Camila Falquez, la gran retratista de la belleza inclusiva: ¡°Yo siento que estoy frente a lo m¨¢s sublime¡±
La fot¨®grafa encontr¨® su mirada en cuanto se mud¨® a Nueva York en lo que durante d¨¦cadas fue considerado minoritario, incluso marginal, esta artista hall¨® el mismo centro de la belleza
El universo est¨¦tico de Camila Falquez orbita sobre la armon¨ªa y la naturalidad. Con su lente celebra la diversidad racial y sexual, las personas mayores, la descolonizaci¨®n¡, las cuestiones m¨¢s espinosas de la flor del debate social actual. Pero ella trabaja desde el p¨¦talo, desde el pistilo y los estambres. Una palabra centra su conversaci¨®n: innegable. Lo irrebatible de la grandeza de esas deidades aparentemente sin parroquia que florecen en el metro de Nueva York, en un barrio de Cuba o a la orilla del mar en Puerto Rico. La activista Qween Jean, las drag queens Miss Patsy InDecline o Lady Quesa¡¯Dilla, la veterana instituci¨®n caribe?o-neoyorquina Maria Antonia Kay, To?ita. ¡°Yo siento que estoy frente a lo m¨¢s sublime. ?De verdad esto no es el centro del mundo?¡±, se pregunta y se responde en el lienzo en blanco que es su estudio Delicia en Ridgewood, en la frontera entre Brooklyn y Queens. All¨ª construye altares para Gods That Walk Among Us, que deliberadamente mantiene en la neutralidad del ingl¨¦s para que el idioma espa?ol no devuelva a la estructura binaria ¡ªdioses o diosas que caminan entre nosotros¡ª una afirmaci¨®n que fluye por toda la amplitud del espectro y que da nombre a su primera exposici¨®n art¨ªstica en una galer¨ªa de Nueva York. Tendr¨¢ lugar en el espacio Hannah Traore, en el Lower East Side de Manhattan, entre el 2 de junio y el 8 de julio, y en ella lo divino camina entre la gente y lo terrenal se eleva hacia la omnipotencia.
Falquez (Ciudad de M¨¦xico, 32 a?os) da el salto a la sala de exposici¨®n tras haber ofrecido su mirada a algunas de las publicaciones m¨¢s prestigiosas del mundo: The New York Times, Vogue o Time, para cuya portada de los cien personajes m¨¢s influyentes de 2022 acaba de retratar a la actriz estadounidense Zendaya y a la primera ministra de Barbados Mia Mottley. Pero a la hora de recapitular su carrera en esta muestra, que explota en color y en textura humana, no ha privilegiado a sus musas m¨¢s populares (ha fotografiado a Selena G¨®mez, Anya Taylor-Joy, Isabella Rossellini o a Rosal¨ªa, pero tambi¨¦n a Joe Biden y Kamala Harris), sino que se ha centrado en los mal llamados m¨¢rgenes, que ella conoce bien. Nacida en M¨¦xico de padres colombianos, siempre disoci¨® las ra¨ªces y la patria, la cultura y el hogar. Lleg¨® a Espa?a con dos a?os, a Madrid, pero estuvo radicada en Barcelona durante la formaci¨®n de su identidad. Era la peque?a de cuatro hermanas y, por tanto, el cerebro m¨¢s flexible y esponjoso ante la cultura de acogida. ¡°Iba al colegio y era el canal de comunicaci¨®n para mi familia. ¡®En mi colegio me han dicho que la Navidad se celebra as¨ª¡¯. Era yo la que tra¨ªa el acento, el catal¨¢n¡±, explica. La experiencia se dio la vuelta al llegar a Nueva York en 2011, ya de adulta y sola. Vivi¨® la burocracia del emigrante y se encontr¨® con un concepto muy diferente de integraci¨®n. ¡°Crec¨ª en Espa?a con esa ¨²nica mirada como persona latino?americana, con un racismo sutil pero constante, pero tambi¨¦n con muchas cosas muy bellas. Amo Espa?a. Pero llegu¨¦ aqu¨ª y me di cuenta de que hay mucho m¨¢s de lo que me han ense?ado¡±, relata. Su madre, tambi¨¦n artista, hac¨ªa largu¨ªsimos viajes en coche con toda la familia para exponer a sus hijas a los museos de Mil¨¢n, Par¨ªs o Berl¨ªn. Pero algo faltaba en esa educaci¨®n est¨¦tica para Camila. Un algo que encontr¨® en Nueva York. ¡°Es un v¨®rtice, un espacio donde la diversidad humana es superior a nada que yo he visto. Uno puede viajar por el mundo entero en Nueva York, por muchas capas de LGTB, de raza. Hay una transversalidad en todas las direcciones que me da un sentido del prop¨®sito. Aqu¨ª llegas y te integras contigo mismo. Al integrarte contigo encuentras gente como t¨²¡±, asegura.
