T¨²nez, pruebas anales para perseguir a los homosexuales
Asociaciones y activistas piden la despenalizaci¨®n de la condici¨®n sexual y denuncian la pr¨¢ctica de este test por parte de las autoridades

¡°Creo que ya se puede hablar en privado de la situaci¨®n de las personas LGTBI aqu¨ª. Antes del 2011 era imposible, pero ahora hay asociaciones, salen cosas en la tele¡ La vida, si eres gay en T¨²nez, depende de las personas que te rodean¡±. Jalil (nombre ficticio), un joven de 26 a?os, habla sentado en la terraza de un conocido local de ocio del centro de la capital. Lo hace junto a Abbas (tambi¨¦n nombre ficticio), su novio desde hace algo menos de dos a?os. Es viernes por la noche: ¡°Ya hay sitios donde podemos ir juntos, incluso a alg¨²n bar¡ Pero hasta un cierto l¨ªmite, claro¡±.
En T¨²nez, la homosexualidad no est¨¢ permitida, seg¨²n el art¨ªculo 230 del vigente C¨®digo Penal. ¡°La sodom¨ªa ser¨¢ castigada con penas de hasta tres a?os de prisi¨®n¡±, reza el texto, residuo del antiguo C¨®digo Penal franc¨¦s y en el que el legislador tunecino ha sustituido en la pr¨¢ctica sodom¨ªa por homosexualidad para incluir tambi¨¦n a las mujeres en la tipificaci¨®n. Sus consecuencias: 79 personas arrestadas en 2017? y 60 actualmente en prisi¨®n por este delito, seg¨²n los datos de Shams, la asociaci¨®n LGTBI m¨¢s importante del pa¨ªs.
La rigidez en la aplicaci¨®n de esta ley choca con los avances jur¨ªdicos y sociales que ha experimentado T¨²nez en los ¨²ltimos a?os, sobre todo a ra¨ªz de la aprobaci¨®n de la nueva Constituci¨®n en 2014, la m¨¢s avanzada del mundo ¨¢rabe, que recoge libertades individuales y permite la creaci¨®n de asociaciones. Por ejemplo, en 2017 naci¨® en el pa¨ªs la primera Asociaci¨®n de Ateos del Mundo ?rabe, arropada por unas 400 personas. Ese mismo a?o el Parlamento aprob¨® la abolici¨®n de una ley de 1973 que no permit¨ªa a las mujeres casarse con un hombre no musulm¨¢n. Las parlamentarias llegan casi al 30%, tambi¨¦n r¨¦cord ¨¢rabe, y desde hace unas semanas hay una mujer por vez primera al frente de la Alcald¨ªa de la capital.

Khalil y Abbas se interrumpen, se r¨ªen mientras charlan, pero todo sin ninguna muestra de cari?o. El primero recuerda el bullying que sufri¨® en el colegio, c¨®mo se esforz¨® por construir otra imagen basada en hablar con chicas y c¨®mo la universidad le ayud¨® a aceptar su homosexualidad. El segundo explica que empez¨® a sentir atracci¨®n f¨ªsica hacia otros chicos a los doce a?os y que el psiquiatra le dijo que "cuando cumpliera 20 a?os todo iba a ser ¡®normal¡±.
¡°De mi familia, solo mi hermana sabe que soy homosexual. Quiz¨¢ mi madre lo sospeche, pero yo nunca le he dicho nada. De todas formas, creo que ellos no me repudiar¨ªan como hacen en otras casas¡±, afirma Khalil. ¡°En la m¨ªa solo lo sabe mi prima. Se lo dije hace alg¨²n tiempo. Pero, la verdad, creo que mi madre tambi¨¦n. Ahora todo el mundo tiene acceso a internet, las series europeas o estadounidenses ayudan a normalizar la homosexualidad. Me dan envidia otros pa¨ªses, esos en los que puedes ir de la mano de tu novio por la calle¡±.
La pareja apura sus bebidas antes de levantarse de las sillas y abandonar el local. ¡°Yo nunca he pasado miedo por ser gay aqu¨ª. Hay gente, como nosotros, que puede llevar una vida c¨®moda si no muestra amor o cari?o en p¨²blico. Si las autoridades te ven actuar de una forma afeminada puedes tener tambi¨¦n problemas. Pero depende de qui¨¦n se encuentre a tu alrededor. Lo cierto es que, en T¨²nez, muchas personas est¨¢n pasando ahora mismo por situaciones muy dif¨ªciles¡±, lamenta Khalil.
La lucha contra la ley
Mounir Baatour rebusca entre los ordenados papeles que descansan apilados en la mesa de su despacho, adornado con una veintena de reconocimientos internacionales, recibidos por su labor como activista. Baatour es el presidente de Shams, por la despenalizaci¨®n de la homosexualidad, el primer colectivo LGTBI tunecino, que ¨¦l mismo fund¨® tras pasar un tiempo en prisi¨®n. ¡°La situaci¨®n de la comunidad LGTBI aqu¨ª es catastr¨®fica. Mira: son dos test anales. Uno de ellos realizado el a?o pasado a un joven de 23 a?os¡±, afirma se?alando unos documentos. ¡°Los hacen m¨¦dicos, pero en realidad son torturadores. Estas pruebas son formas de violaci¨®n: un doctor te introduce el dedo en el ano para saber, supuestamente, si has mantenido relaciones sexuales con otros hombres¡±.
