El ministerio de los santos
El proceso con el que la Iglesia cat¨®lica elige a sus santos, es decir, a los cristianos que sin lugar a dudas est¨¢n en el cielo y son un modelo a imitar, tiene algo de investigaci¨®n detectivesca y algo de proceso judicial. Un procedimiento envuelto en sombras que puede durar siglos o solo unos pocos a?os, seg¨²n el inter¨¦s pol¨ªtico del papa de turno y el dinero que se invierta en la causa. Esta es la historia de la f¨¢brica de santos de Roma, el ministerio del Vaticano que maneja las canonizaciones, y de una n¨®mina de 10.000 santos, la inmensa mayor¨ªa hombres y sacerdotes
El padre Varona tiene un largo camino por delante. Es el portador. Ha jurado ante el obispo de C¨®rdoba, Demetrio Fern¨¢ndez, no separarse del pesado arc¨®n de madera que mueve con un carrito de mudanza hasta que culmine su misi¨®n: llegar a Roma y entregarlo en la Congregaci¨®n para las Causas de los Santos, en el coraz¨®n del Vaticano. El caj¨®n, una obra maestra de carpinter¨ªa, tiene un metro de largo por medio de alto; su tapa est¨¢ herm¨¦ticamente atornillada; la cruza una cinta de seda roja lacrada con el sello del obispo; contiene los 13.200 folios secretos de la causa de beatificaci¨®n del religioso gaditano Pedro Manuel Salado, que muri¨® en la playa ecuatoriana de Atacames el 5 de febrero de 2012, tras salvar la vida de siete ni?os. Esta documentaci¨®n puede elevar a Salado a los altares. Seg¨²n explica el obispo, ¡°una causa de santidad supone alcanzar la certeza moral frente a una duda propuesta de que ese cristiano se encuentra en el cielo; que su trayectoria representa un modelo de imitaci¨®n y debe ser objeto de veneraci¨®n¡±.
El proceso no ha hecho m¨¢s que empezar, aunque Salado ya ha entrado en la categor¨ªa de ¡°siervo de Dios¡±. Al final del camino se tendr¨¢ que demostrar un milagro, un hecho inexplicable y contra las normas de la naturaleza, ocurrido por su intercesi¨®n. El milagro lo hace Dios (es su r¨²brica a todo el proceso), pero a trav¨¦s del futuro santo. Y si no hay milagro, el candidato no pasar¨¢ de ser un ¡°venerable siervo de Dios¡±. Y tendr¨¢ que esperar. Incluso siglos. Quiz¨¢ el milagro nunca llegue.
Para ser beato es imprescindible acreditarse uno ante la Santa Sede y otro m¨¢s para ser santo. La mayor¨ªa consiste en curaciones (instant¨¢neas, completas, duraderas e inexplicables). La lista de hechos sobrenaturales registrados en la Congregaci¨®n es interminable; desde tumores que se desvanecen a bolsas amni¨®ticas rasgadas que se cierran; desde diarreas y v¨®mitos cr¨®nicos que cesan y enfermedades raras que se curan hasta un joven que se cae de una altura de 15,5 metros sin sufrir ninguna lesi¨®n. Hay, adem¨¢s, todo un cat¨¢logo de conversiones, bilocaciones (estar en dos sitios al mismo tiempo, como sol¨ªa hacer el Padre P¨ªo), multiplicaci¨®n de alimentos (san Juan Mac¨ªas, en 1949, hizo crecer un pu?ado de arroz en Olivenza, Badajoz, hasta saciar a una multitud hambrienta), visiones, revelaciones, estigmas y hasta levitaciones. El menos frecuente es la resurrecci¨®n. ¡°Es el m¨¢s dif¨ªcil y de mayor grado¡±, aclara un sacerdote especialista. No todos los cat¨®licos tienen la misma opini¨®n sobre los milagros. Para el te¨®logo Juan Jos¨¦ Tamayo: ¡°Pertenecen a la mitolog¨ªa de la credulidad, de la incultura, no fomentan la fe ni la solidaridad, sino la superstici¨®n y la milagrer¨ªa¡±.
