La vida destrozada de un militar entregado al r¨¦gimen de Argelia por el Gobierno de Espa?a
Mohamed Benhalima advirti¨® de que corr¨ªa riesgo de ser torturado en su pa¨ªs. A pesar de ello fue expulsado despu¨¦s de que el Gobierno argelino condenase el giro de Madrid respecto al S¨¢hara Occidental
El exsuboficial argelino Mohamed Benhalima, de 32 a?os, fue entregado por el Gobierno espa?ol a las autoridades argelinas el pasado 24 de marzo, solo cinco d¨ªas despu¨¦s de que Argelia retirase a su embajador en Madrid, Said Moussi, en protesta por el ¡°brusco giro¡± de Madrid respecto al S¨¢hara Occidental. Para Espa?a era apenas un inmigrante en situaci¨®n irregular. Sin embargo, Argelia lo persegu¨ªa como un disidente con mucha visibilidad. Si la intenci¨®n del Ministerio del Interior que dirige Fernando Grande-Marlaska era tender puentes con Argel y calmar las aguas, no lo ha conseguido. Dos meses despu¨¦s, Argelia contin¨²a sin embajador en Espa?a. Pero la vida de Benhalima, tal y como ¨¦l advirti¨® antes de su expulsi¨®n, se ve abocada a pasar los siguientes lustros en la c¨¢rcel. O el resto de su vida.
El exmilitar lleg¨® a Espa?a con visado en septiembre de 2019, temeroso de acabar preso por su participaci¨®n en las protestas masivas que nacieron meses antes en Argelia reclamando m¨¢s democracia. El hirak, como fue bautizada la corriente de manifestaciones, no ten¨ªa un l¨ªder visible, pero el r¨¦gimen fue metiendo en la c¨¢rcel a cientos de activistas hasta aplastar el movimiento. Desde el exilio, Benhalima se hizo popular en las redes sociales, donde denunciaba las corruptelas de altos mandos del Ej¨¦rcito argelino.
Benhalima pidi¨® asilo en Espa?a, pero Espa?a, que fue el primer pa¨ªs de Occidente en mostrar su apoyo al r¨¦gimen argelino cuando estallaron las protestas, se lo deneg¨®. Las autoridades espa?olas alegaron ¡°razones fundadas¡± ¨Dque nunca han concretado¨D para considerar que supon¨ªa ¡°un peligro para la seguridad nacional¡±, adem¨¢s de ¡°perjudicar las relaciones de Espa?a con otros pa¨ªses¡±.
El exmilitar intent¨®, entonces, pedir protecci¨®n en Francia, pero ese pa¨ªs no acept¨® su solicitud porque la normativa europea obliga a que se haga cargo de ella el primer pa¨ªs en el que se registr¨®. Con miedo de que Francia lo devolviese, lo intent¨® en Portugal, tambi¨¦n en vano. De vuelta en Espa?a, camino de Francia, Benhalima se top¨® con un control policialen Zaragoza. Al estar en situaci¨®n irregular, la Polic¨ªa pidi¨® que lo recluyeran en un centro de internamiento de extranjeros y un juez lo acept¨®.
El exmilitar acab¨® encerrado en el Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Valencia. Desde all¨ª volvi¨® a pedir asilo pero su solicitud ni siquiera fue admitida a tr¨¢mite, a pesar de la opini¨®n favorable de la Agencia de Refugiados de la ONU (Acnur) para que se estudiase. Un d¨ªa antes de que lo expulsaran, Benhalima grab¨® un v¨ªdeo donde advert¨ªa de que pod¨ªa ser torturado en su pa¨ªs. ¡°Argelia es un pa¨ªs de dictadores militares y no aceptan otras opiniones, quiero pedir al se?or Marlaska y a Pedro S¨¢nchez que revisen sus decisiones y me salven la vida. Mi vida corre riesgo¡±, alert¨®.
Sus peticiones de auxilio, y las de varias organizaciones humanitarias, no sirvieron de nada. A las 19.45 del jueves 24 de marzo, seg¨²n ha informado la Polic¨ªa al Defensor del Pueblo, despegaba desde Valencia el avi¨®n fletado por las autoridades espa?olas que transportaba al activista, junto a media decena de inmigrantes irregulares. Benhalima lleg¨® esposado una hora despu¨¦s al aeropuerto argelino de Chelf, donde guardias argelinos le colocaron una camisa de fuerza negra.
