Los jardines m¨¢s incre¨ªbles para visitar en Asia que no te puedes perder
Un vergel para poner en valor los desperdicios en la India, un bosque de bamb¨² en China o un remanso de naturaleza en Hong Kong. Doce espacios verdes donde reinan la calma, el estilo zen y los aromas
Sobre gustos es dif¨ªcil dar opiniones, pero estos son, sin duda, algunos de los jardines m¨¢s llamativos de Asia, esos por los que merece la pena recorrer muchos kil¨®metros. Desde proyectos tan personales como un vergel sobre basura reciclada en el norte de la India o un er¨®tico laberinto en Sri Lanka hasta los sofisticados y relajantes jardines japoneses con vistas al monte Fuji.
En esta selecci¨®n, hay bosques de bamb¨², de musgo, de plantas arom¨¢ticas y especias, de bons¨¢is, escult¨®ricos¡ y hasta un jard¨ªn gigante dentro de un aeropuerto.
Nek Chand¡¯s Rock Garden (Chandigarh, India)
Jardines hay much¨ªsimos, pero pocos tan originales como el de Chandigarh, en el norte de la India. Se podr¨ªa decir que es basura hecha arte gracias a la imaginaci¨®n laber¨ªntica de un hombre. Entrar en el Nek Chand¡¯s Rock Garden es acceder al mundo interior de un artista: una colecci¨®n de esculturas, pabellones y laberintos en la que no se ve un solo parterre: aqu¨ª la basura reciclada se ha transformado en facs¨ªmil de la vida real. Fue la obra de una sola persona, un funcionario municipal, Nek Chand Saini, que fue construyendo en secreto a?o tras a?o su ins¨®lito jard¨ªn con basura y restos de materiales de construcci¨®n de Chandigarh, la ciudad conceptual de Le Corbusier, la primera con planificaci¨®n urban¨ªstica de la India moderna. Y as¨ª permaneci¨®, secreto, durante much¨ªsimos a?os, mientras Nek Chand iba construyendo su fantas¨ªa en privado utilizando hormig¨®n, cables, pedazos de cer¨¢mica, materiales de cuartos de ba?o y todo de cuanto pudo echar mano. Se ha querido demoler en muchas ocasiones, pero los vecinos han conseguido salvarlo por voluntad popular.
Explorar hoy el jard¨ªn es emprender un viaje como el de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas por caminos serpenteantes que pasan entre personas hechas de guijarros, columpios de sogas, cascadas tintineantes, orillas cubiertas por aldeanos de mosaico y un inmenso zoo de animales esculpidos: desde elefantes de cemento hasta p¨¢jaros de cristal. La mayor¨ªa de veces, la experiencia es fascinante; en otros momentos, produce cierta inquietud sentir la mirada de tantos ojos de cer¨¢mica sin un pesta?eo. La gracia tambi¨¦n es averiguar de qu¨¦ est¨¢ hecha cada escultura, ?un transformador, la cisterna de un retrete, una taza de t¨¦?
Más información en la guía Explorar jardines del mundo de Lonely Planet y en lonelyplanet.es.
Mar de bamb¨² de Anji (Zhejiang, China)
Altas y delgadas, las ca?as de bamb¨² se yerguen en todas direcciones, como farolas verdes. Las hojas se balancean con la brisa, imitando el sonido de un arroyo. Si se levanta la vista, las flores parecen fundirse con el cielo, moteando el suelo del bosque con peque?os c¨ªrculos de sol, como monedas. Un camino escalonado de piedra penetra en lo profundo del bosque esmeralda¡ Es el mar de bamb¨² de Anji, en las monta?as orientales de la provincia de Zhejiang, uno de los mayores bosques de bamb¨² de China.
