El huerto salmantino de Calisto y Melibea, un vergel pr¨®digo en especies y amores
Este espacio ajardinado, que el Ayuntamiento de Salamanca compr¨® a comienzos de los a?os ochenta, se abre como un oasis en la dureza p¨¦trea de las calles de la ciudad
Se ve una puerta tallada con sillares de piedra de Villamayor, la arenisca con la que est¨¢n construidos la gran mayor¨ªa de los edificios del casco hist¨®rico de Salamanca. Escrito sobre ella, con la caligraf¨ªa rojiza t¨ªpica de la ciudad, reza el lugar que se abre como un oasis en la dureza p¨¦trea de las calles: Huerto de Calixto y Melibea. El nombre est¨¢ asociado al escritor Fernando de Rojas (1465-1541) y al huerto donde se desarrolla parte de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, popularizada despu¨¦s con el t¨ªtulo de La Celestina. Dentro, nos encontramos con una sucesi¨®n de placitas y de rincones ajardinados donde descansar a la sombra de los ¨¢rboles. Si se le pregunta a alguno de los salmantinos por un lugar al que ir para reposar entre el verde, no dudan en mencionar este huerto.
Francisco Fern¨¢ndez, antiguo T¨¦cnico Municipal de Parques y Jardines de Salamanca y profesor de Jardiner¨ªa en la universidad de la misma ciudad, cuenta el origen de este espacio: ¡°Era un huerto de una casa que hab¨ªa all¨ª y que el ayuntamiento compr¨® al comienzo de los a?os ochenta. En realidad, son dos jardines juntos¡±, recuerda Fern¨¢ndez, ¡°ya que al lado est¨¢ el Jard¨ªn del Visir, que pertenec¨ªa a otra persona¡±. Este t¨¦cnico jubilado, m¨¢s conocido de forma cari?osa como Paco Jardines, comenta c¨®mo ¡°el antiguo propietario del huerto lleg¨® incluso a hacer representaciones teatrales para la familia¡± y se lamenta de que, ¡°por desgracia, este espacio no se ha declarado todav¨ªa como jard¨ªn hist¨®rico¡±, algo que ser¨ªa bueno para protegerlo.
Al internarse en ¨¦l, lo primero que nos recibe son sendos arbustos de hortensia (Hydrangea macrophylla) que flanquean el camino. Una alineaci¨®n de grandes ¨¢rboles de laurel (Laurus nobilis) a izquierda y derecha dan la sensaci¨®n de frescor nada m¨¢s entrar. Cada uno lleva a sus espaldas unas cuantas decenas de a?os, y todos est¨¢n formados en tres pies, a excepci¨®n de un laurel que muestra cuatro. Su corteza lisa y de color gris oscuro contrasta con los acantos (Acanthus mollis) que tapizan estos cuadros. Por aqu¨ª y por all¨¢ asoma alguna camelia (Camellia japonica), ideales para vegetar por debajo del dosel de ¨¢rboles, que les procuran un descanso del calor y la sequedad en las horas centrales de los d¨ªas veraniegos castellanos. Un pozo se convierte en la primera parada acu¨¢tica que custodia el huerto, ya que en otros rincones el agua bulle y se vierte en pilas donde apetece mojar la mano. Paco Jardines recuerda que ese ¡°era el pozo del que se extra¨ªa el agua a cubos para regar la huerta¡±.
En esta primavera tan calurosa, las plantas que dan color a la tierra son los tulipanes (Tulipa) y los ajos blancos (Allium neapolitanum), que en este jard¨ªn ¨ªntimo y rom¨¢ntico se convierten en las plantas dominantes en varias zonas. El ajo silvestre, con su blanco vibrante y muy llamativo, compite con los mencionados tulipanes. Y, aunque en muchos jardines no se les cultive, sino que se trata de plantas espont¨¢neas, una vez que aparecen son queridas por la gran mayor¨ªa de los jardineros.
Si bien se trata de un jard¨ªn peque?o, una multitud de recovecos espera al visitante, que acude a todas horas para otear apaciblemente desde lo alto de la muralla, que salva un enorme desnivel de muchos metros con respecto a la calle con tr¨¢fico que circula por debajo. Como testimonio de amores y de cari?os, una gran parte de la superficie de su muro recoge cientos de citas y declaraciones de todo tipo: ¡°A ti te lo debo todo, mam¨¢¡±; ¡°Mi Salamanca eres t¨²¡±; ¡°Una tarde de risas c¨®mplices bajo el sol¡±.
Como buen huerto, no pod¨ªan faltar varios ¨¢rboles frutales que dieran su personalidad a un entorno as¨ª. La belleza extrema y delicada de las flores del membrillero (Cydonia oblonga) solo se comprende cuando se miran muy de cerca. Sus cinco p¨¦talos tienen un tinte rosado suave, en una corola abierta y gr¨¢cil donde cada p¨¦talo juega a intentar rizarse en el aire. Otro de los frutales presentes son los ciruelos (Prunus domestica), con uno de gran tama?o muy cerca de la entrada. Estos ya florecieron, al igual que los perales (Pyrus communis). Por all¨¢, el hinojo (Foeniculum vulgare) tapiza un par de arriates. Las p¨¦rgolas se cubren con rosales trepadores (Rosa) y parras a?ejas (Vitis vinifera), ambas especies m¨¢s sombreadas de lo que les gustar¨ªa para crecer bien y florecer profusamente. En una de las p¨¦rgolas laterales sorprende encontrar otra planta trepadora menos habitual: la pasionaria (Passiflora edulis), con unos troncos en la base muy potentes y anudados, como si fueran unas sogas recias.
En la parte del jard¨ªn del Visir, donde campan por los cielos unos cuantos cipreses adosados a los muros, aparecen especies m¨¢s inusuales, como la kerria (Kerria japonica) con sus flores amarillo oro, los oxalis que tapizan sus pies (Oxalis articulata) o los milamores (Centranthus ruber ¡®Coccineus¡¯). Estos milamores se van apropiando poco a poco del terreno, como les corresponde hacer por su personalidad avasalladora con otras plantas, y comienzan a aparecer tambi¨¦n entre las llagas de los adoquines. Pero poco importa cuando sus inflorescencias fucsias se abren y hacen olvidar a las otras plantas que han fagocitado por debajo de sus tallos verdes. Los lirios (Iris germanica) bordean distintos caminos y, de vez en cuando, aparece alguna variedad en un azul m¨¢s claro. En el huerto tambi¨¦n hay espacio para los ¨¢rboles ejemplares, como un taray (Tamarix) enorme al que se le han entrelazado las vigorosas ramas de un vasto arbusto de rosa de Siria (Hibiscus syriacus). Podr¨ªan ser el Calisto y Melibea vegetales del jard¨ªn¡
Lilos (Syringa vulgaris) y nogales (Juglans regia) tambi¨¦n comparten el jard¨ªn con una enorme morera (Morus nigra), ¡°uno de los ¨¢rboles originales que quedan del huerto¡±, apunta Paco Jardines. Tan a?eja que hoy en d¨ªa tres muletas la protegen de alguna rotura, como a una venerable anciana. El vergel favorito de muchos charros es pr¨®digo en especies y tambi¨¦n en historias de estudiantes que murmullan sus amores y descubrimientos en la ciudad del Tormes.
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