C¨®mo ense?ar a nuestros hijos a digerir sus emociones
Todos nos emocionamos, pero no todos hacemos lo mismo cuando nos emocionamos
En Laboratorio de felicidad hoy tenemos la suerte de contar con una firma invitada de excepci¨®n: Pilar Sanz nos ense?a a desarrollar la inteligencia emocional en los m¨¢s peque?os.
Digerir las emociones que nos brinda la realidad supone un privilegio en tiempos de incertidumbre global. Hoy se habla sin tapujos de educaci¨®n e inteligencia emocional. Es maravilloso observar c¨®mo se desvanece el tab¨² de que somos seres emocionales. Lo que hacemos con nuestras emociones es la base de nuestra salud mental. No importa nuestra edad, nuestra nacionalidad, ni nuestra personalidad. Todos nos emocionamos, pero no todos hacemos lo mismo cuando nos emocionamos. La digesti¨®n emocional va a determinar nuestra calidad de vida.
Nuestra vida se asemeja a un restaurante con diferentes platos. Cada uno de ellos es una realidad. Hay platos dulces y otros amargos. A veces, se nos ofrece un buf¨¦ donde elegir. Otras, nos brindan un men¨² cerrado que no da opciones. En cualquier caso, tenemos que hacer su digesti¨®n emocional. Tragarlo, asimilarlo, seleccionar lo que nos nutre, crecer y, finalmente, dejar ir. Es important¨ªsimo que asimilemos y nos nutramos de cada bocado antes de soltarlo. Para digerirlo emocionalmente se necesita tiempo. Adem¨¢s, precisamos usar nuestras enzimas emocionales. Durante el proceso de digesti¨®n emocional hay unas acciones m¨¢s conscientes que otras. Igual que en nuestra digesti¨®n f¨ªsica.
Primero decido tragar ese bocado de realidad, aceptar lo que no puedo cambiar y no depende de m¨ª. Despu¨¦s, gracias a la enzima emocional de la respiraci¨®n, puedo anclarme en el presente, relajar mi sistema nervioso y amortiguar mis tendencias reactivas. Sin embargo, todo esto no es suficiente. Necesitamos que intervengan m¨¢s enzimas emocionales. Aqu¨ª las palabras se tornan m¨¢gicas para ayudarnos a hacer ese bocado m¨¢s digestivo. Todos podemos reconocernos en expresiones como ¡°no tengo palabras¡± o ¡°esto no tiene nombre¡±. El lenguaje nos muestra su funci¨®n primordial en la digesti¨®n emocional.
La lengua y la funci¨®n simb¨®lica se asientan en nuestros v¨ªnculos m¨¢s primarios. Como cachorros humanos, al principio somos emoci¨®n pura. De hecho, todos asociamos la palabra rabieta a los m¨¢s peque?os. Eso no quiere decir que los adultos no las vivamos, solo que tenemos m¨¢s recursos para digerir la rabia y el resto de emociones. Como adultos hemos desplegado en menor o mayor grado nuestra funci¨®n simb¨®lica y tenemos lenguaje. En sociedades biling¨¹es, observamos c¨®mo cada persona tiene una lengua materna que suele ser la lengua en la que habla mejor de sus experiencias vitales y tambi¨¦n en la que se enfada. El papel de los v¨ªnculos primarios es b¨¢sico en el desarrollo de nuestro lenguaje como enzima emocional.
De ni?os, mam¨¢ y pap¨¢ hacen las veces de trituradora y nos brindan las realidades en pur¨¦ a trav¨¦s del v¨ªnculo de apego seguro con ellos. Empezamos a comer s¨®lidos paso a paso, hasta que aprendemos a digerir las emociones solos. ?C¨®mo podemos ense?ar a nuestros hijos a digerir sus emociones? En primer lugar, aprendiendo a digerir las nuestras. Si queremos conseguirlo, es clave conocernos a nosotros mismos. Identificar nuestras tendencias m¨¢s reactivas, aceptar la realidad de la condici¨®n humana y la propia realidad que supone ser madre o padre. Establecer un v¨ªnculo de apego seguro con nuestros hijos no significa darles todo lo que desean, sino todo lo que necesitan. No es tarea f¨¢cil, as¨ª que para lograrlo tenemos que tratar a nuestros hijos como alguien diferente y diferenciado de nosotros. Adem¨¢s, debemos aceptar la realidad de que ser padres consiste en facilitar espacios para que sus alas puedan desplegarse y que en el futuro puedan alzar su propio vuelo.
Lo s¨¦, a veces cuesta no proyectarnos en nuestros hijos. Ser padres nos muestra nuestros fantasmas y nuestras tendencias reactivas m¨¢s primarias. Para poder diferenciarnos es importante que primero identifiquemos nuestros deseos y necesidades. Como la vida es real, tendremos que aceptar que ni nuestros hijos ni nosotros vamos a ser perfectos. Somos reales y nos toca hacer el duelo de ese ideal que ten¨ªamos acerca de ser padres y de la crianza.
Solo cuando abrazamos nuestra condici¨®n humana real en toda su dimensi¨®n (f¨ªsica, mental y emocional) seremos capaces de facilitar que nuestros hijos se abran a la vida. Entonces podr¨¢n desplegar herramientas para ser aut¨®nomos y felices. Como pap¨¢s y mam¨¢s, somos el primer laboratorio para su felicidad.
Pilar Sanz es psic¨®loga
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.