El bamb¨² es uno de los productos m¨¢s emblem¨¢ticos del pa¨ªs asi¨¢tico, una de las ¡°cuatro plantas nobles¡± (junto con el crisantemo, la orqu¨ªdea y el ciruelo), y simboliza la vitalidad y la integridad. Esta herb¨¢cea le?osa se cultiva en China desde hace 7.000 a?os y tiene m¨¢s de 1.400 especies, entre ellas el bamb¨² moso gigante, nativo de Anji. El bamb¨² es la planta con crecimiento m¨¢s r¨¢pido de la Tierra, absorbe un 30% m¨¢s de di¨®xido de carbono y libera un 30% m¨¢s de ox¨ªgeno que los ¨¢rboles, y puede cosecharse de tres a cinco a?os. Sus ra¨ªces impiden la erosi¨®n del suelo y su madera es casi tan dura como el acero. Los brotes de bamb¨² son sabrosos y nutritivos, y sirven tambi¨¦n para la confecci¨®n de ropa. Cada a?o se extraen de los bosques de Anji 12 millones de ca?as de esta planta, que constituye el sost¨¦n econ¨®mico de la zona.
El bamb¨² cubre las monta?as del condado de Anji desde hace milenios; hay restos arqueol¨®gicos que muestran los bambusales de Anji representados en ideogramas que tienen m¨¢s de 5.000 a?os. En la d¨¦cada de los noventa, una extensi¨®n de 600 kil¨®metros cuadrados se convirti¨® en el mar de bamb¨² de Anji, con pasarelas que facilitaban el acceso. No es un jard¨ªn tradicional, sino una reserva ecol¨®gica salvaje. Las infraestructuras tur¨ªsticas incluyen una tirolina y un puente, pero lo mejor es desviarse por caminos que conducen a parajes ocultos en las laderas, donde el canto de las aves y el susurro de las hojas reemplazan a las voces humanas y uno se siente tonificado con el ox¨ªgeno liberado por el bamb¨².
El jard¨ªn de Saiho-ji (Kioto, Jap¨®n)
El templo zen Saiho-ji, al oeste de Kioto, es conocido como Koke-dera, que significa ¡°templo del musgo¡±, por sus legendarias extensiones de esta planta verde y mullida. Este es un lugar para quienes adoran el verde en todas sus tonalidades. Pero siguiendo el m¨¢s puro estilo zen, antes de disfrutarlo habr¨¢ que pasar antes algunas penalidades.
Seg¨²n la leyenda, la primera construcci¨®n del Saiho-ji se remonta al 731, durante el per¨ªodo Nara, pero con el paso de los a?os el jard¨ªn cay¨® en el abandono. En 1339, restaurado como templo zen, fue ajardinado por el famoso poeta y paisajista Mus¨ Soseki, pero prescindiendo del musgo. Se cree que luc¨ªa un hermoso pabell¨®n con vistas al estanque y un puente con arcos, y que estaba plantado con cerezos, sauces llorones y pinos. Deteriorado de nuevo, y con el monasterio sin fondos para costear su mantenimiento, cuentan que el musgo que hoy se ve creci¨® de manera espont¨¢nea.
El jard¨ªn de musgo se abri¨® al p¨²blico por primera vez en 1928, y hasta 1977 el acceso era libre, como en otros templos de Kioto. Sin embargo, la popularidad del Saiho-ji lleg¨® a tal extremo que se decidi¨® limitar el n¨²mero de visitantes para proteger el vergel y la integridad del templo como lugar de culto zen, que exige un ambiente propicio para la oraci¨®n y la meditaci¨®n. Desde entonces, es obligado reservar con antelaci¨®n, pagar por la visita (un precio alto en comparaci¨®n con otros templos) y a escribir el Sutra del coraz¨®n con tinta y pincel antes de entrar (los visitantes pueden consultar los caracteres japoneses en la hoja que se les facilita). Una vez que los visitantes llegan a esta tierra prometida, comprueban que el esfuerzo mereci¨® la pena. En el sector oriental del templo, el jard¨ªn est¨¢ dispuesto como un maravilloso paseo circular alrededor del estanque Dorado, cuya forma copia el ideograma chino de ¡°coraz¨®n¡± o ¡°mente¡± (kokoro).