Tras una pandemia que la oblig¨® a estar dos a?os seguidos en una ciudad de la que muchos escaparon, al arraigarse en el lugar en el que convergen la mayor¨ªa de las minor¨ªas, donde los despose¨ªdos toman posesi¨®n, encontr¨® por fin su voz en la supuesta otredad. ¡°Esto es el todo. Es la belleza, la abundancia. Me gusta estar en este lado¡±, resume. Y aunque la cultura woke y la conciencia social de la generaci¨®n Z llevan a hablar de una nueva mirada, Falquez disiente. ¡°?Nuevo para qui¨¦n? Esta es la belleza y no es nueva. Ha existido en el mundo, en el margen, previo a la colonizaci¨®n, previo a todo¡±, asegura.
Si me preguntas cu¨¢l es mi sue?o, cu¨¢l es mi objetivo, es que los grandes museos bajen a los Borbones y suban a estas reinas
En tiempos pand¨¦micos tambi¨¦n reafirm¨® su idea de c¨®mo los grandes museos no hablaban con la realidad de la calle. Fue as¨ª cuando surgi¨® su idea de llevar sus fotograf¨ªas a los espacios p¨²blicos en su proyecto Being (ser). Seres quiz¨¢ mal llamados no normativos (?la norma seg¨²n qui¨¦n?) que se desplegaron por escaparates de barber¨ªas, tiendas y locales de Manhattan para dirigirse a su p¨²blico natural, que quiz¨¢ no se sienta bienvenido en el Museo Metropolitano o en el MoMA. Im¨¢genes que mezclaban el eurocentrismo de la escultura cl¨¢sica con la encendida diversidad de lo infrarrepresentado. El proyecto tuvo una segunda parte, y ahora Camila Falquez se instala en una galer¨ªa dispuesta a, alg¨²n d¨ªa, asaltar los museos, entrar en los manuales y abrirse hueco en el imaginario colectivo. ¡°Si me preguntas cu¨¢l es mi sue?o, cu¨¢l es mi objetivo, es que una de esas salas baje a los Borbones y suba a estas reinas. No porque sean m¨ªas, sino porque son ellas. ?C¨®mo vas a quitar a Goya? Pero que coexistan¡±. Evelyn, una doula del Bronx, con la duquesa de Alba. Un bailaor y cantaor queer como Miguel Heredia con los vaporosos tut¨²s de Degas. Una de sus obras genera una especie de ¨²ltima cena con 13 mujeres trans negras semidesnudas sin mes¨ªas, disc¨ªpulos ni traidores. Ella las recibe en su estudio, les extiende su alfombra roja. Se encarga de arroparlas con m¨²sica, con comida. Pinta a mano los fondos en lugar de usar telas o fondos artificiales y las sube al pedestal. Genera el ambiente ¡°de amor y devoci¨®n¡± para que se despliegue la magia de sus musas. ¡°Siento que trabajo para una corte. Las quiero ver en un espacio como el Met, como el Prado¡±, dice sobre una iconograf¨ªa definitivamente antipatriarcal y contraria al supremacismo blanco, pero no a los hombres ni a las personas blancas. ¡°Si me preguntas, abajo el patriarcado ya. Pero no es lo mismo masculinidad que ser hombre, igual que no es lo mismo whiteness [el sentimiento etnocentrista de la raza blanca] que ser blanco. Este sistema oprime y oprime a todos. Los hombres son seres preciosos y me encantan. Veo mucho dolor en lidiar con esa masculinidad¡±, reconcilia.
Falquez sabe la cantidad de resistencias que se activan ante este tipo de comentarios, especialmente desde Europa. ¡°?C¨®mo no va a haberla? Te est¨¢n diciendo directamente que abusaste de tu poder, que lo mantienes, que borras, que hay otra realidad, que no eres el centro¡±, dice, convencida de que el nuevo centro de gravedad de la civilizaci¨®n tiene las de ganar. ¡°Es un bloque que no puede ser eliminado tan f¨¢cilmente. Somos muchos. Mi parte es peque?a. Siento que cabalgo humildemente, pero con un gran sentido de la responsabilidad¡±, dice, celebrando la presencia de modelos queer en las principales campa?as de moda, el cambio en los paradigmas acad¨¦micos que reivindican a Frantz Fanon o a Bell Hooks, que Manuel Li?¨¢n triunfe con un flamenco sin g¨¦nero o el liderazgo de personas como Antwaun Sargent al mando de la ic¨®nica galer¨ªa Gagosian y contraatacando cualquier argumento en contra con trabajo duro y exigente. ¡°Me lo he tomado muy, muy en serio. En la galer¨ªa se van a ver piezas impresas en la m¨¢s alta calidad que existe. Enmarcadas en seda para darles una sensaci¨®n de objeto. Podr¨ªan estar en el Met a nivel de calidad, porque necesito que la calidad sea estrat¨¦gica. Si no quieres que est¨¦ all¨ª, mi amor, es por otra cosa¡±, concluye.
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