Ni cuarentena ni distanciamiento para las trabajadoras sexuales
Cerca de 26.000 mujeres de Guatemala quedan excluidas de los programas sociales del Gobierno para capear la crisis del coronavirus. Se les impide acceder a condones y pruebas m¨¦dicas en centros de salud
La m¨²sica ya no suena en el club nocturno Los Cocos desde que cerrara sus puertas con?la llegada de la covid-19. Tampoco se exhiben en su interior las mujeres extranjeras procedentes de Nicaragua, Honduras o El Salvador que, con sus risas forzadas, intentaban que los hombres las invitaran a una copa como paso previo a que pagaran por mantener relaciones sexuales. Ya no existe tampoco el trasiego de veh¨ªculos y motos que cada noche llegaban a este lugar, situado en medio de una carretera en el Departamento de Retalhuleu, a 340 kil¨®metros de Ciudad de Guatemala.
La irrupci¨®n del coronavirus en Guatemala borr¨® de cuajo esta imagen para dar paso a otra distinta. Las mujeres se afanan ahora por lavar coches frente al lugar en el que hace unos meses ofrec¨ªan su cuerpo a cambio de dinero. Tras la clausura del establecimiento que les permit¨ªa comer y ayudar a sus familias, han creado un centro de limpieza improvisado en el que sacan brillo a los veh¨ªculos para recaudar comida, con el fin de donarla a las trabajadoras sexuales que, como ellas, se han visto privadas del ejercicio de su actividad.
Al ritmo de m¨²sica latina, desde un altavoz se anima a la poblaci¨®n a solidarizarse con el colectivo MTS (Mujeres Trabajadoras Sexuales) que han quedado en total abandono con el cierre de los bares, discotecas y casas donde desempe?aban su profesi¨®n antes de que la pandemia estallara en el pa¨ªs centroamericano el pasado 13 de marzo, con la aparici¨®n del primer caso?de coronavirus, que ha causado ya m¨¢s de 1.000 muertes. ¡°Gracias a las personas que est¨¢n apoyando incondicionalmente esta causa, porque estamos en el momento de echarnos la mano¡±, grita en el micr¨®fono el animador mientras suena a todo volumen una cumbia colombiana.
Guatemala se mantiene desde mediados del mes de marzo en un toque de queda desde las 18.00 a las 05.00 horas de lunes a s¨¢bado y de 24 horas los domingos, que ha dejado sin empleo a muchas de las cerca de 26.000 mujeres que, seg¨²n un estudio de la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoam¨¦rica y el Caribe (RedTraSex), ejercen esta labor en el pa¨ªs. Al no estar reconocida legalmente esta actividad, ninguna puede acceder a las ayudas sociales prometidas por el Gobierno, como los 1.000 quetzales mensuales (120 euros) para quienes se dedican al comercio informal o los 75 quetzales diarios (nueve euros) para quienes hayan sido despedidas de sus empleos.
Esta exclusi¨®n, sumada al cierre de los establecimientos habituales donde se ejerce el trabajo sexual, ha obligado a algunas mujeres a buscar alternativas para sobrevivir, como montar el centro de lavado de veh¨ªculos, que se ha convertido en un lugar de acopio de alimentos. Una de las impulsoras de esta iniciativa, Anet, originaria de Nicaragua y que lleva nueve a?os ejerciendo el trabajo sexual en Guatemala, se lamenta: ¡°No hay clientes y no tenemos dinero ni para pagar un cuarto, ya que, si antes ganaba entre 500 y 1.000 quetzales diarios (60 y 120 euros), ahora solo 100 (12 euros) o a veces nada¡±. Anet, de 33 a?os, asegura que est¨¢ ¡°muy dura" la situaci¨®n. "Y ayuda no tenemos porque para el Gobierno no existimos, y mucho menos las extranjeras¡±. Precisamente, recuerda que las trabajadoras sexuales procedentes de otros pa¨ªses no pueden regresar a sus casas ante el cierre de fronteras, ni tampoco pueden enviar dinero a sus familias, teniendo en cuenta la falta de ingresos, por lo que se han quedado varadas en Guatemala y sin empleo.
