Contra la homofobia: el colectivo LGTBI planta cara al odio
Miles de personas han salido a las calles para protestar contra la homotransfobia tras una serie de agresiones de desmedida violencia. Una de ellas, la paliza mortal a Samuel Luiz, ha conmocionado a la sociedad espa?ola. Voces de distintas generaciones analizan la situaci¨®n y reclaman vivir sin miedo
Curro Pe?a, malague?o gay de 28 a?os, no pod¨ªa creerse, pero tampoco evitar, el impulso que le sobrevino la tarde del s¨¢bado 3 de julio, cuando sal¨ªa de su casa en la plaza de Castilla (Madrid) rumbo a la manifestaci¨®n del Orgullo ?LGTBI. ¡°Llevaba en la cabeza una bandana [pa?uelo] con la bandera del arco¨ªris. En cuanto puse un pie fuera de casa, nada m¨¢s cruzar el umbral, me la quit¨¦ y la escond¨ª¡±, describe hoy al tel¨¦fono, casi avergonzado. En los nueve a?os largos que este hombre de casi dos metros y vocaci¨®n activista lleva fuera del armario, jam¨¢s se hab¨ªa imaginado escondi¨¦ndose nada m¨¢s poner un pie en la calle. ¡°Siempre he llevado mi orientaci¨®n sexual por bandera, pero estaba solo, lejos de otras personas LGTBIQ+, y la bandana es muy visible. Una voz me dijo: ¡®Vamos a bajar el tono. Al menos, hasta llegar a Chueca¡±.
Esa voz se puede tomar como la respuesta a una imagen que a Curro le hab¨ªa estado persiguiendo una y otra vez, en una variaci¨®n tras otra, en un titular tras otro, durante todo el mes. ¡°Un menor sufre una paliza [en Pontevedra] tras declararse gay ante sus agresores¡±. ¡°Agresi¨®n m¨²ltiple en la playa de Somorrostro [Barcelona] a dos parejas de gais¡±. ¡°Agresi¨®n hom¨®foba a un joven en Basauri [Pa¨ªs Vasco] por 13 personas al grito de ¡®maric¨®n de mierda, das asco¡±. ¡°Un joven denuncia la agresi¨®n hom¨®foba de un agente de la Polic¨ªa Municipal de Madrid¡±. Hab¨ªan sido semanas brutales para la gente como ¨¦l y aquella ma?ana hab¨ªa amanecido con otro titular, el peor de todos: ¡°Matan a un joven de una paliza en A Coru?a en lo que podr¨ªa ser un crimen hom¨®fobo¡±.
Era imposible ver venir aquella tarde todo lo que desencadenar¨ªa esa noticia. No se sab¨ªa que Samuel Luiz, enfermero de 24 a?os, hab¨ªa muerto al grito de ¡°maric¨®n de mierda¡± sin haber hecho nada m¨¢s que una videollamada cerca del grupo equivocado de personas fuera del local El And¨¦n; no se sab¨ªa que hab¨ªa sido pateado a lo largo de 150 metros de calle por lo que la polic¨ªa describir¨ªa como ¡°una jaur¨ªa humana¡±, en un muchos-contra-uno en el que el uno nunca tuvo nada que hacer; no se sab¨ªa que Luiz era de origen brasile?o, que ense?aba la Biblia, que tocaba la flauta en la iglesia evang¨¦lica y que su padre, Maxsoud, empleado de Zara, desconoc¨ªa su orientaci¨®n sexual (y pedir¨ªa al pa¨ªs que la ignorase junto a ¨¦l); no se sab¨ªa que aquella muerte le convertir¨ªa en un s¨ªmbolo, que hasta Beyonc¨¦ tuitear¨ªa su foto reclamando justicia, que desatar¨ªa una oleada de actos y manifestaciones sin precedentes en la historia del colectivo LGTBI espa?ol, que ser¨ªa un hito cuyo futuro y potencial transformador resultan tan insondables hoy en d¨ªa que se dir¨ªa que solo acaba de empezar. No se sab¨ªa nada de esto. Pero se sab¨ªa lo que sent¨ªa Curro con la bandana en el bolsillo. ?l y cientos de miles de gais, lesbianas, personas trans, bisexuales e intersexuales a lo largo y ancho de Espa?a. Aquella muerte les tocaba a todos de cerca, m¨¢s que ninguna otra, y hab¨ªa despertado el temor primordial, soterrado pero cada vez menos, de que este pa¨ªs, en realidad, no es un lugar seguro para ellos.
