por todo tipo de seres indeseables de los que era urgente desembarazarse. Empresarios, medios de comunicaci¨®n, agencias publicitarias, urbanistas, pol¨ªticos¡, contribuyeron a proyectar ese imaginario que justificaba el ¡°adecentamiento¡± del Downtown de San Jos¨¦. Lo que hace remarcable aqu¨ª este caso es como toda esa operaci¨®n propagand¨ªstica adopt¨® el lenguaje de la colonizaci¨®n espa?ola, amparando el proceso de reconversi¨®n urbana en los trabajos de una Comisi¨®n de Regeneraci¨®n y Repoblamiento del Centro de San Jos¨¦, configurada en 2004, y que planific¨® un Plan de Regeneraci¨®n Urbana y Repoblamiento del centro de San Jos¨¦, en fase de aplicaci¨®n en este mismo momento en los distritos de Merced, Hospitales, Catedral y Carmen.
Nada casual que se emplee el t¨¦rmino de repoblamiento para referirse a la gentrificaci¨®n del centro de San Jos¨¦, tan frecuentemente usado por los conquistadores espa?oles para aludir al brutal proceso de sometimiento-eliminaci¨®n y luego suplantaci¨®n de los pueblos abor¨ªgenes americanos. Los nuevos habitantes desechables son ahora, no los indios, sino las clases populares y los sectores marginales que hasta entonces hab¨ªan hecho del Centro Urbano su territorio, del que ahora eran despose¨ªdos y deportados.
Una analog¨ªa esta, la de los procesos de gentrificaci¨®n con los de expulsi¨®n de los indios americanos de sus tierras, que no es en realidad nueva. Ya se le ocurri¨® a Marco Ferreri y Rafael Azcona para su versi¨®n de la batalla de Little Big Horn en Touche pas ¨¤ la femme blanche! (1974), con Marcelo Mastroniani haciendo de general Custer, Michel Piccoli de B¨²falo Bill y con el protagonismo femenino de Catherine Deneuve. Un w¨¦stern cuyo escenario no era el paisaje de Montana, sino el colosal socav¨®n provocado por la reforma de Les Halles, una de las m¨¢s brutales devastaciones urbanas que ha conocido Par¨ªs en el siglo XX
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