Estos legajos met¨®dicamente archivados y empaquetados que transporta a Roma han supuesto para Miguel Varona tres a?os de trabajo minucioso, reuniendo documentos (hasta informes meteorol¨®gicos de la playa donde muri¨® Salado) y decenas de entrevistas; miles de preguntas bajo juramento y testimonios sobre la vida y la muerte de su candidato. Este sacerdote es el postulador (el responsable, el impulsor) de la causa, como se denomina a todo el proceso de beatificaci¨®n en la Iglesia cat¨®lica, que guarda un gran parecido con un procedimiento judicial, con una fase de instrucci¨®n y otra de juicio, hasta concluir en una sentencia, atendiendo (se supone) al clamor de los cristianos que olfatean el fumus sanctitatis (fama de santidad) del candidato. De esa forma, seg¨²n el sacerdote Alberto Fern¨¢ndez, delegado de las Causas de los Santos de la Di¨®cesis de Madrid, ¡°se unen en cada causa tres voces: la del pueblo de Dios, que dice, ¡®aqu¨ª hay algo excepcional¡¯; la de la Iglesia, mediante una causa que es como un juicio, y la de Dios, a trav¨¦s del milagro, que es el sello divino¡±.
Durante tres a?os, el padre Varona ha sido el detective de la vida de Salado. En este tiempo, como le ocurre a la mayor¨ªa de los postuladores de las causas (no m¨¢s de dos centenares en todo el mundo), se ha obsesionado con su postulado. Conf¨ªa en que esta causa se abra camino en la burocracia de la ¡°f¨¢brica de santos¡± vaticana, que en un par de a?os consiga el Decreto de Validez y, a partir de ah¨ª, supere el largo examen final de la redacci¨®n, an¨¢lisis, juicios y votaciones secretas sobre la positio (la tesis encuadernada en cuero rojo y grabada con letras de oro que documenta por qu¨¦ ese siervo de Dios acumula m¨¦ritos para la santidad). Hasta que alg¨²n d¨ªa, despu¨¦s de conseguir la unanimidad del grupo de obispos y cardenales que se re¨²nen dos martes al mes en la Sala Bolonia de la Congregaci¨®n en Roma, la causa llegue a manos del Papa en una bella carpeta de piel. Y el Sumo Pont¨ªfice decida. Y decrete.
El Papa es el ¨²nico que puede confirmar (o desaconsejar) la santidad de un candidato. Es una decisi¨®n infalible e irrevocable. Sin marcha atr¨¢s. Nadie en la Iglesia sabe responder qu¨¦ pasar¨ªa si despu¨¦s de su canonizaci¨®n se demostrara que un santo no hab¨ªa sido santo: ¡°No se ha dado el caso¡±. Sin embargo, algunas causas avanzadas, como la del fundador del movimiento neoconservador Sch?nstatt, el sacerdote Josef Kentenich, est¨¢ congelada por presuntos abusos sexuales.
Despu¨¦s de la fase de investigaci¨®n y recogida de pruebas normalmente en la di¨®cesis donde muri¨® el postulado, la del Vaticano (denominada Fase Romana) puede prolongarse d¨¦cadas; incluso siglos: como la de Isabel la Cat¨®lica, reactivada en 1958 y paralizada en 1991 por haber expulsado a los jud¨ªos de Espa?a, o la del arquitecto Antonio Gaud¨ª, que muri¨® en 1926. Transcurrir¨¢n decenios bajo el severo escrutinio de te¨®logos, canonistas, historiadores, juristas, m¨¦dicos, cardenales y obispos; de pasos adelante y atr¨¢s. Y de coger mucho polvo. Las causas son lentas. Se inician en un momento hist¨®rico y se resuelven en otro distinto, cuando desde el postulador que lo inici¨®, los testigos y el mismo papa que autoriz¨® su apertura han muerto. El siglo es la unidad de medida de tiempo en el Vaticano.
