La condesa Marina Cicogna: ¡°Los j¨®venes est¨¢n llenos de rabia, como esa chica, Greta¡±
Marina Cicogna adora la belleza. Am¨® a hombres y mujeres. Gan¨® un Oscar como productora de cine de autor. A los 82 a?os pos¨® para Gucci. Ahora, con 85, publica Imitatio vitae, sobre los capiteles del Palacio Ducal de Venecia.
LAS PEL?CULAS que se montaban en la Edad Media a¨²n se exhiben en esas columnas coronadas por capiteles que sostienen buena parte de nuestra historia. Hay catedrales g¨®ticas a las que se puede ir a ver Historia de un matrimonio e iglesias rom¨¢nicas en las que ponen Joker desde hace siglos. Infinidad de pantallas de m¨¢rmol, granito o alabastro, religiosas y civiles por igual, que en su d¨ªa ya estrenaron Par¨¢sitos y Dolor y gloria. Los suyos son relatos que trascienden espacio y tiempo con su p¨¦trea narrativa y lenguaje universal. En la oscuridad de una sala ajena al habitual tumulto tur¨ªstico del Palacio Ducal de Venecia, la productora cinematogr¨¢fica Marina Cicogna (Roma, 1934) descubr¨ªa no hace mucho una singular colecci¨®n de cl¨¢sicos perdidos grabados en piedra. Aves de presa es uno. ?ngeles y barberos, otro. Y tambi¨¦n La juventud, Manos a la obra, Vicios y virtudes, Los m¨²sicos¡ Las historias que cuentan los capiteles del siglo XIV que una vez adornaron los p¨®rticos y las arcadas de la residencia del dux y que fueron escondidos tras ser reem?plazados por copias en el XIX, a salvo de inclemencias meteorol¨®gicas, medioambientales y humanas. C¨®mo no producirles un veh¨ªculo a la medida.
Se titula Imitatio vitae y es un libro de arte, pero tambi¨¦n podr¨ªa serlo de cine. Para el caso, se trata de una superproducci¨®n en toda regla. Un exquisito volumen fotogr¨¢fico que responde al impacto que los capiteles ducales causaron en su autora. ¡°Cuando Pier Luigi Pizzi [director esc¨¦nico y comisario de exposiciones oper¨ªsticas y teatrales] me pregunt¨® si quer¨ªa verlos, no me esperaba algo as¨ª. Jam¨¢s hab¨ªa contemplado nada parecido. Me hicieron feliz¡±, recuerda Cicogna. ¡°Volv¨ª un par de d¨ªas despu¨¦s y decid¨ª que quer¨ªa fotografiarlos¡±. La idea del libro ya estaba en su cabeza. Hizo las fotos de sus piezas preferidas y complet¨® la selecci¨®n con otras antiguas del archivo CameraphotoArte. ¡°Digamos que el 60% son m¨ªas y, el resto, compradas. Pero para m¨ª no hay diferencia¡±, explica. Sostiene que hizo una labor de comisariado nada sesuda. ¡°Solo me interesaba plasmar la emoci¨®n natural que procura su visi¨®n¡±. Abandonarse a los sentimientos fue la ¨²nica regla que impuso para los textos que acompa?an las im¨¢genes, breves impresiones de pu?o y letra de aquellos amigos elegidos para vivir la experiencia, ¡°personas de distinto alcance, pero con ocupaciones art¨ªsticas¡±; entre ellos, Jeremy Irons, Rupert Everett, Marina Abramovic o Diane von F¨¹rstenberg.
¡°Hoy que todo se codifica, se explica y se vende, solo nos queda dejarnos llevar por la emoci¨®n de lo inesperado¡±
Marina Cicogna habla del instinto de la contemplaci¨®n: instant¨¢nea, visceral. De un amor a primera vista. ¡°Hoy que todo se codifica, se explica y se vende, lo ¨²nico que nos queda es dejarnos llevar por la emoci¨®n de lo inesperado, como descubrir una historia cincelada en un trozo de piedra de manera tan v¨ªvida. Olvidemos la fotograf¨ªa, el cine, y reflexionemos sobre el hecho de que aquellos artesanos eran capaces de describir animales, guerreros, damas, oficios, hombres de otras razas y religiones, la vida misma, para quienes no sab¨ªan leer ni escribir. ?C¨®mo no vas a maravillarte?¡±, inquiere. ¡°Gracias por dejarme ver la gloria de la imaginaci¨®n y la realidad en una vieja columna¡±, le responde en el libro la actriz Vanessa Redgrave, que capt¨® la intenci¨®n ipso facto.
La editorial Marsilio ha sido la depositaria de un desaf¨ªo: publicar un artefacto tan bello como ¨²til. ¡°Un libro, aunque bonito como objeto, si lo dejas encima de una mesa y nunca lo lees, no sirve para nada¡±, sentencia la autora. La aprobaci¨®n de amistades intelectuales espant¨® la sombra de la banalidad preciosista. Por muy envuelta en Gucci que venga.