En esta ¨¦poca los niveles de humedad se ven afectados tambi¨¦n por el cercano r¨ªo Katsura, y el aire se hace pesado y espeso. Sin embargo, en oto?o (octubre y noviembre) se aprecia un acentuado choque de colores, con los rojos y naranjas de las hojas de los ¨¢rboles en contraste con la alfombra aterciopelada de los verdes del suelo.
Nishat Bagh (Srinagar, Cachemira, India)
En el norte de la India, los mongoles construyeron exquisitos palacios y jardines que evocaban su particular para¨ªso. Se puede disfrutar de su gusto por la simetr¨ªa, el agua y la belleza en Nishat Bagh, cuyo nombre significa ¡°jard¨ªn de alegr¨ªa¡±, un maravilloso espacio bot¨¢nico creado en 1633 por Asif Khan. Flotar entre sus parterres de colores, fuentes y terrazas con estanques es como entrar en una pintura mongola en miniatura. Todo transmite paz, especialmente en oto?o, cuando los altos pl¨¢tanos se ti?en de rojo.
El Nishat Bagh se concibi¨® como una representaci¨®n de los char bagh, los cuatro jardines del para¨ªso mencionados en el Cor¨¢n. Sin embargo, aqu¨ª se modific¨® el modelo persa tradicional para adecuarlo al paisaje monta?oso, y en vez de adoptar la forma cuadrangular el Nishat Bagh corta el paisaje himalayo con una forma alargada, atrayendo las miradas a las aguas del lago Dal. Es f¨¢cil imaginarse a la corte mongola, con sus atuendos de seda, en estas terrazas admirando las vistas del puente Oont Kadal y la distante fortaleza que monta guardia sobre Srinagar.
A pesar de su dise?o modificado, el Nishat Bagh resume el mundo isl¨¢mico. Los ni?os chapotean en su arroyo central alimentado por un manantial, que cae sobre una sucesi¨®n de chadars ¨Dondulaciones como las de una piedra de lavar que crean la ilusi¨®n de un chal confeccionado con la espuma de las aguas de un r¨ªo embravecido¨D. En la terraza m¨¢s alta, los arcos isl¨¢micos se?alan la zenana, el recinto reservado para la familia de Asif Khan.
Para ver el jard¨ªn, lo mejor es dar un paseo en shikara por las aguas cantarinas del lago Dal y contemplarlo desde la lejan¨ªa mientras el oto?o enrojece las hojas. Adem¨¢s, las 12 terrazas del jard¨ªn representan los 12 meses del calendario lunar musulm¨¢n. Vistas desde lo alto, una alfombra floral desciende hasta el espejo de las aguas del Dal; mirando desde el lago, los jardines trepan por avenidas de altos pl¨¢tanos orientales hasta un pared¨®n escarpado que el invierno tapiza de nieve.
Jard¨ªn de Especias Tropicales (Penang, Malasia)
En la costa de Malasia, el llamado Jard¨ªn de las Especias Tropicales es una invitaci¨®n para sumergirse en el bosque lluvioso malayo y descubrir especies raras envueltos por los sonidos de la jungla y ex¨®ticas fragancias. El jard¨ªn ocupa las empinadas terrazas de una antigua plantaci¨®n de caucho en un valle al noroeste de la isla de Penang. A la entrada es prudente aceptar el repelente de insectos que ofrecen con el tique antes de tomar el sendero de estilo zen que bordea un estanque con helechos, palmeras y lotos en flor. Tras cruzar el r¨¢pido curso de un arroyo saltando sobre piedras pasaderas, se empieza a subir hasta el h¨²medo coraz¨®n del jard¨ªn, con los sonidos de la jungla incrementando su volumen a medida que se avanza.