Mapi Boix: ¡°Es la primera vez en mi vida que empiezo a tener miedo¡±
Mapi Boix (Alicante, 39 a?os), estilista, recuerda encontrarse por Madrid con un antiguo compa?ero de clase. Hac¨ªa a?os que no se ve¨ªan. Su pregunta: ¡°Oye, ?y t¨² c¨®mo llevas eso de que te llamasen 'la bollera'?¡±. Y as¨ª fue como descubri¨® que ese hab¨ªa sido uno de sus motes del instituto. ¡°Se equivocaban, no era 'bollera', soy bisexual¡±, corrige.
¡°Siempre he sido abiertamente bisexual. Soy evidentemente negra. He tenido que criarme muy hacia afuera y defenderme mucho. Es un poco triste, pero creces asumiendo que ese tipo de cosas van a ocurrir si decides ser visible y no esconderte¡±, explica. Con ¡°ese tipo de cosas¡± se refiere a las miradas insidiosas o a los comentarios en voz baja. Tambi¨¦n a las frases o argumentos homotransf¨®bicos: ¡°Esos que dicen: ¡®Cada uno que haga lo que quiera, pero en su casa¡¯, o ¡®yo no me meto con lo que hacen en su cama, pero fuera no lo quiero ver¡±.
¡°Nunca me han pegado. Por suerte¡±, afirma. ¡°Pero si vas con alguien de la mano o si te besas, s¨ª sufres peque?os ataques. Son cotidianos, pr¨¢cticamente diarios, para todos los miembros del colectivo¡±. Cree que ahora hay m¨¢s comunidad y que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte: ¡°Viven la sexualidad m¨¢s abiertamente y salen a la calle muy orgullosas de lo que son¡±.
Boix se describe como valiente, pero reconoce que ahora est¨¢ m¨¢s alerta: ¡°Creo que es la primera vez en mi vida que empiezo a tener miedo¡±. ¡°No pienso que me vayan a matar en la primera esquina, pero s¨ª que voy a estar expuesta a situaciones inc¨®modas que cre¨ªa superadas. Se hace m¨¢s evidente que hay que tener cuidado. Y eso da much¨ªsimo miedo¡±. Texto de Elena Vierna Carrasco
La agresi¨®n a Samuel no es, tr¨¢gicamente, ni de lejos, el ¨²nico episodio de violencia con tintes hom¨®fobos que sucede en Espa?a en los ¨²ltimos a?os. S¨ª es el primero en provocar una respuesta tan contundente por toda la comunidad LGTBI. ?Qu¨¦ ha cambiado? Uno de sus art¨ªfices, Marco Laborda, artista visual barcelon¨¦s de 34 a?os, el primero en utilizar en redes la etiqueta #YoMaric¨®n la semana siguiente a la paliza, lo achaca no tanto al suceso en s¨ª como al contexto social. ¡°El mensaje de odio est¨¢ calando¡±, afirma. ¡°El otro d¨ªa vi desde mi ventana en el barrio de Ventas [Madrid] a unos ni?os con banderas de Espa?a que iban gritando: ¡®?Viva Espa?a! ?Muerte a los maricones!¡¯. No deb¨ªan tener m¨¢s de 11 a?os y eran las ocho de la tarde. Esto est¨¢ pasando en 2021. No lo dicen por invenci¨®n propia, lo han escuchado en alg¨²n lado: estos ni?os tienen padres. Me qued¨¦ en shock. La realidad me explotaba en la cara¡±.
La opini¨®n m¨¢s extendida entre los entrevistados para este reportaje es que la homofobia ha saltado a la calle desde las instituciones. ¡°Mientras sigamos normalizando la homotransfobia y los discursos de odio como si fuesen una opini¨®n leg¨ªtima, cuando en realidad son una clara violaci¨®n de derechos humanos, seguir¨¢n creciendo las agresiones hom¨®fobas. Frente a su odio, debemos construir comunidad y apoyo mutuo, lugares seguros para que todo el mundo pueda ser quien es sin miedo¡±, aduce la ministra de Igualdad, Irene Montero.
