El otro But¨¢n m¨¢s all¨¢ de sus iconos tur¨ªsticos
Existen puntos de obligada visita, como el valle de Paro, la capital Timbu o el ic¨®nico monasterio del Nido del Tigre, pero si uno se desv¨ªa encuentra una experiencia m¨¢s aut¨¦ntica en uno de los pa¨ªses m¨¢s desconocidos del mundo (fruto de las altas tasas que impone a los turistas)
But¨¢n es un pa¨ªs donde los hombres todav¨ªa visten ropas de estilo medieval, las leyes siguen el budismo tibetano y el viajero puede sentirse como en una ¨¦poca muy lejana al siglo XXI. Un lugar con un modelo tur¨ªstico que apuesta por menos cantidad y m¨¢s calidad (imponiendo una tasa de 100 d¨®lares diarios para cada turista) y por las experiencias sin prisas, y que se aleja del estilo mochilero de Nepal o la India. But¨¢n sigue siendo un rinc¨®n casi oculto al resto del mundo. Como cualquier destino, tiene unos puntos de obligada visita, casi todos en el oeste, como el valle de Paro, la peque?a capital, Timbu, o los dzongs (templos-fortaleza) m¨¢s espectaculares, pero si uno se desv¨ªa un poco de ellos puede encontrar una experiencia todav¨ªa m¨¢s aut¨¦ntica, con tempos exquisitos, alojamientos particulares y valles donde estar a solas.
No es dif¨ªcil salir de la ruta habitual en But¨¢n. Incluso el popular valle de Paro tiene muchos templos, monasterios y lugares de peregrinaje encantadores pero poco visitados, donde uno puede ser el ¨²nico extranjero esa semana. Para los amantes de descubrir lugares fuera de ruta, tienen en el lejano este un verdadero para¨ªso.
El oeste, la introducci¨®n perfecta
En el oeste del pa¨ªs est¨¢ el ¨²nico aeropuerto internacional de But¨¢n (Paro), as¨ª que es la puerta de entrada casi obligada para todo el mundo. Y es tambi¨¦n aqu¨ª, en el oeste, donde est¨¢n sus templos y dzongs m¨¢s espectaculares, los festivales m¨¢s importantes y la mayor¨ªa de los alojamientos. Es por tanto la zona m¨¢s visitada, lo que no quiere decir que no resulte espectacular y diferente.
Cinco valles paralelos concentran todos sus encantos. Aqu¨ª est¨¢n por ejemplo el ic¨®nico monasterio del Nido del Tigre, aferrado a un acantilado, o el delicioso valle de Haa, con retiros de meditaci¨®n en la ladera de los acantilados y perfecto para hacer senderismo, ya sea por la Ruta Hass Panorama o la Trasbut¨¢nica, los dos grandes senderos que recorren el pa¨ªs. Aqu¨ª, en el oeste est¨¢ tambi¨¦n la capital, Timbu, tal vez lo m¨¢s decepcionante del viaje: una minimetr¨®polis que es una burbuja en expansi¨®n, con centros comerciales, monasterios mezclados con chalets y apartamentos, pero que tambi¨¦n tiene sus rincones interesantes. Timbu representa adem¨¢s, de alguna forma, el logro del sue?o butan¨¦s: un pueblo bastante satisfecho que abraza lo moderno aferr¨¢ndose firmemente a su cultura tradicional. Hasta los edificios m¨¢s modernos est¨¢n adornados con murales budistas pintados a mano y deidades protectoras.
Más información en la guía Lonely Planet de Bután y en la web lonelyplanet.es.
Pero el oeste puede ser tambi¨¦n una introducci¨®n perfecta al But¨¢n m¨ªstico. Ya al salir del aeropuerto de Paro encontraremos banderas de oraci¨®n ondeando en los tejados, hombres y mujeres con trajes tradicionales y estupas budistas que marcan los cruces de r¨ªos y carreteras y monasterios que parecen fortalezas sobre las colinas. Adem¨¢s de los principales puntos de inter¨¦s, hay muchos sitios religiosos poco visitados pero interesant¨ªsimos: templos en acantilados, como Juneydrak, en Haa, o Dzongkharpo en el camino al Cheli La, y lugares de peregrinaje, como Chumphu Ney y Drak Karpo, con m¨¢gicas marcas dibujadas en rocas y cuevas milagrosas.