Este espacio naci¨® en 2001, cuando un grupo de naturalistas se propuso rescatar de la voracidad de la jungla dos hect¨¢reas de terreno de una plantaci¨®n cauchera abandonada. La zona que eligieron rodea una cuenca natural con un embalse y un arroyo, donde plantaron m¨¢s de 500 plantas tropicales, que inclu¨ªan flores fragantes, especias y hierbas raras. Toda esta vegetaci¨®n cre¨® un hogar para los habitantes del bosque lluvioso: langures de anteojos y macacos, tortugas, lagartos, aves como el pito culirrojo y el picaflores dorsirrojo, mariposas raras y toda suerte de insectos ins¨®litos y fascinantes. Cerrado por los muros de la jungla, aquel paraje no tard¨® en convertirse en un secreto para¨ªso de aromas.
Recorriendo las cuatro terrazas se contemplan los productos que hicieron de esta isla de Malasia la ¡°perla de Oriente¡±. Desde finales del siglo XVIII, el comercio de las especias report¨® inmensas riquezas a Penang y surgieron explotaciones de especias por todas partes. Estas plantas brotan del suelo como joyas preciosas: los tallos escarlata del jengibre; los frutos rosa de la c¨²rcuma; los ¨¢rboles de la nuez moscada cargados con el peso de sus frutos. Hierba lim¨®n, pimienta de Jamaica, pandano, galanga, clavo, canela y tamarindo tambi¨¦n protagonizan la funci¨®n, junto con la picante pimienta negra. Por las ma?anas, o despu¨¦s de las lluvias, sus aromas penetrantes invaden el aire. Estos son los ingredientes que hacen ¨²nica y deliciosa la cocina malaya, y en la escuela de cocina del jard¨ªn se puede aprender c¨®mo intervienen en los platos estelares del pa¨ªs. Mientras se machaca, tritura y ralla cada corteza, semilla, hoja o ra¨ªz, sus fragancias intensas y familiares espesan el aire. Es una experiencia sensorial que termina de la mejor manera posible: con un delicioso rendang de ternera.
Aeropuerto Jewel Changi (Singapur)
Es un ejemplo sobresaliente de la jardiner¨ªa del siglo XXI y un lugar que por su originalidad triunfa en las redes sociales de los viajeros: es dif¨ªcil superar la impresi¨®n que produce el V¨®rtice de Lluvia en el aeropuerto Jewel Changi, la cascada cubierta m¨¢s alta del mundo, una atronadora lluvia monz¨®nica que se desploma 40 metros desde una claraboya gigante en el techo de cristal con forma de embudo. En torno a la cascada se extiende el Valle del Bosque, donde crecen m¨¢s de 900 ¨¢rboles y palmeras, y 60.000 arbustos que descienden en terrazas por las cuatro plantas de este centro comercial futurista anexo al aeropuerto de Singapur. Es probablemente uno de los jardines m¨¢s originales e inesperados del mundo.
Los s¨ªntomas del jet lag desaparecen al caminar por cualquiera de los dos senderos empedrados que atraviesan el Valle del Bosque. La luz diurna del techo acristalado se filtra a trav¨¦s de las ramas de los ¨¢rboles creando sombras veteadas, y el estruendo del V¨®rtice de la Lluvia se complementa con los efectos sonoros m¨¢s tenues de las gotas de lluvia y el fluir de un r¨ªo. Cuando cae la noche, una instalaci¨®n luminosa de avanzada tecnolog¨ªa alegra el ambiente. Las luces con todo el espectro del arco¨ªris iluminan el follaje, incrementando y disminuyendo su intensidad como si el jard¨ªn respirara. Los sensores de movimiento ajustan las tonalidades de los colores al paso de la gente, reforzando la sensaci¨®n de serenidad. Un relajante fondo sonoro evoca el r¨ªtmico rumor de las olas del oc¨¦ano, y en el aire flota un aroma suave que combina notas de rosa y loto: es un perfume dise?ado tambi¨¦n para calmar el estr¨¦s.
Pero los jardines de este centro comercial con clima controlado no pretenden ¨²nicamente infundir calma. Otras secciones aspiran a insuflar energ¨ªa y emocionar. Si se quiere contemplar el jard¨ªn a vista de p¨¢jaro, hay que cruzar el puente del Dosel. Suspendido a 23 metros, la secci¨®n central del puente, con piso de cristal, queda reservada a los inmunes al v¨¦rtigo, y la niebla que sale desde ambos extremos del puente hace creer que se camina entre nubes.
