¡°Propongo que votemos a un imb¨¦cil que no se entera de nada. O sea, a m¨ª¡±: c¨®mo el c¨®mico m¨¢s famoso de Francia casi fue presidente del pa¨ªs
Coluche se presentaba a las elecciones de 1981 con un programa populista. Poco despu¨¦s su mujer le abandonaba y su amigo Patrick Dewaere se suicidaba. El humorista falleci¨® cinco a?os despu¨¦s y su muerte es uno de los temas favoritos de los adictos a las teor¨ªas conspiranoicas
¡°Como siempre hemos votado personas competentes e inteligentes, ahora propongo que votemos a un imb¨¦cil que no se entera de nada. O sea, a m¨ª¡±. Hace 40 a?os, un tipo que se mostraba en p¨²blico vestido de payaso y pronunciaba esl¨®ganes como este, adem¨¢s de hacer chistes procaces sobre Carolina de M¨®naco, lleg¨® a mirar cara a cara al sill¨®n presidencial franc¨¦s. Tambi¨¦n era honesto sobre sus intenciones: ¡°Me presento a las presidenciales para cubrir de mierda a todo mundo y hasta el final¡±. Podr¨ªa pensarse que se trataba de un populista m¨¢s en busca de su momento de gloria, si no fuera porque la candidatura la apoyaron desde cantantes mel¨®dicos hasta fil¨®sofos posestructuralistas. Coluche era el c¨®mico m¨¢s famoso de Francia, solo que esta vez iba absolutamente en serio.
Coluche se present¨® a las elecciones presidenciales de 1981 con la intenci¨®n de imponerse al socialista Mitterrand y al republicano Giscard d¡¯Estaing, que ocupaba el sill¨®n presidencial. Su consigna era ¡°azul, blanco, mierda¡±, y el eslogan ¡°Hasta ahora Francia estaba dividida en dos; conmigo se doblar¨¢ en cuatro¡±
Coluche se llamaba en realidad Michel Colucci, y hab¨ªa nacido en Par¨ªs en 1944, hijo de un inmigrante italiano pintor de brocha gorda y una empleada de florister¨ªa. Monette, su madre, qued¨® viuda muy joven y tuvo dificultades para sacar adelante a Michel y a su hermana Dani¨¨le, lo que compone el consabido cuadro de una infancia atribulada. ¡°No soy un nuevo rico, sino un viejo pobre¡±, dir¨ªa muchos a?os despu¨¦s, cuando era ya un actor respetado y, por descontado, bastante rico.
Pero antes tuvo que bregarse con un rosario de empleos en los que nunca lleg¨® desarrollar una m¨ªnima destreza: florista como su madre, pero tambi¨¦n ceramista, telegrafista, camarero, verdulero, repartidor, asistente de farmacia, asistente de fot¨®grafo y empleado de gasolinera. Tambi¨¦n se incorpor¨® brevemente al ej¨¦rcito, pero fue encarcelado por insubordinaci¨®n. M¨¢s tarde, siguiendo una antigua vocaci¨®n musical, se hizo m¨²sico callejero, y aqu¨ª s¨ª que encontr¨® a su p¨²blico. Esto le llev¨® al cabaret, y el cabaret al caf¨¦-teatro, y el caf¨¦-teatro a los peque?os papeles c¨®micos en cine y televisi¨®n.
Form¨® parte de la primera hornada del Caf¨¦ de la Gare, c¨¦lebre caf¨¦-teatro junto a la estaci¨®n de Montparnasse de cuya cantera saldr¨ªan despu¨¦s otros actores como G¨¦rard Lanvin, G¨¦rard Depardieu, Josiane Balasko o G¨¦rard Jugnot. All¨ª se hizo amigo de Patrick Dewaere, cuya tr¨¢gica vida ya contamos en ICON y como veremos tambi¨¦n aportar¨ªa cierta dosis de desgracia a la suya.
Otra componente de esa troupe que tambi¨¦n triunfar¨ªa a lo grande era una joven de dieciocho a?os llamada Sylvette Herry, con la que Coluche inici¨® un noviazgo. De ¨¦l recibi¨® el apodo que se convertir¨ªa en su nombre art¨ªstico: Miou-Miou. Coluche se lo puso en alusi¨®n a su timidez y su vocecilla gatuna. La madre de ella, sin embargo, no estaba nada satisfecha con la relaci¨®n, y amenaz¨® con denunciarlo por corrupci¨®n de menores (entonces la mayor¨ªa de edad en Francia se conced¨ªa a los 21). No lleg¨® la sangre al r¨ªo, ya que al poco Miou-Miou dej¨® a Coluche para convertirse en pareja de Dewaere, que comenzaba a hacerse un nombre en el cine.