Ante un trabajo en el que el distanciamiento social es imposible, detalla que para esquivar al coronavirus trata de evitar los roces de los clientes, quienes muchas veces tratan de besarla. ¡°Pero s¨¦ que, por m¨¢s que intento, estoy demasiado en riesgo; si bien tenemos que buscar este trabajo porque no va a venir nadie a decirme 'tome, aqu¨ª est¨¢ el dinero para que coma d¨ªa a d¨ªa¡±. Tambi¨¦n denuncia que los centros m¨¦dicos no las est¨¢n atendiendo para entregarles las profilaxis y efectuarlas las pruebas de control para evitar enfermedades de transmisi¨®n sexual, como el VIH, tal como suced¨ªa antes de la pandemia cada 15 d¨ªas.
Esta situaci¨®n es confirmada por Adriana Carrillo, Coordinadora Nacional de la Organizaci¨®n Mujeres en Superaci¨®n (OMES), quien se?ala que la covid-19 las ha dejado mucho m¨¢s vulnerables. "A diferencia de otras profesiones no contamos con un seguro m¨¦dico ni social, ni con un reconocimiento como trabajadoras sexuales¡±.
El toque de queda y el cierre de clubs de alterne saca a la luz del d¨ªa a miles de trabajadoras sexuales que sufren persecuci¨®n policial y el rechazo de vecinos
¡°La ¨²nica salida que tienen las compa?eras es ir a chambear a la calle bajo estas condiciones totalmente desastrosas, porque nadie en su sano juicio sale a arriesgarse si tuviera las condiciones para poder quedarse en casa¡±, asevera. ¡°Hoy decimos con m¨¢s fuerza que nunca que los gobiernos tienen una deuda bastante grande con las trabajadoras sexuales y es una ley que nos reconozca¡± remarca Carrillo, para que en una crisis como la actual puedan tener acceso a ayudas sociales. No obstante, recuerda que en los ¨²ltimos a?os ha habido avances, pero insuficientes, como el hecho de que el Decreto Gubernativo 57-2012, que contempla el Reglamento para la Prevenci¨®n, Diagn¨®stico, Tratamiento y Control de las Infecciones de Transmisi¨®n Sexual y el VIH, establezca que las personas que ejercen el trabajo sexual conforman la poblaci¨®n en m¨¢s alto riesgo y vulnerabilidad.
¡°Aqu¨ª nos reconocen como trabajadoras sexuales", indica, y se?ala que deben ir a sus ex¨¢menes de profilaxis, si bien con la llegada del coronavirus denuncia que se han cerrado los centros de salud.? ¡°No tenemos acceso ni a condones, ni a pruebas de VIH o enfermedades de transmisi¨®n sexual (ETS), por lo que corremos el riesgo de que cuando la covid-19 termine, se puedan disparar estas enfermedades en cuanto las mujeres acudan a realizarse las pruebas¡±.
Sin embargo, el Ministerio de Salud P¨²blica y Asistencia Social recoge en sus estad¨ªsticas que, de enero a mayo de este a?o, se han realizado 1.695 pruebas r¨¢pidas de VIH a trabajadoras sexuales, as¨ª como 1.308 pruebas r¨¢pidas de s¨ªfilis y 1.329 pruebas r¨¢pidas de Hepatitis B. Asimismo, en los cinco primeros meses del a?o, se ha atendido a 7.611 mujeres trabajadoras sexuales en servicios de profilaxia sexual y se han entregado m¨¢s de 190.000 lubricantes y m¨¢s de 778.000 condones. Del total de mujeres atendidas, el 99% ha recibido charlas de informaci¨®n, educaci¨®n y comunicaci¨®n, mientras que el 25% ha obtenido paquetes de prevenci¨®n, como ofertas de pruebas de VIH y entrega de condones y lubricantes.
