Cuando el albergue de Ifema se qued¨® peque?o
Los voluntarios de la asociaci¨®n Bokatas salieron en plena pandemia para atender a decenas de personas que se quedaron en la calle
El estado de alarma supuso que todo el pa¨ªs se quedara paralizado en cuesti¨®n de horas. Los madrile?os ten¨ªan que quedarse en sus domicilios y no pod¨ªan salir m¨¢s que para comprar bienes de primera necesidad o por motivos estrictamente laborales. Sin embargo, m¨¢s de 300 personas en la capital no tuvieron siquiera esa opci¨®n. Eran personas sin hogar, que no ten¨ªan d¨®nde refugiarse cuando cerraron los albergues y el que abri¨® el Ayuntamiento de la capital en Ifema se qued¨® peque?o para acogerlos. Detr¨¢s de ellos, en una labor desesperada y luchando contra grandes carencias de productos y hasta de movilidad estuvieron los 400 voluntarios de la asociaci¨®n Bokatas, una organizaci¨®n no gubernamental fundada en 1996 y que se dedica a ayudar a los sin hogar.
Al frente de esta ONG est¨¢ su presidenta Esperanza Vera Ortiz. Esta ingeniera industrial de 27 a?os ingres¨® en la asociaci¨®n hace nueve a?os y trabaja adem¨¢s como t¨¦cnico de acompa?amiento en una empresa de inserci¨®n. Reconoce que han pasado momentos dif¨ªciles, en los que m¨¢s de un voluntario la llamaba llorando al ver que hab¨ªa personas en la calle sin la posibilidad siquiera de beber un vaso de agua. Poco a poco y gracias a la solidaridad de mucha gente, pudieron retomar su actividad y ayudar a los m¨¢s necesitados.
Madrid cerr¨® en plena pandemia. A cal y canto. Los bares y algunos restaurantes junto con comedores sociales a los que se pod¨ªan dirigir estas personas sin hogar bajaron la persiana. Algo tan sencillo como comprar un bocadillo o darse una ducha o entrar en un servicio p¨²blico era imposible. Todo estaba clausurado. Pero el hambre y la sed no entienden de estados de alarma. Ni el fr¨ªo. Ni las enfermedades. ¡°Esta gente a la que atendemos se qued¨® sin nada. La polic¨ªa incluso les ha llegado a multar por estar en la calle, cuando no ten¨ªan ning¨²n sitio al que ir. Muchos ten¨ªan miedo porque nadie les hab¨ªa informado de lo que ocurr¨ªa y de lo que ten¨ªan que hacer¡±, afirma la presidenta de la asociaci¨®n Bokatas.
El sinhogarismo se da en todas las edades, barrios, condiciones y sexos. Lo mismo lo sufren mujeres que hombres, espa?oles que inmigrantes, gente con mucha formaci¨®n como personas sin estudios, en zonas c¨¦ntricas como en las m¨¢s perif¨¦ricas. ¡°La calle mata, destroza, porque la persona se va deteriorando de manera clara conforme pasa el tiempo¡±, reconoce Vera Ortiz. El 30% de las personas que atienden padec¨ªa patolog¨ªas previas.
Los voluntarios suelen salir en grupos de cuatro y en general dan un bocadillo para acercarse a la persona sin hogar. ¡°El bocata es solo la excusa. De lo que se trata es de no llegar con las manos vac¨ªas y que se rompa ese miedo, que se establezca una relaci¨®n mutua que dura en el tiempo y que nos permita llegar a la parte m¨¢s social¡±, a?ade la responsable de la ONG. Ellos act¨²an como intermediarios y ponen en contacto a los necesitados con roperos, con dispensarios m¨¦dicos o les indican c¨®mo iniciar incluso el proceso de asilo. ¡°La primera vez es la m¨¢s dura, pero luego, cuando vamos a verlos, nos reciben sin ning¨²n tipo de rechazo, como si fu¨¦ramos amigos que comienzan a charlar. No hay distinci¨®n¡±, a?ade.
