"He vuelto a morderme las u?as": as¨ª empiezan y as¨ª se acaba con los malos h¨¢bitos nerviosos
La mitad de la poblaci¨®n tiene este problema
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Tras un corto repaso a la actualidad y a las pocas novedades que ha habido en su vida en los ¨²ltimos meses, Camila, de 28 a?os, acerca las manos a la c¨¢mara y dice con una sonrisa: "Mira, me las estoy dejando de morder otra vez". Se ha comprado un kit de u?as postizas en el s¨²per, se las ha pegado a lo poco que quedaba de las suyas y las ha pintado con un tono de esmalte nude, semejante al de las naturales. "No hab¨ªa mejor opci¨®n (no hay nada abierto), as¨ª que algo es algo", explica. "Llevaba casi un a?o sin mord¨¦rmelas", asegura con cierta rabia por haber reca¨ªdo durante la cuarentena.
Su caso no es excepcional. "En torno a un 50% de la poblaci¨®n adulta sufre onicofagia, que es el t¨¦rmino cient¨ªfico para denominar al h¨¢bito de morderse las u?as", afirma la doctora en Psicolog¨ªa e integrante de la secci¨®n Cl¨ªnica del Colegio Oficial de Psic¨®logos de Madrid (COP Madrid) Mayte Orozco. La onicofobia est¨¢ recogida en la biblia de los trastornos mentales, el DSM-V, como un "comportamiento repetitivo centrado en el cuerpo". Es decir, solo es un s¨ªntoma. Junto a ¨¦l aparece otro bastante com¨²n, la dermatofagia, que es el de morderse los labios, el interior de las mejillas, los padrastros o las cut¨ªculas, que tampoco es un trastorno en s¨ª mismo. Otro h¨¢bito similar es la tricotiloman¨ªa, que es el de arrancarse el pelo de las distintas zonas del cuerpo (cejas, cabeza¡), pero este s¨ª tiene su propio cap¨ªtulo en el libro.
Todas estas conductas tienen algo en com¨²n: est¨¢n relacionadas con situaciones de estr¨¦s o ansiedad. "En la mayor¨ªa de los casos suelen desencadenarse por factores ambientales que provocan una tensi¨®n extrema, ya sea por ansiedad o por situaciones particularmente estresantes", aclara Orozco. Como ocurre, seg¨²n un estudio publicado en The Lancet, en una cuarentena forzada por una pandemia. El confinamiento, un ERTE, la incertidumbre¡ hemos bebido el c¨®ctel perfecto para que Camila haya vuelto a mordisquearse las u?as.
Lo m¨¢s probable es que el h¨¢bito no desaparezca solo
La joven no es capaz de recordar cu¨¢ndo empez¨® con esta costumbre, solo que a¨²n era peque?a. Es lo normal. Los ya mencionados y otros incluso m¨¢s extendidos como los motores, que afectan a los ojos ¡ªen forma de gui?os, parpadeos o quedarse ojipl¨¢tico¡ª, hacen arrugar la nariz, sacar demasiado la lengua o el cl¨¢sico de mover la pierna sin parar durante un examen "son especialmente habituales en los ni?os entre los seis y diez a?os", indica la psic¨®loga. Y es que la ni?ez no est¨¢ libre de angustias. Al contrario, son muchas las situaciones que pueden estresar o causar ansiedad a los ni?os¡ªcomo el exceso de deberes¡ª y estos comportamientos "aportan el beneficio inmediato de reducir los niveles. A medida que se va repitiendo, la asociaci¨®n se fortalece y se instaura como un mecanismo autom¨¢tico para rebajar la tensi¨®n", explica la experta.
Gran parte de los infantes que empiezan a morderse las u?as o los padrastros (o cualquier otro de estos h¨¢bitos) lo dejan r¨¢pidamente. Entre un 30% y un 40% de las veces dejan de hacerlo espont¨¢neamente, seg¨²n Orozco. Pero si la costumbre se mantiene durante un a?o "empieza a ser un problema evidente para la persona, que adem¨¢s tiende a preocuparse y sentir malestar por la incapacidad de controlarlo", aclara la experta. Entonces solo queda una opci¨®n: desaprender lo aprendido.
Terapia, relajaci¨®n y, ante todo, mucha calma
Nunca es tarde para poner orden y dejar atr¨¢s estos malos h¨¢bitos nerviosos, pero hace falta una buena estrategia. "Es fundamental tomar consciencia del h¨¢bito y poner mucha atenci¨®n en que est¨¢s realizando una conducta autom¨¢tica que desear¨ªas no hacer", indica el psic¨®logo y miembro del COP Madrid Antonio Cano. El proceso comienza por identificar las situaciones de ansiedad, estr¨¦s o tensi¨®n que desencadenan estas conductas, y para conseguirlo no vale cualquier m¨¦todo. Los m¨¢s eficaces, explica Cano, son los de la terapia cognitivo-conductual. "Se ha demostrado en muchas ocasiones que funciona", a?ade el experto. Este tipo de t¨¦cnicas tratan la forma en la que el individuo interpreta las situaciones, c¨®mo reacciona ante ellas y las emociones que le generan, con la intenci¨®n de buscar que se tome conciencia de las conductas. Por ejemplo, en lugar de ver la realidad que nos produce ansiedad como una amenaza, entenderla como un reto. Es decir, pasar de ver algo como perjudicial para nosotros y que, por lo tanto, nos produce miedo a verlo como algo de lo que podemos sacar alg¨²n provecho. Cambiando la connotaci¨®n negativa por una positiva conseguiremos focalizar nuestra atenci¨®n en algo que es gratificante y reduciremos la tensi¨®n.
Tambi¨¦n es fundamental encontrar formas de estar calmados ante situaciones tensas, contin¨²a Cano: "Si estamos nerviosos volveremos a ponerlo en marcha, as¨ª que debemos aprender t¨¦cnicas de relajaci¨®n". Como ejemplo de algunas que podemos poner en pr¨¢ctica menciona las del portal de Bienestar Emocional del Ministerio de Sanidad, que cuenta con cuatro m¨¦todos que "ayudan al tratamiento de los trastornos de ansiedad y otros des¨®rdenes emocionales".
Pero no todo el mundo es capaz de hacerlo solo. En estos casos "es recomendable consultar a un psic¨®logo que analice las caracter¨ªsticas y las causas del h¨¢bito para realizar un diagn¨®stico y proponer un tratamiento, que normalmente consistir¨¢ en aprender a gestionar las situaciones de tensi¨®n", aclara Orozco, quien indica que con las herramientas adecuadas es probable que no vuelvan a aparecer. No es seguro, pero si hay reca¨ªdas, calma. "Nada de culparse a uno mismo ni autocastigarse. Toca ir poco a poco corrigiendo y premiando por los logros hasta conseguir dejarlo por completo", concluye Cano.
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