El oeste de But¨¢n tambi¨¦n cuenta con algunos de los tramos m¨¢s accesibles de la Ruta Transbut¨¢nica, que permiten hacer caminatas de solo una o dos horas. Si a esto se le a?ade el destino de senderismo m¨¢s popular de But¨¢n, el espectacular Jomolhari, y las mejores carreteras del pa¨ªs, se entiende que muchos viajeros centren sus esfuerzos en esta parte del pa¨ªs.
¡®Dzongs¡¯, naturaleza, tradiciones y rutas de peregrinaje
Entrar en But¨¢n es como llegar a unos de esos ¡°mundos perdidos¡± del Himalaya que hasta hace tiempo resultaban inaccesibles y que inspiraron la famosa obra de James Hilton Horizontes perdidos (1933). Hay varias claves que trazan el ADN de los butaneses, como su profunda religiosidad budista y los espectaculares dzongs. Se construyeron como fortalezas, pero acabaron asumiendo el papel de centros administrativos y religiosos. Hoy cada centro de un distrito tiene un dzong; algunos datan del siglo XVII, otros de hace 30 a?os. Se dise?aron, sobre todo, para impresionar con su poder y riqueza, y a¨²n lo hacen. Albergan las reliquias sagradas del distrito y acogen sus festivales m¨¢s importantes. Todos constan de varios patios separados por una torre central y solo suelen estar abiertas una o dos de sus capillas, especialmente la sala de asamblea. Hay gustos para todos, pero muchos dicen que el m¨¢s bonito es el de Punakha, en el oeste, bordeado de jacarandas; el de Simtokha es el m¨¢s antiguo de todos; el de Trongsa, en el centro del pa¨ªs, es quiz¨¢ el que goza de una situaci¨®n m¨¢s incre¨ªble y tiene vistas m¨¢s espectaculares; y el de Gasa est¨¢ en un incre¨ªble entorno alpino.
Otra de las claves para comprender este destino son los lugares de peregrinaje. Los butaneses ven su pa¨ªs a trav¨¦s del prisma de la geograf¨ªa sagrada: tras cada paso de monta?a y masa de agua acechan deidades protectoras y esp¨ªritus malignos, y las cuevas en acantilados marcan el lugar donde lucharon demonios y santos, que a menudo dejaron sus huellas en las rocas. Hay que unirse a los peregrinos hacia uno de estos lugares sagrados para lograr m¨¦ritos y para atisbar un mundo de magia y todo tipo de milagros. Por ejemplo, podremos seguir a los peregrinos en una kora (circunvalaci¨®n) a Drak Karpo, que en un punto desciende a una cueva sagrada por una escalera. O buscar visiones en el lago sagrado de Membartsho, donde aseguran que se realizaron importantes milagros. O escuchar historias salvajes de esp¨ªritus malignos y estupas voladores en los templos de los acantilados de Dzongdrakha.
Aparte de sus magn¨ªficos templos y monta?as, el atractivo m¨¢s interesante de But¨¢n es su cultura ¨²nica, que se puede compartir f¨¢cilmente si uno se aloja en una casa particular o visita un templo alg¨²n d¨ªa sagrado para el budismo, dejando que el gu¨ªa explique los entresijos de esta fascinante cultura. El deporte nacional butan¨¦s, el tiro con arco, es dif¨ªcil de aprender, pero se puede probar con el khuru, un juego tradicional que usa dardos en vez de un arco.
