Yanina Saccani, la proyeccionista del cine m¨¢s antiguo de Buenos Aires: ¡°Vivimos en un momento de poca empat¨ªa y poco encuentro y el cine nos construye como comunidad¡±
La trabajadora de esta m¨ªtica sala de estilo racionalista y gesti¨®n estatal reflexiona sobre la importancia de la cultura en tiempos de recortes presupuestarios del presidente Javier Milei
Luego de verificar que la cinta de 35 mil¨ªmetros est¨¦ bien colocada, Yanina Saccani (41 a?os), proyeccionista del cine Gaumont, de gesti¨®n estatal y el m¨¢s antiguo de Buenos Aires, apaga las luces de la sala y pone a correr la pel¨ªcula. A veces, mira el comienzo por la ventanita, pero el ruido de la m¨¢quina, una especie de siseo, hace que no pueda o¨ªr los di¨¢logos, as¨ª que por lo general mientras las escenas suceden, ella piensa. Piensa en muchas cosas. En el ¨²ltimo tiempo, luego de los recortes presupuestarios del presidente, Javier Milei, a la industria audiovisual, suele hacerse preguntas: ?Para qu¨¦ sirve la cultura? ?Para qu¨¦ sirve el cine? Y, tambi¨¦n, ?para qu¨¦ ir al cine? Si una prende la televisi¨®n y en plataformas puede ver ¡°cualquier cosa¡±, dice ahora sentada en esta sala con capacidad para 584 espectadores. Luego se queda callada un momento y aclara: ¡°Aunque no es exactamente cualquier cosa, sino lo que el algoritmo te indica que veas¡±. Y agrega: ¡°Ir a un espacio cultural a ver una pel¨ªcula o una obra de teatro implica un esfuerzo, pero la gente cada vez quiere esforzarse menos, ?no? Y, sin embargo, ac¨¢ te encontr¨¢s con otras personas, quiz¨¢s te tomes un caf¨¦ despu¨¦s. No solo te queda el recuerdo de la pel¨ªcula, sino tambi¨¦n de la experiencia¡±.
Saccani es la ¨²nica proyeccionista que tiene este cine de estilo racionalista, fundado en 1912, frente a la plaza del Congreso. Desde 2003, el Gaumont pertenece al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y exhibe casi exclusivamente pel¨ªculas argentinas, tanto de ficci¨®n como documentales. Los jueves, los directores van a las proyecciones y debaten o contestan preguntas del p¨²blico. La entrada cuesta la mitad que en otros cines argentinos y hay descuentos para estudiantes y jubilados.
Si bien la mayor¨ªa de las pel¨ªculas se proyectan en digital, ella disfruta sobre todo de los ciclos en 35 mil¨ªmetros. ¡°Las digitales vienen como informaci¨®n dentro de discos r¨ªgidos externos. Mientras que a las cintas las pod¨¦s oler, tocar, tienen marcas de las proyecciones anteriores: est¨¢n vivas¡±, dice, y comenta que la calidad de imagen y los colores de una y otra no tienen comparaci¨®n. Adem¨¢s, hace ¨¦nfasis en la conservaci¨®n. Pone el ejemplo de las fotos familiares: ¡°Probablemente, las im¨¢genes del celular las pierdas en unos a?os. Mientras que segu¨ªs teniendo el ¨¢lbum de fotos de cuando eras un beb¨¦¡±. Y cuenta que hay pel¨ªculas de m¨¢s de un siglo que, pese a las marcas del tiempo, se pueden visualizar. En cambio, otras que se filmaron en los a?os noventa o en la primera d¨¦cada de 2000 son muy dif¨ªciles de conseguir. ¡°Porque se subieron a internet en baja definici¨®n, o porque el director las ten¨ªa en un minidv que se perdi¨® o en formatos que quedaron obsoletos¡±.
Trabaj¨® como continuista en televisi¨®n y se form¨® como directora. En el om¨®plato izquierdo tiene un tatuaje: la imagen de su pap¨¢, Enrique, fallecido en 2014, emulando la escena en la que E. T. viaja ante la Luna en bicicleta. A su hijo, Lautaro, de cuatro a?os, tambi¨¦n le encantan las pel¨ªculas. ¡°Creo que ya mir¨® m¨¢s de las que yo vi en la mitad de mi vida¡±, dice entre risas. ¡°Me parece que vivimos en un momento de poca empat¨ªa y poco encuentro y el cine nos construye como comunidad. Encontrarse con el otro hace que lo entiendas, que trates de ponerte en su lugar. Tener una historia, tener una identidad, tener memoria: creo que todo eso es el cine¡±.
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