Ya no hay turistas, la otra sequ¨ªa que amenaza a los ind¨ªgenas africanos
La falta de visitantes como consecuencia de la pandemia de coronavirus est¨¢ empujando a los pueblos originarios de ?frica a una situaci¨®n l¨ªmite de empobrecimiento y falta de alimentos
La industria tur¨ªstica ha sido fuertemente golpeada como consecuencia de la pandemia de covid-19 en todo el continente africano. El cierre de fronteras, entre otras medidas adoptadas para luchar contra ella, trajo aparejado una cascada de cancelaciones de vuelos, reservas de hoteles, safaris, visitas culturales¡ Las previsiones para 2020 auguraban un fuerte crecimiento en el sector. Sin embargo, ahora se teme que no sea capaz de adaptarse r¨¢pidamente a la nueva situaci¨®n y carezca de fuerza para evitar su colapso una vez superada la actual crisis.
En el escal¨®n m¨¢s bajo del engranaje tur¨ªstico se hallan las poblaciones y aldeas ind¨ªgenas que han hecho de esta actividad una importante fuente de ingresos. La interrupci¨®n en la llegada de visitantes representa grandes p¨¦rdidas econ¨®micas. Como consecuencia, muchas comunidades se encuentran en una situaci¨®n cr¨ªtica, hasta el extremo de tener que enfrentarse a la amenaza del hambre. Tal es el caso del pueblo dasanech que habita entre el sur de Etiop¨ªa y el norte de Kenia.
Los dasanech se dedicaban originalmente al pastoreo, pero a medida que fueron expulsados de su territorio original comenzaron a sedentarizarse y cultivar la tierra. Provienen del llamado Tri¨¢ngulo Ilemi, un territorio en disputa entre Etiop¨ªa, Sud¨¢n del Sur y Kenia (que en la actualidad lo controla), uno m¨¢s de los muchos conflictos creados por las potencias coloniales. Poco a poco se desplazaron hacia el valle del r¨ªo Omo y su delta en el lago Turkana, terrotorio donde habitan otros pueblos como los mursi, nyangatom, bodi, karo y otros.
Durante siglos, las crecidas del Omo fertilizaban las riberas transformado sus tierras en aptas para la agricultura. Adem¨¢s, el r¨ªo ofrec¨ªa grandes oportunidades de pesca. Ambas actividades facilitaban la supervivencia de este grupo ¨¦tnico. Pero la construcci¨®n de varias presas y centrales hidroel¨¦ctricas han domesticado el r¨ªo y terminado con sus crecidas. Gibe II y Gibe III son las dos barreras m¨¢s destructivas. En 2010, en unas declaraciones a la BBC, Terri Hathaway, directora de Internacional Rivers¡¯ Africa Programme advirti¨® que Gibe III era la presa "m¨¢s destructiva" en construcci¨®n en ?frica. "El proyecto condenar¨¢ a medio mill¨®n de las personas m¨¢s vulnerables de la regi¨®n al hambre y los conflictos", dijo.
A pesar de las protestas de los activistas, la presa se complet¨® y las promesas realizadas por el Gobierno et¨ªope de mantener la inundaci¨®n artificial que permitir¨ªa a los pueblos que habitan el valle del r¨ªo Omo continuar con sus cultivos nunca se cumplieron. En cambio, el agua almacenada se destina al riego de una inmensa plantaci¨®n de ca?a de az¨²car que abarca 245.000 hect¨¢reas, el conocido como Kuraz Sugar Development Project (KDSP). Igualmente, otro tipo de ayudas como los lugares de reasentamiento ofrecidos a las comunidades tambi¨¦n han supuesto un incumplimiento de la palabra dada. Las parcelas ofrecidas no son suficientemente grandes para alimentar a las familias. Estos y otros abusos fueron denunciados en 2019 por The Oakland Institute en un informe titulado How they tricked us. Living with the Gibe III dam and sugarcane plantations in Southwest Ethiopia.
La capacidad de adaptaci¨®n demostrada por el pueblo dasanech hizo olvidar pronto la profec¨ªa de Hathaway. A medida que desaparec¨ªan sus tierras de cultivo y los peces dejaban de nadar en el r¨ªo, algunos de sus pueblos encontraron en la llegada de turistas una nueva fuente de ingresos. ¡°En los ¨²ltimos 10 a?os, el incremento de visitantes en la regi¨®n del valle del Omo ha sido significativo¡±, afirma desde Etiop¨ªa Toni Espadas, director de Rift Valley Expeditions, agencia de viajes que desde 2010 facilita la llegada de turistas a esa zona.
En un primer momento, el turismo tuvo una repercusi¨®n positiva para los miembros de algunas comunidades dasanech ¡°que se vieron beneficiados por unos ingresos f¨¢ciles que les permit¨ªa comprar alimentos sin necesidad de cultivar sus campos. De hecho, muchos j¨®venes no solo han dejado de trabajar la tierra, sino que no han aprendido las t¨¦cnicas de cultivo del sorgo¡±, contin¨²a Espadas. Sin embargo, la interrupci¨®n del flujo de visitantes ha hecho realidad los peores augurios y ahora el hambre acecha a las comunidades dasanech.