De mi familia, s¨®lo mi hermana sabe que soy homosexual. Quiz¨¢ mi madre lo sospeche, pero yo nunca le he dicho nada. De todas formas, creo que ellos no me repudiar¨ªan como hacen en otras casas
Estas pruebas son una de las pr¨¢cticas m¨¢s denunciadas por las asociaciones y ONG. "Cuando detienen a una persona por su apariencia homosexual y le realizan un test anal, lo someten a un tipo de tortura y no a una prueba con alguna validez cient¨ªfica¡±, sentencia Yamina Thabet, m¨¦dico, activista y presidenta de la Asociaci¨®n Tunecina de Apoyo a las Minor¨ªas. ¡°La persecuci¨®n a las minor¨ªas sexuales en la ley es inconstitucional. Resulta inaceptable que pase esto porque lo ¨²nico que se ha votado ha sido la Constituci¨®n y, en ella, se pidi¨® libertad y privacidad¡±, sostiene.
¡°No hay voluntad pol¨ªtica para revertir esta situaci¨®n. Los partidos dicen que no es tiempo de abordar este tema. Solo tres parlamentarios (de los 217 que componen el ejecutivo tunecino) se han manifestado a favor de la derogaci¨®n del 230¡±, apunta Baatour. Shams ha promovido una petici¨®n internacional que ha conseguido m¨¢s de 50.000 firmas, ha publicado el primer n¨²mero de su revista y ha puesto en funcionamiento su gran proyecto: la primera radio de tem¨¢tica LGTBI del mundo ¨¢rabe.?
Mawojoudin We Exist es el colectivo fundado en el 2015 que organiz¨® la primera edici¨®n de su Festival de cine gay de T¨²nez, un evento al que asistieron unas 700 personas y en el que se proyectaron 13 pel¨ªculas. ¡°Todav¨ªa hay muchos problemas. Con las familias, por ejemplo. O tambi¨¦n con los estudios o en el empleo. Algunos compa?eros han tenido que dejar de estudiar o les han echado de sus trabajos cuando han hecho p¨²blica su orientaci¨®n sexual¡±, explica Ali Bousselmi, cofundador de Mawjoudin y su actual director ejecutivo.
¡°Creo que hay que ser realista. No puede decirse que no se haya visto una evoluci¨®n social en estos a?os. Podemos organizar actividades en p¨²blico, ha crecido la normalizaci¨®n¡ Hay muchos problemas pol¨ªticos pero, aunque queda un largo camino, el trabajo de varias asociaciones ha propiciado que se den grandes pasos¡±, reflexiona.??
Vivir bajo presi¨®n?
¡°Los derechos humanos deben ser respetados, y la libertad en materia de identidad de g¨¦nero y orientaci¨®n sexual son derechos humanos¡±, explica Jos¨¦ Mar¨ªa N¨²?ez, presidente de la Fundaci¨®n Tri¨¢ngulo, una ONG espa?ola que, financiado por la Aexcid (Agencia Extreme?a de Cooperaci¨®n), trabaja actualmente en el Magreb. ¡°No cabe la defensa de unos valores culturales o religiosos como escudo o argumento¡±, resume. El ¨²ltimo informe Homofobia de Estado de ILGA de la International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association, cifra en 72 los pa¨ªses que criminalizan la homosexualidad y en ocho los que la castigan con pena de muerte. El escrito califica como ¡°sumamente peligrosa¡± la expresi¨®n de la diversidad sexual en los pa¨ªses del Magreb, y alerta del aumento de la presi¨®n sobre las minor¨ªas sexuales por ¡°el incremento de la influencia y el control del movimiento isl¨¢mico¡±.
Micky (nombre ficticio) tambi¨¦n sabe de tener que esconderse. A sus 36 a?os, no fue hasta hace cinco que se compr¨® un ordenador, lo conect¨® a internet y descubri¨® que en T¨²nez hab¨ªa m¨¢s gente en su situaci¨®n. Cuenta que procede de una zona rural, una peque?a ciudad por la que la revoluci¨®n pas¨® a hurtadillas y con una marcada tradici¨®n religiosa de arraigo conservador. ¡°Ahora es como si llevara una doble vida. Con mi familia, en el trabajo o con mis amigos soy de una manera. En privado, de otra. Creo que ellos nunca lo aceptar¨ªan¡±, explica. ¡°No molestamos a nadie, pero la ley nos proh¨ªbe. Yo creo que todo el mundo deber¨ªa tener derecho a ser libre, a controlar su propia vida¡±.
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