Un grito para exigir la legalidad del trabajo sexual
¡°Vamos a la calle a dejar alimentos a las compa?eras y nos piden que, por favor, en las bolsas pongamos condones porque no tienen y en las farmacias los precios se dispararon y, si hoy tienes 10 quetzales en el bolsillo (1,20 euros), ?qu¨¦ vas a priorizar como madre de familia: comprar alimentos o un paquete de condones?¡±, pregunta la coordinadora nacional de OMES. Carrillo tambi¨¦n es socia fundadora del Sindicato Nacional de Mujeres Trabajadoras Sexuales Aut¨®nomas de Guatemala (Sintrasexgua), que en el 2016 fue inscrito en el Ministerio de Trabajo de este pa¨ªs. De esta manera, se reconoci¨® expl¨ªcitamente la existencia del trabajo sexual aut¨®nomo, si bien, al no estar legislado no se contemplan derechos a quienes se dedican a esta profesi¨®n. Por ello el sindicato, que cuenta con 35 mujeres, inici¨® negociaciones con el Gobierno para que apruebe un r¨¦gimen especial para este tipo de profesionales en el C¨®digo de Trabajo, aunque las reuniones se han paralizado debido al coronavirus.
Uno de los obst¨¢culos que tiene su legalizaci¨®n es la trata de personas que, en ocasiones, va ligada a esta actividad. La Secretar¨ªa Contra la Violencia Sexual, Explotaci¨®n y Trata de Personas (SVET) del Gobierno de Guatemala no considera que el hecho de legislar el trabajo sexual "acabe con la trata de personas en su modalidad sexual". No obstante, la Procuradur¨ªa de los Derechos Humanos (PDH) solo recibi¨® 12 denuncias en el 2019 relacionadas con la trata de personas en su modalidad de explotaci¨®n sexual y cinco en su modalidad de prostituci¨®n ajena, en la que una o m¨¢s personas se benefician de la prostituci¨®n realizada por terceras personas adultas. Mientras, la Fiscal¨ªa del pa¨ªs centroamericano recibi¨® 345 denuncias de trata de personas el pasado a?o, incluidas las de la modalidad de explotaci¨®n sexual, al tiempo que los ¨®rganos judiciales emitieron 14 sentencias condenatorias y nueve absolutorias por este delito penado con prisi¨®n de ocho a 18 a?os.
Durante esta semana la organizaci¨®n con el apoyo de @RedTraSex ha reanudado labores de entrega de v¨ªveres y kits de emergencia a las compa?eras trabajadoras sexuales de diversos departamentos del pa¨ªs.#trabajadorassexuales #trabajosexual #trabajosexualestrabajo #COVID19gt pic.twitter.com/fDgeSJOr90
— ORGANIZACI?N MUJERES EN SUPERACI?N (@omesguate) May 14, 2020
As¨ª, la covid-19 ha dejado desamparadas a miles de mujeres sin la m¨¢s m¨ªnima prestaci¨®n social tras haberse quedado sin empleo por el cierre de establecimientos y la ca¨ªda de clientes en la calle. Ello ha supuesto que algunas de ellas hayan dejado de ofrecer sus servicios sexuales, como Acsa, quien vive en La Libertad (Pet¨¦n), al norte de Guatemala y que ha tenido que abandonar su trabajo despu¨¦s de que cerrara el bar donde iba cada d¨ªa.
Esta joven de 24 a?os, madre de dos hijos de dos y ocho a?os, ha tenido que buscar otro modo de generar ingresos con la venta de comida r¨¢pida en la calle como burritos, tacos y flautas: ¡°No me queda la gran cosa, pero s¨ª saco para comer a diario, nada m¨¢s¡±. Acsa, quien se dedica al trabajo sexual desde los 18 a?os, lamenta que esta crisis llegara justo cuando se hab¨ªa matriculado en la universidad para estudiar Derecho y cumplir su sue?o de ser notaria: ¡°Pude ir a clase solo dos d¨ªas y ahora tengo que pagar los 3.000 quetzales (360 euros) del semestre¡±. Previamente, y mientras ha estado ejerciendo el trabajo sexual, se gradu¨® de maestra a los 22 a?os. ¡°Cuando me met¨ª al trabajo sexual yo dije que quer¨ªa seguir estudiando¡±, aclara.