En ocasiones, cerca de su conclusi¨®n, algunas ya no interesan a la Santa Sede. Y se quedan en el limbo. Sobre todo, si el postulado no est¨¢ dentro de la l¨ªnea ideol¨®gica (o propagand¨ªstica) del pont¨ªfice de turno. Se puede dar el caso contrario, que interese agilizarla. Como el r¨¦cord de velocidad de Juan Pablo II (un santo s¨²bito), que en solo nueve a?os fue canonizado (salt¨¢ndose las normas por deseo de Benedicto XVI); o los escasos 18 a?os de tramitaci¨®n de la controvertida causa de Teresa de Calcuta. Sin embargo, en contra de la creencia general, el fundador del Opus Dei, Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, no corri¨® tanto: tard¨® 27 a?os. Pero cuando su causa se puso en marcha, colabor¨® en su elaboraci¨®n un tercio del episcopado, los superiores de las grandes ¨®rdenes religiosas e, incluso, jefes de Estado. Al tiempo, al parecer, se prescindi¨® de algunos testimonios negativos. La Obra reuni¨® 20.000 folios irrefutables, seg¨²n explica uno de los 20 miembros que trabajaron en la redacci¨®n de la causa de Escriv¨¢, Jos¨¦ Carlos Mart¨ªn de la Hoz, director de la Oficina para las Causas de los Santos del Opus Dei, que tambi¨¦n ha colaborado en las de los sucesores de san Josemar¨ªa al frente del Opus: ?lvaro del Portillo (que fue proclamado beato en 17 a?os) y Javier Echevarr¨ªa (cuyo proceso de beatificaci¨®n se abrir¨¢ en breve).
En el entorno eclesial comentan (a media voz) que hay ¡°causas estrat¨¦gicas que se aceleran por motivos pol¨ªticos, de agenda, de oportunidad; porque es el mensaje que le interesa a la Iglesia en ese momento. Y tambi¨¦n como diplomacia, durante los viajes del Papa a territorios en los que interesa promover el catolicismo¡±. Hay santos de cada momento. Con un perfil ideol¨®gico y humano acorde con cada Santo Padre. Cada di¨®cesis y cada orden o congregaci¨®n quieren tener el suyo, porque es un sello de calidad. Y la maquinaria del Vaticano marca la direcci¨®n. Y acelera o frena (congela, dilata, suspende, bloquea) seg¨²n su inter¨¦s. Wojtyla hizo santos a Teresa de Calcuta y a Escriv¨¢, pero no consider¨® ¡°oportuna¡± la beatificaci¨®n de ?scar Romero (que fue asesinado por la extrema derecha mientras oficiaba misa en El Salvador) o del jesuita Ignacio Ellacur¨ªa (tambi¨¦n asesinado en El Salvador por los paramilitares). Ni la de Ignacio Arrupe, el superior de los jesuitas, rival ideol¨®gico de Juan Pablo II, cuyo proceso (por fin) se ha abierto 28 a?os despu¨¦s de su muerte, y que postula el curtido padre Pascual Cebollada junto a un equipo de 10 miembros de la Compa?¨ªa de Jes¨²s. Se mov¨ªan en el marco de la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n y ¡°la opci¨®n preferencial por los pobres¡±. No era la agenda de Wojtyla. ¡°Los santos que se eligen con cada papado legitiman ese modelo de Iglesia; son la mejor propaganda de la visi¨®n que tiene el papa del mundo; las canonizaciones son su bander¨ªn de enganche pol¨ªtico¡±, explica el te¨®logo Juan Jos¨¦ Tamayo, que contin¨²a: ¡°Con Juan Pablo II se acu?¨® una raza de santos m¨¢s espiritualista, eclesi¨¢stica, ortodoxa. Fabric¨® m¨¢s santos y beatos que ning¨²n otro papa en la historia: m¨¢s de 1.700 en 27 a?os. Hoy, Jesucristo no pasar¨ªa el filtro de la Congregaci¨®n, porque criticaba a los ricos, apostaba por las mujeres y los excluidos, y muri¨® a manos del poder¡±. Lo confirma un jesuita madrile?o: ¡°Para ser santo, no se puede ser un heterodoxo¡±.
Tambi¨¦n Francisco ha cambiado el perfil de los aspirantes a santos. Seg¨²n Jos¨¦ Beltr¨¢n, director de la revista Vida Nueva (la referencia informativa del sector), ¡°cuando Bergoglio llega, ve que solo hay santos varones, de pa¨ªses desarrollados y de ricos; santos del Opus y de las monjitas que invert¨ªan sus ahorros en canonizar a su fundadora. Pero eso no lo pod¨ªan hacer los cat¨®licos de Nigeria o las madres de familia numerosa, o los seglares o los misioneros de ?frica. Hab¨ªa muchos del norte y pocos del sur. Juan Pablo II buscaba santos que no hubieran dicho ni escrito nada contra la doctrina. Francisco busca la santidad normal, cotidiana; la de la puerta de al lado¡±.
