Los regalos del r¨ªo Guadiaro: pozas, barranquismo, senderos y molletes
La cueva del Gato o el ca?¨®n de las Buitreras son solo dos de los muchos atractivos desde su nacimiento en la malague?a Ronda hasta su desembocadura en Sotogrande, ya en la provincia de C¨¢diz
Humilde y de aguas tranquilas, el Guadiaro es un r¨ªo que pasa desapercibido en la geograf¨ªa andaluza. No tiene la grandeza del Guadalquivir ni las rarezas del Tinto, pero sus 80 kil¨®metros de curso atraviesan dos parques naturales, transcurren junto a peque?os pueblos blancos y ofrecen numerosas posibilidades de disfrutar de la naturaleza en las provincias de M¨¢laga y C¨¢diz. Cuenta con numerosas pozas tranquilas para darse un chapuz¨®n. Y en su interior oculta un incre¨ªble ca?¨®n para practicar barranquismo. A poco m¨¢s de 90 minutos de la Costa del Sol y las playas de Tarifa, el r¨ªo es pura vida bajo los dominios del imponente buitre leonado. La belleza de este territorio se explora a pie o en coche, pero tambi¨¦n a bordo del tren que une Ronda con Algeciras y que circula paralelo al cauce y dispone de paradas en min¨²sculas estaciones para conseguir un viaje m¨¢s sostenible.
El Guadiaro nace en el paraje ronde?o de La Indiana. A la primera de cambio recibe el aporte constante de un arroyo que surge de las profundidades de la cueva del Gato, en el l¨ªmite del parque natural Sierra de Grazalema. Sus 10 kil¨®metros de t¨²neles conectan con la cueva de El Hundidero, donde existe una presa fallida construida hace un siglo y que nunca consigui¨® embalsar agua porque su tierra porosa se la traga cada vez que llueve. La cavidad, solo apta para personas expertas en espeleolog¨ªa, refugi¨® al ser humano hace 14.000 a?os. Hoy la mayor¨ªa se queda en la entrada, donde una cascada de agua helada cae sobre el llamado Charco Fr¨ªo, de sorprendente color esmeralda. De densa vegetaci¨®n, parece un pedacito de Costa Rica en la serran¨ªa. Los m¨¢s j¨®venes se juegan la vida con saltos desde las rocas cercanas y los mayores descansan en la orilla. De libre acceso ¡ªsolo hay que pagar un euro para entrar al aparcamiento¡ª es v¨ªctima de la masificaci¨®n durante el verano. En septiembre, cuando el calor es suave pero a¨²n aprieta, es todo tranquilidad.
El refrescante ba?o despierta a cualquiera, aunque nunca viene mal un caf¨¦ con el desayuno. Se disfruta, y mucho, tras dormir en el ecohotel Cueva del Gato, frente a la gruta, y donde el chef Miguel Herrera cocina maravillas. Tambi¨¦n trabaja en Benaoj¨¢n (1.459 habitantes), a tres kil¨®metros a pie o en coche. Es la cuna de los molletes del Obrador M¨¢ximo. All¨ª, Pedro Heras, de 35 a?os, prepara con mimo un millar cada madrugada. Su madre y su pareja los cepillan por la ma?ana y, justo despu¨¦s, los panecillos viajan hacia toda Espa?a. Por encargo, se pueden adquirir en la propia panader¨ªa. Si se olvida llamar con antelaci¨®n, hay soluci¨®n porque su fina masa tambi¨¦n se puede saborear en los bares de este pueblo malague?o. El panadero recomienda varias opciones para disfrutarlo a lo grande, como comerlo con una paleta asada o carne mechada de las muchas empresas c¨¢rnicas del pueblo. Tambi¨¦n el de panceta Mariano ¡ªreceta de una poller¨ªa local¡ª con huevo frito, cebolla caramelizada y alioli. ¡°Es una maravilla¡±, asegura. El Encuentro y el bar Stop, conocido popularmente como Ankanita, los sirven en su formato XXL tostados a la perfecci¨®n, crujientes y ligeros. Ambos ofrecen alternativas m¨¢s cl¨¢sicas para desayunar, como chicharrones o zurrapa, todo local. El precio ronda los cuatro euros, caf¨¦ incluido.
La energ¨ªa sirve para continuar el camino de poza en poza entre ¡°un paisaje brutal¡±, como lo define Rafael Flores, de 58 a?os. El ronde?o conoce este territorio como la palma de su mano al guiar a miles de senderistas con su empresa RF Natura. La siguiente poza se encuentra junto a la estaci¨®n de tren de Jimera de L¨ªbar (403 habitantes), donde hay un pu?ado de casas. El camino se puede realizar en coche por la carretera MA-8401, que pasa junto a la entrada de la cueva La Pileta ¡ªsantuario de pinturas rupestres declarado Bien de Inter¨¦s Cultural cuya visita es posible y recomendable¡ª y las formas imposibles moldeadas por el agua y el viento en la piedra caliza. Tambi¨¦n puede recorrerse en tren ¡ªen apenas ocho minutos¡ª o por un envidiable sendero que transita paralelo al r¨ªo y desemboca justo en la charca de la Ermita, una piscina natural con c¨¦sped, sombra, bancos y lib¨¦lulas de colores. Hay coloridas adelfas, vegetaci¨®n de ribera y una sensaci¨®n de que el tiempo se detiene. Aqu¨ª el r¨ªo gana profundidad y facilita zambullirse entre multitud de peces. Cuando el agua est¨¢ calmada, barbos y cachuelos se dejan ver por la superficie con peque?os saltitos.