Seg¨²n relata, algunas de sus compa?eras s¨ª han podido seguir ejerciendo el trabajo sexual en los cuartos de un bar, dado que la jefa les ha dejado la llave de los mismos a cambio del pago de un alquiler. ¡°Se ponen en unos banquitos en la calle a esperar a los clientes, pero a veces no ganan ni para comer y pasa mucho la polic¨ªa, por lo que no se puede trabajar¡±, lamenta Acsa, quien, durante los ¨²ltimos d¨ªas, ha ido a entregar bolsas de comida a sus compa?eras gracias a un fondo de la RedTraSex. Esta organizaci¨®n record¨®, con motivo del D¨ªa Internacional de las Trabajadoras Sexuales, celebrado el pasado 2 de junio, que el 98% de las trabajadoras sexuales de Latinoam¨¦rica y el Caribe sostienen sus hogares, y que con las medidas de cuarentena se ven imposibilitadas de salir a trabajar y, al no estar reconocidas, no pueden acceder a las medidas de contenci¨®n que los Gobiernos han dispuesto. Por ello, a trav¨¦s de un v¨ªdeo, al ritmo de la versi¨®n de la canci¨®n Resistir¨¦ del D¨²o Din¨¢mico, conmemoraron esta jornada con exigiendo la legalidad de su profesi¨®n.
El toque de queda tambi¨¦n ha visibilizado mucho m¨¢s a las trabajadoras sexuales, muchas de ellas, sobre todo las transexuales, ejerc¨ªan su profesi¨®n de noche. ¡°Las compa?eras han tenido que organizarse y trabajar tres o cuatro juntas en una sola esquina para protegerse de la gente que pasa insult¨¢ndolas y les gritan que tengan un poco de dignidad¡±, revela Ixchel Sol¨®rzano, una mujer transexual que ha fundado la Organizaci¨®n para el Desarrollo, la Inclusi¨®n Social y Oportunidades para Todos.
Adem¨¢s, a?ade que algunos polic¨ªas les han hecho saber que tienen que correrse a callejones donde no transite tanta gente para evitar que les digan cosas y les han pedido que el trabajo sexual no lo hagan de d¨ªa. Esta situaci¨®n, unida a que las propias mujeres deben comprarse el gel antibacteriano y las mascarillas, provoca que ¡°en algunos casos, algunas tengan que recurrir a trabajar sin protecci¨®n de preservativo con tal de ganarse algo para llevarse a casa al d¨ªa y poder comprarse un almuerzo¡±, asevera.? ¡°Cuando est¨¢n excluidas de las respuestas de protecci¨®n social de la covi-19, las trabajadoras sexuales se enfrentan a poner su seguridad, su salud y sus vidas en mayor riesgo solo para sobrevivir¡±, ha advertido la Red Mundial de Proyectos de Trabajo Sexual y Onusida.
"Todas estamos aqu¨ª por nuestros hijos"
Desde que salen los primeros rayos de sol, varias calles de la zona 2 de Ciudad de Guatemala se llenan de mujeres con escasa ropa. Caminan de un lado a otro entre peque?os hoteles y viviendas con cuartos en alquiler mirando su tel¨¦fono a la espera del primer cliente que les permita comprar la comida de esa jornada. Un motorista se dirige a una de ellas y, sin quitarse el casco para no ser reconocido por los vecinos, entra junto a la chica en una casa.
A la gente le da miedo venir donde nosotras porque piensa que estamos infectadas y tampoco sabemos con qui¨¦n nos metemos Una trabajadora sexual de Ciudad de Guatemala
Tras entregarle 130 quetzales, de los cuales 100 son para la mujer (12 euros) y 30 (3,6 euros) para pagar el cuarto, podr¨¢ mantener relaciones sexuales con ella durante 30 minutos. Eso s¨ª, ambos sin quitarse la mascarilla y ech¨¢ndose gel en las manos como ¨²nica protecci¨®n para un trabajo donde es imposible el distanciamiento social. ¡°Me da miedo porque no sabemos si nos traen la enfermedad del coronavirus¡±, reconoce Helen, una joven de 24 a?os, quien desde los 20 se dedica al trabajo sexual y que teme llevar la enfermedad a su casa donde viven sus dos hijos de siete y nueve a?os, y su hija de dos. En cuanto se va el hombre, Helen se afana en desinfectar la cama donde trabaja y se echa alcohol y gel en las manos.
