Una ruta por los templos menos conocidos de Angkor siguiendo sus puentes de piedra
La fabulosa capital del imperio Jemer en el noroeste de Camboya, una de las grandes maravillas del mundo, todav¨ªa guarda para el viajero secretos abrazados por los ¨¢rboles de la selva
Pocos viajeros vuelven de Camboya sin haber visitado los monumentos de Angkor. La mayor¨ªa habr¨¢ pasado una jornada o varias en el fabuloso grupo de centenares de templos hinduistas y budistas junto a la ciudad de Siem Reap, para muchos el recinto arqueol¨®gico m¨¢s fascinante de Asia. Sin embargo, el poderoso imperio Jemer que durante su apogeo del Per¨ªodo Angkor, entre los siglos IX y XV, edific¨® estos santuarios p¨¦treos construy¨® tambi¨¦n de un modo admirable un buen n¨²mero de s¨®lidas infraestructuras civiles: reservorios de agua para el regad¨ªo, posadas y peque?os hospitales para viajeros o centenares de puentes en los caminos, de los que se han conservado varias decenas.
La ruta por la antigua carretera tal y como se concibi¨® en el siglo XI entre Angkor y el templo Prasat Preah Khan en Ta Seng, a unos 130 kil¨®metros hacia el este y en muchos tramos a¨²n sin asfaltar, cruza varios r¨ªos y torrentes vadeados por una decena de puentes medievales. Es la NH66, conocida por los m¨¢s aventureros como la ruta de los puentes angkorianos, aunque el m¨¢s impresionante de todos, el Spean Praptos, habr¨ªa que conocerlo de vuelta a Siem Reap por la carretera principal que une la ciudad con la capital del pa¨ªs, Phnom Penh.
El ¨²nico modo de recorrer este fascinante camino es a bordo de un veh¨ªculo alquilado en Siem Reap o, en sentido inverso, en Kompong Thom: una motocicleta, un esc¨²ter o un todoterreno, y es fundamental evitar la aventura durante la estaci¨®n de las lluvias (de junio a noviembre), cuando algunos tramos de la carretera pueden resultar impracticables.
Aunque estrictamente el camino de los puentes angkorianos arranca junto a las ruinas del impresionante templo de Beng Mealea, construido en el siglo XII por mandato del rey jemer Suryavarman II, es buena idea dirigirse al salir de Siem Reap antes de nada al singular templo de Banteay Srei, considerado el m¨¢s refinado del grupo de Angkor. A diferencia de los cicl¨®peos templos monta?a del recinto arqueol¨®gico, Banteay Srei, erigido hacia el a?o 970, es un santuario en miniatura adornado por las esculturas y los relieves m¨¢s sofisticados y magistrales hallados en un monumento jemer. Situado a 25 kil¨®metros al noreste del templo principal, Angkor Wat, presidi¨® la llamada Ciudadela de las Mujeres, cuya construcci¨®n fue encomendada por el monarca Jayavarman V a las artesanas y obreras m¨¢s h¨¢biles.
Desde esta joya del arte jemer, una carretera en buen estado conduce durante 50 kil¨®metros en direcci¨®n sureste hasta los restos de Beng Mealea, donde hay que hacer otra parada y explorar este templo budista de buen tama?o y similar factura al de Angkor Wat, aunque solo consta de un nivel sobre la planta. Tras los s¨®lidos muros, protegidos por un enorme foso, se puede echar un vistazo al interior despu¨¦s de trepar por grandes bloques de piedra apilados y penetrar por el hueco que ha dejado el barrote de piedra que falta en una ventana. Aqu¨ª, en los patios sobre los que se puede caminar por unas pasarelas, la jungla se ha incorporado al monumento a¨²n m¨¢s que en el famoso y tan fotografiado Ta Prohm de Angkor y ha invadido todo el interior del santuario. Hay que esforzarse un poco o preguntar a los guardias que custodian un monumento muy saqueado en los funestos a?os de los jemeres rojos en el poder para localizar los maravillosos bajorrelieves mitol¨®gicos donde danzan las apsaras (las ninfas celestiales) o las balaustradas sobre las que reptan las gigantescas nagas (serpientes divinas). El lugar cautiv¨® al director franc¨¦s Jean-Jacques Annaud, que rod¨® aqu¨ª varias secuencias de su encantador filme sobre una pareja de cachorros de tigre titulada Dos hermanos (2004).
Unos 25 kil¨®metros m¨¢s adelante, aparece en un claro del bosque el puente (spean, en camboyano) de Ta Ong, construido en el siglo XII y el mejor conservado de la ruta. Mide 77 metros de largo, y por sus balaustradas serpentean unas impresionantes nagas de piedra rematadas por ocho cabezas que amparan la imagen de Buda en los extremos del puente. Quince arcos de s¨®lida laterita sostienen esta obra que orden¨® el rey Jayavarman VII para facilitar la comunicaci¨®n de su capital en Angkor con el centro espiritual de Preah Khan de Kampong Svay. A estas alturas del camino, el viajero apenas se encontrar¨¢ con alg¨²n cami¨®n, un campesino en su carreta de bueyes o quiz¨¢ una pareja y un beb¨¦ a lomos de un esc¨²ter.
Antes de llegar a la aldea de Khvau, a siete kil¨®metros, aparece Spean Toch, un puente de 12 metros de longitud que se apoya en cuatro arcos de laterita con balaustradas de arenisca, y en el pueblo, el Spean Khvau est¨¢ en muy buenas condiciones y mide unos 30 metros sostenidos por ocho arcos. En los 20 kil¨®metros de ruta que quedan hasta el templo de Preah Khan se pasa por los restos del puente de Phum O, de 10 metros y unos pocos arcos semisumergidos en un torrente y rodeados de vegetaci¨®n, lo que no impide apreciar su delicada estructura; y tambi¨¦n por los dos puentes Khmeng, en el pueblo de Ta Seng ¡ªdonde se ofrece alojamiento en casas particulares¡ª, y el peque?o puente de O Chamrea, casi junto a los muros del santuario. El camino puede castigar al viajero con algunas vicisitudes y hay tramos embarrados en los que hay que llevar la moto en volandas, pero la llegada al Preah Khan de Kampong Svay es una recompensa ¨²nica. El enorme recinto del templo, uno de los m¨¢s gloriosos de la ¨¦poca de m¨¢ximo esplendor jemer, ocupa un ¨¢rea boscosa de cinco kil¨®metros cuadrados y, al ser m¨¢s remoto y de dif¨ªcil acceso de todo Camboya, lo normal es visitarlo en soledad. Este es uno de los poqu¨ªsimos pa¨ªses del mundo donde todav¨ªa se pueden encontrar restos arqueol¨®gicos impresionantes en medio de una jungla sin m¨¢s compa?¨ªa que una banda de monos¡ o de peligrosas cobras que hay que evitar pisar cuando se camina entre los bloques derribados del edificio principal. Preah Khan fue construido por primera vez en el siglo IX en honor a Shiva y otras deidades hind¨²es, para ser consagrado a Buda en el XII cuando el rey Jayavarman VII orden¨® su ampliaci¨®n. Llegar hasta aqu¨ª es el sue?o de todo viajero amante de la arqueolog¨ªa.
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