Aquel lejano Madrid de hace escasos d¨ªas
Ni gu¨ªa de viajes ni fotolibro de culto: 120 a?os de fotograf¨ªas en la capital sin ver una sola mascarilla, que no es poco
Uno va pasando p¨¢ginas y van desfilando vacas sagradas de la fotograf¨ªa nacional e internacional. Otros menos, m¨¢s quiz¨¢s para paladares refinados. En algunos casos la imagen se presenta en an¨®nima. La eterna inc¨®gnita. ?Qui¨¦n estar¨¢ detr¨¢s? Otros son clicks hist¨®ricos, publicados decenas y decenas de veces y que f¨¢cilmente asociamos a su autor. El seminarista con sotana en pleno parad¨®n bajo los palos es ya un icono indisoluble del nombre de Ram¨®n Masats. Alguno pensar¨¢ que ya les vale, que qu¨¦ pesaditos son con el cura portero. Pero es que, como se dice hoy en las redes sociales, vaya fot¨®n. A ver qui¨¦n es el guapo que lo excomulga del libro. Tambi¨¦n hay escenas de ese Madrid desaparecido o rincones apenas familiares o divulgados. Grandes estampas de nuestro pasado m¨¢s o menos reciente que hacen de Madrid una obra que pretende navegar entre las aguas del gran consumidor y las de ese p¨²blico algo m¨¢s espec¨ªfico o aficionado a la fotograf¨ªa. En efecto, ni gu¨ªa de viaje ni fotolibro de culto.
Hay sorpresas, al menos para este periodista. Alguna chirr¨ªa, pero quedan eclipsadas por los gratos descubrimientos tanto a nivel de autor¨ªa como de estampas reveladas por primera vez. La ciudad vista por el holand¨¦s Cas Oorthuys en 1955 o tres fant¨¢sticas dobles p¨¢ginas de William Klein de 1956. El atrevimiento de Masats -ojo de oro- con un cruce de calles de exquisita composici¨®n en Ciudad Lineal en 1958. Los Beatles cazados por Joana Biarn¨¦s en la enfermer¨ªa de Las Ventas antes de un concierto en 1965. O Ese Antonio L¨®pez pintando la ciudad en 1973 desde lo alto de las Torres Blancas de S¨¢enz de Oiza retratado por Stefan Moses.
La lengua vehicular es la imagen y los textos se leen en espa?ol e ingl¨¦s. La pluma de Antonio Mu?oz Molina pastorea los cromos, presentados en seis cap¨ªtulos que abarcan de 1900 a 2020. Escribe el acad¨¦mico que en el escenario de Madrid los novelistas y los fot¨®grafos acaban siendo como compadres porque ¡°aunque sean tareas en apariencia muy diferentes¡± tienen ¡°rasgos en com¨²n: son muy baratas; no requieren un gran adiestramiento t¨¦cnico; ofrecen un material pr¨¢cticamente inagotable con solo salir a la calle, fijarse en la gente, poseer una curiosidad indiscriminada, una permanente capacidad de asombro hacia las peculiaridades y las rarezas y las breves alegr¨ªas de lo cotidiano¡±.
La pandemia pill¨® a C¨¦sar Mart¨ªnez Useros y a Miriam Querol con 2.500 im¨¢genes de la capital elegidas despu¨¦s de haber buceado d¨ªas y d¨ªas, horas y horas en los fondos propios de La F¨¢brica, editora de la obra junto al Ayuntamiento, y en los archivos de la agencia Magnum, la agencia Efe y el diario Abc.
La ardua tarea de ir limando el material hasta quedarse con dos centenares de fotos fue m¨¢s complicado todav¨ªa al tener que trabajar en la distancia. No hab¨ªa una mesa en la que dejar reposar las im¨¢genes en papel, emparejarlas, cambiarlas de posici¨®n, ver c¨®mo funcionan unas con otras, tratar de hilar una secuencia, una serie¡ todo ese baile que tanto le gusta a los editores gr¨¢ficos y que tan necesario es para ordenar el discurso cuando el material es tan heterog¨¦neo. En la pantalla, que nos perdone la modernidad, todo eso juego m¨¢s bien anal¨®gico sigue siendo un engorro. ¡°Ha sido la primera vez que hemos hecho esto en formato PDF¡±, admite Mart¨ªnez Useros, director editorial de La F¨¢brica. Pero explica que tras esos meses de marzo, abril y mayo duros por lo que cuesta dejar en el camino im¨¢genes queridas y duros por coordinarse y ponerse de acuerdo bajo confinamiento y en la distancia, lleg¨® un resultado final que les satisface.
La apuesta era por la foto de autor, cuenta Mart¨ªnez Useros. La firma como marchamo de aut¨¦ntico, de reconocido, de valor a?adido frente a todos esos libros del Madrid hist¨®rico o el Madrid secreto que pueblan las estanter¨ªas. Pero cuando tienes entre manos fot¨®grafos del calibre de Cristina Garc¨ªa Rodero, Alfonso,Alberto Garc¨ªa-Alix, Francesc Catal¨¤-Roca, Robert Capa, Gerda Taro o Henry Cartier-Bresson y has de apartar im¨¢genes del proyecto final, es como responder si quieres m¨¢s a pap¨¢ o a mam¨¢. El criterio no giraba en ocasiones en torno a la calidad de la fotograf¨ªa o el autor, sino a la necesidad de contar la historia de cada uno de los cap¨ªtulos: El sue?o de la modernidad (1900-1930), Madrid era una fiesta (1931-1939), Luces y sombras (1940-1960), El final del letargo (1961-1976), El futuro ya est¨¢ aqu¨ª (1977-1991) y De villa a metr¨®poli (1992-2020).
El libro acaba con la triste onda expansiva del virus en la capital confinada. Este, como muchos otros proyectos, fue atropellado, aunque sin da?os importantes. A la obligaci¨®n de tener que cerrar la edici¨®n en remoto, La F¨¢brica suma la inc¨®gnita de si una ciudad sin visitantes ser¨¢ un buen mercado para esta obra. ¡°Se pens¨® originalmente tambi¨¦n para los muchos turistas que ven¨ªan. Pero ahora no hay turistas a los que vend¨¦rselo¡±, zanja Mart¨ªnez Useros. Uno casi agradece que a pesar de todo no haya ni una sola mascarilla. Ya tenemos bastantes.
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