La vida corta, intensa y tr¨¢gica de Arthur Ashe, el primer negro que gan¨® Wimbledon
Hace 45 a?os, en 1975, el tenista, una leyenda tanto por su juego como por su activismo social, gan¨® el prestigioso torneo ingl¨¦s. Una pel¨ªcula contar¨¢ su vida, hoy m¨¢s de actualidad que nunca
Hay una frase que se atribuye a Arthur Ashe que sirve para definir su vida y su legado. Cuando en 1992 confes¨® que se hab¨ªa infectado de VIH, un fan le escribi¨® ¡°?Por qu¨¦ Dios tiene que elegirte para esa enfermedad?¡±. Y Ashe respondi¨®: ¡°En el mundo 50.000.000 de chicos comienzan a jugar al tenis, 5.000.000 aprenden a jugarlo, 500.000 aprenden tenis profesional, 50.000 entran al circuito, 5.000 llegan a jugar un Grand Slam, 50 llegan a Wimbledon, cuatro a las semifinales, dos a la final. Cuando estaba levantando la copa nunca le pregunt¨¦ a Dios ¡®?Por qu¨¦ a m¨ª?¡¯ Y hoy, con mi enfermedad, no deber¨ªa preguntarle: ¡®?Por qu¨¦ a m¨ª?¡¯.
Ashe se convirti¨® en un s¨ªmbolo contra el racismo casi contra su voluntad. Mientras otros atletas negros como Ali mostraron su repulsa hacia un sistema que los machacaba, Ashe intent¨® combatirlo desde dentro y sin estridencia
Tal vez esta historia sea solo una bonita leyenda como esas invectivas motivacionales que se le atribuyen cada cierto tiempo a tal o cual celebridad, pero refleja a la perfecci¨®n al personaje que era Ashe, un hombre que por encima de todo valoraba ser uno de esos 50 millones de chicos que empezaban a jugar al tenis. Aunque le falt¨® a?adir una cosa: ¨¦l era un chico negro que se hab¨ªa convertido en el mejor jugador de un juego de blancos a pesar de que cuando empez¨® a golpear la pelota con siete a?os la mayor¨ªa de los clubs que luego se disputar¨ªan su presencia ni siquiera le dejaba entrar a ver partidos porque ning¨²n negro pod¨ªa pisar sus instalaciones si no era con una fregona en la mano.
Tambi¨¦n hay algo m¨¢s en esa respuesta real o no: moderaci¨®n, porque Ashe se convirti¨® en un s¨ªmbolo contra el racismo casi contra su voluntad. Mientras otros atletas negros como Ali mostraron ostensiblemente su repulsa hacia un sistema que los machacaba, Ashe intent¨® combatirlo desde dentro y sin estridencia y en ello tuvo mucha importancia su padre, un vigilante de parques de una ciudad segregada que los cri¨® a ¨¦l y a su hermano despu¨¦s de que su madre falleciese de preeclampsia cuando ten¨ªa seis a?os. Aquel descendiente de una mujer que hab¨ªa sido arrancada de las costas africanas y trasladada por esclavistas a Estados Unidos a principios del siglo XVIII lo alej¨® del f¨²tbol americano y el baloncesto y lo inici¨® en un deporte de caballeros, de caballeros blancos, principalmente.
Su tenacidad y sus dotes naturales le hicieron destacar y acab¨® en manos de Robert Walter Johnson, entrenador de Althea Gibson, el gran referente del tenis negro, una jugadora nacida a los a?os veinte en Carolina del Sur que hab¨ªa ganado dos veces Wimbledon y el Open de Estado Unidos y una vez Roland Garros. Johnson vislumbr¨® el inmenso talento de Ashe y lo incorpor¨® a su programa de desarrollo junior de la Asociaci¨®n Americana de Tenis, donde le ayud¨® no s¨®lo a mejorar su juego sino tambi¨¦n a imbuirse de esp¨ªritu deportivo, la etiqueta y la compostura. Deb¨ªa ser elegante en su juego, pero tambi¨¦n en su actitud en la pista.
Johnson exig¨ªa a sus jugadores que siempre devolvieran las pelotas a su rival al cruzar la pista y que jam¨¢s discutieran con el ¨¢rbitro. Pero, a pesar de su inmenso talento, Ashe viv¨ªa en una ciudad segregada y no pod¨ªa competir contra los blancos y mucho menos usar sus canchas cubiertas, as¨ª que se mud¨® a la menos restrictiva San Luis y en 1961, cuando pudo participar en el primer torneo de tenis no segragado, gan¨®. Su proyecci¨®n le hizo aparecer en Sports Illustrated y se convirti¨® en el primer tenista negro que ganaba el t¨ªtulo juvenil.