Durante la pandemia, esa rutina se rompi¨® y sal¨ªan de dos en dos con lotes de alimentos y productos de primera necesidad para dos o tres d¨ªas. El colectivo se mueve por zonas tan distantes como Moncloa, Arganzuela, el barrio de Salamanca, los alrededores del estadio Santiago Bernab¨¦u o la avenida de Am¨¦rica. Un detalle muy importante es que a ese lote lo acompa?aba un papel con informaci¨®n de servicio p¨²blico como cu¨¢les son los s¨ªntomas del coronavirus o qu¨¦ ten¨ªan que hacer en caso de tenerlos. ¡°Hubo casos muy duros como lo que ocurri¨® en el aeropuerto de Barajas. All¨ª viv¨ªan unas 60 personas y un d¨ªa cuando regresaban de comer los vigilantes ya no les dejaron entrar. Todos se quedaron en la calle porque Ifema estaba lleno y ya no acog¨ªa a m¨¢s gente¡±, protesta Vera.
¡°Las personas que estaban en la calle se quedaron aisladas, sin saber a qui¨¦n recurrir. Los pocos que ten¨ªan tel¨¦fono m¨®vil nos llamaron y nos dijeron d¨®nde se encontraban o incluso que estaban con m¨¢s gente sin hogar. A otros les pudimos atender porque sab¨ªamos por d¨®nde estaban normalmente¡±, describe la presidenta. El problema es que faltaban recursos para atender a esas personas, por lo que hubo que tocar muchas puertas para conseguir productos con los que atender a los sinhogar.
¡°A lo largo de este tiempo, hemos detectado un mayor n¨²mero de personas que est¨¢n en la calle a causa de la crisis social ocasionada por la covid-19. Como m¨ªnimo, hay 20 m¨¢s en nuestras rutas que no estaban antes del estado de alarma. Algunos afectados hab¨ªan perdido su ¨²nica fuente de ingresos, como la venta ambulante o la mendicidad. A todo ello se ha unido que se interrumpieron todos los tr¨¢mites en los servicios sociales, lo que gener¨® mucha desesperaci¨®n¡±, analiza Vera. En este tiempo, Bokatas ha atendido a 450 personas (375 hombres y 75 mujeres), de las que 20 pudieron entrar en un programa de realojo a trav¨¦s del Samur Social.
Uno de los momentos m¨¢s duros que pas¨® la asociaci¨®n es cuando se enteraron de que un hombre al que ayudaban muri¨® de la covid-19 en el hospital La Paz. Se enteraron de casualidad porque la hermana de una voluntaria trabaja de enfermera en este centro.
¡°Numerosos expertos afirman que la crisis social no ha hecho m¨¢s que empezar. Esta crisis ha cuestionado una vez m¨¢s los modelos de intervenci¨®n social basados en alojamientos colectivos, y que dejan a muchas personas en situaci¨®n de calle. Ahora m¨¢s que nunca, el acompa?amiento se hace imprescindible para que nadie acabe en la calle¡±, concluye Vera.
9.000 lotes en un tiempo r¨¦cord
Un hecho ahora tan rutinario como ponerse la mascarilla o darse gel en las manos resultaba imposible para decenas y decenas de personas sin hogar. La asociaci¨®n Bokatas ha repartido durante el estado de alarma 9.000 lotes, que se han convertido en kit de supervivencia para muchos de ellos. Estos inclu¨ªan cosas tan b¨¢sicas, pero tan necesarias como agua, material de higiene personal, jab¨®n de ba?o y hasta compresas. A ello se un¨ªa toda la clase de alimentos que pudieron recolectar a trav¨¦s de donativos, como embutidos, conservas, leche o yogures, entre otros v¨ªveres. En algunas ocasiones, les dieron hasta pastillas de vitaminas y mantas t¨¦rmicas con las que cubrirse. ¡°Como a muchos les ten¨ªamos localizados, salimos a ver a m¨¢s gente que antes del estado de alarma¡±, relata la presidenta de la ONG, Esperanza Vera.
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