¡°Mi vida despu¨¦s de la revoluci¨®n es muy dif¨ªcil: antes era libre¡±
La bloguera tunecina Lina Ben Mhenni vive en su pa¨ªs bajo protecci¨®n policial y con ganas de emprender proyectos sociales
Lina Ben Mhenni se presenta en un hotel del centro de T¨²nez con sus padres. Es un domingo de diciembre y la calle est¨¢ tranquila. Especialmente tranquila. Habla seria, pero con amabilidad. No se prodiga en teor¨ªas o reflexiones, pero tampoco elude responder a cada duda o pregunta. Deja entrever, incluso sin palabras, cierta decepci¨®n con la realidad. Cierto cansancio de una lucha en vano. Influye su estado de salud: en 2017 tuvieron que intervenirla por una enfermedad en los ri?ones que arrastraba de mucho antes. Deriv¨® en un trasplante y en complicaciones posteriores: seg¨²n cuenta, entre marzo y septiembre del a?o pasado iba y volv¨ªa al hospital casi a diario. Ocho a?os despu¨¦s del estallido de la llamada Primavera ?rabe, que comenz¨® precisamente en este pa¨ªs, Ben Mhenni lamenta la oportunidad perdida.
En diciembre de 2010, cuando Mohammed Bouazizi se inmol¨® en un peque?o municipio del centro de T¨²nez y propici¨® las citadas revueltas internacionales, esta joven de 36 a?os salt¨® al foco medi¨¢tico como una de las principales voces insurrectas. Desde su blog, A Tunisian girl, expon¨ªa el d¨ªa a d¨ªa de una mujer en este pa¨ªs magreb¨ª. Era la tribuna sin censuras para arengar contra la dictadura de Zine el Abidine ben Al¨ª y para fantasear con una posible rebeli¨®n ciudadana. De repente, sucedi¨®: en pocos d¨ªas, ese r¨¦gimen inamovible cay¨® y el que hab¨ªa ejercido de presidente totalitario durante m¨¢s de dos d¨¦cadas tuvo que exiliarse y abandonar el poder. La llama se propag¨® a Libia, Egipto o Siria. Hasta hoy, que a¨²n colean las consecuencias.
En las protestas que condujeron a este cambio de sistema, Ben Mhenni utiliz¨® las redes sociales como canal para llegar de forma m¨¢s directa a los j¨®venes. Escrib¨ªa desde 2008, cuando descubri¨® a otros blogueros y acababa de darse de alta en Facebook tras un viaje a Estados Unidos. Sus textos sobre derechos humanos o pol¨ªtica pod¨ªan desembocar en un arresto o algo m¨¢s peligroso: en 2005, su compatriota Zouhair Yahyaoui fue condenado por abrir un foro de debate en internet y termin¨® muriendo tras pasar por la c¨¢rcel. Profesora de Filolog¨ªa Inglesa en la Universidad de T¨²nez, alcanz¨® una fama imprevista. M¨¢s dada al anonimato que a los focos, Ben Mhenni comenz¨®, sin embargo, a dar charlas en Europa y a recibir ofertas para residir fuera del pa¨ªs.
Prefiri¨® quedarse en T¨²nez, donde hab¨ªa peleado por la libertad de su pueblo. Defini¨® aquel levantamiento como ¡°la revoluci¨®n de la dignidad¡± y sigui¨® escribiendo, a pesar del continuo hostigamiento al que se le somet¨ªa virtual y f¨ªsicamente. ¡°Desvalijaron la casa de mis padres, me quitaron discos duros y el port¨¢til¡ Hasta me enter¨¦ de que en algunos de mis alumnos eran esp¨ªas¡±, rememora. Ahora vive escoltada junto a sus progenitores. ¡°Estoy bajo una gran protecci¨®n de la polic¨ªa despu¨¦s de un asesinato pol¨ªtico en 2013¡±, sostiene, ¡°me ense?aron v¨ªdeos de amenazas de radicales hacia m¨ª y estoy pr¨¢cticamente detenida en mi propio hogar¡±. Entre sus dolencias renales y las intimidaciones, tuvo que dejar las clases y recluirse a las afueras de la capital, cerca del barrio perif¨¦rico de Ezzahra, donde naci¨®. Su actividad a¨²n se plasma puntualmente en el blog mientras lleva a cabo un proyecto para impulsar la lectura en las c¨¢rceles.
El futuro es esperanzador. Hay mucha gente dispuesta a cambiar las cosas, pero necesitamos libertad de expresi¨®n
¡°Mi vida despu¨¦s de la revoluci¨®n es mucho m¨¢s dif¨ªcil: antes era libre¡±, afirma tajante. T¨²nez se enfrenta actualmente a una crisis econ¨®mica y a una fractura pol¨ªtica que recuerda a tiempos pasados. ¡°Los que est¨¢n ahora tienen las mismas t¨¦cnicas que los de la dictadura¡±, indica Ben Mhenni, ¡°y los j¨®venes est¨¢n descontentos. Muchos han perdido la esperanza y se han ido fuera¡±. Entre los mayores problemas, seg¨²n la activista, destacan el desempleo y la "impunidad de los protagonistas de la dictadura". ¡°En el pasado, la corrupci¨®n estaba ligada a la gente del r¨¦gimen. Ahora se ha extendido. Y no se condena lo suficiente¡±, remarca.
