Y Evo Morales se hizo casta
El mandatario boliviano atraviesa una crisis de legitimidad. Y algunos j¨®venes lo consideran ya parte de un nuevo tipo de 'establishment'
La imagen encerraba una particular paradoja. Evo Morales se dirigi¨® a una multitud de seguidores en El Alto, la ciudad ind¨ªgena por excelencia de Bolivia, el lugar donde cientos de miles de mestizos lograron por primera vez presencia social y pol¨ªtica despu¨¦s de siglos de injusticias y segregaci¨®n. Pero en v¨ªsperas de las elecciones del pasado 20 de octubre, el presidente a?adi¨® a sus habituales llamamientos a la revoluci¨®n unas palabras que reflejan unos cambios profundos. Esto es, las transformaciones experimentadas por el pa¨ªs en los ¨²ltimos 14 a?os, desde que lleg¨® al poder, y el giro que hoy ¨¦l mismo encarna. El l¨ªder que alcanz¨® cotas de aprobaci¨®n en las urnas por encima del 64% gracias a un discurso de ruptura con el pasado ahora habla de estabilidad, de seguridad econ¨®mica. Y continuidad.
¡°Pedimos cinco a?os m¨¢s para aprovechar nuestra experiencia, terminar las grandes obras en petroqu¨ªmica, hierro y litio y bajar la extrema pobreza a menos del 5%¡±, enfatiz¨® Morales en el cierre de campa?a antes de exhortar: ¡°El domingo no me abandonen¡±. Efectivamente, los bolivianos no lo abandonaron, al menos seg¨²n los resultados del escrutinio oficial que la oposici¨®n impugn¨® agitando el fantasma del fraude y que ahora est¨¢n siendo verificados por la misi¨®n electoral de la Organizaci¨®n de los Estados Americanos (OEA). Aun as¨ª, cientos de miles de votantes se alejaron de ¨¦l. No es un dato despreciable en un pa¨ªs peque?o, en el que acudieron a las urnas menos de 6,5 millones de personas. Del 61% de los sufragios que obtuvo en 2014 baj¨® al 47% y a eso hay que a?adir un importante aumento del censo: en estas elecciones hubo casi un mill¨®n de papeletas m¨¢s.
La econom¨ªa de Bolivia ha crecido de forma sostenida en los ¨²ltimos tres lustros y con ella tambi¨¦n lo ha hecho la poblaci¨®n. Los j¨®venes y los indecisos eran quiz¨¢ la principal inc¨®gnita en estos comicios. Los primeros representaban 1,5 millones de votantes entre 18 y 26 a?os que solo tienen un recuerdo y una experiencia pol¨ªtica, que coincide con el Gobierno del partido oficialista, Movimiento Al Socialismo (MAS). Y los segundos eran alrededor del 15% de los inscritos en el padr¨®n. En ambos casos confluyeron dos reflexiones que iban m¨¢s all¨¢ de la posici¨®n ideol¨®gica.
En primer lugar, Morales lleva demasiados a?os en el poder. En segundo lugar, el discurso del oficialismo trat¨® de proyectarle como un hombre de Estado. Un mensaje que sus adversarios tradicionales no se creen y rechazan de plano, pero que incluso entre los sectores populares hoy cr¨ªticos con el presidente ¡ªvarias comunidades ind¨ªgenas y algunos sindicatos cocaleros¡ª tiene poca acogida. El riesgo es que el l¨ªder campesino acabe siendo percibido como un exponente m¨¢s del establishment, de una casta muy distinta a las ¨¦lites pol¨ªticas del pa¨ªs, pero al fin y al cabo casta.
Trataron de proyectarle como un hombre de Estado, algo que no se creen sectores populares hoy cr¨ªticos con ¨¦l
Basta un paseo por la Universidad P¨²blica de El Alto, a unos kil¨®metros de La Paz, para darse cuenta. Los estudiantes de la ¡°universidad del pueblo¡±, como reza su letrero, se quejan de la excesiva politizaci¨®n de las aulas y del control ejercido por los simpatizantes gubernamentales. Conservan, sin duda, un sentimiento de reconocimiento hacia Morales y saben que sin ¨¦l quiz¨¢ no habr¨ªan podido estudiar. Pero fantasean con un cambio.
La realidad es que el mandatario afronta una crisis de legitimidad que empez¨® en 2016 y es cada vez m¨¢s dif¨ªcil de gestionar. El 21 de febrero de ese a?o fue derrotado por un margen muy estrecho en un refer¨¦ndum sobre su reelecci¨®n indefinida. Sin embargo, primero un fallo del Constitucional y despu¨¦s el Tribunal Supremo Electoral ¡ªinstituciones que seg¨²n las acusaciones de la oposici¨®n est¨¢n copadas por afines al Gobierno¡ª le permitieron presentarse a un cuarto mandato. Aunque la arquitectura legal volvi¨® a habilitarle como candidato, la maniobra nunca ha tenido una explicaci¨®n pol¨ªtica satisfactoria y sus asesores saben que buena parte de la sociedad la considera ¨¦ticamente discutible. Si ahora el veredicto de la auditor¨ªa de la OEA confirma que no cabe la celebraci¨®n de una segunda vuelta frente a su principal contrincante, el expresidente Carlos Mesa, Morales, que ya es el gobernante del continente que m¨¢s a?os seguidos lleva en el poder, seguir¨¢ a los mandos hasta 2025.
Las sospechas de manipulaci¨®n de los votos, alentadas por la dudosa actuaci¨®n de la autoridad electoral al suspender durante 24 horas el escrutinio, han generado una oleada de protestas sin precedentes en los ¨²ltimos a?os. Ha habido episodios de violencia protagonizados por manifestantes de los dos bandos, que se han enfrentado en las calles de las principales ciudades, de La Paz a Santa Cruz y Cochabamba. Ha habido al menos tres muertos y cientos de heridos. El presidente ha reiterado en varias ocasiones que el pasado 20 de octubre se puso en marcha un intento de un golpe de Estado ¡°interno y externo¡±, en referencia a sus rivales, encabezados por Mesa y su plataforma, Comunidad Ciudadana, y a la presi¨®n internacional. Mientras tanto, se han abierto paso sectores radicales de la oposici¨®n que buscan una suerte de ¡°v¨ªa venezolana¡±, es decir, exigir la renuncia incondicional de todo el Gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones. Pero Bolivia no es Venezuela y esta opci¨®n hoy no tiene ninguna posibilidad de concretarse.
Morales no est¨¢ dispuesto a ceder, aunque las fuerzas de seguridad han demostrado estos d¨ªas que han sido incapaces de mantener el orden. Esta convulsi¨®n social ha contribuido a resucitar el discurso m¨¢s militante del presidente, que apela al pueblo, llama a la movilizaci¨®n de sus simpatizantes frente a los opositores y recuerda que su ¡°movimiento campesino ind¨ªgena no viene de polit¨®logos¡±. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de la ¨¦pica, sus pasos est¨¢n dirigidos ahora a garantizar la estabilidad del sistema, que lleva tres semanas en una especie de limbo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) augur¨® la semana antes de las elecciones que Bolivia tendr¨ªa un crecimiento del 3,9% al cierre de este a?o, una excepci¨®n en Am¨¦rica Latina. Las protestas probablemente hayan contenido esa previsi¨®n. Adem¨¢s, el Gobierno inform¨® de que las dos semanas de paro posteriores a las elecciones suponen unas p¨¦rdidas de casi 170 millones de d¨®lares.
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