Para evitar problemas psicol¨®gicos ma?ana, lo mejor es tener un d¨ªa malo hoy
As¨ª se encauzan las emociones m¨¢s desagradables del confinamiento para evitar sufrir da?os graves a largo plazo
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Comenz¨® como un mal sue?o en el que Espa?a entera acab¨® encerrada en casa. Los confinados sintieron sorpresa, miedo y hasta euforia, cuando aceptaron la situaci¨®n como una oportunidad para concluir proyectos abandonados. Casi mes y medio despu¨¦s, todo ha cambiado: el cansancio, el agobio, la incertidumbre, la preocupaci¨®n y la desesperaci¨®n se hacen notar. La vida es ahora peor, no hay que negarlo. Es m¨¢s, reconocerlo es el camino para aliviar el sufrimiento y asegurar que las emociones desagradables de hoy no engendran un problema grave ma?ana. C¨®mo hacerlo tambi¨¦n se aprende.
Eso s¨ª, una buena gesti¨®n emocional no hace milagros. "No se trata de eliminar las sensaciones, pero s¨ª podemos aminorarlas. Adem¨¢s, en realidad puede ser positivo notar estas sensaciones desagradables, porque es lo que nos permitir¨¢ resolverlas y volver a sentirnos bien lo antes posible", dice la psiquiatra y psicoterapeuta Anabel Gonzalez, autora del libro Lo bueno de tener un mal d¨ªa. En sus palabras: es hora de ventilar esas emociones y de dejar que afloren. Al principio parece que sienta mal, advierte, pero en poco tiempo se nota que es un ejercicio muy sano y que s¨ª sirve para superarlas. Quien ya tiene la habilidad de ejercer este cambio no tiene m¨¢s que ponerla en pr¨¢ctica, los dem¨¢s deben saber que se puede aprender. Los consejos de Gonzalez son un buen punto de partida.
La desesperaci¨®n es mejor que la rabia
"A nivel emocional lo que est¨¢ m¨¢s presente ahora parece ser la preocupaci¨®n", apunta la especialista. Es comprensible. Hasta ahora las cosas hab¨ªan sido muy duras pero bastante claras: quedarse en casa, lavarse bien las manos, no tocarse la cara¡ hab¨ªa pautas para detener al desconocido, mortal y muy contagioso virus que se ha extendido r¨¢pidamente entre la poblaci¨®n. Ahora todo es incertidumbre, una niebla en el camino. No hay instrucciones certeras, nada que nos dirija con todas las garant¨ªas hacia la nueva normalidad, no sabemos los peligros que afrontar¨¢n ahora los mayores, qu¨¦ futuro laboral nos espera, c¨®mo ser¨¢ el castigo econ¨®mico¡ ?Qu¨¦ hace uno en este caso?
"Preocuparnos por el futuro y hacer planes es sano, pero no es lo mismo hacer planes concretos que angustiarnos excesivamente por cosas que no sabemos si van a pasar, o ponernos siempre en lo peor", responde Gonzalez. Cuando alguien llega a ese punto, la especialista recomienda que se implique en ayudar a su mente a volver al presente: que acepte que el peor pron¨®stico no tiene por qu¨¦ cumplirse, que tambi¨¦n pueden pasar muchas cosas mejores, y que se esfuerce en comprender que darle mil vueltas a esa peor opci¨®n tampoco ayuda a estar mejor preparado para afrontarla.
Luego hay quien no est¨¢ preocupado, sino desesperado. Y lo pero es que no sabe exactamente por qu¨¦. El consejo de Gonz¨¢lez para ponerle freno al a desesperaci¨®n es saber qu¨¦ la provoca, y para ello es necesario mirar debajo de la alfombra, ver qu¨¦ emociones hemos ocultado all¨ª con la esperanza de olvidarnos de ellas. Una manera sencilla de hacerlo es prestar atenci¨®n a c¨®mo se habla uno a s¨ª mismo. Por extra?o que parezca, muchas veces las personas se castigan, se insultan por no estar a la altura o se culpan por situaciones que no han provocado¡ y evitan la verdad.
"A muchas personas les da miedo pararse a notar lo que sienten, pero no pasa nada por sentir emociones desagradables, solo con permitirnos hacerlo ya bajan de intensidad. No lo vamos a percibir en el justo momento en el que nos paramos a notarlas, pero s¨ª m¨¢s tarde, y lo importante es que hacer esto supone una inversi¨®n a largo plazo". Despu¨¦s hemos de pararnos a pensar qu¨¦ hacer con las emociones que hemos encontrado y cambiar la manera de dirigirnos a nosotros mismos.