El manejo pol¨ªtico m¨¢s evidente de las beatificaciones lo llev¨® a cabo Juan Pablo II con los cat¨®licos asesinados durante la guerra civil espa?ola por odio a su fe (odium fidei), que las fuentes m¨¢s conservadoras sit¨²an en 64.000 y la Conferencia Episcopal Espa?ola, de boca de su directora de las Causas, Lourdes Grosso, cifra entre 8.000 y 10.000. Durante el franquismo, en 1964, Pablo VI (un papa refractario a la dictadura de Franco) se neg¨® a poner en marcha esos procesos de beatificaci¨®n por martirio, porque ¡°una beatificaci¨®n debe servir para educar al pueblo, no para dividirlo¡±, seg¨²n explicaba el cardenal Pietro Palazzini. Sin embargo, en 1983, Juan Pablo II situ¨® en su hoja de ruta ideol¨®gica la beatificaci¨®n de los m¨¢rtires espa?oles (y de los pa¨ªses tras el tel¨®n de acero) y las reactiv¨® bajo la direcci¨®n de la religiosa teresiana Encarnita Gonz¨¢lez con el encargo de ¡°coordinar las causas de los m¨¢rtires de la persecuci¨®n religiosa en Espa?a¡±. De las m¨¢s de 8.000 fichas de personas asesinadas registradas por Gonz¨¢lez, en torno a 1.900 ya han logrado la beatificaci¨®n. Sin embargo, en la era Francisco, y con el cardenal Rouco fuera de juego, el asunto ha languidecido. Pero en la Iglesia espa?ola tienen claro que, en los pr¨®ximos a?os, otros 7.000 ¡°m¨¢rtires de la persecuci¨®n de la Guerra Civil¡± ascender¨¢n a los altares.
Adem¨¢s de oportunidad pol¨ªtica, una causa necesita dinero. Y personal permanente y adecuado. Y tiempo. Un terreno donde tienen ventaja las ¨®rdenes sobre los laicos. De los aproximadamente 10.000 santos con los que cuenta la Iglesia, solo un 10% son mujeres, y un 1%, casados. La mayor¨ªa eran profesionales de la Iglesia. En esa n¨®mina hay 87 papas, 1.147 obispos, 467 abades, 239 fundadores y fundadoras de ¨®rdenes religiosas, 1.315 religiosos, 958 sacerdotes y 2.300 m¨¢rtires.
Para conseguir una canonizaci¨®n hay que alimentar y engrasar durante d¨¦cadas una maquinaria t¨¦cnica y propagand¨ªstica, que hoy dispone de p¨¢ginas web y redes sociales que mantener y alimentar. Y, tradicionalmente, con estampitas que repartir en las iglesias, con una cuenta bancaria al dorso. Por ejemplo, en la web de la joven burgalesa Marta Obreg¨®n, candidata al martirio ¡°por defensa de la virtud de la castidad¡±, tras ser asesinada en 1992 por Pedro Luis Gallego, el violador del ascensor, se puede leer: ¡°Hasta ahora los gastos han sido menores y hemos podido cubrirlos con nuestros propios medios, ahora tu ayuda nos va a resultar indispensable. Puedes contribuir utilizando alguna de las formas que se encuentran a continuaci¨®n¡±.
Para ser santo hacen falta limosnas. Hay que hacer ruido. Y que corra la voz de los ¡°favores¡± que concede el candidato a los altares. Y recaudar. Sin ¡°fama de santidad¡± no se llega a santo. Como afirma el padre Mart¨ªn de la Hoz: ¡°Una causa pobre es una pobre causa¡±.
La sombra de la corrupci¨®n ha envuelto siempre a la f¨¢brica de los santos vaticana. El anterior prefecto de la Congregaci¨®n, el excardenal Giovanni Angelo Becciu, fue cesado en 2020 por Francisco por turbios manejos inmobiliarios de los que est¨¢ siendo juzgado. A lo largo de los ¨²ltimos a?os, las sospechas no se han desvanecido. La ¨²ltima sali¨® a la luz en abril, cuando se denunci¨® que la Congregaci¨®n habr¨ªa pedido dinero para dinamizar la causa del democristiano italiano Aldo Moro, asesinado en 1978. En horas, el Vaticano afirm¨®: ¡°Esa petici¨®n econ¨®mica no se produjo en ning¨²n momento¡±.
Una mala fama que confirma el vaticanista Dar¨ªo Menor: ¡°Con la era Francisco ha entrado un modelo de mayor eficacia y transparencia, sobre todo en el control del dinero que se mueve, porque antes era de broma. No hab¨ªa ninguna vigilancia de la Congregaci¨®n sobre el proceso. Se mov¨ªa el dinero en efectivo. Era la casa de t¨®came Roque. Ahora est¨¢ m¨¢s fiscalizado, pero la lentitud y la incompetencia contin¨²an siendo exasperantes¡±.