En el parque del Dosel, en la ¨²ltima planta del centro comercial, se ofrecen atracciones ¡ªalgunas se cobran aparte¡ª como el Laberinto de Setos, donde unos sensores de movimiento hacen brotar flores de las paredes vegetales; un jard¨ªn de p¨¦talos con un caleidosc¨®pico despliegue de flores estacionales de todo el mundo; y un paseo entre topiarios de animales: orangutanes de fibra de coco, un pavo real con un abanico de orqu¨ªdeas a manera de cola y un elefante de flores rosas que vierte agua por la trompa.
Jard¨ªn del Administrador Humilde (Suzhou, China)
Las ramas de los sauces ondean sobre la rocalla. El agua cae sobre las piedras pulidas. Un camino de guijarros conduce a una hilera de bons¨¢is y una celos¨ªa sirve de marco a una pagoda distante. Es el Jard¨ªn del Administrador Humilde, el m¨¢s se?orial de los jardines chinos cl¨¢sicos, concebido como un espacio donde los sabios y los poetas pudieran pensar, escribir y beber t¨¦.
A diferencia de la arquitectura de la China imperial, nada aqu¨ª es sim¨¦trico; al contrario. Tambi¨¦n la escala es incierta, lo que crea una tensi¨®n l¨²dica que mantiene el inter¨¦s. En muchos casos, un objeto est¨¢ pensado para ser contemplado a trav¨¦s de otro: el cielo azul a trav¨¦s de agujeros en las rocas; las hojas reflejadas en el agua; un puente visto a trav¨¦s de una ventana. En la jardiner¨ªa china cl¨¢sica esto se denomina ¡°vista prestada desde la lejan¨ªa¡±.
Aunque aqu¨ª hab¨ªan existido jardines de una u otra clase desde el per¨ªodo Shaoxing (1131-1162), en su apariencia actual el jard¨ªn data de principios del siglo XVI, cuando el propio ¡°administrador humilde¡±, el alto funcionario imperial Wang Xiancheng, convirti¨® el lugar preexistente en un palacete para su jubilaci¨®n. Est¨¢ repleto de puentes zigzagueantes, bosquecillos de bamb¨², estanques de lotos, caminos de mosaicos y al menos 10 pabellones cuyos po¨¦ticos nombres (Escuchar el sonido de la lluvia; Primavera celestial) evocan los sentimientos y sensaciones que, por su dise?o, se deber¨ªa experimentar en el interior. Entrar en este espacio es como adentrarse en un manuscrito tridimensional y, de hecho, el pintor, cal¨ªgrafo y escritor Wen Zhengming lo inmortaliz¨® con palabras y pinturas en el siglo XVI.
Bosque del Milenio de Tokachi (Hokkaido, Jap¨®n)
Este ampl¨ªsimo parque situado en la m¨¢s septentrional de las islas mayores de Jap¨®n fue idea del magnate de la comunicaci¨®n Mitsushige Hayashi, que quiso crear un paisaje que fuera sostenible durante mil a?os. En las estribaciones de la cordillera de Hidaka, en el centro de Hokkaido, empez¨® por plantar un nuevo bosque de abedules, robles y magnolios.
En el a?o 2000 se encarg¨® al jardinero brit¨¢nico Dan Pearson que trabajara con el paisajista japon¨¦s Fumiaki Takano en el dise?o general. El resultado, un triunfo de la jardiner¨ªa naturalista, recibi¨® los elogios de la Sociedad de Jardineros brit¨¢nica, que lo consider¨® ¡°el mejor ejemplo de jardiner¨ªa del siglo XXI¡±.
Uno de los aciertos de Pearson fue convertir un campo llano delante del restaurante del Tokachi Millennium Forest en una ondulante sucesi¨®n de mont¨ªculos cubiertos de c¨¦sped y hierbas altas que imitan las monta?as cercanas y dirigen hacia ellas la mirada del espectador: es un ejemplo perfecto de shakkei, una t¨¦cnica antiqu¨ªsima del paisajismo japon¨¦s en la que se toma prestado un paisaje lejano y se armoniza con el entorno.