Hay muchas maneras de sabotearnos, pero entre todas ellas la psicoterapeuta destaca dos como las m¨¢s perjudiciales a la hora de regular las emociones durante el confinamiento: machacarnos m¨¢s nosotros mismos de lo que lo hace la propia situaci¨®n (agobiarse, enfadarse una y otra vez por los errores de los dem¨¢s¡) y autoabandonarse a todos los niveles, hasta que no existen ni los horarios ni las duchas. Pero no son las ¨²nicas situaciones indeseables. "Me preocupa un grupo que se ha ido a la rabia", reconoce Gonzalez. Y explica: "Es un mecanismo que usamos para sentir control, pero en realidad hace que no sintamos todo lo dem¨¢s". Mientras tanto, todo lo dem¨¢s sigue sucediendo, las emociones y los sentimientos siguen acumul¨¢ndose como el agua en una presa, sin que nadie abra las compuertas¡
Lo peor de esta situaci¨®n es que, en realidad, no se trata de una verdadera sensaci¨®n de control, no cura las heridas emocionales. Pero s¨ª desgasta hasta el agotamiento, apuna Gonz¨¢lez. En cualquier caso, la psiquiatra aclara que lo que la pandemia y el mundo pospandemia necesitan no es tanto control como seguridad, una sensaci¨®n que nacer¨¢ de la conexi¨®n social (siempre que no nos encaminemos hacia el conflicto).
Tiempo de dejar de mirar hacia adentro
Al contrario de lo que muchos piensan, el miedo y la tristeza son emociones nada despreciables; tienen funciones tan importantes como asegurar la supervivencia y fomentar la cohesi¨®n social. Eso explica que, en una situaci¨®n como la que ha provocado la pandemia de coronavirus, tambi¨¦n sean habituales en este momento. El miedo estuvo muy presente al principio del confinamiento, pero pasar tanto tiempo en la seguridad el hogar ha conseguido rebajarlo. Sin embargo, no se ha marchado, puede volver a aparecer en el momento que salgamos a la calle y hacernos tomar medidas de prevenci¨®n tan exageradas como recluirnos de nuevo en el hogar. Tambi¨¦n hay personas que tienen problemas con el miedo y lo manifiestan y¨¦ndose al otro extremo, desarrollando conductas temerarias bajo la aparente convicci¨®n de que ellos son inmunes a esta emoci¨®n y al peligro.
La tristeza por los enfermos, los fallecidos y la situaci¨®n econ¨®mica que se barrunta previsiblemente apuntalar¨¢ la solidaridad social, pero tampoco todo el mundo sabr¨¢ llevarla adecuadamente. Lo que hay que saber es que "es normal, es san¨ªsima, y lo que nos ayuda con ella es permitirnos estar tristes y compartirla, porque cuando se comparte va a mejor. Si la negamos y la tapamos puede complicarse, si la dejamos estar, le damos un tiempo, se ir¨¢ marchando y no dejar¨¢ residuos", asegura la psiquiatra. Si quien est¨¢ triste es una persona querida, evitar decirle frases como "no est¨¦s triste" es una buena manera de ayudarle a pasar por el proceso: es lo peor que le puedes decir.
Aunque si hay alguien que precisar¨¢ la ayuda de los dem¨¢s, seg¨²n Gonzalez, ser¨¢n los ni?os y los profesionales que hayan estado en la primera l¨ªnea de la pandemia. "El trabajo en los ni?os no termina con salir a la calle", advierte. Muchas veces necesitan ayuda para ventilar las emociones que hayan acumulado, y hay que insistir en que las expresen. Pero si no lo hacen, la psicoterapeuta aconseja no querer calmarles r¨¢pidamente, darles tiempo para conectar y expresar. Lo importante es acompa?arlos, entenderlos y hacerles ver que tienen apoyo para dejar salir esas emociones. "Que sientan que estamos ah¨ª, presentes, que no cambiamos de tema, les da seguridad y acompa?amiento, y gracias a eso ser¨¢n capaces de manejar muchas situaciones en la vida".
Respecto a los profesionales que han estado en primera l¨ªnea de la pandemia de coronavirus, la psicoterapeuta explica que han vivido situaciones de alto impacto y que lo m¨¢s probable es que un porcentaje de ellos presente estr¨¦s postraum¨¢tico en el futuro. Los profesionales sanitarios no son los ¨²nicos que est¨¢n en este grupo (e incluso otras personas que no pertenezcan a estos colectivos pueden llegar a tenerlo), pero aquellos que han tenido que tomar decisiones de vida o muerte tiene m¨¢s probabilidades de requerir ayuda por este motivo.
Gonz¨¢lez explica que no han tenido tiempo para hacer una pausa que les sirviese notar c¨®mo estaban, han tenido que tirar para delante y ser resolutivos. Seg¨²n la psiquiatra, el papel de los dem¨¢s en su recuperaci¨®n ser¨¢ clave: "Muchas veces lo que peor llevan los soldados es c¨®mo los acoge la sociedad cuando vuelven, que, como no quieren pensar en lo que ha pasado, no piensan en ellos. Esto no ha sido una guerra y los que nos han cuidado y protegido no son soldados, pero tenerlos en cuenta despu¨¦s ser¨¢ muy importante para ellos. Cuando esto pase es fundamental que se les del reconocimiento que merecen y el apoyo que necesiten", concluye.
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