Las prote¨ªnas ¡®resucitan¡¯ al primate m¨¢s grande de la Tierra
Cient¨ªficos espa?oles obtienen prote¨ªnas de un diente de hace 1,9 millones de a?os, las m¨¢s antiguas extra¨ªdas de un f¨®sil
En 1935, un cazador de f¨®siles llamado Gustav Heinrich Ralph von Koenigswald entr¨® en una tienducha de Hong Kong y descubri¨® al primate m¨¢s grande de la Tierra. Los chinos usan todo tipo de dientes y huesos machacados como remedios naturales y los f¨®siles de hace millones de a?os no son una excepci¨®n. El paleoantrop¨®logo alem¨¢n Von Koenigswald sab¨ªa que en esos establecimientos hab¨ªa f¨®siles valiosos que se vend¨ªan como ¡°diente de drag¨®n¡± y justo en esa tienda encontr¨® el primer molar de gigantopiteco, o mono gigante seg¨²n la etimolog¨ªa grecolatina.
Despu¨¦s se averigu¨® que esta especie lleg¨® a medir tres metros y a pesar m¨¢s de media tonelada. Vivi¨® durante casi dos millones de a?os en las selvas de China, Vietnam y Tailandia y pudo encontrarse con los humanos actuales. Se extingui¨® por razones desconocidas tal vez hace tan solo 100.000 a?os.
El Gigantopithecus blacki ha alimentado un enconado debate sobre si era un ancestro de los humanos actuales, un pariente de otros simios o una nueva y desconocida rama del ¨¢rbol geneal¨®gico de los primates. Se conocen cientos de dientes de esta especie, muchos comprados en herbolarios del sudeste asi¨¢tico, incluso alg¨²n trozo de mand¨ªbula, pero ni un solo cr¨¢neo, lo que hasta ahora ha impedido aclarar su lugar exacto en el ¨¢rbol de la evoluci¨®n.
Hoy se publica un estudio que no solo resuelve el enigma, sino que abre una nueva forma de viajar al pasado remoto para aclarar cap¨ªtulos oscuros de la evoluci¨®n humana gracias al an¨¢lisis de prote¨ªnas fosilizadas.
El trabajo, publicado en Nature y liderado por investigadores en Espa?a, Dinamarca y China, se basa en un diente de gigantopiteco encontrado en 2006 en una cueva del sur de China y que tiene 1,9 millones de a?os. Ni la mejor tecnolog¨ªa ser¨ªa capaz de recuperar ADN ¡ª la mol¨¦cula que sirve de libro de instrucciones de cualquier ser vivo¡ª de restos tan viejos y, adem¨¢s, hallados en zonas c¨¢lidas y h¨²medas. El r¨¦cord, por ahora, es ADN extra¨ªdo de un hom¨ªnido que vivi¨® hace 400.000 a?os en la sierra de Atapuerca, en Burgos.
Con un torno similar al de los dentistas, los cient¨ªficos extrajeron de la muela unos miligramos de esmalte y dentina. Despu¨¦s secuenciaron el polvo en busca de prote¨ªnas fosilizadas. Han conseguido recuperar casi 500 amino¨¢cidos correspondientes a seis prote¨ªnas del esmalte dental que asombrosamente se han conservado durante casi dos millones de a?os.
Los amino¨¢cidos son las 20 unidades b¨¢sicas que forman las prote¨ªnas. Los peque?os cambios de orden de esas unidades ¡ªuna glicina que sustituye a una arginina, por ejemplo¡ª permiten calcular cu¨¢ntos millones de a?os han pasado dos o m¨¢s especies evolucionando por separado y cu¨¢ndo vivi¨® su ¨²ltimo ancestro com¨²n. Al comparar las prote¨ªnas del simio gigante con las de humanos y otros primates actuales los investigadores han demostrado que gigantopithecus es una especie hermana de los orangutanes, pero se separ¨® evolutivamente de ellos hace unos 10 millones de a?os. El linaje humano y el de los orangutanes, incluidos los gigantes, divergieron antes, hace unos 14 millones de a?os. Una de las seis prote¨ªnas rescatadas, la AHSG, favorece la mineralizaci¨®n de dientes y huesos y probablemente es una de las que permiti¨® al gigantopiteco desarrollar sus enormes muelas con las que masticaba bamb¨², hojas y frutos.