Tres a?os despu¨¦s tambi¨¦n fue el primer jugador negro seleccionado para el equipo de la Copa Davis estadounidense del que lleg¨® a ser capit¨¢n. Bajo su mando estuvo John McEnroe, una figura radicalmente opuesta a ¨¦l: explosivo, inconformista, rebelde y tambi¨¦n maleducado. Como capit¨¢n, Ashe deb¨ªa reprender su comportamiento, pero mientras lo hac¨ªa le envidiaba profundamente, sab¨ªa que McEnroe pod¨ªa gritar, insultar al ¨¢rbitro y destrozar raquetas porque era blanco, ¨¦l jam¨¢s podr¨ªa permitirse perder la compostura en la pista. ¡°Creo haber visto a John como un reflejo de una parte ¨ªntima de m¨ª mismo. ?l personificaba sentimientos que yo solo pod¨ªa reprimir, era como una especie de ¨¢ngel oscuro para mi propio esp¨ªritu fuertemente restringido, eso puede explicar por qu¨¦ siempre dud¨¦ en interferir en sus rabietas, incluso cuando era excesivo. De alguna manera, John estaba expresando mi propia ira, como yo nunca podr¨ªa expresarla; y tal vez incluso estaba agradecido con ¨¦l por hacerlo¡±, unas declaraciones que Raymond Arsenault recoge en su biograf¨ªa A Life.
Con aquel talante controlado y respetuoso se convirti¨®, en 1968, en el primer ganador negro del Abierto de Estados Unidos en la misma pista que hoy lleva su nombre y a la que a veces le hab¨ªan prohibido la entrada por confundirlo con un limpiador o un camarero. Aquel a?o su imagen se mezcl¨® en las portadas de los peri¨®dicos con las de Tommie Smith y John Carlos alzando el pu?o al modo de los Black Panthers en los Juegos Ol¨ªmpicos de M¨¦xico y eso gener¨® debates sobre su falta de implicaci¨®n. Mientras el pa¨ªs se revolv¨ªa tras los asesinatos de Martin Luther King y Bobby Kennedy, Ashe segu¨ªa acumulando trofeos y siguiendo el consejo de su padre de no implicarse en ¡°ese desastre de los derechos civiles¡±.
Esa actitud conllev¨® que algunos activistas le llamasen T¨ªo Tom, o sea, un negro que aceptaba su destino de sumisi¨®n a los blancos. Con sus suaves maneras, su aire intelectual y su voz suave, Ashe encarnaba al tipo de negro que no violentaba a los blancos y agradaba a las marcas publicitarias, pero eso era algo que tambi¨¦n le hab¨ªa inculcado su padre: para que no le atacasen tendr¨ªa que ser mejor que ellos en todo.
A pesar de que ten¨ªa la carrera de un hombre blanco segu¨ªa siendo un hombre negro y en 1969 se dio de bruces con la realidad: el apartheid surafricano que estaba avergonzando al mundo. Cuando trat¨® de participar en un torneo en el Abierto de Sud¨¢frica el gobierno de Pretoria le neg¨® la visa. Sin embargo en el primer mundo segu¨ªa siendo el mejor jugador y al a?o siguiente gan¨® el segundo Grand Slam de su carrera, el Abierto de Australia. No fue su ¨²nica victoria. Sud¨¢frica fue expulsada de la Copa Davis por no permitirle acceder a su torneo, algo que intent¨® durante tres a?os seguidos hasta que por fin, en 1973 y como un mero lavado de imagen del regimen le permitieron jugar all¨ª. Perdi¨® en la final ante Jimmy Connors, pero gan¨® los dobles con su compa?ero Tom Okker. Muy pocos activistas contra el r¨¦gimen racista entendieron su actitud, sin embargo ¨¦l cre¨ªa que su presencia en el torneo contribu¨ªa a normalizar la figura de los negros. Sin embargo, cuando intent¨® comprar entradas para unos j¨®venes que quer¨ªan asistir al torneo y le remitieron al mostrador de los negros se sum¨® a los que ped¨ªan el boicot. Las buenas maneras no hab¨ªan servido de nada.
El t¨ªmido y reflexivo Ashe estaba cada vez m¨¢s centrado en el activismo, pero a¨²n le faltaba vivir el momento culminante de su carrera y de la de cualquier tenista: conquistar Wimbledon. El 5 de julio de 1975 se enfrent¨® a Jimmy Connors, por primera vez en tres d¨¦cadas dos norteamericanos llegaban a la final del gran torneo brit¨¢nico y no pod¨ªan hacerlo en una situaci¨®n m¨¢s dispar: Connors de 22 a?os estaba en su mejor momento y el paso por el torneo hab¨ªa sido un paseo triunfal mientras que Ashe a sus 31 estaba m¨¢s cerca de la jubilaci¨®n. El tenis explosivo de Connors junto a su poderoso rev¨¦s a dos manos le hac¨ªa llegar como favorito indiscutible a la final, sin embargo en la pista todo cambi¨®. Ashe hizo justo lo que su padre le hab¨ªa inculcado, ser mejor que los blancos en todo. Aquella noche lo consigui¨®, despleg¨® un tenis total y venci¨® a un anonadado Connors.