En 2019 el turismo supuso el 6,7% del total del PIB de Etiop¨ªa y dio trabajo al 7% de la fuerza laboral activa
Los visitantes que llegaban a la zona compraban una entrada para visitar la aldea, dinero que era gestionado por la comunidad. Tambi¨¦n pagaban por fotografiar a las personas, previa negociaci¨®n con cada uno de los individuos. Esta es, o era, la principal fuente de obtenci¨®n de ingresos para ellos, en especial para las chicas j¨®venes. Con el dinero adquir¨ªan comida y otros bienes. ¡°Los turistas quieren ver el estilo de vida tradicional de este grupo ¨¦tnico y pagan por ello¡±, explica el director de Rift Valley. ¡°Para llegar a las aldeas dasanech se cruza el Omo en una canoa y luego se camina durante algunos minutos hasta llegar a las primeras casas. Como es un entorno duro y muy caluroso, la mayor¨ªa de la gente no est¨¢ m¨¢s de una hora all¨ª¡±.
Ante la nueva situaci¨®n que la pandemia ha provocado, a Espadas le surgen dudas sobre si de verdad el turismo ha mejorado la vida de los dasanech. ¡°Es cierto que gracias al turismo corre m¨¢s dinero en estas aldeas y eso permite que sus habitantes puedan comprar cosas a las que antes no ten¨ªan acceso. Ese dinero tambi¨¦n permite que los hombres tengan m¨¢s vacas para pagar la dote en el momento del matrimonio e incluso que algunos j¨®venes hayan comprado motos. Pero los conflictos por el robo de ganado con las etnias vecinas (turkana, hammer, nyangatom o toposa) siguen ah¨ª¡±.
Solo algunas aldeas dasanech tuvieron la oportunidad de salvar algunas de sus tierras y cavar canales de riego que les ha permitido seguir cultivando. Pero aquellas que hab¨ªan sido empujadas a depender del turismo se encuentran que ahora ni tienen reserva de alimentos ni el dinero con el que poder comprarlos. Esta situaci¨®n ha puesto al l¨ªmite la supervivencia de los dasanech. El hambre ha hecho su aparici¨®n y se teme que la situaci¨®n se agrave si no se adoptan medidas urgentes. Los ancianos y menores son los m¨¢s perjudicados y sus vidas son las que corren mayor peligro. ¡°El Gobierno et¨ªope no hace nada para paliar esta situaci¨®n¡±, asegura Espadas. Por eso su organizaci¨®n, a trav¨¦s Endoethiopia (su oficina local) y la Asociaci¨®n Across Africa con la que colaboran y comparten proyectos, ha organizado la distribuci¨®n de ayuda de emergencia. En una primera entrega, se han distribuido 5.000 kilos de ma¨ªz en la comunidad de Rate Kebele, una de las m¨¢s afectadas por la desaparici¨®n de los turistas.
Acciones como estas salvan vidas, pero no resuelven el problema de fondo. Por eso, Rift Valley se plantea c¨®mo seguir trabajando con el pueblo dasanech una vez superada la crisis para evitar que situaciones como la actual se vuelvan a producir. ¡°La pregunta es c¨®mo aprovechar los beneficios de un turismo solidario y sostenible para que los habitantes de estas comunidades encuentren un futuro en el que no dependan de la llegada de los extranjeros¡±, se pregunta Espadas.
Situaciones similares a la que vive en este momento el pueblo dasanech se producen en otras partes de Etiop¨ªa. Un pa¨ªs en el que en 2019 el turismo supuso el 6,7% del total de su PIB y dio trabajo al 7% de la fuerza laboral activa, seg¨²n el World Travel and Turism Council (WTTC). Estas cifras son ligeramente inferiores a las del a?o anterior cuando el impacto econ¨®mico de este sector creci¨® un 48,6% ¡ªel mayor experimentado por cualquier pa¨ªs del mundo¡ª y gener¨® m¨¢s de 7.400 millones de d¨®lares. El a?o pasado, los principales visitantes llegaron desde Estados Unidos (17%), China (5%), Reino Unido (5%), Alemania (4%) e Italia (4%). Ser¨¢ muy dif¨ªcil que viajeros procedentes de estos pa¨ªses aborden en el corto plazo un avi¨®n para volar hasta Ad¨ªs Abeba, no en balde, de marzo a abril la llegada de turistas cay¨® un 94%.
Pero esta crisis del turismo generada por la pandemia de covid-19 no es exclusiva de Etiop¨ªa. Noticias sobre problemas similares llegan de muchos otros lugares de ?frica y ponen de relieve la necesidad de que sector tur¨ªstico en el continente repiense c¨®mo hacer que la riqueza que genera sea inclusiva y realmente beneficie el desarrollo de todos las personas que participan en ¨¦l.
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