Boti Rodrigo: ¡°Tenemos una juventud diversa, pero tambi¨¦n una lgtbifobia tremenda¡±
Lo que en la universidad identific¨® como homosexualidad, hasta entonces era simplemente ¡°rareza¡±. ¡°Esta ni?a qu¨¦ rara es¡±, escuchaba en casa. Fue el eco de fondo en una infancia y juventud marcadas por el nacionalcatolicismo. Hace un cuarto de siglo, Boti Rodrigo (Madrid, 76 a?os), actual directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI en el ministerio de Igualdad, empez¨® su activismo con el colectivo. Recuerda ¡°miradas hostiles y llenas de odio, de asco¡±. ¡°Proven¨ªan de mucha gente, pero generalmente hombres. De ese patriarcado que se sorprende al ver mujeres libres, como somos las lesbianas. Mujeres que no dependemos de la figura masculina¡±.
Cree que vivimos en ¡°el mejor y el peor de los tiempos¡± para el colectivo LGTBI. ¡°Tenemos una juventud diversa, que se asume en las diversidades sexuales, pero al mismo tiempo una lgtbifobia tremenda. Con mucho odio hacia la diferencia¡±. Cree que partidos pol¨ªticos ¡ªprincipalmente Vox, pero tambi¨¦n el PP¡ª y medios de comunicaci¨®n abonan el acoso con sus discursos de odio que pronuncian impunemente. ¡°El asesinato de Samuel, tan doloroso, es un punto de inflexi¨®n para que la sociedad se d¨¦ cuenta de lo peligroso de la discriminaci¨®n y del desprecio de que se nos hace objeto a las personas LGTBI. Nos matan, nos est¨¢n matando¡±. Ante esta situaci¨®n, Rodrigo recomienda la denuncia de todos los delitos de odio as¨ª como una ¡°defensa feroz de los derechos¡±. ¡°Cuesta much¨ªsimo conseguirlos. Y los derechos de las minor¨ªas, tristemente, parecen el¨¢sticos: pueden ir para atr¨¢s. Por eso tenemos que esforzarnos por mantenerlos, por defenderlos, por cuidarlos y por no dar ni un paso atr¨¢s¡±. Texto de E. V. C.
Espa?a, el tercer pa¨ªs del mundo en aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo, parece hoy un pa¨ªs distinto al que era aquel verano de 2005. La ultraderecha entr¨® hace tres a?os en un Parlamento y sus antiguos discursos ahora suenan a nuevos. Los derechos LGTBI reciben el nombre de ¡°debates¡±. Las luchas del colectivo, ¡°una tiran¨ªa¡±. El Ministerio del Interior cont¨® 256 delitos de odio en 2018. En 2019, el ¨²ltimo informe disponible, subieron a 278. La Federaci¨®n Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales y el Observatorio Contra la Homofobia de Catalu?a y el de Valencia tambi¨¦n manejan un incremento del 65% en agresiones durante el primer semestre de 2021.
¡°Nos est¨¢n intentando quitar nuestro pa¨ªs¡±, protesta Eduardo Rubi?o, presidente del grupo parlamentario de M¨¢s Madrid en la Asamblea de Madrid y uno de los pol¨ªticos m¨¢s visiblemente activos por los derechos LGTBI en Espa?a. ¡°Han calificado a las personas ?LGTBIQ+ de enfermos que necesitan terapia [noviembre de 2020]. Han dicho que hay que quitar el derecho al matrimonio igualitario porque las familias LGTBIQ+ no son naturales [diciembre de 2018]. Santiago Abascal solt¨® en el programa El hormiguero que es preferible que un ni?o tenga padre y madre porque es lo que necesita [octubre de 2019]¡ Vox es la tercera fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs en este momento y est¨¢ rompiendo con esa senda que hab¨ªamos transitado con tanto esfuerzo¡±.