Cierra seis meses al a?o, en los cuales permanece dormido bajo un espeso manto de nieve. Pero cuando llega la primavera se abre al p¨²blico y es el momento de explorarlo y ver c¨®mo los brotes nuevos pugnan por salir de la tierra. Amarillas cal¨¦ndulas acu¨¢ticas, an¨¦monas rosas y blancas, y pr¨ªmulas japonesas son algunas de las flores que se admiran cuando cesan las heladas.
El ecosistema natural y el estratificado estacional de plantas del bosque sirven de inspiraci¨®n a las praderas, de car¨¢cter m¨¢s ornamental. Aqu¨ª se percibe una sensaci¨®n de grandeza al caminar entre extensiones de especies perennes nativas entremezcladas con plantas occidentales. Agrupadas por colores ¡ªrosas y rojos vivos, distintas tonalidades de amarillo¡ª, las flores est¨¢n separadas por franjas de hierba de ca?a dorada. En Tokachi tambi¨¦n se disfruta de flores fragantes en la rosaleda y de frutas, verduras y flores cortadas en el huerto. Sobre una mesa se exponen los productos en saz¨®n seg¨²n la estaci¨®n, desde girasoles y dalias hasta calabazas y hierbas secas. Y una curiosidad: paseando por el parque se pueden descubrir obras de arte como los trabajos de Yoko Ono.
Jard¨ªn de los Esp¨ªritus (Jeju, Corea del Sur)
Entrar en este jard¨ªn es traspasar un portal que se abre a un mundo de fantas¨ªa. El visitante puede contemplar desde un puente un estanque con carpas doradas o seguir los caminos de piedra que atraviesan un paisaje de pinos, palmeras, praderas de c¨¦sped, zonas de meditaci¨®n y cascadas. Y alrededor, plantados en macetas, se ven ¨¢rboles y arbustos en miniatura en art¨ªstica contorsi¨®n: es el bunjae, la versi¨®n coreana del bons¨¢i.
El Jard¨ªn de los Esp¨ªritus en Jeju, la mayor isla de Corea del Sur, es famoso por su colecci¨®n de m¨¢s de 2.000 bunjae. La contemplaci¨®n de estas exquisitas esculturas vegetales, algunas centenarias, produce una profunda sensaci¨®n de paz. Primero hay que admirar la forma general del bunjae; despu¨¦s, apreciar los detalles. La robustez de las ra¨ªces y troncos, la asimetr¨ªa de las ramas, la forma singular de las hojas, flores y frutos¡ cada bunjae es una obra de arte.
El jard¨ªn es ejemplo del esp¨ªritu innovador de los coreanos. En 1968, Sung Bum-young, un sastre de Se¨²l de 29 a?os, compr¨® en Jeju un terreno de escaso valor salpicado de cardos y piedras. En este paisaje hostil plant¨® primero un huerto de c¨ªtricos mientras acariciaba su sue?o de crear un jard¨ªn de bunjae. Hace falta paciencia para modelar estas esculturas vivas, que pueden tardar d¨¦cadas en alcanzar su esplendor. Adem¨¢s de cultivar sus bunjae, Sung explor¨® toda Corea en busca de otros para a?adir a su colecci¨®n. Desde su inauguraci¨®n en 1992, la fama del jard¨ªn no ha parado de crecer, igual que el propio terreno, al que recientemente se ha a?adido una secci¨®n centrada en un enebro de 500 a?os.
