As¨ª es el Grand Hotel Son Net, el nuevo proyecto de Lorenzo Castillo en plena sierra de Tramuntana
Ubicado en un antiguo palacio en pie desde 1672, el reconocido interiorista se ha inspirado en la historia de Mallorca para reformar este alojamiento de 31 habitaciones y jardines versallescos ubicado cerca del pueblo Puigpunyent. Un enclave donde el paisaje y la gastronom¨ªa son dos protagonistas m¨¢s
En la sierra de Tramuntana de Mallorca, uno de los entornos naturales mejor conservados de las islas Baleares ¨Dno por casualidad declarada patrimonio mundial de la Unesco en 2011¨D, en una ladera del reputado pueblo de Puigpunyent, a d¨ªa de hoy uno de los rincones m¨¢s requeridos por parejas con ni?os de todas las nacionalidades, ha abierto hace poco sus puertas el Grand Hotel Son Net. Este antiguo palacio del siglo XVII, en pie desde 1672, a cuyo alrededor se extienden seis hect¨¢reas con vi?edos de malvas¨ªa, huertos de c¨ªtricos y exuberantes jardines, se sit¨²a a apenas media hora en coche de Palma, tiempo suficiente para penetrar en un mundo id¨ªlico que, nada m¨¢s verlo, da para so?ar con un viaje de no retorno.
Desde el pueblo, mientras se remontan las curvas que conducen a la finca, el perfil de Son Net se asemeja a un faro aislado entre monta?as en una insuperable consonancia con el paisaje, con vistas privilegiadas del Puig de Galatz¨®, uno de los picos m¨¢s altos de la isla con 1.027 metros. Al llegar, la piedra de la fachada principal, salpicada por las gruesas pinceladas verdes de las enredaderas, y la terracota ocre de la fachada lateral, sin estridencias ni ostentaciones, nos hablan y nos remiten a aquella Mallorca de navegantes, de archiduques, de viajeros ilustres (como Gaston Vuillier), de ge¨®grafos (como Charles William Word), de escritoras (como Georges Sand) y de compositores (como Chopin, que compuso no lejos de aqu¨ª sus preludios). Ya desde la puerta, el alojamiento nos cuenta su historia como un viajero antiguo. Porque Son Net es real y es mito, un edificio que producir¨¢ nostalgia. Hay un dicho que asegura que si el viajero encontrara su casa dejar¨ªa de viajar. Desde la primera toma de contacto, este es un lugar que invita a recordar ese tipo de cosas porque representa bien el deseo de quedarse. A¨²n no se ha llegado, pero ya se piensa en volver.
Elegante y discreto, es un refugio atravesado por el savoir faire de Cortes¨ªn Hotels. Suelos de piedra, vigas r¨²sticas, patio con pozo, sal¨®n con chimenea, una fuente de cucharas del escultor Ben Jakober, ¨®leos de la escuela de Ribera, butacas mallorquinas de madera de palosanto del siglo XVII y hasta un cipr¨¦s de 500 a?os protegido por el Gobierno balear dan cuenta de un espacio desde el que sentir que el tiempo se da un rodeo. La restauraci¨®n del espacio ha sido tan cuidadosa que la belleza gastada del mobiliario antiguo parece reci¨¦n estrenada. Han sido dos a?os y medio de reformas, restaurando, recreando, conservando suelos, techos, arcos y recuperando frescos para llegar a transmitir la dif¨ªcil sensaci¨®n de entrar en un palacio del siglo XVII m¨¢s que en un hotel. Son Net tiene solo 31 habitaciones, cada una de ellas diferente, sin una ordenaci¨®n equilibrada que lo una todo, m¨¢s bien reina la filos¨®fica din¨¢mica de lo impuro.
De la restauraci¨®n de las habitaciones y de las ¨¢reas interiores se ha encargado el interiorista especializado en decoraci¨®n cl¨¢sica Lorenzo Castillo, que, como buen historiador del arte, se explica como un libro abierto: ¡°Son Net, para un decorador, es una cosa que solo pasa una vez en la vida. Yo ven¨ªa de terminar el palacio de Villa Gonzalo de Madrid y cre¨ªa que ese era el proyecto de mi vida en cuanto a recuperaci¨®n de patrimonio, pero hemos ido m¨¢s all¨¢. Y es raro poder hacer esto con un proyecto comercial, llegar a ese nivel de sofisticaci¨®n y de detalle es muy complicado, hemos tenido la suerte de que el cliente, Javier L¨®pez Granados, tiene claro lo que es el concepto del lujo¡±, explica a EL PA?S.