Cuando se retir¨® un par de a?os despu¨¦s tras una lesi¨®n en el tal¨®n ya era una leyenda y cuatro d¨¦cadas despu¨¦s sigue siendo el ¨²nico hombre negro que ha ganado el torneo brit¨¢nico, el Abierto de Estados Unidos y el Abierto de Australia.
Todav¨ªa con el tal¨®n enyesado se cas¨® con la fot¨®grafa Jeanne Moutoussamy y se dedic¨® a escribir, a comentar partidos y a un activismo tan intenso como poco estridente: ¡°El verdadero hero¨ªsmo es marcadamente sobrio, muy poco dram¨¢tico. No es adelantar a todos a cualquier precio, sino la necesidad de servir a todos a cualquier precio¡±, escribi¨®.
Su principal causa fue fomentar el deporte entre los adolescentes negros para alejarlos de la exclusi¨®n social y tambi¨¦n de la explotaci¨®n laboral a la que empezaban a someterles los clubs. Tambi¨¦n sigui¨® implicado en la lucha contra el apartheid, de hecho en enero de 1985 fue arrestado frente a la Embajada de Sud¨¢frica en Washington durante una manifestaci¨®n. No fue la ¨²nica vez que aquel h¨¦roe de modales exquisitos acab¨® en prisi¨®n. En 1992 le encarcelaron por protestar frente a la Casa Blanca contra la reciente represi¨®n contra los refugiados haitianos.
Por entonces el deporte ya era un mero hobby. En 1979 hab¨ªa sufrido un ataque al coraz¨®n debido a una enfermedad cardiaca hereditaria que tambi¨¦n hab¨ªa padecido su madre y se hab¨ªa sometido a una operaci¨®n de bypass cu¨¢druple con s¨®lo 36 a?os. Pocos meses despu¨¦s sufri¨® una reca¨ªda y volvi¨® a recibir cirug¨ªa. Cuando en 1988 fue hospitalizado por tercera vez, todo el mundo dio por sentado que el motivo era la misma dolencia, pero esta vez recibi¨® el mayor golpe de su vida: era VIH positivo. Una de las m¨²ltiples transfusiones que hab¨ªa recibido durante las cirug¨ªas lo hab¨ªa contagiado de la enfermedad m¨¢s estigmatizada del siglo XX.
Trat¨® de mantenerlo oculto por Cameron, la hija que hab¨ªa nacido dos a?os antes y tambi¨¦n porque ten¨ªa miedo de que repercutiese sobre sus m¨²ltiples causas sociales, pero el peri¨®dico USA Today le avis¨®: lo hab¨ªan descubierto e iban a publicarlo. Ashe se adelant¨® y realiz¨® una confesi¨®n que dej¨® desolados a millones de fans. "Estoy enfadado porque me pusieron en la posici¨®n de tener que mentir si quer¨ªa proteger mi privacidad", declar¨® en la rueda de prensa. Fiel a su estilo, no demand¨® a la cl¨ªnica que hab¨ªa filtrado su enfermedad a los medios.
Era abril de 1992 y apenas hab¨ªan pasado cinco meses desde que el legendario Magic Johnson hab¨ªa realizado el mismo anuncio. De pronto el temido SIDA dejaba de ser una enfermedad marginal. A partir de entonces, Ashe sum¨® las campa?as de sensibilizaci¨®n sobre el virus a su apretada agenda social. Y no dej¨® de hacerlo ni un d¨ªa hasta que falleci¨® en 1993 a los 49 a?os.
Cuando se celebran cuarenta y cinco a?os de su gran victoria en Wimbledon su nombre vuelve a la actualidad, primero por la pel¨ªcula sobre su vida que prepara el director Ashok Amritra y segundo porque muchos se plantean c¨®mo habr¨ªa sido su actitud en un momento de tanta tensi¨®n racial. A finales de los sesenta, en el momento m¨¢s convulso de la lucha por los derechos sociales, declar¨®: "A veces, una manifestaci¨®n es la mejor manera de obtener titulares sobre un mal negocio, pero no creo que los manifestantes deban tratar de causar problemas a nadie. Nunca avanzaremos por la fuerza, porque nos superan en n¨²mero 10 a 1. La negociaci¨®n silenciosa y la infiltraci¨®n lenta me parecen m¨¢s esperanzadoras. ?Esto me convierte en un t¨ªo Tom? Si es as¨ª, est¨¢ bien".
No podr¨ªa ni haber imaginado que durante las revueltas m¨¢s violentas que ha vivido Estados Unidos desde 1968 su estatua en su Richmond natal fuese precisamente una de los s¨ªmbolos vandalizados por los exaltados al grito de "White lives matter". Ni siquiera su padre pudo prever que para salvarle de la ignominia no le bastar¨ªa con ser mejor que los blancos.
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