A prop¨®sito de Sa Riera
Las im¨¢genes de la urbanizaci¨®n ha provocado un gran impacto social. Las excavadoras han arrasado un pinar, destruyendo la armon¨ªa del paisaje
A nadie le gusta tener una autopista o una torre de alta tensi¨®n cerca de casa. Algunos, ni siquiera aceptan la instalaci¨®n de un parque fotovoltaico en su municipio. Y, sin embargo, todo el mundo reclama una buena accesibilidad, desea un suministro el¨¦ctrico, bueno y barato e, incluso, reivindica a las autoridades m¨¢s decisi¨®n en la lucha contra el cambio clim¨¢tico.
?El conflicto entre el inter¨¦s p¨²blico y el privado constituye una ecuaci¨®n de soluci¨®n imposible? ?O, simplemente, es una ecuaci¨®n compleja?
Una primera respuesta se dio en pleno siglo XIX, gracias a la ca¨ªda del Antiguo R¨¦gimen y a la aparici¨®n de nuevas instituciones focalizadas en la defensa y promoci¨®n del inter¨¦s p¨²blico. J.J.Rouseau lo propon¨ªa en su Contrato Social: ¡°Solo desde el inter¨¦s com¨²n debe ser gobernada la sociedad¡±. Bajo esta l¨®gica, en el ¨¢mbito urbano surgieron los ¡°planos geom¨¦tricos de las ciudades¡± que, en Barcelona, sublimar¨ªa el ingeniero progresista Ildefons Cerd¨¤ en el Eixample, por cierto, tan vilipendiado por las ¨¦lites locales. Y, para posibilitar el desarrollo del ferrocarril se cre¨® la expropiaci¨®n forzosa, una privaci¨®n ¡°singular¡± de la propiedad en aras del inter¨¦s p¨²blico.
Desde entonces, la sociedad ha articulado un gran arsenal jur¨ªdico destinado a anteponer los intereses colectivos a los individuales, lo cual ha derivado en grandes logros, aunque no haya conseguido eliminar tantos episodios de especulaci¨®n, nepotismo y corruptelas. Las im¨¢genes de la urbanizaci¨®n de Sa Riera han provocado un gran impacto social. Las excavadoras han arrasado un pinar, destruyendo la armon¨ªa del paisaje, y lo han substituido por una urbanizaci¨®n invasiva y una arquitectura anodina, absolutamente descontextualizadas del entorno. Un desastre, sin paliativos.
Debemos reconocer que, en este y en otros casos, algo (o muchas cosas) no ha funcionado. A pesar de las revisiones de los planes urban¨ªsticos efectuadas desde la transici¨®n por los ayuntamientos y la Generalitat de Catalu?a, desclasificando centenares de hect¨¢reas de suelo urbanizable, a pesar de los planes directores de protecci¨®n del sistema costero, no se ha evitado el desaguisado¡
El sentimiento de incomprensi¨®n y enfado de la ciudadan¨ªa crece en la medida que la actuaci¨®n de Sa Riera coexiste, en un marco de burocratizaci¨®n del urbanismo, con resoluciones rid¨ªculamente restrictivas. En algunos municipios se proh¨ªbe o limita severamente la instalaci¨®n de placas fotovoltaicas en la cubierta de los edificios. En otros, legalizar una actividad productiva constituye un autentico calvario para los emprendedores. El intervencionismo ha llegado a extremos burdos que no pueden justificarse siquiera con exigencias est¨¦ticas (siempre loables) que responden a criterios subjetivos sin amparo legal alguno.
El que fuera catedr¨¢tico de Urbanismo de la Escuela de Caminos de Barcelona Albert Serratosa recomendaba, antes de validar un proyecto, evaluar si era consistente con los objetivos mayoritariamente asumidos por la sociedad. Se trata de un ejercicio, tan sencillo como ¨²til, que los profesionales al servicio de la Administraci¨®n p¨²blica y los propios electos no deber¨ªan, nunca, obviar.
La pregunta a formular es simple: ?en un marco de emergencia clim¨¢tica, ¨¦ste o aquel proyecto resulta compatible con los objetivos de sostenibilidad, biodiversidad, equidad¡?
La consistencia con dichos objetivos deber¨ªa constituir un acicate para acelerar y simplificar los tr¨¢mites. Su inconsistencia, un argumento para actuar con la audacia necesaria en defensa del inter¨¦s p¨²blico.
Pere Macias es director de Estrategia del tranv¨ªa del Ayuntamiento de Barcelona.
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