Lecciones del microcosmos
Cuando le plante¨® sus dudas sobre la orientaci¨®n sexual, el profesor le recomend¨® que huyera del etiquetado, un consejo que hizo m¨¢s f¨¢cil su vida
QUERIDO QUINO: No nos hemos vuelto a ver desde que acab¨¦ el instituto en el a?o 2001, aunque hemos reaparecido puntual y virtualmente en nuestras vidas. T¨² eras el psic¨®logo del centro Pirineos de Jaca. Yo, un estudiante con ganas de salir de all¨ª y explorar el mundo. Apareciste con tus ojos saltones, tu m¨²sica autocompuesta y tu mente inquieta, como una peque?a grieta por la que se colaba la realidad que me esperaba al otro lado y sobre la que ten¨ªa tantas expectativas. No pod¨ªa parar de mirar a trav¨¦s de ti.
Dieciocho a?os despu¨¦s, cuando cumplo, dig¨¢moslo as¨ª, la edad adulta de esa etapa que se inaugur¨® con ese Madrid a?o cero (y que me llev¨® a?os m¨¢s tarde a Nueva York), me pliego ante el hecho de que en este amplio universo he encontrado poca gente tan l¨²cida, valiente, generosa y avanzada como t¨². En ese a?o 2001, cuando acud¨ª con cierta angustia provocada por las dudas sobre mi orientaci¨®n sexual, me hablaste de que m¨¢s all¨¢ de la heterosexualidad y la homosexualidad exist¨ªan estadios intersexuales, y me recomendaste que huyera del etiquetado. En Nueva York, a finales de la segunda d¨¦cada del siglo XXI, lo llaman fluidez. Ya en las clases de Psicolog¨ªa nos hiciste a todos escribir un ensayo, analizar El show de Truman para hablar de la relaci¨®n entre conformismo y felicidad, y tambi¨¦n compartiste tu fascinaci¨®n por Eyes Wide Shut. La ¨²nica pel¨ªcula, dec¨ªas, que romp¨ªa la convenci¨®n del pacto sexual para adentrarse en el mundo sin l¨ªmites (ni narrativas) de la fantas¨ªa. Explicabas que el t¨ªtulo era una clave, pues E-W-S (East, West, ?South) mostraba un personaje que hab¨ªa perdido el norte. Poca gente me ha hablado de manera tan adulta sobre sexo. Desgranabas tus perlas en una asignatura optativa de instituto p¨²blico ante una audiencia menor de edad.
Hoy d¨ªa sigues siendo una grieta a trav¨¦s de la cual miro al otro lado, aunque sea aquel del cual escap¨¦. El exterior me ha fascinado, por supuesto, y aqu¨ª me voy a quedar. Pero es ahora ese lugar del pasado el que me genera una tremenda curiosidad. Me asomo a ¨¦l para admirar a quienes, desde all¨ª, supieron construir una galaxia que nos hizo volar a los que nos sent¨ªamos sapos de otro pozo. Agradezco las lecciones aprendidas en el microcosmos que siento que faltan a tantos en el macrocosmos. Y me acuerdo de que eras parte de una constelaci¨®n de personas extraordinarias que nunca menospreciaron a esos alumnos ¡°de pueblo¡± y que fueron totalmente libres en el lugar en el que yo todav¨ªa no puedo dejar de sentirme encerrado. Como ese Don Felipe, profesor de matem¨¢ticas, que comentaba con nosotros La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, y matizaba que en el libro se hac¨ªa un uso peculiar de la palabra ¡°cadiera¡±. Eva, profesora de lengua, que nos estructur¨® la cabeza para la vida a trav¨¦s de la sintaxis. O Amparo, la profesora de ingl¨¦s que dej¨® de ir al cine por el trauma que le produjo La balada de Narayama. Hoy se habla de la Espa?a vaciada, de pueblos y ciudades peque?as que han perdido su poblaci¨®n y sus recursos, pero no se habla tanto de las mentes llenas que, sin afiliaci¨®n a grandes universidades o instituciones, sembraban, siembran y sembrar¨¢n de manera humilde, casi altruista, la curiosidad, la amplitud de mente y la nobleza de esp¨ªritu. Entre ellos, Quino, t¨² fuiste el m¨¢s osado. El m¨¢s genial. Un abrazo fuerte.
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