El guapo y atl¨¦tico Patrick Dewaere fue inmediatamente adoptado por el sistema cinematogr¨¢fico franc¨¦s como un actor ¡°serio¡± con m¨²ltiples registros. A Coluche le cost¨® un poco m¨¢s despegar, y cuando lo hizo fue como monologuista c¨®mico en escenarios, radios y televisiones. Encarnaba la caricatura del franc¨¦s medio con la nariz y los gruesos mofletes sonrosados de colorete y ataviado con botas, camiseta amarilla y un caracter¨ªstico pantal¨®n de peto a rayas. De inteligencia limitada, reglamentariamente machista y racista aunque no del todo malintencionado, era simplemente un mec (¡°un tipo¡±). ¡°Siempre grosero, nunca vulgar¡±, se defin¨ªa. Actuaba para el p¨²blico de su pa¨ªs critic¨¢ndolo abiertamente, pero quien re¨ªa sus gracias no pensaba que estuviera hablando de ¨¦l porque los imb¨¦ciles son siempre los otros.
Por esta ¨¦poca conoci¨® tambi¨¦n a su esposa, V¨¦ronique Kantor, con la que tuvo dos hijos. Proveniente de un medio burgu¨¦s, se enfrent¨® a su padre m¨¦dico para quedarse a su lado y lo ayud¨® a montar su propia compa?¨ªa, Le Vrai Chic Parisien. Despu¨¦s fue testigo de sus primeros ¨¦xitos en el cine: en 1976 rod¨® Muslo o pechuga junto a Louis de Fun¨¨s y el a?o siguiente lleg¨® a dirigir y protagonizar la farsa hist¨®rica Vous n'aurez pas l'Alsace et la Lorraine.
Mientras tanto, sus corrosivos chistes pol¨ªticos eran censurados en algunos programas de radio y televisi¨®n. En 1980 lo contrataron para animar un programa en Radio Montecarlo bajo la ¨²nica condici¨®n de que no hablara de la familia Grimaldi, copropietaria de la cadena. Nada m¨¢s salir en antena dijo ¡°Buenos d¨ªas, estamos en directo desde la roca de las putas¡±. Y poco despu¨¦s: ¡°?Has visto Montecarlo? No, he visto subir a Carolina¡± (juego de palabras dif¨ªcilmente traducible que enreda los nombres de la capital y la princesa monegascas junto a una posible alusi¨®n sexual). Fue inmediatamente despedido ¡°por incompatibilidad de humor¡± y renunci¨® a cualquier indemnizaci¨®n para ¨¦l, pero a cambio exigi¨® que se pagara al equipo.
Aquello sucedi¨® un viernes y el lunes siguiente se present¨® al p¨²blico vestido con una chaqueta de frac y una bufanda tricolor sobre su peto habitual soltando una ocurrencia que nadie habr¨ªa esperado, y cuyas motivaciones nunca se han llegado a desentra?ar del todo. Coluche se presentaba a las elecciones presidenciales de 1981 con la intenci¨®n de imponerse a candidatos como el socialista Mitterrand y el republicano Giscard d¡¯Estaing, que entonces ocupaba el sill¨®n presidencial. Su consigna era ¡°azul, blanco, mierda¡±, y el eslogan ¡°Hasta ahora Francia estaba dividida en dos; conmigo se doblar¨¢ en cuatro¡±. Otro chiste intraducible, ya que en franc¨¦s ¡°pli¨¦e en quatre¡± tambi¨¦n puede significar ¡°muerta de risa¡± o ¡°dar su brazo a torcer¡±, entre otras cosas.