No se puede decir, seg¨²n Ben Mhenni, que haya una emancipaci¨®n verdadera. En 2014 se firm¨® una Constituci¨®n que establec¨ªa una rep¨²blica semipresidencial con democracia representativa y libertad de culto, pero hay flecos sin resolver. ¡°Existe el espect¨¢culo de las elecciones. Poco m¨¢s¡±, desde?a la bloguera. La consultora Ceic Data estimaba el pasado mes de marzo que un 15,3% de esta naci¨®n con 11,5 millones de personas estaba en paro. Y la renta per c¨¢pita ha descendido ligeramente desde 2010, pasando de los 3.620 euros anuales a los 3.130 de 2017, seg¨²n datos del Banco Mundial. ¡°Nuestro problema econ¨®mico viene de la expansi¨®n de la corrupci¨®n¡±, insiste Ben Mhenni, ¡°y que, aunque se fue Ben Al¨ª, su gobierno persiste¡±. Esta estructura de anta?o, explica, aguanta por la dificultad de adaptaci¨®n a los nuevos tiempos. ¡°Los del antiguo Ejecutivo se aprovechan de las ideas o de los partidos que hay para seguir chupando. Y mucha gente echa de menos el r¨¦gimen¡±, argumenta.
Diagnostica Ben Mhenni un improbable fin ¡°mental¡± de la dictadura. Y se aventura con otra previsi¨®n negativa: ¡°Tampoco venceremos a los yihadistas¡±. Al problema de la inestabilidad pol¨ªtica, que suscit¨® nuevas protestas a finales del a?o pasado, se han unido los ataques de grupos terroristas como los que tuvieron lugar en 2015 en un hotel costero y en el Museo del Bardo. Un agravante para los tunecinos, que sufren el temor diario ¡ªcon bombas incluso en la mayor avenida de la capital, a pocos metros donde se encuentra Mhenni¡ª y la consecuente incertidumbre del turismo, una de sus fuentes econ¨®micas.
Se supone que tenemos igualdad, pero no es verdad del todo
Tambi¨¦n afecta esta radicalizaci¨®n a las mujeres, que presum¨ªan de gozar de una situaci¨®n privilegiada en la zona. ¡°Se supone que tenemos igualdad, pero no es verdad del todo¡±, refuta Ben Mhenni, que arremete contra unas leyes convertidas en papel mojado. ¡°Aunque tengamos algunas iniciativas legislativas contra la violencia a la mujer y una supuesta igualdad, el problema es que son solo leyes: en la realidad no se cumple¡±, insiste. ¡°Como activista, recibo muchos mensajes de mujeres que han sido golpeadas o asaltadas y cuando van a una comisar¨ªa les dicen que no es nada, que vuelvan a casa¡±, a?ade, ¡°y a m¨ª me pasa: por mi aspecto o por mis escritos me consideran una mala mujer¡±. Lo mismo pasa con la religi¨®n: aunque exista la libertad de culto, el islam condiciona costumbres y actitudes.
Ben Mhenni valora positivamente el movimiento #MeToo, que agit¨® las redes sociales contra el acoso y la violencia sexual contra a las mujeres. ¡°Aqu¨ª tuvimos ciertas campa?as el a?o pasado, pero el inconveniente va m¨¢s all¨¢ de las agresiones. En T¨²nez se presume de tener mujeres al mando, pero todas est¨¢n en apartados como de asuntos femeninos, no en ministerios. Incluso viendo que la mayor¨ªa de estudiantes universitarias son mujeres¡±, se queja.
La bloguera quiere mirar al destino con optimismo, a pesar del des¨¢nimo que denota. Le pesan los amigos ca¨ªdos en Libia, las ofertas rechazadas por motivos de salud para participar en programas de televisi¨®n o radio, la dificultad de ver a sus allegados (¡°no se atreven a venir a casa¡±, dice resignada) o la libertad perdida por culpa de alzarse contra el r¨¦gimen. ¡°El futuro es esperanzador. Hay mucha gente dispuesta a cambiar las cosas¡±, reflexiona con una mueca de entusiasmo, ¡°pero necesitamos libertad de expresi¨®n, que est¨¢ limitada por el monopolio medi¨¢tico de grandes empresas¡±. Las opiniones disidentes se persiguen, asegura Ben Mhenni, que a¨²n lanza proclamas y relata manifestaciones o devaneos de hospital desde el estrado que la hizo ser la bloguera de la revoluci¨®n.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.