La atm¨®sfera de cuento se refuerza con su arte en piedra. En un gui?o a la cultura insular, pueden verse varios dolharubang (¡°rocas de abuelos¡±). Estos guardianes del paisaje tienen las t¨ªpicas narices anchas y ojos saltones de estas esculturas, junto con cascos f¨¢licos que revelan por qu¨¦ se las considera s¨ªmbolos de fertilidad. Pero tambi¨¦n vemos tallados en el basalto negro caracter¨ªstico de Jeju una entrada con una formidable puerta de bronce y los muros perimetrales de piedra, propios de una fortaleza, cuya finalidad es proteger los fr¨¢giles bunjae y otras plantas de los tifones y vientos del mar de China Oriental.
Kenroku-en (Kanazawa, Jap¨®n)
Kenroku-en est¨¢ considerado como la obra maestra de la jardiner¨ªa japonesa: un jard¨ªn tradicional donde todo est¨¢ pensado para crear placer, provocando una sensaci¨®n de asombro y de calma que invita a meditar. El sonido relajante del agua acompa?a al atravesar Renchi-mon, la primera de las cinco puertas que dan acceso a Kenroku-en. De pie junto a Yugao-tei, la casa de t¨¦ con techo de paja, la vista se dirige a trav¨¦s de Hisago-ike ¡ªun estanque en forma de calabaza¡ª hasta Midori-taki, la cascada verde, donde el agua cae 6,6 metros como ondas de seda blanca entre vegetaci¨®n y rocas ingeniosamente dispuestas.
Iniciada a principios del siglo XVII por los se?ores feudales de Kaga, la construcci¨®n de Kenroku-en dur¨® 200 a?os hasta su apertura al p¨²blico en 1871. El nombre, que significa ¡°seis jardines combinados¡±, alude al sexteto de cualidades que encarna: aislamiento; amplitud; artificialidad; antig¨¹edad; cursos de agua; panoramas. Concebido como un cl¨¢sico jard¨ªn de paseo, presenta accidentes geogr¨¢ficos como arroyos que unen estanques y colinas artificiales con una amplia variedad de ¨¢rboles.
Un bosquete de m¨¢s de 200 ciruelos, cuyas flores blancas y rosas alegran los primeros d¨ªas de marzo, varias casas de t¨¦, puentes de piedra y una pagoda son algunos de los elementos que se ven mientras se camina por los senderos de grava.
En todas las ¨¦pocas del a?o hay algo que eleva el esp¨ªritu en Kenroku-en. En el monte Yamazaki, cuando llega julio, el sol se filtra a trav¨¦s de las anchas hojas de los casta?os de Indias y los arces, moteando el suelo musgoso. Este fresco refugio de exuberancia alivia de la sofocante humedad de la estaci¨®n. Si se regresa en octubre, las mismas hojas se han convertido en una paleta de rojos y dorados, y una imagen espectacular de colores oto?ales alfombra el suelo. Y todo el a?o suena el borboteo del agua cayendo en Kasumiga-ike, el estanque mayor. Es en este estanque donde se encuentran dos de los elementos m¨¢s representativos del jard¨ªn. Equilibrada con una pata larga en el agua y otra m¨¢s corta en la tierra, la linterna de piedra Kotoji llama la atenci¨®n con su reflejo en el estanque cuando se mira hacia Uchihashi-tei, una casa de t¨¦ apoyada parcialmente sobre pilares de piedra, como si flotara.
Jard¨ªn de Nan Lian (Kowloon, Hong Kong)
El jard¨ªn de Nan Lian est¨¢ es Kowloon, en Hong Kong, uno de los lugares con m¨¢s movimiento y m¨¢s densamente poblados de la Tierra: un torbellino de neones, torres de oficinas y mercados callejeros. Pero cuando se traspasan los muros del jard¨ªn es como si se hubiera regresado a tiempos de la dinast¨ªa Tang: los setos exquisitamente podados, los tranquilos estanques con carpas y los senderos a la sombra de los pinos transmiten la sensaci¨®n de haber penetrado en otro mundo.
Nan Lian, inaugurado en 2006 en terrenos del convento budista Chi Lin, es un jard¨ªn chino cl¨¢sico, trazado conforme al estilo de la dinast¨ªa Tang (618-907). Cada uno de los elementos que lo componen se ajusta a un plan que obedece a principios antiqu¨ªsimos y el resultado es armonioso y relajante.