Tradici¨®n budista en los buc¨®licos valles centrales
Quien viaja sin prisas sigue camino hacia el centro del pa¨ªs, donde se concentra la tradici¨®n budista en sus buc¨®licos valles. Es el coraz¨®n cultural de But¨¢n, con algunos de sus templos m¨¢s antiguos e importantes envueltos en un paisaje de gran importancia religiosa. Los cuatro valles de Bumthang son los grandes imanes para el viajero, pero el fabuloso dzong de Trongsa y la fauna subtropical del parque nacional Real de Manas, en la frontera con la India, son imprescindibles. El viaje puede resultar incre¨ªble y casi irreal: los amplios y f¨¦rtiles valles, cultivados y bordeados de monta?as cubiertas de bosques, parecen casi un nirvana rural, un paisaje de postal salpicado por templos y monasterios muy antiguos en los que la tradici¨®n se conserva y se transmite a las nuevas generaciones de monjes y que son escenario de fiestas budistas antiguas y espectaculares.
Los valles est¨¢n protegidos por monta?as y formidables desfiladeros y atravesados solo por algunos pasos altos, caminos y puentes complicados. Al otro lado de Pele La y de las Monta?as Negras, cubiertas de bosques, est¨¢ el magn¨ªfico dzong de Trongsa, puerta de entrada al centro de But¨¢n, y desde all¨ª, un corto viaje conduce a los cuatro valles de Bumthang, una regi¨®n m¨¢gica, rica en reliquias, ermitas y sitios sagrados.
Hasta aqu¨ª llegan muchos menos turistas que al oeste. Los amantes de la naturaleza pueden disfrutar caminando durante d¨ªas por senderos poco transitados y para salirse completamente de lo trillado solo hay que ir a las selvas llenas de fauna del Parque Nacional Real de Manas, en el sur. El turismo es muy incipiente en este parque, que linda con el parque nacional de Manas de Assam, en la India, y forma una importante zona de conservaci¨®n transnacional, con una fauna muy variada de elefantes, b¨²falos de agua, leopardos, tigres, panteras, civetas, rinocerontes y m¨¢s de 360 especies de aves.
Al este de But¨¢n: peregrinaciones budistas, observaci¨®n de aves y tejidos
Pero hay quien busca salir completamente fuera de las rutas tur¨ªsticas, incluso en un pa¨ªs como este, y retroceder en el tiempo. En este caso hay que desplazarse al salvaje este de But¨¢n. Interesantes grupos ¨¦tnicos, bosques perfectos para observar aves y algunos festivales sorprendentes son las grandes recompensas que aguardan a los pocos que dedican tiempo y dinero para llegar all¨ª. Es un But¨¢n diferente: rural, atemporal y apenas alterado por el turismo que se queda en las regiones m¨¢s accesibles del oeste. Aqu¨ª esperan largos trechos en coche, as¨ª que es buena idea cubrir uno de los trayectos en avi¨®n, a Bumthang o Yongphula.
Los pocos viajeros intr¨¦pidos que llegan hasta aqu¨ª se ven recompensados con la sensaci¨®n de aventura: bosques impenetrables, pasos altos y sobrecogedoras carreteras de monta?a. Adem¨¢s, hay pueblos y ciudades tradicionales poco influidos por el turismo, as¨ª como grandes dzongs y templos misteriosos, vac¨ªos salvo por estatuas silenciosas y monjes que cantan. Muchos viajeros en el este se sienten atra¨ªdos por sus magn¨ªficos bosques: para¨ªsos exuberantes habitados por una fauna excepcional y famosos en el mundo por la observaci¨®n de aves. El este es tambi¨¦n muy interesante por el arte y las artesan¨ªa tradicionales, en especial por el ¡°turismo textil¡±, que est¨¢ bien desarrollado.
Aqu¨ª la poblaci¨®n vive en peque?os asentamientos escondidos muy por encima de las carreteras o en valles aislados; hay muchos grupos ¨¦tnicos, algunos de menos de 1.000 personas.
Lugares fuera de ruta: Mongar, Trashigang y Lhuentse
Mongar es la parada natural en la carretera principal este-oeste del pa¨ªs, entre Bumthang y Trashigang, y da acceso al parque nacional Phrumsengla y a varias caminatas muy intresantes. Muchos pasan una noche en Mongar antes de seguir hacia Trashigang o Lhuentse y aprovechan para dar un paseo por el antiguo bazar, con una hilera de edificios tradicionales decorados con coloridas fachadas de madera, plantas y ruedas de oraci¨®n. Pero hay tambi¨¦n un Mongar moderno, con torres de hormig¨®n, cada una de las cuales alberga una tienda tradicional en la planta baja, detr¨¢s del antiguo bazar.
