Tres tipos de persona que hay que saber detectar para alejarse lo antes posible
Estos son los efectos devastadores de la tr¨ªada oscura de la personalidad
La marquesa de Merteuil, interpretada por Glenn Close en Las amistades peligrosas, es un exponente genial de maquiavelismo. Carism¨¢tica y arrebatadora, reduce a escombros la vida de hombres y mujeres que caen en sus redes, que no se dan cuenta de su influencia hasta que es demasiado tarde. Y este rasgo solo es uno de lo que en psicolog¨ªa se ha dado en llamar la tr¨ªada oscura de la personalidad. Fuera del cine, su influencia puede alcanzarte en la calle, en el trabajo y hasta en la cena de Navidad.
"De maquiav¨¦licos, psic¨®patas y narcisistas est¨¢ el mundo lleno. Se presentan como personas integradas en nuestras vidas y destacan por su gran magnetismo y unas dotes extraordinarias para la manipulaci¨®n y la seducci¨®n", dice la psic¨®loga cl¨ªnica Helena Romeu. "Es en la distancia corta cuando, sin que uno sepa bien c¨®mo, inoculan su maldad hasta destruirnos", a?ade. Por supuesto, no todos se gastan las argucias de la marquesa de Merteuil ni son asesinos como Charles Manson, uno de los m¨¢s sanguinarios de la historia, pero conviene estar prevenidos para evitar caer en sus redes.
Un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychiatry considera que, aunque tienen algunos elementos en com¨²n, cada rasgo oscuro de la tr¨ªada sigue su propio patr¨®n de agresi¨®n y respuesta despiadada. Por ejemplo, el narcisista tiene alguna probabilidad m¨¢s de ponerse en el lugar del otro y podr¨ªa tener un mayor autocontrol en su impulso de agresi¨®n cuando siente amenazado su ego. La psicopat¨ªa, sin embargo, punt¨²a alto en la falta de empat¨ªa y en todas las formas de agresi¨®n. El maquiav¨¦lico tiene empat¨ªa, pero muy reducida e insuficiente para imaginar lo que otra persona est¨¢ sintiendo.
Con todo, seg¨²n Romeu tienen algo en com¨²n: "A los tres les mueve el poder, los desaf¨ªos y el sexo superficial sin ning¨²n control de sus impulsos y sin preocuparse de si su comportamiento es legal, honesto o decente. Hacen lo que quieren y cuando quieren sin compasi¨®n y sin inmutarse por sus consecuencias morales o sociales". Romeu define las pistas elementales que nos pueden ayudar a identificar a una persona maquiav¨¦lica, psic¨®pata o narcisista.
El maquiav¨¦lico, virtuoso del embuste
Se mueve entre la intriga, la manipulaci¨®n y la mentira. Maquina hasta conseguir lo que desea, deleit¨¢ndose en su maldad. "Me convert¨ª en una virtuosa del enga?o. No buscaba mi placer, sino conocimiento. Consult¨¦ a los m¨¢s estrictos moralistas para aprender como pretender ser, fil¨®sofos para saber qu¨¦ pensar y novelistas para ver cu¨¢n lejos pod¨ªa llegar y, al final, destil¨¦ todo en un principio maravillosamente simple: ganar o morir", describe la mencionada marquesa de Merteuil.
Aunque tiene mayor capacidad que un psic¨®pata para identificar emociones, la utiliza en beneficio propio, seg¨²n ha observado un equipo de psic¨®logos de las Universidades de Florida y del Sur de Alabama en un estudio con m¨¢s de mil participantes, publicado en Personality and Individual Differences. Es algo que comparte con el narcisismo. "La frialdad emocional y la voluntad de manipular siguiendo su propio inter¨¦s conforman uno de los puntos clave de la red del mal", advierten los autores.
El psic¨®pata, un depredador integrado
Puede mostrarse arrollador, inteligente, carism¨¢tico y con cierto encanto, pero es un aut¨¦ntico depredador sin escr¨²pulos. Lo suyo es infringir las leyes del modo que sea. Es despiadadamente cruel, transgresor, manipulador y act¨²a siempre buscando su propio inter¨¦s y la satisfacci¨®n de sus necesidades. En su af¨¢n perfeccionista se hace insensible al dolor. No siente el m¨ªnimo remordimiento, por muy deplorables que sean sus actos, y su capacidad destructiva crece cuanto mayor es su poder social y su coeficiente intelectual.
Un psic¨®pata distingue entre el bien y el mal, y sabe calibrar su conducta para no ser cazado, pero no hay en ella ribete alguno de piedad, moralidad o preocupaci¨®n ¨¦tica. Son impulsivos y buscan el riesgo. No necesitan un motivo para que se desate un comportamiento violento, pero lo que m¨¢s le irrita es que no se cumpla su "santa voluntad". Aunque el psic¨®pata est¨¦ integrado en la sociedad, no se puede esperar de ¨¦l una relaci¨®n personal o de pareja sana, estable y duradera.
Se ha descubierto en la psicopat¨ªa alteraciones cerebrales, sobre todo en el l¨®bulo frontal, bien por malformaci¨®n, enfermedad o da?o cerebral. Algunos ni?os que han estado demasiado expuestos al dolor y a los malos tratos no desarrollan las conexiones neuronales convenientemente, pero con un ambiente adecuado esas estructuras se pueden modular y frenar la propulsi¨®n a la psicopat¨ªa.
El narcisista, castigado por su soberbia
Su grandeza irracional y desmesurada delata a veces a un tipo fr¨¢gil. Su complejidad va m¨¢s all¨¢ de la vanidad del joven Narciso, que se enamor¨® de su propia imagen reflejada en el agua. El narcisista se deleita en sus propias acciones y reacciona desproporcionadamente a cualquier hecho que pueda interpretar como amenaza a su creencia de superioridad. Desconoce la empat¨ªa y se las ingenia para que todo gire a su alrededor.
Seg¨²n los resultados de los tests Narcissistic Personality Inventory, la poblaci¨®n narcisista se ha duplicado desde 2012 y abunda en la clase pol¨ªtica. Son personas que exageran sus talentos y se arrogan una autoridad que no les corresponde. Les encanta el poder y se muestran encantadores. Fantasean con el ¨¦xito, el brillo y la belleza. A pesar de que les faltan atributos para convertirse en l¨ªderes y conseguir el respeto de los dem¨¢s, usan cualquier artima?a para hacerse con el control. Muchos ni?os tiranos que no conocen l¨ªmites son narcisistas en la edad adulta.
En ese ego sobredimensionado, el narcisista se siente excluido de las reglas y deberes que rigen la sociedad. No acepta cr¨ªticas y si alguna vez expresa un lamento es por su propio bien, no porque haya en ¨¦l un m¨ªnimo de tristeza o remordimiento. Lo peor es que cuando no recibe la atenci¨®n y la admiraci¨®n esperadas, su hechizo se desvanece y en su desesperaci¨®n puede llegar a ser muy destructivo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.