El breve caso del ciudadano L¨®pez L¨®pez contra la presidenta D¨ªaz Ayuso

El mi¨¦rcoles 10 de abril por la ma?ana, Juan Pablo L¨®pez L¨®pez se mont¨® en un Cercan¨ªas rumbo al centro de Madrid. No era un pasajero cualquiera. En su mano llevaba una denuncia contra do?a Isabel Natividad D¨ªaz Ayuso ¡°por permitir la muerte de 7.291 personas en las residencias de la Comunidad de Madrid¡±. Buscaba causar un terremoto pol¨ªtico.

Su instinto justiciero se hab¨ªa encendido d¨ªas antes cuando google¨® ¡°C¨®mo poner una denuncia contra un aforado¡±. Descubri¨® que no hac¨ªan falta abogado ni procurador y decidi¨® ¡°ir a saco¡±. Se pas¨® tres d¨ªas preparando el caso. Recopilando informes y noticias. Redactando al ordenador el escrito. Cuando todo estaba listo, le dio a la tecla de imprimir y el aparato comenz¨® a expulsar las 19 p¨¢ginas. Su mujer le pregunt¨® qu¨¦ estaba tramando y ¨¦l le explic¨® que era un tema pol¨ªtico. Ella lo entendi¨® y prefiri¨® no ahondar. En casa nunca hablan de pol¨ªtica o religi¨®n.

L¨®pez L¨®pez es uno de los pocos vecinos que votan a la izquierda en Pinar de Chamart¨ªn, su barrio del norte acaudalado de la capital. Siete de cada diez apoyan a Ayuso. En un pu?ado de calles, la presidenta gan¨® el a?o pasado el 78,5% del voto. ?l conduce un Audi y juega al golf en La Moraleja, pero vota por los partidos que defienden la justicia social. Tiene 62 a?os y es un exdirector de sucursal bancaria que se prejubil¨® hace tres a?os. Ha sido de izquierdas desde adolescente, por reacci¨®n contra las ideas franquistas de su padre. Pensaba que con la edad iba a volverse m¨¢s conservador, pero le ha pasado al contrario. Tampoco le ha cambiado vivir entre gente pudiente. En lugar de amoldarse a las ideas de amigos, familia y vecinos, ha resistido. Se ve a s¨ª mismo como una ¡°rara avis. Pero rara, rara¡±.

No ten¨ªa un motivo personal para montarse en ese tren de camino al Supremo. No se hab¨ªa muerto un familiar suyo ni nadie que conociera, pero le hab¨ªa causado una indignaci¨®n profunda el abandono que sufrieron en marzo y abril de 2020 las personas mayores que viv¨ªan en residencias madrile?as. Desde hace tres a?os, coincidiendo con su prejubilaci¨®n, dedica buena parte de su tiempo a acompa?ar a su madre, que padece alzh¨¦imer. Montado en el tren, iba pensando en la posibilidad de hacerle justicia a los 7.291 mayores que perdieron la vida en residencias desprovistas de medios.

En su vida hab¨ªa pisado el Supremo. Pas¨® el control de metales y un guardia de seguridad le indic¨® el camino. Se acerc¨® a la ventanilla y la funcionaria que recogi¨® el escrito ley¨® el arranque y abri¨® los ojos como platos. ¡°Carta de presentaci¨®n demanda judicial penal contra Isabel Natividad D¨ªaz Ayuso¡±. La administrativa le puso el sello y ¨¦l se march¨® por donde hab¨ªa entrado. La gesti¨®n no dur¨® en total ni un minuto.

?ltima hora

Lo siguiente que supo L¨®pez L¨®pez lo conoci¨® dos meses despu¨¦s, por la misma v¨ªa que el resto de ciudadanos. El jueves 20 de junio, poco despu¨¦s del mediod¨ªa, saltaron las alarmas de m¨²ltiples medios.

¡°?LTIMA HORA. El Supremo archiva una denuncia contra Ayuso por las muertes en residencias de la Comunidad de Madrid durante la pandemia¡±.

Los magistrados de la Sala de lo Penal declaraban que la denuncia era demasiado gen¨¦rica y no demostraba la causalidad entre las ¨®rdenes de no derivaci¨®n a los hospitales (¡±los protocolos de la verg¨¹enza¡±) y las muertes.

L¨®pez L¨®pez hab¨ªa perdido, pero con su peque?o gesto hab¨ªa logrado un impacto enorme. Su denuncia marc¨® agenda. La noticia aparec¨ªa en los principales medios. En Twitter provocaba reacciones. Los detractores de Ayuso ve¨ªan la decisi¨®n como una prueba m¨¢s de la politizaci¨®n de la justicia. Los partidarios celebraban que una vez m¨¢s los tribunales les daban la raz¨®n.

La mano derecha de Ayuso en el PP de Madrid, Alfonso Serrano, aprovech¨® la ocasi¨®n para recordar que los jueces han tumbado por ahora todas las acusaciones contra la presidenta. ¡°Ya he perdido la cuenta¡±, tuite¨® Serrano. ¡°Seguramente que a quienes juegan con el dolor de las familias les importar¨¢ poco saber que sus miserables acusaciones no tienen fundamento¡±.