Los ingresos de una causa proceden de los donativos. Los gastos se pueden dividir en dos partidas: los de la Fase Diocesana (que se pueden situar en torno a los 100.000 euros) y los de la Fase Romana, en la Congregaci¨®n, para los que el Vaticano en busca de una mayor transparencia estableci¨® en 2016 unas tarifas fijas y confidenciales. Las m¨¢s elevadas son las que hay que satisfacer por el ¡°reconocimiento del milagro¡±, que suponen un desembolso de 18.200 euros. Y, despu¨¦s, por el ¡°reconocimiento de virtudes o martirio¡±, que cuesta 17.240 euros. Hay que a?adir el sueldo del postulatore romano, un abogado residente en Roma, entre br¨®ker y lobbista, encargado de activar, agilizar y favorecer la tramitaci¨®n de la causa en el Vaticano, que puede cobrar hasta 30.000 euros. Sin contar con sus ayudantes. La abogada m¨¢s prestigiosa del ramo y decana de los dos centenares de postuladores romanos es la canonista argentina Silvia Correale (apodada en el Vaticano la monse?orina), que ha llevado desde 1992 centenares de causas. Seg¨²n diversas fuentes, un proceso que dure en torno a 30 a?os puede llegar a costar entre 100.000 y 400.000 euros. Al final, si sobra dinero, lo absorbe la Congregaci¨®n vaticana, ya que es una ¡°causa piadosa¡±, para nutrir un ¡°fondo de solidaridad destinado a causas pobres¡±.
La Congregaci¨®n para las Causas de los Santos se encuentra en el n¨²mero 10 de la plaza de P¨ªo XII, frente a la bas¨ªlica de San Pedro. Es uno de la docena de dicasterios (ministerios) en los que se apoya el Pont¨ªfice para gobernar la Iglesia. En el ala trasera del palacio de los Propileos se encuentra el Studium, la facultad que prepara a los profesionales de las causas de los santos. En este ministerio trabajan 200 asesores (el mayor n¨²mero dentro del gobierno vaticano), a las ¨®rdenes del cardenal Marcello Semeraro, que ha rehusado personalmente participar en este reportaje, aunque envi¨® su bendici¨®n al periodista. Cuenta con un Colegio de Relatores, los sacerdotes en n¨®mina que siguen y dirigen cada causa en Roma. Un puesto que est¨¢ vedado a las mujeres. Y de la llamada Consulta M¨¦dica, un equipo de doctores (hombres, italianos y cat¨®licos) que se re¨²nen cada 15 d¨ªas en asamblea secreta para analizar dos milagros. Echan atr¨¢s dos de cada tres que les presentan. En la c¨²pula de la Congregaci¨®n hay 20 cardenales y obispos de todo el mundo que se encuentran cada dos martes y debaten una media de cuatro casos por sesi¨®n. Si est¨¢n de acuerdo, env¨ªan su nihil obstat al Papa. Si no hay unanimidad, no hay ¡°fumata bianca¡±. Seg¨²n el index ac status causarum (el registro del estado de las causas que publica en lat¨ªn el Vaticano), hay en la Congregaci¨®n en torno a 1.300 causas ¡°vivas¡±. Algunas se remiten al siglo XV. A las que tienen m¨¢s de 30 a?os desde la muerte del postulado se las denomina ¡°hist¨®ricas¡±, son las que carecen de testigos vivos.
La causa del hermano Salado, ahogado en Ecuador mientras salvaba ni?os, encaja como un guante en uno de los tres ¡°caminos¡± fijados por el Vaticano para alcanzar la santidad: ¡°El ofrecimiento voluntario de la vida al pr¨®jimo con el resultado de una muerte cierta y libremente aceptada¡±. Este acceso a la santidad, de tinte solidario, fue incorporado por Francisco en 2017, en su b¨²squeda de fabricar santos m¨¢s pegados al terreno. Uno de sus beatos de nueva generaci¨®n es Carlo Acutis, un youtuber italiano que falleci¨® a los 15 a?os, al que ya se le ha acreditado un milagro y que ha sido embalsamado para su veneraci¨®n p¨²blica con su sudadera y sus Nike.