¡°Al contrario que el ADN, que se degrada mucho antes, las prote¨ªnas son m¨¢s estables y te permiten viajar mucho m¨¢s hacia atr¨¢s en el tiempo¡±, resalta Tom¨¢s Marqu¨¦s-Bonet, investigador del Instituto de Biolog¨ªa Evolutiva de Barcelona y coautor del trabajo. ¡°Estos son los restos moleculares m¨¢s antiguos que se han extra¨ªdo de un f¨®sil¡±, resalta el investigador, cuyo equipo ya logr¨® este a?o extraer prote¨ªnas de un f¨®sil de rinoceronte que vivi¨® en Dmanisi (Georgia) hace 1,7 millones de a?os.
El siguiente paso es evidente y sumamente prometedor, pues la paleoprote¨®mica es aplicable a un sinf¨ªn de f¨®siles africanos y asi¨¢ticos para trazar sus ¨¢rboles evolutivos moleculares y saber si son nuestros ancestros.
¡°El an¨¢lisis de paleoprote¨ªnas es la nueva revoluci¨®n en el campo de la evoluci¨®n humana, ser¨¢ un golpe de tim¨®n como el que hace una d¨¦cada supuso el an¨¢lisis de ADN en estudio de nuestros or¨ªgenes¡±, asegura Mar¨ªa Martin¨®n-Torres, directora del Centro Nacional de Investigaci¨®n sobre Evoluci¨®n Humana. ¡°La posibilidad de identificar con las prote¨ªnas al enigm¨¢tico gigantopithecus cobra particular relevancia ya que existe mucho debate sobre la asignaci¨®n taxon¨®mica de algunos dientes aislados que se han encontrado en Asia, especialmente en el sudeste asi¨¢tico. Por muy incre¨ªble que parezca, se sigue debatiendo si algunos f¨®siles que se han atribuido a Homo erectus pueden en realidad no ser humanos y pertenecer o bien alguna especie de orangut¨¢n o a alg¨²n primate no conocido. Nosotros mismos hemos tenido dificultades para publicar algunos f¨®siles de China porque algunos revisores esc¨¦pticos dudaban de su naturaleza humana, aunque en este caso creo que se debe al gran desconocimiento que existe todav¨ªa sobre la variabilidad de los homininos asi¨¢ticos. Estudios como el de las paleoprote¨ªnas podr¨ªan suponer una herramienta util¨ªsima para resolver este tipo de debate¡±, detalla.
Lo que a¨²n no pueden responder las paleoprote¨ªnas es por qu¨¦ desapareci¨® el gigantopiteco. Se sabe que era un simio vegetariano especializado en vivir en selvas espesas, por lo que las fluctuaciones del clima pudieron afectarle. Otro factor pudo ser la presi¨®n a?adida de la llegada de los primeros humanos modernos a las junglas de Asia. ¡°Sabemos que se extinguieron hace entre 500.000 y 100.000 a?os¡±, explica Marqu¨¦s-Bonet. ¡°En las fechas m¨¢s recientes los denisovanos [un grupo humano pariente de los neandertales] ya estaban por all¨ª. Aunque no tenemos forma de saberlo, s¨ª conocemos que todas las expansiones humanas en cualquier punto del planeta han coincidido con la extinci¨®n de las especies de mayor tama?o, de hecho, las actuales como leones o tigres siguen vivas porque hacemos esfuerzos para conservarlas¡±, a?ade.
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