Las familias que llevan cuatro a?os empantanadas en los juzgados se querellaron contra Ayuso en 2020 y el caso fue derivado al Supremo, porque ella est¨¢ aforada ante ese ¨®rgano. El Alto Tribunal devolvi¨® entonces la querella a los juzgados de primera instancia e instrucci¨®n para que ellos se encargaran de la investigaci¨®n. El asunto se fragment¨® en m¨²ltiples sedes, en funci¨®n del lugar donde se encontraba la residencia de los fallecidos. Y ah¨ª, o recurridas al Constitucional, siguen decenas de querellas. Los jueces han archivado en m¨²ltiples ocasiones con el mismo argumento que le ha dado el Supremo a L¨®pez L¨®pez: no consideran probado que los protocolos causaran las muertes.

Nunca m¨¢s se hab¨ªa vuelto a o¨ªr del Supremo. Por eso, la noticia dej¨® desconcertados a muchos en las asociaciones y partidos que han abanderado esta lucha.

La otra raz¨®n para la confusi¨®n era que nadie conoc¨ªa al denunciante. La resoluci¨®n de archivo que difundi¨® el Supremo a los medios solo conten¨ªa sus iniciales: J.P.L.L. As¨ª que lo ¨²nico que se public¨® entonces es que el escrito proced¨ªa de ¡°un particular¡±.

Nadie se hab¨ªa aproximado a las familias comunic¨¢ndoles que hab¨ªa presentado una denuncia contra Ayuso en el Supremo. Nadie conoc¨ªa a alguien que respondiera a las siglas J.P.L.L. Todo parec¨ªa tan extra?o que surgi¨® la duda de si se trataba de un ataque de falsa bandera (una denuncia de alguien del PP) ejecutado con el fin de usarlo como parte de la propaganda de la presidenta.

La identidad de L¨®pez L¨®pez ha sido conocida por este peri¨®dico porque, una semana m¨¢s tarde, escribi¨® un correo a Marea de Residencias pidi¨¦ndoles ayuda para presentar un recurso de amparo al Constitucional. Les cont¨® que quer¨ªa encontrar el caso de alguna v¨ªctima para reforzar su pretensi¨®n.

Unos d¨ªas m¨¢s tarde, L¨®pez L¨®pez se sienta a tomar un caf¨¦ en una cafeter¨ªa de Ciudad Lineal. Viste un polo azul de Ralph Lauren, ¡°que no es falso, pero puede tener diez a?os¡±, unos vaqueros y zapatillas deportivas. Habla con EL PA?S a propuesta de este peri¨®dico. Cuenta que ¨¦l nunca ha buscado protagonismo y que esto lo ha hecho por imperativo moral. Igual que cuando acude, casi siempre solo, a las manifestaciones por la sanidad p¨²blica o por los fallecidos en residencias. Tambi¨¦n fue a la marcha del domingo 28 de abril de apoyo al presidente Pedro S¨¢nchez, durante sus cinco d¨ªas de reflexi¨®n sobre su continuidad. ?l asegura que nunca ha militado en el PSOE. A veces ha votado a este partido y otras a opciones m¨¢s a la izquierda.

Su escrito es una recopilaci¨®n de hechos ampliamente conocidos, con mucho corta y pega: declaraciones de Alberto Reyero, el exconsejero al mando de las residencias que se rebel¨® contra Ayuso; el real decreto que prueba que la Comunidad conserv¨® las competencias sobre residencias; o un estudio sin traducir del ingl¨¦s de la epidemi¨®loga Mar¨ªa Victoria Zunzunegui, sobre las consecuencias de no derivar a hospitales.

Cada vez llegan al Supremo m¨¢s denuncias pol¨ªticas, seg¨²n una portavoz. Es un fen¨®meno que crece a?o tras a?o, quiz¨¢s vinculado a la polarizaci¨®n social. Algunos denunciantes son organizaciones creadas expresamente para este fin, como las ultraderechistas Manos Limpias o Hazte O¨ªr. Otras veces son particulares que ni siquiera dan publicidad al caso, como L¨®pez L¨®pez. ¡°El 99% se inadmiten¡±, explica.

?l se ha tomado la derrota con deportividad. No ten¨ªa grandes esperanzas, pero sent¨ªa que deb¨ªa intentarlo para calmar su conciencia. Tambi¨¦n ha presentado en los ¨²ltimos meses dos reclamaciones online ante el Consejo General del Poder Judicial, pidiendo sanci¨®n al juez Juan Carlos Peinado y a los jueces que difundieron una gu¨ªa contra la amnist¨ªa para los jueces que lleven casos relacionados con el proc¨¦s. Las dos han sido desestimadas.

No todo han sido derrotas. En el a?o 2000, present¨® una queja al Defensor del Pueblo porque, como es diab¨¦tico, deb¨ªa renovar el carn¨¦ de conducir anualmente, pagando el mismo precio que el resto de conductores. Tras recibir esa reclamaci¨®n y una treintena m¨¢s, la ley cambi¨® en 2002 para reducirles esas tarifas, seg¨²n confirma una portavoz del Defensor. Entonces, se mov¨ªa por inter¨¦s personal. Ahora, las cosas son diferentes.

As¨ª es la nueva vida de este jubilado que interviene en pol¨ªtica desde el escritorio de su casa. Para su recurso de amparo al Constitucional por el archivo en las residencias, ha hablado con su abogada, que es una amiga (¡°de derechas¡±). Est¨¢ valorando sus opciones, a la espera de si aparece un caso particular al que ligar sus argumentos.

Para ¨¦l, esto va m¨¢s all¨¢ de las siglas pol¨ªticas. ¡°Es cuesti¨®n de humanidad¡±, explica. ¡°Aunque parezca mentira en el siglo XXI, cada vez hay m¨¢s injusticias, y si no hago algo, me llevan los demonios¡±.

Escriba al autor a fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com

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