Sebasti¨¢n Pi?era, el presidente que pidi¨® perd¨®n
El mandatario chileno, sumido en plena crisis, est¨¢ habituado a ganar en la pol¨ªtica y en los negocios
A pocas horas de estallar la crisis en Chile, cuando el transporte en Santiago era un caos y la gente intentaba llegar como pod¨ªa a casa, el presidente sali¨® del palacio de La Moneda a un restaurante de un barrio acomodado de la capital para comerse una pizza: era la celebraci¨®n de cumplea?os de uno de sus nietos. Sebasti¨¢n Pi?era Echenique (Santiago de Chile, 1949) no es exactamente un pol¨ªtico, sino un pragm¨¢tico empresario que ha combinado con ¨¦xito la vida p¨²blica y los negocios. Sus constantes salidas de guion, como esta, a veces causan cierta gracia, y otras, directamente indignaci¨®n. En las horas siguientes al episodio de la pizza ¡ªfotografiado por un transe¨²nte y viralizado en pocos minutos¡ª, la capital se transform¨® en una protesta desbordada: las protestas estudiantiles por el alza del precio del billete del metro fueron la mecha que hizo explotar un sentimiento de frustraci¨®n de una ciudadan¨ªa que se siente al margen de la senda de desarrollo del pa¨ªs. En un fen¨®meno marcado por la rabia contra todos los grupos dirigentes y los privilegiados, el mandatario chileno ¡ªcon una fortuna valorada en 2.800 millones de d¨®lares¡ª parece otro blanco del malestar.
Tras la recuperaci¨®n de la democracia, Pi?era fue el primero que llev¨® a la derecha a La Moneda, en 2010, pero, a diferencia de la mayor¨ªa de quienes lo acompa?an en el Gobierno, no apoy¨® a Augusto Pinochet en el plebiscito que puso fin a la dictadura, en 1988. Tampoco pertenece a las tradicionales ¨¦lites empresariales chilenas ¡ªmayormente conservadoras¡ª, que siempre lo han mirado con cierta desconfianza. Despu¨¦s del segundo mandato de la socialista Michelle Bachelet (2014-2018), que recogi¨® el descontento de las calles en una Administraci¨®n de discutido legado, Pi?era lleg¨® por segunda vez al poder con la promesa de ¡°tiempos mejores¡±. Le ayud¨® el miedo de quienes tem¨ªan que Chile se convirtiera en Venezuela (¡°Chilezuela¡±) si segu¨ªa gobernando la izquierda.
Hace pocas semanas, cuando media Am¨¦rica Latina estaba sumida en situaciones complejas (protestas por los precios de la gasolina en Ecuador, enfrentamiento entre Gobierno y Congreso en Per¨², y elecciones presidenciales en Bolivia), Pi?era presum¨ªa de que su pa¨ªs era un ¡°oasis¡±. Mientras ten¨ªa la mirada puesta en su papel en la crisis clim¨¢tica y en las pr¨®ximas cumbres de las que ser¨¢ anfitri¨®n ¡ªel Foro de Cooperaci¨®n Econ¨®mica Asia-Pac¨ªfico, en noviembre, y la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico, en diciembre¡ª, la olla a presi¨®n estall¨®. El oasis parece m¨¢s bien un espejismo.
Obstinado, de car¨¢cter incontrolable ¡ªincluso para sus asesores y gente de confianza¡ª, pero preparado y con experiencia, como le reconocen hasta sus adversarios, para Pi?era, acostumbrado a ganar tanto en la pol¨ªtica como en los negocios, no resulta f¨¢cil que Chile enfrente durante su gesti¨®n la mayor crisis pol¨ªtica y social desde el retorno a la democracia. Para controlar la violencia, ha tenido que sacar a los militares de los cuarteles, en un estallido social que ha dejado al menos una veintena de muertos y la infraestructura p¨²blica y privada del pa¨ªs con grav¨ªsimos destrozos ¡ªa pesar de que el Gobierno ha renunciado a subir el precio del metro¡ª. Para alguien habituado a ser el primero, a triunfar, debe de haber sido dif¨ªcil disculparse ante sus compatriotas. En esta crisis lleg¨® a declarar que Chile estaba ¡°en guerra¡±, pero esta semana pidi¨® perd¨®n desde La Moneda, en medio del toque de queda: ¡°Los problemas se acumulaban desde hace muchas d¨¦cadas y los distintos Gobiernos no fueron ni fuimos capaces de reconocer esta situaci¨®n en toda su magnitud. Reconozco y pido perd¨®n por esta falta de visi¨®n¡±.
Las protestas en Chile, originadas por la subida del precio del billete de metro, dejan una veintena de muertos
Casado desde 1973 con Cecilia Morel, con quien tiene cuatro hijos, Pi?era combin¨® durante a?os el trabajo p¨²blico con el privado. Obtuvo la representaci¨®n para Chile de las tarjetas de cr¨¦dito en los setenta y, desde entonces, sus negocios fueron creciendo en ambici¨®n y ¨¦xito. Fue el principal accionista de la aerol¨ªnea Lan Chile (Latam), del canal Chilevisi¨®n y de la sociedad que maneja uno de los clubes de f¨²tbol m¨¢s populares del pa¨ªs, Colo-Colo. Millonario de primera generaci¨®n, es el tercero de los seis hijos de Magdalena Echenique, ama de casa, y Jos¨¦ Pi?era Carvallo, ingeniero y diplom¨¢tico fundador de Democracia Cristiana chilena, el partido que durante d¨¦cadas represent¨® a las clases medias.
Nadie puede asegurar que la crisis se evitar¨ªa con un Gobierno de un signo distinto, porque la falta de representatividad de la clase pol¨ªtica parece una de las causas de descontento en un pa¨ªs donde apenas vota el 49% de los ciudadanos. Pero no ayuda la revelaci¨®n de hace algunos meses de que Pi?era no pag¨® los impuestos reglamentarios de una de sus casas de descanso, ni que los ministros, ante el alza del precio del transporte, animaran a los ciudadanos a levantarse m¨¢s temprano para aprovechar la tarifa rebajada.
No se vislumbra una salida pronta a la crisis. Para algunos, el Gobierno est¨¢ arruinado, aunque dem¨®cratas chilenos de todos los sectores ¡ªlos que piensan que tan importante como recuperar el orden p¨²blico es dar respuesta a las causas de las protestas¡ª se muestran dispuestos a ayudar y no echar m¨¢s le?a al fuego. El presidente, con aciertos y errores, fue democr¨¢ticamente elegido y los recuerdos de la dictadura est¨¢n todav¨ªa demasiado presentes.
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