Los otros dos motivos para ascender a los altares son el martirio (el m¨¢s antiguo y numeroso) por motivos religiosos y odio a la fe del ejecutado, y en la que el m¨¢rtir ha tenido que perdonar a su verdugo antes de morir, no tener militancia pol¨ªtica, no portar armas ni resistirse. El segundo es haber vivido de acuerdo a unas ¡°virtudes heroicas¡±, un catolicismo en grado sumo que haya sido reconocido ampliamente por sus contempor¨¢neos. Tener, lo que en la f¨¢brica de santos se denomina, ¡°fama de santidad¡±.
Delante de la tumba de Marta Obreg¨®n, candidata al martirio y la beatificaci¨®n ¡°en defensa de la virtud de la castidad¡±, en el cementerio de Burgos, no hay se?ales de ¡°fama¡±. La tumba n¨²mero 92 aparece deslucida, solitaria; reposa sobre ella un pobre ramo de flores de pl¨¢stico. La persona que ha mantenido viva su memoria desde que se comenz¨® a trabajar en su causa, en 2006 (como promotores est¨¢n los kikos, el grupo de Kiko Arg¨¹ello, que busca su primera santa), es el sacerdote Saturnino L¨®pez Santidri¨¢n, de 75 a?os, que tras 12 de trabajo y una cincuentena de entrevistas (los kikos intentaron adem¨¢s sin ¨¦xito encontrarse en la c¨¢rcel con el asesino, Pedro Luis Gallego) entreg¨® la causa de Obreg¨®n en el Vaticano en 2019.
Satur, como es conocido en Burgos, recibe en su peque?o despacho, una antigua celda monacal, de la Facultad de Teolog¨ªa. Pretende que la figura de Marta Obreg¨®n se convierta en ¡°un modelo social y de imitaci¨®n para la juventud actual, porque era una chica moderna, de 22 a?os, estudiante de Periodismo y que tocaba la guitarra; una cat¨®lica muy activa (cercana a los kikos y el Opus) y comprometida (quer¨ªa ser misionera), que fue asesinada la madrugada del 22 de enero de 1992, de forma brutal, de 14 pu?aladas, una en el centro del coraz¨®n, al rechazar a su agresor en defensa de su pureza. Yo creo que esa acci¨®n de Marta tiene hoy una gran repercusi¨®n para los j¨®venes¡±.
¡ª?C¨®mo lleg¨® a la conclusi¨®n de que su resistencia contra el violador fue heroica?
¡ªEl inspector de polic¨ªa y el forense me dijeron que fue una masacre. Y que su resistencia lleg¨® al extremo. Defendi¨® su castidad hasta el final, ten¨ªa las u?as desgajadas y rotas, hematomas en los muslos¡
¡ªLo que la convierte en m¨¢rtir¡
¡ªSin duda. Se puede ser m¨¢rtir como los de 1936, y se puede ser m¨¢rtir en defensa heroica de una virtud, como la castidad. La fe le dio fortaleza a Marta para defender esa virtud. Y si es m¨¢rtir, ya no necesita un milagro para ser beatificada, aunque s¨ª uno para ser santa. Ya estamos estudiando una veintena de hechos milagrosos acaecidos por su intercesi¨®n para el futuro.
¡°En Burgos no se habla del tema de la beatificaci¨®n de Marta Obreg¨®n desde hace a?os¡±, explica la periodista del Diario de Burgos Ang¨¦lica Gonz¨¢lez, que sigui¨® el caso. ¡°Y muchos cristianos piensan aqu¨ª que este asunto hace un flaco servicio al papel de la mujer en la Iglesia. No parece muy sensato hacer santa a una mujer por el s¨ªmbolo de su virginidad¡±. Los promotores de la causa, los kikos, deciden no aportar m¨¢s informaci¨®n sobre la causa y su financiaci¨®n: ¡°No tenemos m¨¢s detalles que le puedan resultar de inter¨¦s¡±.
La ma?ana del 14 de abril de 2021, el padre Varona entreg¨® al canciller de la Congregaci¨®n para las Causas de los Santos, Giacomo Pappalardo, en Roma, el caj¨®n de madera con la causa del hermano Pedro Manuel Salado. Este le dio un resguardo con el n¨²mero 1.242. Ah¨ª se inici¨® realmente la larga andadura de su beatificaci¨®n. Varona sabe que tal vez no viva para ver su desenlace.
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