Hace cuatro a?os, Marina Cicogna conoci¨® a Alessandro Michele, director creativo de la firma de lujo florentina. Un encuentro que ten¨ªa que estar escrito: la una, historia viva de la cultura y la sociedad del ¨²ltimo medio siglo; el otro, historicista y esteta empedernido. ¡°Su fantas¨ªa supera con creces la m¨ªa¡±, dice ella, que le habl¨® de sus capiteles una vez mientras desayunaban. El dise?ador se ofreci¨® a colaborar art¨ªsticamente y a financiar el proyecto. ¡°Yo ni siquiera sab¨ªa que Gucci editaba libros. El t¨ªtulo fue idea suya. Y la portada, con la foto de mi perro¡±, confiesa la que fuera modelo de la colecci¨®n Crucero 2017 de la marca. Aquello supuso su redescubrimiento, a los 82 a?os. En mayo cumplir¨¢ 86 convertida en una genuina celebridad: ¡°Soy m¨¢s famosa ahora que de joven, cuando hac¨ªa cosas realmente importantes¡±.
Las cartas boca arriba: Marina Cicogna es leyenda. La condesa Marina Cicogna Mozzoni Volpi di Misurata, hija de un banquero milan¨¦s y de una de las descendientes de la nobleza italiana con mayor pedigr¨ª. Fot¨®grafa y escritora, con dos monograf¨ªas anteriormente publicadas, Scritti e scatti (Mondadori, 2010), recopilaci¨®n de sus instant¨¢neas de juventud plagadas de estrellas del Hollywood dorado, y La mia Libia (Edimond, 2012), ¨¢lbum de recuerdos sentimental de cuando veraneaba en Tr¨ªpoli en el palacio del siglo XVIII de la familia de su madre. Pero, sobre todo, extraordinaria productora de pel¨ªculas, primera mujer en empe?arse en ello en su pa¨ªs y figura clave en el desarrollo del cine de autor europeo de las d¨¦cadas de los sesenta y setenta. ¡°Y ahora, de repente, este nuevo libro ha atra¨ªdo m¨¢s atenci¨®n sobre m¨ª que cuando gan¨¦ un Oscar¡±, concede con sorna.
¡ª?Y eso de la condesa de la dolce vita?
¡ªJam¨¢s lo he sido. Es verdad que en la ¨¦poca de Studio 54 hubo un momento de efervescencia y diversi¨®n. En el Nueva York de entonces sal¨ªamos de fiesta Helmut [Berger], Ari [Onassis] y Jackie [Kennedy] y nos pod¨ªa pillar amaneciendo, pero, como dec¨ªa Gianni [Agnelli], lo hac¨ªamos con la esperanza de que no se enteraran los paparazis, mientras que ahora la gente va a los clubes precisamente para ser fotografiada.
Lo cierto es que la condesa nunca ha participado de los c¨ªrculos nobiliarios italianos, ni siquiera en Roma. Ella, que naci¨® en el Palazzo Volpi, en la Via del Quirinale. ¡°As¨ª como me gusta y admiro a la reina Isabel de Inglaterra, me irritan profundamente los arist¨®cratas de mi pa¨ªs, en especial los romanos, que se creen tocados por Dios cuando la mayor¨ªa son unos ignorantes que no hablan otro idioma m¨¢s que el italiano. Yo vengo de una de esas familias. Aunque ah¨ª hay una bisabuela jud¨ªa polaca por parte de madre. Y creo que, afortunadamente, esa gota de sangre jud¨ªa ha marcado la diferencia, por mucho que le pesara a mi padre. Mi abuelo Volpi tambi¨¦n era un tipo inteligente¡±.
Giuseppe Volpi, primer conde de Misurata, menuda pieza: prohombre de Estado, uno de los art¨ªfices de la Italia moderna, ministro de Econom¨ªa, gobernador de la colonia libia en los a?os veinte, ide¨®logo del Festival de Cine Internacional de Venecia. Su nieta lo recuerda vagamente.
¡°Un libro, aunque bonito como objeto, si lo dejas encima de una mesa y nunca lo lees, no sirve para nada¡±
Marina Cicogna tuvo una infancia n¨®mada. Siendo muy ni?a, sus padres se mudaron a Londres. Luego, esquivando la Segunda Guerra Mundial, la peque?a recal¨® en Lausana, donde coincidi¨® con la familia real espa?ola. ¡°S¨ª, conoc¨ª a Juanito [Juan Carlos I]. Y Alfonsito [Alfonso de Borb¨®n, duque de C¨¢diz], el que muri¨® en accidente de esqu¨ª, fue mi primer novio. Viv¨ªamos en el mismo hotel¡±, rememora. ¡°Despu¨¦s, Juan Carlos se convirti¨® en rey y no volv¨ª a verlo hasta hace unos a?os. Entiendo que ha cometido ciertos errores, pero siempre me ha parecido un hombre encantador¡±.