Eduardo Rubi?o: ¡°Existe un fen¨®meno social de discriminaci¨®n que exige un cambio cultural¡±
Eduardo Rubi?o (Madrid, 29 a?os). Ten¨ªa ya un cargo p¨²blico cuando, una noche de junio de 2018, un grupo de j¨®venes lo vio abrazado a su novio en el metro de Lavapi¨¦s y le grit¨®: ¡°Maricones de mierda, iros a follar¡±. ¡°Aquel caso tuvo repercusi¨®n porque yo ya era diputado [por M¨¢s Madrid]¡±, reflexiona el hoy presidente de su grupo parlamentario en la Asamblea de Madrid. Pero no fue el ¨²nico. ¡°En la adolescencia, de viaje de fin de curso en Mallorca, nos echaron de la discoteca a mi novio y a m¨ª por estar bes¨¢ndonos. Hab¨ªa parejas heterosexuales haciendo lo mismo. Fuimos a la playa y vino un grupo de chavales a increparnos. Tuvimos que salir corriendo¡±. Compartir las agresiones es importante, admite, pero no debe ser lo ¨²nico. ¡°Todos hemos sufrido, con m¨¢s o menos suerte, actos calificables de agresi¨®n. Pero incluso los m¨¢s graves son la punta del iceberg de un fen¨®meno social de discriminaci¨®n, uno que exige un cambio cultural que debe abordarse desde el sistema educativo y el combate a discursos de odio¡±.
Es un fen¨®meno que afecta tambi¨¦n a mujeres o a inmigrantes, cualquiera, en fin, que amenace la hegemon¨ªa del hombre blanco heterosexual como grupo dominante. La historia ha ense?ado que cualquier colectivo vulnerable suele serlo m¨¢s cuanto m¨¢s cerca del Gobierno est¨¦ un hombre fuerte. No hace falta legislar contra un colectivo: basta con ponerlo en el punto de mira.
No es el ¨²nico factor. ¡°La homotransfobia siempre ha estado ah¨ª, silenciada en muchos casos; ahora est¨¢ sobre la mesa. Hubo un asesinato hom¨®fobo en Gand¨ªa en 2014 y otro en Alicante en 2015. Esto ha sido siempre un continuo¡±, cuenta To?o Abad, director del Observatorio Valenciano contra la LGBTIFobia. ¡°Pero ahora hay m¨¢s visibilidad, m¨¢s quejas, m¨¢s denuncias y m¨¢s comunicaci¨®n que nunca. Una necesidad de saber y manifestar el problema. Hay m¨¢s consciencia de unirnos. Las agresiones son, eso s¨ª, m¨¢s violentas que antes: se registran m¨¢s lesiones de gravedad. Es pronto para saber si es cuesti¨®n del agotamiento de la gente por la pandemia o de la polarizaci¨®n, pero se nota¡±.
En un mundo que ha aprendido a entenderse a trav¨¦s de la pantalla, cada agresi¨®n homotr¨¢nsfoba, f¨ªsica o verbal, personal o institucional, es m¨¢s visible. Suma a un todo antes inexistente. As¨ª, es cuesti¨®n de tiempo que, un d¨ªa, una gota colme el vaso.
Boris Izaguirre: ¡°No hemos sabido crear un muro de protecci¨®n¡±
Boris Izaguirre (Caracas, 55 a?os). Fue pionero en la visibilizaci¨®n de la homosexualidad en la Espa?a de los noventa a trav¨¦s del programa 'Cr¨®nicas marcianas' (Telecinco). Hoy, este escritor y comunicador se muestra visiblemente afectado por la muerte de Samuel Luiz. ¡°Pienso en ¨¦l todos los d¨ªas¡±, desvela. ¡°Tengo la sensaci¨®n de que como colectivo tenemos un poco de culpa. No hemos sabido crear un muro de protecci¨®n. Es nuestra responsabilidad que esto no suceda¡±. Pero tiene esperanza: ¡°Esto tiene que ser un punto de inflexi¨®n. Como lo fue el 8-M o el #MeToo. La pena es que lo vaya a ser por la muerte de un buen chaval¡±. Izaguirre ha hecho siempre bandera de su identidad sexual. Adem¨¢s, fue uno de los primeros referentes al casarse, hace 15 a?os, con Rub¨¦n Nogueira. Es una actitud que trae de siempre. ¡°En 1976, a la entrada de un cine en Caracas, me dieron un pu?etazo. Fue un chaval que quer¨ªa impedirme el acceso a la sala por mi pluma. Me levant¨¦ y decid¨ª entrar a ver mi pel¨ªcula. Esta pluma es m¨ªa, es mi identidad¡±. Texto de M¨¢bel Galaz
La homofobia es una violencia con mil caras. Puede ser un comentario o un silencio inquebrantable. Nacer con pluma y vivir sin ella. Una paliza mortal o el miedo constante a recibirla. El desprecio p¨²blico de un jefe o un pol¨ªtico. Sentirse atrapado entre un mundo hostil y una vida interna que parece inexpresable. ¡°Tiene un componente casi disciplinante: la interiorizamos y ejerce peso toda la vida¡±, ilustra Rubi?o. No existe ni una persona LGTBI que no la haya sufrido en mayor o menor escala.