Benhalima est¨¢ acusado de pertenecer al grupo islamista Rachad, que se declara pac¨ªfico y contrario a un Estado ¡°teocr¨¢tico¡±. Sin embargo, las autoridades argelinas clasificaron en mayo de 2021 como grupo terrorista a esta corriente religiosa, que ten¨ªa una gran influencia entre una parte del hirak.
Solo tres d¨ªas despu¨¦s de su detenci¨®n en Argelia, la Direcci¨®n General de la Seguridad Nacional (DGSN) difund¨ªa un v¨ªdeo donde el exmilitar solicitaba el perd¨®n y la gracia del presidente del pa¨ªs, Abdelmayid Teb¨²n. Y reconoc¨ªa ¡°haber atentado contra la reputaci¨®n de varias personas¡±. Fuentes conocedoras del proceso indicaron a EL PA?S que Benhalima revel¨® durante un interrogatorio el nombre de 24 polic¨ªas y miembros del Ej¨¦rcito que supuestamente eran sus informantes.
Sobre la posibilidad de aparecer confesando al llegar a Argelia tambi¨¦n hab¨ªa advertido Benhalima en otro v¨ªdeo: ¡°Tienen que saber [si aparece en un v¨ªdeo de confesi¨®n] que esto es en contra de mi voluntad y que me sometieron a la tortura¡±.
Benhalima compareci¨® ante el tribunal de Bir Mourad Ra?s, en Argel, el pasado 9 de mayo. La Fiscal¨ªa ped¨ªa 10 a?os de prisi¨®n. Se le acusaba de difundir informaciones falsas que atentaban contra la seguridad del pa¨ªs y la integridad del territorio.
¡°Me han sucedido cosas en la comisar¨ªa¡±
Durante la sesi¨®n, Abdelkadir Chohra, uno de sus abogados, indic¨® que Benhalima hab¨ªa sido trasladado a la prisi¨®n de Soula. El acusado tom¨® la palabra y declar¨®: ¡°El Estado ha destruido una vida. Me han sucedido cosas en la comisar¨ªa Saoula [barrio de Argel]. No las voy a contar ahora. Eso ser¨¢ en su debido momento¡±. Esas declaraciones se pueden interpretar como una denuncia velada de tortura.
El Ministerio del Interior espa?ol mantiene que con Benhalima se sigui¨® el procedimiento habitual con todas las garant¨ªas. Pero no fue el procedimiento habitual para expulsar inmigrantes en situaci¨®n irregular. Una vez que Benhalima fue encerrado en el CIE hab¨ªa prisa por mandarlo a Argelia. Sus abogados no tuvieron tiempo para recurrir ante la justicia su expulsi¨®n: seg¨²n Jaume Dur¨¢, abogado de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR), se le notific¨® su expulsi¨®n a las 17.38 y menos de dos horas despu¨¦s ya estaba en el avi¨®n. Cuando se resolvieron las medidas cautelar¨ªsimas que su abogado hab¨ªa pedido al juez para detener el proceso de expulsi¨®n, Benhalima ya estaba en Argelia hac¨ªa d¨ªas.
El medio de transporte tampoco fue el habitual. Interior suele expulsar a los inmigrantes argelinos en situaci¨®n irregular en ferris, donde puede meter un contingente m¨¢s numeroso de personas. Fletar un avi¨®n de Iberia para expulsar a un pu?ado de personas no es nada habitual.
Organizaciones humanitarias como Amnist¨ªa Internacional, Human Rights Watch o Red Jur¨ªdica aseguran que el activista ha sido condenado a pena de muerte por un tribunal militar. En Argelia existe una moratoria contra la pena capital desde 1993 y no se aplican estas sentencias desde hace 30 a?os. A menudo, la pena capital se transforma en cadena perpetua. No obstante, ninguna organizaci¨®n ha tenido acceso directo a la sentencia de Benhalima y fuentes gubernamentales espa?olas aseguran que las autoridades argelinas les han negado tajantemente ese extremo.
El de Benhalima no es el ¨²nico caso con el que Espa?a ha intentado contentar a Argelia. En agosto de 2021 tambi¨¦n fue entregado el activista Mohamed Abdellah, amigo de Benhalima y exgendarme, muy popular en las redes por sus denuncias contra la corrupci¨®n en la Gendarmer¨ªa. Tras llegar a Argelia, Abdellah revel¨® que hab¨ªa sufrido torturas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.