Los brutos ¡°de m¨¢s¡±
Ahora ya sabemos por qu¨¦ algunos se encolerizan con la ¡°memoria hist¨®rica¡±. Quieren implantar la ¡°memoria prehist¨®rica¡±
POR QU? SE ha normalizado con tanta rapidez la anormalidad del pensamiento peligroso? ?C¨®mo la groser¨ªa pol¨ªtica ha podido llegar tan a lo alto? Ah¨ª la tenemos, esa groser¨ªa del pensamiento peligroso, con su violencia verbal machista, ocupando esferas de poder. No son machotes ebrios despotricando a traspi¨¦s en la madrugada. Son portavoces parlamentarios. El vejaminista que insulta gravemente a una ministra en su condici¨®n de mujer. El que atribuye una sentencia por violaci¨®n grupal a la presi¨®n de la ¡°turba feminista¡±.
Son ellos los responsables de sus groser¨ªas y del peso de lo que tienen en la cabeza. Tambi¨¦n lo es el partido que los ha aupado y no los destituye. Como dec¨ªa un educado derechista portugu¨¦s, una cosa es ser bruto y otra ¡°bruto de m¨¢is¡±. Pues aqu¨ª estamos, en tiempos en que la tarea deber¨ªa ser cuidarnos, entre nosotros y del planeta, construir una democracia afectiva, preocupados por los brutos de m¨¢s.
La normalizaci¨®n del pensamiento bruto, bruto ¡°de m¨¢s¡±, es doblemente preocupante. Por el efecto retardatario en situaciones de emergencia para el bien com¨²n, como el tener que discutir sobre la pertinencia de Madrid Central, y las medidas anticontaminantes, mientras nos sale el humo por las orejas. O defender los derechos civiles y transg¨¦nero ante se?ores que se levantan obsesionados con Abderram¨¢n III, que por cierto era m¨¢s vasc¨®n que ¨¢rabe. Ahora ya sabemos por qu¨¦ algunos se encolerizan con la ¡°memoria hist¨®rica¡±. Quieren implantar la ¡°memoria prehist¨®rica¡±.
Pero lo m¨¢s preocupante del pensamiento bruto, bruto ¡°de m¨¢s¡±, es el vac¨ªo abismal que pone en evidencia. En Espa?a, en las encuestas pol¨ªticas rigurosas, cuando se pregunta por afinidad a corrientes de pensamiento, y no estrictamente por partidos, una gran parte de las personas entrevistadas se identifican con el t¨¦rmino ¡°liberal¡±. Es evidente que esa simpat¨ªa va m¨¢s all¨¢ de una opci¨®n partidista. Es una identidad cultural, un modo de ser, incompatible con cualquier fanatismo. En el XIX, la pol¨ªtica espa?ola export¨® una pieza de gran ¨¦xito en el ¨¢mbito reaccionario europeo: el llamado Discurso sobre la dictadura, de Donoso Cort¨¦s, que tiempo despu¨¦s fascinar¨ªa al jurista nazi Carl Schmitt. En contrapunto, la mejor exportaci¨®n pol¨ªtica espa?ola fue la del t¨¦rmino ¡°liberal¡±, nacido en las Cortes de C¨¢diz, y que denominaba a quienes luchaban a la vez por la independencia frente al invasor napole¨®nico y por las libertades frente al absolutismo ca?¨ª. Aparte de facciones pol¨ªticas, ser liberal era una actitud, un sin¨®nimo del librepensar, la virtud de la tolerancia. Exportamos el t¨¦rmino y, por desgracia, en oleadas hist¨®ricas, en forma de exilio, a mucha gente que lo encarnaba.
En uno de sus m¨¢s perdurables art¨ªculos, Liberales y liberales (EL PA?S, 25 de enero de 2014), Mario Vargas Llosa se refiere a la ¡°desnaturalizaci¨®n¡± del liberalismo cuando se restringe a una doctrina esencialmente econ¨®mica que actuar¨ªa como ¡°panacea m¨¢gica¡±. Recuerdo un chiste sobre ese liberalismo infalible: ¡°?Cu¨¢ntos economistas de Chicago hacen falta para cambiar una bombilla? Respuesta: ninguno. Si se necesita cambiar la bombilla, el mercado se encargar¨¢ de hacerlo¡±. En este art¨ªculo, el autor de Conversaci¨®n en La Catedral escrib¨ªa con sonda de profundidad que hoy resulta prof¨¦tica: ¡°Esos logaritmos vivientes llegan a formas extremas de dogmatismo y est¨¢n dispuestos a hacer tales concesiones en el campo pol¨ªtico a la extrema derecha y al neofascismo que han contribuido a desprestigiar las ideas liberales y a que se las vea como una m¨¢scara de la reacci¨®n y la explotaci¨®n¡±.
Los brutos ¡°de m¨¢s¡±, y los de menos, har¨ªan bien en rebuscar las huellas de Salvador de Madariaga y olvidarse del busto de Abderram¨¢n III. ?Cu¨¢ntos pol¨ªticos y l¨ªderes de opini¨®n de la Espa?a de hoy conocen algo de su vida y obra? ?l encarn¨® el compromiso liberal y el europe¨ªsmo. Secretario de la Sociedad de Naciones, impulsor del Congreso del Movimiento Europeo (aquel ¡°contubernio de M¨²nich¡± que encoleriz¨® al franquismo), este coru?¨¦s diplom¨¢tico, historiador, catedr¨¢tico de Oxford fue llamado por Paul Preston ¡°el Quijote de la tercera Espa?a¡±. No regres¨® del exilio hasta 1976, con 90 a?os. Su alegato General, m¨¢rchese usted fue la carta-libro que m¨¢s enfureci¨® al tirano. Habr¨ªa que exhumarlo. Al libro.?
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