El valor del entrenador personal: ¡°Si tienes a uno bueno, te enganchar¨¢s¡±
El golf, el tenis, la h¨ªpica, la nataci¨®n y el yoga son algunas de las disciplinas en las que cada vez m¨¢s se recurre a la figura del preparador, ya sea para competir o, simplemente, para mejorar. Solo en tenis hay m¨¢s de 10.000 entrenadores en Espa?a
Su mano izquierda se expande desde su pecho hasta el frente. Las yemas de sus dedos, que apuntan al agua, se mueven r¨ªtmicamente. Sara Zamorano (46 a?os, Madrid) dibuja el movimiento con su brazo. Primero, inclina los dedos, simulando ser la cabeza. Despu¨¦s, su antebrazo interpreta el movimiento del cuerpo antes de caer al agua. La entrenadora, al borde de la piscina, perfila en el aire los pasos que segundos despu¨¦s imitar¨¢ Mar¨ªa Gonz¨¢lez, una madrile?a de 65 a?os que observa con atenci¨®n desde el p¨®dium de salida. Hace apenas ocho meses que ambas mujeres empezaron a reunirse tres veces por semana para dar clases de nataci¨®n con un ¨²nico fin: que Gonz¨¢lez disfrute m¨¢s de su hobby.
El perfil de los entrenadores personales de las distintas disciplinas deportivas no est¨¢ delimitado. Son mujeres y hombres de distintas edades. Al igual que sus pupilos. Pero todos comparten la pasi¨®n por la pr¨¢ctica del deporte. Ese es el caso de Sara Zamorano, que siempre tuvo claro que su vida y su trabajo estar¨ªan ligados al deporte en general y, poco despu¨¦s, tambi¨¦n supo que a la nataci¨®n en concreto. Estudi¨® para ser t¨¦cnico deportivo y le lleg¨® una oferta del Club de Nataci¨®n Jim¨¦nez (Madrid), donde ha trabajado desde que finaliz¨® sus estudios hace m¨¢s de 20 a?os. Fue entonces cuando Mar¨ªa Gonz¨¢lez, que era habitual en este club, conoci¨® a la que ahora es su entrenadora. En Espa?a, el precio medio de una clase de nataci¨®n en grupo var¨ªa entre los 20 y 40 euros.
En la piscina, mientras el fot¨®grafo prepara la c¨¢mara, Zamorano advierte: ¡°La edad enga?a¡±. Cuando su alumna se lanza al agua, las caras de asombro iluminan los escasos rostros que rodean la piscina del club madrile?o. ¡°Es como una sirena¡±, comenta su entrenadora.
Gonz¨¢lez repite en varias ocasiones algunos de los movimientos. Para mejorar, dice. Al salir del agua, rememora el momento en el que aprendi¨® a nadar. ¡°Ten¨ªa siete u ocho a?os, y mis padres me llevaron a una de las primeras piscinas que hab¨ªa en Madrid, donde un profesor me ense?¨® lo b¨¢sico. Pero Sara me ha ayudado mucho. Yo conoc¨ªa la t¨¦cnica de la brazada que se hac¨ªa en los a?os sesenta [ahora los movimientos son m¨¢s aerodin¨¢micos y el cuerpo adquiere mayor velocidad], y se ha modificado desde entonces¡±, explica.
¡ª?Por qu¨¦ da clases de nataci¨®n?
¡ª Porque los entrenadores te ayudan a mejorar la t¨¦cnica aunque no seas un profesional.