Christo Casas, antrop¨®logo y periodista de 29 a?os, recibi¨® una paliza por intentar usar el ba?o p¨²blico en unas fiestas del Raval de 2018. ¡°Los hombres de verdad mean en el ¨¢rbol; si quieres un ba?o, eres maric¨®n¡±, le dijo uno del grupo que le peg¨®. Los meses siguientes, adem¨¢s de no estar c¨®modo en los espacios p¨²blicos, Casas tuvo que defender que aquella paliza le cay¨® por ser gay, no por un ba?o. ¡°Nunca un agresor va a decir a los medios o a la polic¨ªa: ¡®Le pegu¨¦ por maric¨®n¡¯. La gente es hom¨®foba, pero no tonta¡±, aclara.
Curro Pe?a: ¡°En el trabajo es muy com¨²n que te nieguen lo que eres"
Curro Pe?a (M¨¢laga, 28 a?os) es investigador en ILGA, la Asociaci¨®n Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trans e Intersex, e identifica peque?os momentos que desde fuera dif¨ªcilmente podr¨ªan considerarse agresiones, pero que tienen esa intenci¨®n. ¡°En el cole vino un chico por detr¨¢s a darme un abrazo cari?oso. Solo que no era cari?oso, era un intento de humillarme por blando. En el trabajo es muy com¨²n que te nieguen lo que eres. Sal¨ªa a tomar algo con unos compa?eros con los que me llevo muy bien, les hablaba de mi experiencia y me dec¨ªan: ¡®Somos todos iguales, todos los adolescentes se tienen que conocer¡¯. Intent¨¦ explicarles que mi experiencia es diferente. Llam¨¦ a otro compa?ero, gay tambi¨¦n, y lo entendi¨®. Eso es una microagresi¨®n¡±. Esas peque?as violencias cotidianas que hasta ahora no se hab¨ªan puesto en com¨²n son lo que est¨¢ alimentando esta explosi¨®n movilizadora en el colectivo.
Olympia Arango, asturiana de 21 a?os, ten¨ªa 17 cuando estaba bes¨¢ndose con su novia en la entrada del metro de Les Corts, en Barcelona, y un hombre les escupi¨® entre gritos de ¡°?bolleras!¡±. ¡°Siempre te hace sentir fatal, pero m¨¢s cuando tienes 17 a?os y no entiendes por qu¨¦ a una persona adulta le parece mal que pasees con la persona que amas¡±, lamenta por tel¨¦fono.
Bob Pop, escritor y creador de la serie autobiogr¨¢fica Maric¨®n perdido (TNT), revela hoy que perdi¨® su primer empleo por su identidad sexual. ¡°Era becario en una agencia de publicidad. Me echaron de un puesto no remunerado¡±, rememora. ¡°Fui a un concierto de Prince hecha una se?ora llena de encajes y colgantes. El lunes todo eran risas en la oficina porque uno de los compa?eros me hab¨ªa visto. El mi¨¦rcoles, mi jefe me llam¨® y me ech¨®. ¡®Esto no es caviar y champ¨¢n, esto son garbanzos¡±.