Recalca que ella se dedica al trabajo sexual por sus hijos, si bien considera que ser¨ªa un ¡°poco vergonzoso¡± que los dos varones se enterasen de su profesi¨®n. ¡°Pero igual le pido a Dios que a su edad lo sepan entender¡±. Asimismo, asegura que le da ¡°temor¡± que cuando su hija sea m¨¢s mayor, quiera tambi¨¦n dedicarse al trabajo sexual al ver que su madre lo hizo: ¡°Es algo dif¨ªcil para m¨ª, porque yo lo he sufrido y no quisiera que ella lo pase¡±.
¡°Todas estamos aqu¨ª por nuestros hijos y a veces, el mismo Gobierno nos los quieren quitar al considerar que les estamos dando un mal ejemplo sin saber que nos est¨¢n arrebatando el motivo por el cual nosotras estamos ac¨¢¡±, denuncia Helen. Tras volverse a perfumar, la joven regresa a?talonear en la calle en busca de otro cliente, pese al temor a contagiarse: ¡°La gente piensa que una gana un dineral y qu¨¦ ando haciendo aqu¨ª, pero somos como cualquier ciudadano, tenemos deudas y tenemos que seguir con nuestro d¨ªa normal trabajando para dar de comer a nuestros hijos¡±.
Su compa?era, Debi, madre de tres hijos de ocho, 10 y 12 a?os, lamenta la ca¨ªda de clientes. ¡°A la gente le da miedo venir donde nosotras porque piensa que estamos infectadas y tampoco sabemos con qui¨¦n nos metemos¡±, opina. Adem¨¢s, revela que la polic¨ªa y los vecinos las han querido sacar de las calles, si bien remarca que no se pueden ir porque ante la falta de ayuda estatal ¡°no nos va a matar el coronavirus como dicen, sino que nos va a matar el hambre¡±.
La secunda Joisy, quien critica a los polic¨ªas: ¡°Nos miran mal, pero para nosotras es un trabajo como el que ellos hacen, aunque muchas personas no lo ven as¨ª y piensan que una est¨¢ en la calle porque no tiene nada que hacer o porque nos gusta estar teniendo sexo por gusto, pero no es as¨ª¡±. Tras asegurar que le gustar¨ªa que legalizaran el trabajo sexual, subraya que siguen cobrando los precios habituales. "No podemos denigrar nuestro cuerpo o llegar casi al l¨ªmite de regalarlo solo por la pandemia del coronavirus, a pesar de que los hombres est¨¢n exigiendo bajarlos¡±, justifica.
Por su parte, Lidia regenta una de las casas en las que nueve mujeres mantienen relaciones sexuales a cambio de dinero: ¡°La situaci¨®n est¨¢ dif¨ªcil y la polic¨ªa incluso se han querido llevar a las se?oritas por estar en la esquina y nos hostiga amenazando que quiere cerrar el lugar que lleva abierto ocho a?os¡±. Sin embargo, remarca que no tienen ning¨²n motivo, dado que ella no recibe a menores de edad que s¨ª han llegado a su casa con la intenci¨®n de alquilar uno de los cuartos para mantener relaciones sexuales a cambio de dinero.
A una hora de que inicie el toque de queda y vac¨ªe las calles de Ciudad de Guatemala por completo, Lidia reprende desde la entrada de su casa a dos chicas de unos 20 a?os para que se levanten de un portal donde est¨¢n sentadas mirando cada una su tel¨¦fono m¨®vil. ¡°As¨ª no atraen clientes y yo debo pagar los 3.000 quetzales (360 euros) del alquiler de la casa y sacar mi sueldo, ya que seg¨²n lo que ganan ellas, yo gano¡±, concluye esta mujer de 55 a?os, madre soltera de seis hijos y que ejerci¨® el trabajo sexual durante 10 a?os.
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