Ofrec¨ªa un programa populista y antisistema que sin embargo se dirig¨ªa justamente a los colectivos que el populismo suele dejar de lado: ¡°Apelo a los perezosos, inmundos, adictos, alcoh¨®licos, maricones, mujeres, par¨¢sitos, j¨®venes, viejos, artistas, carceleros, bolleras, aprendices, negros, peatones, ¨¢rabes, los franceses, los peludos, los locos, los travestis, los ex comunistas, los abstemios convencidos, todos aquellos que no cuentan¡±, anunci¨®. De inmediato obtuvo el apoyo de otros artistas y comediantes, pero tambi¨¦n de la crema de la intelectualidad que representaban Gilles Deleuze, F¨¦lix Guattari, Pierre Bourdieu o Alain Touraine. Los sondeos llegaron a concederle un 16% de intenci¨®n de voto, lo que lo clasific¨® en tercer lugar entre los candidatos, rozando a Mitterrand.
Despu¨¦s de divorciarse, el humorista pos¨® para una revista con un rifle que regal¨® a su amigo Patrick Dewaere, quien se peg¨® un tiro en el ba?o de su casa cuando su novia Elsa Chalier le llam¨® para decirle que le dejaba por?Coluche
Pero a lo largo de la campa?a los desacuerdos internos, as¨ª como las presiones pol¨ªticas y period¨ªsticas (salieron a la luz viejos problemas con la ley, y desde el Ministerio del Interior lleg¨® a emitirse una orden para que se lo investigara con el fin de desacreditarlo p¨²blicamente) terminaron convenci¨¦ndolo para que renunciara a la candidatura. Anunci¨® que estaba harto de la pol¨ªtica y que cambiaba su estrategia de protesta contra la censura en los medios poni¨¦ndose en huelga de hambre, y manifest¨® su apoyo a Mitterrand, que al menos era un candidato de izquierdas. Y fue Mitterrand quien tras las elecciones del 10 de mayo de 1981 sucedi¨® a Giscard d¡¯Estaing como presidente de la Rep¨²blica Francesa.
La aventura electoral hab¨ªa puesto de los nervios a V¨¦ronique, que pidi¨® el divorcio aquel mismo a?o. Esta fue solo la primera de una serie de desgracias que afectaron profundamente al actor. Poco despu¨¦s de divorciarse, pos¨® para una revista humor¨ªstica vestido de cazador y con un rifle del calibre 22 que regal¨® a su amigo Patrick Dewaere. Retirado en una casa que se hab¨ªa comprado en la ex colonia caribe?a de Guadalupe, invit¨® a Elsa Chalier, la novia de Dewaere, a hacerle compa?¨ªa. Ella embarc¨® para el Caribe sin dudarlo, dejando la relaci¨®n pendiente de un hilo. Al cabo de unos d¨ªas le confirm¨® por tel¨¦fono a Dewaere que todo hab¨ªa terminado entre ellos. Esa misma noche, ¨¦l se peg¨® un tiro en el ba?o de su casa: el arma era el mismo rifle que le hab¨ªa regalado Coluche. Lola Dewaere, hija de Patrick y Elsa, dir¨ªa a?os despu¨¦s: ¡°No voy yo a tirar la primera piedra: en aquella ¨¦poca, todo el mundo estaba con todo el mundo. Pero pienso que mi padre vivi¨® aquello como la traici¨®n suprema, ya que Coluche era su mejor amigo¡±.
La relaci¨®n entre Elsa y Coluche dur¨® poco, sin embargo. Ese mismo a?o, ¨¦l se vinculaba a la actriz y escritora Fred Romano, de la que la prensa gala dir¨ªa que ¡°lo acompa?¨® en el infierno¡±. Y aqu¨ª se hac¨ªa referencia sobre todo a las drogas duras, con las que ya hab¨ªa flirteado antes, pero que en esta ¨¦poca se convirtieron en una compa?¨ªa m¨¢s frecuente. Ella no lo desmentir¨ªa: ¡°Juntos llegamos muy lejos en nuestro deseo de morir¡±. Un deseo al que dieron rienda suelta durante los cuatro a?os que dur¨® la relaci¨®n.
Tambi¨¦n en este tiempo, su carrera experiment¨® un giro positivo al que no fue ajena la muerte de Patrick Dewaere. Estaba previsto que ¨¦ste, Miou-Miou y Coluche protagonizaran a las ¨®rdenes de Bertrand Blier una pel¨ªcula cuyo t¨ªtulo, La femme de mon pote (La mujer de mi colega), aportaba claros indicios sobre su argumento: un hombre se enamora de la mujer de su mejor amigo, que parece corresponderle. El guion se inspiraba en la vivencia real de los tres actores, y acaso tambi¨¦n en el asunto Patrick-Coluche-Elsa. La cuesti¨®n es que, tras el fallecimiento de Dewaere, Miou-Miou rechaz¨® protagonizarla -la reemplaz¨® Isabelle Huppert- y Coluche, aunque con serios conflictos morales, termin¨® aceptando.