Siguiendo la ruta, un poco m¨¢s abajo, la charca de la Llana es una peque?a presa que permite nadar con libertad bajo la sombra de eucaliptos y ¨¢lamos blancos. El bar Alioli, con una sorprendente e intensa vida cultural, es una estupenda parada para adentrarse en la gastronom¨ªa local. El men¨² de la venta La Oveja Negra, algo m¨¢s arriba, incluye carnes a la brasa, porra antequerana, ensaladas completas, migas del pastor y platos de cucharreteo como el gazpacho caliente: una sopa de pan, tomate y esp¨¢rragos. Comparte entrada con la piscina municipal, chapuz¨®n con extra de cloro.
Despu¨¦s, la aventura se intensifica. El aperitivo es Cortes de la Frontera (2.986 habitantes), poblaci¨®n con una enorme plaza de toros y un precioso edificio de piedra que mand¨® construir Carlos III en el siglo XVIII y que hoy acoge al Ayuntamiento. Las paredes de sus casitas incluyen poemas y algunos edificios, bonitos murales. A las afueras, un sendero cae hacia el valle entre olivos. A mitad de camino se esconde un lugar asombroso: una antigua ermita de origen paleocristiano excavada en piedra arenisca. Se calcula que fue construida entre los siglos VI y VII. Conocida como Casa de Piedra, recuerda a la ciudad de Bobastro ¡ªjunto al pantano de El Chorro¡ª del rebelde Omar Ibn Hafs¨²n. Cuenta con una hornacina en forma de c¨¢liz y lo que se cree que era una pila bautismal. En el siglo XVIII fue utilizada como lagar y despu¨¦s abandonada. En 2023 se adecent¨® su entorno: se coloc¨® una valla y una puerta con pestillo que hay que cerrar tras la visita. La ruta finaliza en la localidad Ca?ada del Real Tesoro. En su casco urbano se ubica la charca de la Z¨²a, con sombrillas bajo las que tirar la toalla y pasar el d¨ªa como en la playa. El mes¨®n Las flores es la referencia gastron¨®mica del lugar.
El rinc¨®n m¨¢s conocido y atrevido de la zona es el ca?¨®n de las Buitreras, ya en el t¨¦rmino municipal de Benarrab¨¢ (446 habitantes). Es el epicentro del barranquismo local gracias al trabajo de desgaste realizado por el r¨ªo Guadiaro durante millones de a?os. El equipo de Sierraventura Ronda cuenta con permisos para realizar la ruta ¡ªde unas ocho horas de duraci¨®n¡ª con grupos entre el 15 de junio y el 15 de noviembre. A¨²n hay tiempo para recorrer estas gargantas repletas de saltos, pozas, bajadas en rapel o peque?as lagunas. Tiene paredes que se levantan hasta 100 metros hacia el cielo, donde anidan los buitres que le dan nombre. ¡°Siempre hay vistas impresionantes, es de los barrancos m¨¢s espectaculares¡±, se?ala ?ngel Ballesteros, de 37 a?os, que lleva desde los 14 recorriendo el lugar. El monitor advierte que la actividad es de complejidad media o media-alta, seg¨²n el nivel del agua. Para quien tenga dudas y prefiera otra opci¨®n, hay propuestas para lanzarse en tirolinas, subir por v¨ªas ferratas o practicar senderismo. Igual basta con un ba?o en el rinc¨®n conocido como la charca del Moro o La Playita, justo al final del ca?¨®n. Se accede f¨¢cilmente a pie desde El Colmenar entre puentes colgantes y pozas como el Charc¨®n del Chal¨¦ o la charca de las Pepas. Es raro verlas, pero en la zona reside una amplia colonia de nutrias.
Tras pasar por los alrededores de Gauc¨ªn ¡ªcon 1.608 vecinos y restaurantes como Azulete que merecen una parada¡ª el cauce se adentra entonces por la provincia de C¨¢diz, junto al parque natural de Los Alcornocales. Lo hace por localidades como San Pablo de Buceite y Jimena de la Frontera, para unirse con el Genal poco antes de San Mart¨ªn del Tesorillo entre paisajes que mezclan la monta?a con los cultivos agr¨ªcolas. Desde all¨ª, ya juntos, aumenta el caudal para descender entre pistas de polo y campos de golf hasta el llamado estuario del Guadiaro. El espacio natural es ya la excepci¨®n all¨ª tras la construcci¨®n de la urbanizaci¨®n Sotogrande y todas sus instalaciones deportivas. Triste final para un r¨ªo inolvidable que muere en el Mediterr¨¢neo.