Pero aqu¨ª uno viene a salir por los caminos. Por ejemplo, a recorrer la preciosa carretera de Jakar a Mongar, entre templos y monta?as extraordinarias como el Gangkhar Puensum (7.570 metros), considerada como la monta?a no escalada m¨¢s alta del mundo. Algunos de los tramos de carretera son los m¨¢s agrestes de But¨¢n, pero con la recompensa de las muchas cascadas, algunas envueltas entre la niebla y varios chorten erigidos como monumentos conmemorativos a los casi 300 trabajadores indios y nepal¨ªes que murieron construyendo la carretera.
Otra parada en esta regi¨®n oriental es el aislado distrito de Lhuentse, antes conocido como Kurtoe, hogar ancestral de la familia real de But¨¢n y famoso por sus tejidos y por la mayor estatua del mundo del gur¨² Rinpoche (un importante santo budista). Pese a las carreteras y el transporte motorizado, la sensaci¨®n de lejan¨ªa y aislamiento es a¨²n palpable. El dzong de Lhuentse, en lo alto de una estribaci¨®n, con vistas al valle del Kuri Chhu, es uno de los m¨¢s pintorescos de But¨¢n.
Estamos en una zona llena de templos-fortaleza y monumentos budistas protectores, pero tambi¨¦n en zona de tejidos. Vale la pena subir en coche hasta el pueblo tejedor tradicional de Khoma, que produce unos de los kushutara (tejidos brocados) m¨¢s caros y codiciados de But¨¢n: casi todas las casas del pueblo tienen telares de cintura tradicionales en los porches donde se hacen unos tejidos tan elaborados que parecen bordados.
Pero el verdadero coraz¨®n del But¨¢n oriental es Trashigang (Monta?a Auspiciosa), que en otros tiempos fue un cruce de caminos importante por su comercio con el T¨ªbet. Es una de las localidades m¨¢s interesantes de But¨¢n, y la base natural para hacer excursiones al norte, sur y este. La encantadora localidad y su dzong descansan al pie de un empinado valle boscoso, con el diminuto r¨ªo encauzado por el centro de la ciudad. Aparte del dzong, el centro de atenci¨®n de Trashigang para los pocos turistas que llegan es una diminuta plaza en torno a una rueda de oraci¨®n. El pueblo es la base para explorar el Santuario de la Naturaleza de Sakteng, el Gom Kora y Trashi Yangtse.
En general, quienes toman este camino hacen caminatas hacia y entre los pueblos gemelos de Merak y Sakteng, ambos centros de su propio valle dentro del Santuario de la Naturaleza de Sakteng. Los dos pueblos, hogar de los brokpas, un grupo ¨¦tnico semin¨®mada y pastores de yaks de oficio, estuvieron cerrados a los extranjeros de 1995 a 2010 para proteger la cultura tradicional de la zona de una influencia global indebida. Al levantarse la prohibici¨®n se han abierto numerosas carreteras en la regi¨®n, que ya no est¨¢ tan aislada. Ahora se puede conducir f¨¢cilmente a Merak desde Trashigang y volver en un d¨ªa.
La Ruta Transbut¨¢nica revitaliza sendas antiguas
La red de antiguos senderos conocida hoy como Ruta Transbut¨¢nica (Trans-Bhutan Trail) fue durante siglos la v¨ªa principal para comerciantes y peregrinos que se dirig¨ªan de este a oeste, en contra de la ten?dencia geogr¨¢fica norte-sur, m¨¢s natural de la regi¨®n. La pista se construy¨® durante la pandemia para dar em?pleo a algunos de los 40.000 trabajadores tur¨ªsticos que se quedaron sin trabajo tras el cierre de fronteras. Un kidu (fondo de ayuda) financiado por la realeza ayud¨® a que But¨¢n sufriera solo 21 muertes por la covid, gracias a uno de los programas de vacunaci¨®n m¨¢s r¨¢pidos del mundo y a la movilizaci¨®n del programa de volunta?rios Desuung (Guardianes de la Paz).