El 19 de junio de 1986 la moto de Coluche tom¨® una salida con poca visibilidad en una carretera de la Costa Azul y se estamp¨® contra un cami¨®n que estaba maniobrando. No falleci¨® en el acto, lo hizo tres cuartos de hora despu¨¦s
La decisi¨®n le gener¨® profundos remordimientos, pero result¨® ser una jugada maestra para su carrera: la cr¨ªtica, sorprendida por aquella incursi¨®n dram¨¢tica de alguien considerado hasta entonces un c¨®mico de la tele, alab¨® su interpretaci¨®n con entusiasmo. Un entusiasmo que contagi¨® al director Claude Berri, quien le dio el papel de un triste y alcoh¨®lico empleado de gasolinera en el policiaco Tchao Pantin. Aquello se sald¨® con un C¨¦sar al mejor actor protagonista, el mismo premio al que su amigo reci¨¦n fallecido, Patrick Dewaere, el ¡°actor serio¡±, hab¨ªa sido nominado hasta cinco veces sin obtenerlo jam¨¢s.
Sin embargo, no aprovech¨® demasiado esta nueva aura de prestigio, ya que sus siguientes pel¨ªculas (con directores como Dino Risi, Claude Zidi o Josiane Balasko) fueron comedias no muy memorables. A cambio, se empe?¨® a fondo en dos actividades que nada ten¨ªan que ver con el espect¨¢culo. La primera fue la labor solidaria, con la que fund¨® la iniciativa Les Restos du Coeur (restaurantes del coraz¨®n), una cantina gratuita que serv¨ªa comida a personas con insuficientes recursos econ¨®micos, que a¨²n sigue operativa. Y la segunda fue su afici¨®n a las motos, que lo llev¨® a participar en la Paris-Dakar de 1985 y a batir el r¨¦cord mundial de velocidad al alcanzar los 252,087 kil¨®metros por hora en el circuito de Nard¨° a bordo de una Yamaha.
Sin embargo, no concurr¨ªa exceso de velocidad cuando el 19 de junio de 1986 su moto tom¨® una salida con poca visibilidad en una carretera de la Costa Azul y se estamp¨® contra un cami¨®n que estaba maniobrando. No falleci¨® en el acto, lo hizo tres cuartos de hora despu¨¦s. Desde el momento del accidente hasta su muerte le confort¨® su amigo, el maquillador Didier Lavergne, que iba en otro veh¨ªculo detr¨¢s de ¨¦l. Seg¨²n ¨¦l, la motocicleta de Coluche no corr¨ªa a m¨¢s de 80 km/h en una carretera con l¨ªmite de 90, y de hecho las agujas del contador quedaron detenidas en los 60 kil¨®metros por hora. El conductor del cami¨®n, en cambio, asegur¨® que ¡°iba muy deprisa¡±. La estrella de rock francesa Renaud, amigo del c¨®mico, le dedic¨® una canci¨®n titulada Putain de cami¨®n (Puto cami¨®n . Su letra (¡°Ese puto cami¨®n, ?pero qu¨¦ demonios hac¨ªa ah¨ª? / Puta vida de mierda / Rodaste sobre la hierba / Y a nosotros nos dejaste all¨ª plantados¡±) no era mucho m¨¢s sutil que el propio t¨ªtulo.
En su pa¨ªs, la muerte de Coluche no ha dejado de ser uno de los temas favoritos de los adictos a las teor¨ªas conspiranoicas. Se ha dicho que la mordacidad pol¨ªtica de sus mon¨®logos hab¨ªa llegado demasiado lejos, y tambi¨¦n que hab¨ªa que neutralizar a toda costa el riesgo de que volviera a presentarse a las elecciones porque hab¨ªa demasiados intereses que pod¨ªan desbaratarse con un buf¨®n en la presidencia. Nada de esto parece probable, ya que la Quinta Rep¨²blica francesa es uno de los contextos pol¨ªticos m¨¢s serios y estables de la democracia mundial. ¡°La France est une R¨¦publique indivisible, la?que, d¨¦mocratique et sociale¡±, palabra de Dios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.