Marco Laborda not¨® que le trataban diferente antes de entender por qu¨¦. ¡°Lo t¨ªpico: me gustaba jugar con las ni?as, el f¨²tbol no. De ah¨ª que me llamaran maric¨®n. Ten¨ªa cinco a?os. Entonces no sabes de qu¨¦ va eso, descubres lo que eres a trav¨¦s de un insulto. Entre los cinco y los ocho a?os, el colegio era mi pesadilla. Un d¨ªa, en primaria, por el pasillo, camino de clase de gimnasia, el profesor iba el primero de la fila, nosotros los ¨²ltimos; me cogieron entre cinco o seis, me acorralaron y me empezaron a ahogar. Se re¨ªan. Me metieron bolas de papel, folios arrugados, en la garganta. Eso el profesor lo vio y no hizo nada, sigui¨® su camino. Esa misma tarde, a la salida del colegio, intentaron meterme en una bolsa de basura para volcarla en un contenedor. Pude escapar, pero recuerdo que me vio la madre de un compa?ero y me pregunt¨®: ¡®?Qu¨¦ te pasa?¡¯. No fui capaz de cont¨¢rselo, ni ah¨ª ni en casa, por dignidad. A las v¨ªctimas nos da verg¨¹enza haber sido tratadas de esa manera. Te lo callas. Y llega un d¨ªa en que te lo crees, te crees que eres mierda, porque, si tanta gente te maltrata, te se?ala, te llama maric¨®n, es que algo malo tienes que tener. B¨¢sicamente, estaba solo. Me daba verg¨¹enza bajar al patio para que no se dieran cuenta de que lo estaba. Me escond¨ªa o me pon¨ªa cerca de grupos de gente para que desde fuera pareciera que estaba con ellos. El recreo era p¨¢nico, llamar la atenci¨®n, un balonazo, que me insultaran. Que hablaran de m¨ª como si no estuviera. ¡®Pero ?quer¨¦is que este maric¨®n est¨¦ aqu¨ª?¡¯. Con 9 o 10 a?os, cuando ya me hab¨ªa cambiado de centro y todo iba mejor, mi vecina y yo nos acostumbramos a ir a jugar con Marc, un chaval que hab¨ªa venido de vacaciones con su madre, una mujer moderna, guapa, muy maja conmigo y mis padres. Un d¨ªa fui a casa de mi vecina para ir a recogerlo como siempre. Ella me dijo que yo no pod¨ªa ir. ¡®Tengo que contarte algo, pero no s¨¦ c¨®mo. Me ha dicho la madre de Marc que no quiere que juegues con su hijo porque eres maric¨®n¡¯. Me sent¨ª tan avergonzado, tan desnudo, tan indigno, tan sucio¡ Me fui a casa. Cuando estuve solo me puse a llorar. Nunca m¨¢s vi a Marc¡±.
Paula Usero: ¡°Que hoy en d¨ªa haya palizas de muerte por ser homosexual me parece terrible¡±
Paula Usero (Valencia, 29 a?os) ha estado casi tres a?os entrando cada tarde en las casas de todo el mundo ¡ªa trav¨¦s de la pantalla¡ª bajo el nombre de Luisita, el personaje de la serie ¡®Amar es para siempre¡¯(Antena 3) que ten¨ªa una relaci¨®n con Amelia en la Espa?a de los a?os setenta. Por eso sabe lo que era ser lesbiana entonces. ¡°He recibido much¨ªsimos mensajes de odio, sobre todo a trav¨¦s de redes sociales, hacia el personaje¡±. Luisita ha estado encerrada en los bajos de la Direcci¨®n General de Seguridad (DGS) por su orientaci¨®n sexual y ha visto c¨®mo a su novia ficticia recib¨ªa terapia de electrochoque para ¡°volverla heterosexual¡±. ¡°Todo eso ocurr¨ªa hace unos a?os. Que hoy en d¨ªa haya palizas de muerte por ser homosexual me parece terrible¡±.
Su relaci¨®n y compromiso con el colectivo nace antes de Luisita. ¡°Una persona sensata e inteligente apoya y forma parte del colectivo¡±. Por su personaje, mucha gente asume que Usero es lesbiana. ¡°A veces me preguntan: ¡®?Eres tal o eres cual?¡¯ Bueno, no s¨¦, ahora estoy feliz compartiendo mi vida con un hombre. Pero eso no significa que solo me gusten los hombres. No me gustan las etiquetas¡±.
Ahora, esos dos personajes viven la actualidad para ver c¨®mo ser¨ªa su amor libre con la serie 'Luimelia' (Atresplayer). Pero hay cosas que siguen sufriendo sus personajes. ¡°Hay conductas y comentarios que sigo escuchando por la calle. Es lamentable. Son como microataques, como una gota que va calando y que al final hace un charco gigante¡±. Texto de E. V. C.