El lujo de este lugar se basa en la armon¨ªa, la naturalidad y la discreci¨®n, en la convivencia con el personal, con la naturaleza y con la identidad mallorquina. ¡°Todas las decoraciones est¨¢n inspiradas en la historia de Mallorca, que es fascinante, rica y est¨¢ ligada a la historia del Mediterr¨¢neo, de Roma, de ¨¢rabes, de la corona de Arag¨®n... Todo eso est¨¢ reflejado en la decoraci¨®n. Este es mi proyecto m¨¢s intelectual, en el que mejor se percibe mi pasi¨®n por la historia del arte. Como manejo bien los conceptos hist¨®ricos y las referencias a esos mundos, y como me han dejado hacer lo que he querido, he ido tan lejos que las telas de las habitaciones se han tejido en Gast¨®n y Daniela ex profeso para cada una de ellas sacadas de antiguos documentos¡±, explica el interiorista. Y prosigue: ¡°Por ejemplo, una tela de la ¨¦poca de Luis XVI del siglo XVIII ten¨ªa unos motivos chinos y a partir de esa inspiraci¨®n hice la habitaci¨®n china, ?por qu¨¦? Porque en todos estos palacios no se decoraba como se decoran ahora las casas, que tienen un mismo hilo conductor y toda la casa es igual, sino que exist¨ªa el cuarto azul, el cuatro rojo, el cuarto verde, el cuarto turco, el cuarto ingl¨¦s, el cuarto chino... por tanto, esas distintas asignaciones a pa¨ªses, a ciudades, a culturas o a colores, tambi¨¦n quise que las tuviese este palacio¡±.
Basta observar la suite de los azulejos portugueses o la italiana, que tan bien habla de cuando Mallorca era un eje central de comunicaci¨®n comercial con G¨¦nova y Venecia, y en la que respira esa irremediable influencia veneciana y barroca. O a¨²n mejor, dar una vuelta y detenerse en las peque?as villas que rodean el palacio. ¡°En los cottages hicimos un homenaje a la naturaleza, a Voltaire, a Rousseau, a la ilustraci¨®n del XVIII, a la pel¨ªcula de Sofia Coppola con Mar¨ªa Antonieta jugando con las ni?as en el jard¨ªn¡±. El jard¨ªn es un mundo aparte que circunda la piscina de 30 metros, ah¨ª la inspiraci¨®n es muy inglesa y francesa porque eso es Mallorca. ¡°En efecto¡±, constata Castillo, ¡°tengamos en cuenta que la escuela de pintura mallorquina del XVII al XIX est¨¢ muy influenciada por el realismo y el romanticismo franc¨¦s, ingl¨¦s y alem¨¢n, y luego tambi¨¦n el impresionismo de Anglada Camarasa¡±.
Que Rousseau y Voltaire ser¨ªan felices en este jard¨ªn es tan indudable como la inspiraci¨®n versallesca que lo atraviesa. El reto de Castillo ha sido dar a cada espacio su atm¨®sfera: ¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil ha sido la decoraci¨®n. La b¨²squeda de piezas, muchas de ellas mallorquinas, de los siglos XVII y XVIII. Hasta los grabados que aparecen en los cuartos de ba?o tienen cada uno su raz¨®n de ser: son costumbristas y est¨¢n pensados para que el visitante vea y aprecie El Escorial, el palacio de Aranjuez, el interior del Palacio Real de Madrid, escenas goyescas de toros y mapas de Espa?a del XVII y del XIX. No hay ni una sola reproducci¨®n¡±. Menci¨®n especial merecen las alfombras, pues est¨¢n todos los estilos del siglo XVII al XIX, algunas de la Real F¨¢brica de Tapices de Santa B¨¢rbara, otras de la Real Fundaci¨®n de Gremios, otras turcas y otras persas. Y la cer¨¢mica, claro, tan importante en Mallorca, proveniente de T¨²nez, T¨¢nger, Esmirna o Egipto.
Tampoco se encuentran reproducciones ni suced¨¢neos en el restaurante Mar & Duix, ubicado en la antigua almazara reconvertida por Castillo en un espacio confortable. La afinidad con Mallorca se extiende de manera brillante a la cocina a cargo de Sergio Olmedo, que ha ideado un recetario balear entre la tradici¨®n y lo popular de primer nivel, cuyo principal objetivo es hacer sentir que se ha estado en esta isla y no en otra. ¡°Nuestra cocina¡±, explica el chef, ¡°tiene identidad propia, huye de modas, destaca por los platos sencillos y aut¨¦nticos, arraigados en el recetario y los productos locales, buscando un equilibrio de los sabores n¨ªtidos e intensos¡±. No faltan cl¨¢sicos mallorquines: tumbet, figatella, camaiot, sobrasada, cremadillos, quesos de cabra de Pollen?a y una soberbia torrija-ensaimada. Si se busca cosmopolitismo, el Green Bar guarda la mundolog¨ªa en los c¨®cteles.
La libertad consiste en la posibilidad de aislarse. Y la naturaleza que envuelve Son Net brinda la suficiente satisfacci¨®n de esp¨ªritu como para aprovecharla. Eso s¨ª, aunque cueste abandonar sus instalaciones, vale la pena aventurarse en la ruta de monta?a que ofrece el Cam¨ª vell d?Estellencs. Este lleva de Puigpunyent a lo alto que cada uno considere del Galatz¨®, con vistas sobrecogedoras de un paisaje de macizos y flores y caminos rurales con aroma a c¨ªtricos, que elevan la expresi¨®n del lujo natural para senderistas conscientes de que en todo desplazamiento hay una b¨²squeda. Cuando llega la hora de hacer la maleta, lo ¨²nico que uno tiene claro es que la estancia hay que fijarla en la mente como sea (incluso, si es preciso, relat¨¢ndola) para que no exista el riesgo de que caiga en el olvido.
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