La Transbut¨¢nica es la caminata m¨¢s larga del pa¨ªs. Recorre 403 kil¨®metros desde Haa hasta Trashigang y fue construida con el apoyo del rey, que es un entusiasta senderista. Compuesta principalmente por senderos existentes y una red restaurada de antiguas sendas, se ci?e en gran medida a la media monta?a de But¨¢n, ofreciendo una experiencia senderista y cultural ¨²nica. Algunos tramos se recorren aloj¨¢ndose en hoteles y casas familiares, pero para realizar la caminata completa hace falta personal de acampada. Toda la ruta requiere una inversi¨®n de unos 30 d¨ªas (y 12.000 d¨®lares como m¨ªnimo), pero es f¨¢cil hacer solo una parte m¨¢s asequible.
But¨¢n: m¨¢s que un Shangri-La
Desde que James Hilton populariz¨® el concepto de Shangri-La en Horizontes perdidos, el remoto Himalaya ha brillado en la imaginaci¨®n occidental como el ¨²ltimo repositorio de todo lo que se ha perdido en el mundo moderno. Pero ver el pa¨ªs solo como un Shangri-La reduce lo que es But¨¢n, que en realidad es m¨¢s complejo y m¨¢s interesante.
Hay mu?cho que admirar en esta sociedad, desde su entorno virgen y sus fuer?tes v¨ªnculos comunitarios hasta la asistencia sanitaria y la educaci¨®n gratis (los ciudada?nos butaneses incluso tienen la madera gra?tis para construir su primera casa), pero aun as¨ª, no todos est¨¢n contentos con el para¨ªso. En los ¨²ltimos a?os, el elevado desempleo juve?nil ha llevado a unos 80.000 butaneses a marcharse, sobre todo hacia Australia.
Aunque muchos aspectos de la vida bu?tanesa siguen arraigados en las creencias budistas tradicionales, la sociedad cambia r¨¢pidamente. La mayor¨ªa a¨²n consulta a los astr¨®logos tradicionales antes de tomar una decisi¨®n importante, pero cada vez menos personas usan trajes tradicio?nales salvo en reuniones gubernamentales y festivales, cuando es un requisito. Es un pa¨ªs sin sem¨¢foros, pero tambi¨¦n es un impor?tante inversor (y minero) de criptomone?das, que ha cambiado m¨¢s en los ¨²ltimos 30 a?os que en los tres siglos anteriores.
Por lo que m¨¢s se conoce a But¨¢n es por su ¨ªndice de la Felicidad Nacional Bruta (un ¨¦xito internacional de promoci¨®n en el resto del mundo): desde hace un cuarto de siglo, el pa¨ªs se ha converti?do en sin¨®nimo de gobernanza ben¨¦vola y de pueblo m¨¢s feliz del mundo. Los logros medioambientales son igual de c¨¦lebres: los bosques, que ocupan el 70% del territorio, absorben casi el doble del di¨®xido de car?bono que el producido, lo que hace que sea uno de los tres ¨²nicos Estados del mundo carbono negativo. Su pueblo disfruta de una profunda conexi¨®n con el paisaje hi?malayo y con su rico patrimonio cultural.
Sin embargo, bajo esta imagen id¨ªlica hay mucho m¨¢s. La Felicidad Nacional Bruta es un concepto muy incomprendido, que tiene en cuenta tanto el buen gobierno y la conservaci¨®n cultural como las nocio?nes occidentales de felicidad individual. En realidad, But¨¢n ocupa un lugar sorprendentemente bajo en los ¨ªndices internacionales de fe?licidad (95? en el Informe Mundial de la Felicidad de la ONU) y la tasa de suicidio es m¨¢s alta que en Irak o Siria, y aumenta. But¨¢n tambi¨¦n se enfrenta al cambio clim¨¢tico. A medida que los glaciares del Himalaya se reducen en un mill¨®n de toneladas de hielo al a?o, las comunidades r¨ªo abajo son cada vez m¨¢s vulnerables a las subidas de nivel de los lagos glaciares.
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