M¨¢ximo Huerta, presentador y escritor, confiesa por primera vez que tres hombres en un coche le gritaron ¡°?maric¨®n!¡± cuando ¨¦l volv¨ªa a casa de una discoteca unas Navidades. ¡°Recuerdo el dolor y el miedo y la violencia que se avecinaban cuando el coche par¨®, cuando bajaron y empezaron a escupir. Y no hab¨ªa manera de cubrirse. Aceler¨¦ el paso, que es lo ¨²nico que puedes hacer cuando uno tiene miedo. Recuerdo el abrigo lleno de escupitajos¡±.
La suma de estas historias ha galvanizado a buena parte de la comunidad LGTBI. Juntas son m¨¢s que traumas expuestos, son un problema com¨²n. Laborda se percat¨® de ello pocos d¨ªas despu¨¦s de la muerte de Samuel, cuando volc¨® sus recuerdos del colegio en la red bajo su #YoMaric¨®n. Casi de la noche a la ma?ana, cientos de personas LGTBI lo compartieron y le imitaron. La etiqueta empez¨® a acoger m¨¢s relatos, y m¨¢s, y m¨¢s, historias personales y universales a la vez. El primer grito de ¡°maric¨®n¡±, la sensaci¨®n de ser ¡°de segunda¡± en el recreo¡ Ven¨ªan de celebridades y perfectos desconocidos. Era un grito desesperado, pero tambi¨¦n una explosi¨®n de hartazgo. La comunidad se sent¨ªa vulnerable, pero tambi¨¦n cohesionada, y por primera vez plantaba cara a la hostilidad. ¡°Nos hemos acostumbrado a que nos miren mal, con cara de asco¡±, clama Laborda. ¡°El miedo tiene que pasar al otro bando. Tienen que tener miedo ellos a expresarlo¡±, resume otro de los popes de la causa en redes, el artista c¨¢ntabro David Macho, de 26 a?os.
Alfredo Vivas y Alfredo Santamar¨ªa: ¡°Se r¨ªen de tus gestos, de tus expresiones, de tu pluma¡ de una manera constante¡±
Alfredo Vivas (C¨¢diz, 24 a?os) recuerda el primer ataque con perfecta nitidez. Fue en el colegio. ¡°Me dieron con una fregona en la cara¡±. Siguieron otros, pero esos hoy prefiere ni recordarlos. Para los miembros de la comunidad LGTBI la adolescencia es ¡°un periodo duro¡±. ¡°Se r¨ªen de tus gestos, de tus expresiones, de tu pluma¡ de una manera constante¡±. La pareja de Vivas es Alfredo Santamar¨ªa (Badajoz, 32 a?os). Responde a otro tipo de perfil gay: ¡°Nunca he sufrido ataques violentos ni insultos directos, pero he vivido los de mi entorno¡±, cuenta. Una agresi¨®n por odio es, al fin y al cabo, un mensaje a toda la comunidad. ?l se mueve en c¨ªrculos peque?os: ¡°Espacios donde estamos a salvo. En una burbuja donde parece que no pasa nada¡±.
Hace poco, Vivas sufri¨® un ataque verbal en el trabajo. ¡°Es duro asimilar que siga pasando. Que un compa?ero se sienta con el derecho de juzgarte despectivamente por ser homosexual¡±. Por eso reclama m¨¢s referentes: ¡°Profesores, futbolistas, periodistas abiertamente LGTBIQ+ sin que eso tenga connotaciones ni repercusiones negativas. No entiendo de d¨®nde sale la homofobia, ese odio, ese asco, esa cosa tan fea. La homosexualidad para m¨ª es amor; me duele que se vea de otra manera¡±. Texto de E. V. C.
El psicoterapeuta especializado en hombres gais Walt Odets, aclamado autor de The Psychology of Gay Men¡¯s Lives (Penguin), compara la reacci¨®n a la muerte de Samuel con la de Matthew Shepard, un joven gay de 21 a?os asesinado en Wyoming en 1998. Aquella noticia se apoder¨® de la conversaci¨®n colectiva estadounidense durante meses. ¡°Esa visibilidad desempe?¨® un papel importante, si bien lento, en cambiar las opiniones hacia los derechos gais¡±, recuerda Odets. Rubi?o lo analiza de forma m¨¢s escueta: ¡°Es un antes y un despu¨¦s para la comunidad¡±.