La lista de personalidades que se han cruzado en el camino de la contessa Cicogna es para enmarcar. De jovencita sol¨ªa almorzar con Greta Garbo en Nueva York. De su escapada adolescente californiana le vinieron sus lazos con Deborah Kerr, Marilyn Monroe y Montgomery Clift. Jeanne Moreau se convirti¨® en su amiga del alma. Y David O. Selznick, tit¨¢n de la producci¨®n, lleg¨® a preguntarle a su madre si pod¨ªa adoptarla. El Festival de Venecia le puso en bandeja la mayor¨ªa de tales encuentros, y su pasi¨®n cin¨¦fila ven¨ªa de lejos. Su padre produjo Ladr¨®n de bicicletas, de Vittorio de Sica. Su madre, Anna Maria, puso en marcha la empresa familiar, Euro International Film, primero centrada en la distribuci¨®n y, despu¨¦s, en la producci¨®n. Si Belle de jour triunf¨® fue porque su hija se empe?¨®. ¡°Dec¨ªan que ninguna sala de cine se iba a atrever a proyectarla. Que era una provocaci¨®n. Y que qui¨¦n diablos eran Bu?uel y la tal Deneuve¡¡±.
Se arrepiente de haber abandonado el cine pronto. Tras ganar el Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa por Investigaci¨®n sobre un ciudadano libre de toda sospecha (1970), dej¨® la productora familiar. Su hermano Bino se hab¨ªa embarcado en una serie de disparates que no acabaron en ruina de milagro y, en 1971, se suicidaba en R¨ªo de Janeiro. Ella hizo por continuar, como responsable de la filial europea de la Columbia/Paramount Pictures, pero, tras la negativa de la compa?¨ªa estadounidense de producir Portero de noche y El ¨²ltimo tango en Par¨ªs, tir¨® la toalla.
Lo que ocurre hoy en su profesi¨®n no tiene mucho que ver con ella: ¡°Estoy de acuerdo con Scorsese cuando dice que el cine ya no es cine, sino entretenimiento¡±, dice, y asume que las plataformas digitales han llegado para quedarse. Con respecto al machismo, misoginia y acoso sexual end¨¦micos del sector, reflexiona: ¡°Hay que perseguir a quienes se lo merecen. Pero, cuidado, tambi¨¦n creo que se nos est¨¢ yendo de las manos. Mira lo que ha pasado con Woody Allen. Los ejecutivos ni se atreven a tener secretarias. No s¨¦ qu¨¦ clase de reglamento habr¨ªa que establecer, lo que s¨ª me consta es que, hoy, en Italia no ser¨ªan posibles unos Caravaggio, Miguel ?ngel o Leonardo¡¡±.
¡ª?Me cuenta aquella vez que sedujo a Alain Delon?
¡ªOh, no fue para tanto. Yo estaba en Cortina [d¡¯Ampezzo, la estaci¨®n invernal italiana de la jet set] y me enter¨¦ de que acababa de romper con Romy [Schneider]. Andaba cerca y me plant¨¦ en su hotel. El affaire fue breve. En mi mente, ¨¦l y Tyrone Power siguen siendo los hombres m¨¢s bellos que haya visto nunca.
La condesa jam¨¢s ha ocultado su admiraci¨®n por la belleza. Masculina y femenina. Durante cerca de dos d¨¦cadas, mantuvo un romance con la actriz brasile?a Florinda Bolkan. Hoy comparte su vida con Benedetta Gardona, a la que en 2010 adopt¨® como hija por cuestiones legales relacionadas con su herencia.
A contraluz en el comedor de su apartamento romano, el verdor de los pinos del bosque Borghese, la c¨²pula de San Pedro al fondo y Jai, su perrito pomerania, bailando entre nuestros pies, la se?ora Cicogna se reconoce cada vez m¨¢s distante de todo. ¡°Es inevitable, cuando una afronta hechos como los a?os que le quedan por delante, que no son tantos. Al hacerte viejo, lo importante es protegerse. Ahora lo pienso y me alegro de no haber tenido hijos y nietos. Vaya mundo terrible que les dejar¨ªa, catastr¨®fico, incomprensible por mil razones. Mira los j¨®venes de hoy, tan llenos de rabia, como esa chica, Greta [Thunberg]. Mostrar tu enfado porque quieres cambiar las cosas es normal, pero tanta ira no deja espacio para disfrutar¡±, reflexiona antes de terminar, lapidaria: ¡°Se nos ha dado tanta belleza solo para destruirla. Esa es la verdad¡±.
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