Como todos los jardines chinos cl¨¢sicos, incorpora cuatro elementos fundamentales: plantas, rocas, agua y arquitectura. Una vez franqueada la puerta principal, los visitantes toman el camino enladrillado que pasa por estanques y piedras, bajo higueras de Bengala y pinos negros japoneses, y junto a una cascada y mont¨ªculos plantados con arbustos meticulosamente podados. El elemento arquitect¨®nico principal es el pabell¨®n de la Perfecci¨®n Absoluta del estanque de lotos: una pagoda octogonal rodeada por ocho pinos con ocho puentes naranjas. Tambi¨¦n puede verse un falso molino con una noria de madera. Cada vuelta del camino descubre una perspectiva nueva: la pagoda enmarcada por los pinos, un par de arbustos sim¨¦tricos que proyectan sombras gemelas. Tanta precisi¨®n y arte producen un profundo bienestar.
En Song Cha Xie, la casa de t¨¦, los clientes se descalzan y se sientan en mesas de madera para beber t¨¦s wuyi y pu-erh preparados por los maestros del jard¨ªn. El wuyi, que crece en la alta monta?a de la provincia de Fujian, tiene un profundo sabor mineral, con notas de incienso y fruta. El pu-erh, procedente de Yunnan, es un t¨¦ fermentado de matices terrosos. A los clientes ne¨®fitos se les ense?a a hervirlo y servirlo. Despu¨¦s, salir nuevamente a la luz del sol y ver los rascacielos asomando sobre las tapias del jard¨ªn produce una cierta conmoci¨®n.
Brief Garden (Aluthgama, cerca de Bentota, Sri Lanka)
En el suroeste de la ex¨®tica isla de Sri Lanka aguarda un lugar a¨²n m¨¢s ex¨®tico: el Brief Garden, el jard¨ªn particular de Bevis Bawa, que trabaj¨® como plantador de caucho y se alist¨® en el Ej¨¦rcito antes de pasar de los convencionalismos para dedicarse a llevar una curiosa y exc¨¦ntrica vida en la finca familiar de Beruwala. Bawa reform¨® la plantaci¨®n cauchera de la familia y la convirti¨® en un extraordinario vergel repleto de elementos de agua, valles umbr¨ªos, rincones secretos y hombres desnudos: era homosexual declarado y el jard¨ªn le serv¨ªa como espacio privado para sus fiestas. El espacio es el reflejo de su creador: caminos sinuosos dan vueltas entre la espesa vegetaci¨®n. Bancos de filodendros se abren para revelar estatuas de ovejas forajidas y jueces gatunos. Un espejo oscurecido por el tiempo flota sobre una pared de verdor en un cuarto de ba?o al aire libre.
El lugar es casi un secreto: para llegar a este jard¨ªn de ocho hect¨¢reas primero es preciso encontrar, al final de una carretera de tierra, una ¨²nica puerta recubierta de follaje que revela un vallecillo secreto con infinitos tonos de verde y esculturas que surgen de improviso. Todo sugiere un lugar al que solo se accede por invitaci¨®n. Regados con abundancia por los monzones, los muros de heliconias, aspidistras y filodendros dividen las distintas secciones, descubriendo sorpresas a cada paso. Las hojas se separan para revelar estampas escondidas, m¨¢scaras grotescas lanzan miradas lascivas entre la maleza, y en el cuarto de ba?o al aire libre una mujer desnuda monta guardia con una fronda de helechos a modo de vello p¨²bico.
Bevis Bawa era un gran anfitri¨®n que invitaba a muchos famosos a su para¨ªso. A lo largo de los a?os, por el Brief Garden pasaron desde Laurence Olivier, Vivien Leigh, Gregory Peck y Peter Finch hasta Agatha Christie, Aldous Huxley y la reina Ingrid de Dinamarca, junto con lo m¨¢s granado de la sociedad de Sri Lanka.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiraci¨®n para tus pr¨®ximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, X e Instagram.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.