En Camarma de Esteruelas, a apenas 20 kil¨®metros de Madrid, en el Club H¨ªpico Las Cadenas, Sonsoles Rold¨¢n (37 a?os) gu¨ªa el movimiento de Elena S¨¢nchez (42) y de Pacheco, un caballo tordo de pura raza espa?ola de 15 a?os. Mientras el animal se mueve por la pista ¡ªal paso, al trote, al galope¡ª, la entrenadora da instrucciones a la amazona: la posici¨®n de la pierna, la postura de la espalda, de las manos¡ Pacheco se mueve hacia un lado y hacia el otro, traza un c¨ªrculo, una pirueta, hace una cesi¨®n¡ A veces Rold¨¢n est¨¢ a unos pocos metros de Pacheco. Otras, indica desde m¨¢s lejos. Para no tener que levantar la voz, en ocasiones se utilizan auriculares conectados al m¨®vil o a un intercomunicador bluetooth. ¡°As¨ª voy indicando al alumno las correcciones y qu¨¦ ejercicios realizar¡±, apunta. ¡°Pero tambi¨¦n me acerco al caballo, sobre todo cuando noto que el jinete o el animal est¨¢n m¨¢s inseguros o intranquilos. Con la llamada puedes llegar a sentir la respiraci¨®n de uno o del otro. Y a la vez tienes una visi¨®n m¨¢s alejada, como si fueses un juez¡±, comenta.
¡ª?No le ha costado que sus alumnos acepten esta t¨¦cnica?
¡ªAl principio bastante, especialmente con la gente m¨¢s mayor. Pero tiene muchos beneficios, tanto para el caballo como para el jinete, porque puedo saber c¨®mo se sienten.
S¨¢nchez no tuvo ninguna reticencia para usar esta forma de comunicaci¨®n con Rold¨¢n. En los m¨¢s de 11 a?os que ambas llevan dando clases juntas [la sesi¨®n individual cuesta entre 30 y 40 euros, seg¨²n si uno tiene caballo propio o no; y la grupal, desde 20], los auriculares han sido grandes aliados. Por eso, la amazona reafirma las palabras de su profesora: ¡°Con ellos es como si llevase a Sonsoles en mi mente¡±.
¡ª?Y por qu¨¦ es necesario un entrenador personal en la doma cl¨¢sica?
¡ªSiempre es necesaria una ayuda porque no depende solo de ti. Estamos tratando con un ser vivo que tiene d¨ªas buenos y malos. Y el jinete necesita a alguien que desde abajo le oriente y le d¨¦ las pautas a seguir.
En el madrile?o Club de Tenis Chamart¨ªn, Daniel Mu?oz de la Nava, ex jugador profesional de tenis que comenz¨® a impartir clases en 2019, se coloca al lado de Diego Jim¨¦nez, de 16 a?os. Al otro lado de la red, su ayudante, otro menor al que da clases, pelotea con Jim¨¦nez. Despu¨¦s de cada intercambio, Mu?oz de la Nava se acerca a su alumno. Le corrige: gira su hombro para mostrarle c¨®mo golpear de rev¨¦s, le ayuda a posicionar el cuerpo para volear y, tras cada golpe, le anima.
El sue?o del joven es llegar a ser un tenista profesional, por eso entrena entre cinco y seis horas por semana [el precio medio de una clase individual que incluye el alquiler de la pista est¨¢ entre los 30 y 40 euros en Espa?a]. Pero no olvida que, ante todo, el tenis es su hobby. Y resume que, m¨¢s all¨¢ de la t¨¦cnica y el esquema de juego que pueda llegar a aprender de su maestro, el aprendizaje que ha adquirido en los apenas dos a?os que llevan juntos consiste en gestionar la victoria y la derrota. ¡°Alguien como Dani, que ha pasado toda su vida jugando al tenis, sabe lo que es estar en mi situaci¨®n¡±, insiste. Su profesor asiente, y subraya que precisamente eso es lo que intenta inculcar a sus alumnos.
¡ª?Se puede jugar al tenis sin haber tenido un entrenador?
¡ªS¨ª.
¡ª?Es recomendable?
¡ªNo. Sobre todo porque si juegas al tenis contra otra persona que tampoco sabe, te pasas la mitad del tiempo recogiendo pelotas.