Y no solo la LGTBI. Christo Casas lanz¨® otro hilo multitudinario, #YoS¨ªTeCreo, la misma etiqueta que se hab¨ªa usado en la sentencia de La Manada y otras causas feministas. Quer¨ªa que ambos colectivos estuviesen juntos. ¡°Al final, la homotransfobia tiene una ra¨ªz machista¡±, razona. ¡°Trata de negar a mujeres formas de deseo t¨ªpicamente masculinas y castigar a hombres por unas t¨ªpicamente femeninas¡±, explica. De hecho, los grandes avances LGTBI han llegado siempre tras grandes oleadas feministas.
Valeria Vegas: ¡°Los discursos de violencia preceden a los actos de violencia¡±
¡°Estos d¨ªas han marcado a buena parte del colectivo. Lo percibo. Hemos exorcizado nuestros dolores, violencias y miedos. Hemos salido a decir: ¡®Ya est¨¢ bien¡±. Valeria Vegas (Valencia, 35 a?os) es la escritora trans m¨¢s conocida del pa¨ªs; entre las memorias de La Veneno que ella escribi¨® y 'Lib¨¦rate' (Dos Bigotes), lleva d¨ªas respondiendo a quienes relativizan la muerte de Samuel. ¡°Siempre viene alguien a decirte: ¡®No politices este asunto¡¯¡ A ver, politizado ya estaba. Los discursos de violencia preceden a los actos de violencia. Es una cuesti¨®n exacta. ¡®Hay m¨¢s heteros buenos que malos¡¯. S¨ª, cari?o, pero el mal avanza porque el bien no hace nada¡±. Recuerda con ira las acusaciones de que el colectivo se encerraba en un gueto al no salir de Chueca. ¡°Se ha vuelto a confirmar que, si salimos por otro barrio, nos van a agredir. Lo que necesitamos es que esos barrios rosas se ampl¨ªen, que Chueca se coma Malasa?a. ¡®Sal de tu zona de confort¡¯. Perdona, la m¨ªa ocupa un 10% del globo terr¨¢queo, sal t¨² que tienes el 90%¡±.
¡°Lo colectivo se construye sobre la experiencia de muchas individualidades. Las personas que llevan menos recorrido trabajando sus agresiones se benefician de los primeros. Se produce un trasvase de conocimiento: ¡®Es verdad, tengo miedo de salir a la calle¡±, explica Gabriel J. Mart¨ªn, psic¨®logo y autor del libro de referencia Qui¨¦rete mucho, maric¨®n (Roca). ¡°Contar nuestros miedos, nuestras angustias, es una b¨²squeda de apoyo social y tiene que ver con el clima de indefensi¨®n: ¡®Este me comprende y me puede ayudar¡±. Es adem¨¢s una forma m¨¢s saludable de canalizar la rabia por la muerte de Samuel: ¡°Concienciarnos de que esta violencia est¨¢ ah¨ª, nos afecta y ha aumentado es importante, as¨ª como intentar erradicarla, pero convertirnos en los vengadores de Samuel destruir¨ªa y desvirtuar¨ªa al colectivo. Del sentimiento de venganza y rencor tenemos que deshacernos¡±, alerta Elizabeth Duval, autora de Despu¨¦s de lo trans (La Caja Books).
En la semana siguiente a la muerte de Samuel se registraron dos agresiones hom¨®fobas en Valencia ¨Duna a patadas y otra a pedradas¨D, una en Bilbao, otra en Madrid y varias en Barcelona. En Mallorca, un joven denunci¨® a su familia por agredirle, f¨ªsica y verbalmente, tras ver una noticia en televisi¨®n sobre Samuel. ¡°Todos los maricones sois as¨ª¡±, le dijo su hermano peque?o. ¡°Os pegar¨ªa un tiro a todos¡±.
Cr¨¦ditos. Maquillaje y peluquer¨ªa: Lucas Margarit. Asistente de fotograf¨ªa: Brian J. P¨¢ez. Producci¨®n: Adriana Su¨¢rez (This is Sample). Ayudante de producci¨®n: Elena Vierna Carrasco.
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