La pasi¨®n por el deporte aparece de distintas maneras. En el caso de Javier Garc¨ªa (25 a?os, Madrid), fue su abuelo quien le inculc¨® el amor por el golf. Hace tres a?os comenz¨® a jugar con ¨¦l y, explica, se empez¨® a ¡°picar cada vez m¨¢s¡±. Por eso decidi¨® dar clases en el Club de Golf Somontes, en Madrid. La ma?ana de primavera en que le visitamos nos muestra c¨®mo coge su palo, coloca la bola, y ante la mirada de Kiko Luna (50 a?os, Madrid), su preparador, hace un swing para enviar la pelota a m¨¢s de un centenar de metros. Sabe que su pupilo solo quiere disfrutar de su hobby, no convertirse en un profesional. Entrenan juntos una vez por semana [lo que supone un coste de 80 euros mensuales para clases grupales], y despu¨¦s Garc¨ªa acude los fines de semana un par de horas a un campo de golf ¡ªa veces junto a su abuelo¡ª para practicar. ¡°Hasta los grandes profesionales con m¨¢s de 30 a?os de trayectoria tienen un entrenador¡±, dice el preparador, quien tambi¨¦n subraya el auge de sistemas tecnol¨®gicos en este deporte. ¡°Ahora hay muchos pa¨ªses en los que se practica con IA, como en Finlandia, por el clima. Pero aqu¨ª en Espa?a podemos jugarlo al aire libre¡±, explica. En las clases, adem¨¢s, dice que mucha gente acude ¡°solo para desestresarse¡±.
Quitarse la frustraci¨®n diaria es lo que tambi¨¦n buscan Macarena Lozano y Bego?a Romero, ambas de 41 a?os. En una tarde casi primaveral, ambas acuden a su case de yoga en el Retiro. Lozano comienza a moverse, y la escena parece una coreograf¨ªa a d¨²o. Romero la imita. La entrenadora menciona distintas posturas: la del perro, la del guerrero¡ A veces para de hablar y se acerca a su alumna para corregirle. Una pierna m¨¢s estirada, el pecho m¨¢s abierto, la mirada hacia los pulgares que apuntan al cielo¡
Ambas forman parte de esos 5,6 millones de espa?oles que practican yoga semanalmente, seg¨²n un informe de Reebok de 2022. ¡°Es muy agradable tener un espacio al aire libre para dar clases [entre tres y seis sesiones al mes, en grupo, ronda los 100 euros]. Al final, el yoga y sus posturas [la mayor parte de ellas tienen nombre de animales] vienen de la naturaleza¡±, explica la entrenadora, que subraya que este deporte es esencial para la salud mental. ¡°Te ayuda a gestionar la frustraci¨®n¡±, remata Romero.
La preparadora tambi¨¦n imparte clases en su estudio en Madrid. All¨ª llega a aglutinar a entre 9 y 11 personas ¡°como mucho¡±. Para ella, el hecho de que estos grupos sean tan reducidos se debe a que las clases tienen que ser lo m¨¢s personalizadas posible. ¡°Si tuviese que ense?ar a 30 a la vez, ser¨ªa muy complicado, no puedes centrarte en tantas personas¡±, apunta.
Cada deporte necesita, al menos al principio, de una figura que explique los conceptos b¨¢sicos. C¨®mo pegar a la bola, c¨®mo mover los brazos y las piernas en el agua, c¨®mo hacer una postura de yoga, c¨®mo montar a caballo y controlar al animal¡ Despu¨¦s, la relaci¨®n entre preparador y alumno comienza a estrecharse y pueden llegar a convertirse simplemente en amigos que practican un deporte. Con el conocimiento y la t¨¦cnica, tambi¨¦n se transmite la pasi¨®n. Y como dice Kiko Luna: ¡°Da igual a lo que juegues, si tienes a un buen entrenador, te enganchar¨¢s¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.