Las manos que convierten la porcelana en oro
Marina Casal y Andr¨¦s Gallardo llevan m¨¢s de una d¨¦cada proyectando sus sue?os en piezas de joyer¨ªa inusuales. Con su firma artesanal, que lleva el nombre del ¨²ltimo, se han afianzado como un s¨®lido valor del ¡®hecho en Espa?a¡¯
La fractura hace la uni¨®n en el caso de Andr¨¦s Gallardo y Marina Casal. Al primero, nacido en Lorca, Murcia, hace 45 a?os, el destino le pill¨® en una escapada a Berl¨ªn donde una tarde, hurgando en un mercado de antig¨¹edades, descubri¨® una caja de cart¨®n llena de piezas de porcelana rotas. ¡°Era 2010 y yo andaba un poco disperso. No sabr¨ªa decirte el motivo, pero me llamaron la atenci¨®n y me las traje a casa¡±, recuerda. De aquel hallazgo surgi¨® el germen de la empresa hom¨®nima a la que se uni¨® la segunda (A Coru?a, 1981). Juntos se han convertido en pioneros de un sector, el de la joyer¨ªa, que rara vez toma la porcelana como materia prima.
Los dos creadores de este t¨¢ndem creativo proceden de una inquietud pareja: Gallardo, criado en Cartagena, se traslad¨® a Madrid para matricularse en el Centro Superior de Dise?o de Moda. De all¨ª sali¨® directo a Don Algod¨®n, un gigante textil patrio que se hallaba en plena renovaci¨®n liderada por Juan Duyos. All¨ª conoci¨® a Casal. ¡°Compart¨ªamos una visi¨®n un poco rom¨¢ntica de la moda, que consist¨ªa en bajar el ritmo y dejar de funcionar a niveles esquizofr¨¦nicos. Por desgracia, la crisis que hab¨ªa en Espa?a desde 2008 no era muy compatible con nuestra idea¡±, recuerda ella. Tras el s¨ªndrome de Stendhal de aquel viaje a Berl¨ªn, su inter¨¦s por encontrar piezas de porcelana rotas y reencarnarlas en singulares collares fue a m¨¢s. ¡°Tras pasar por Don Algod¨®n, yo me fui unos a?os a trabajar para Bimba y Lola y Marina al taller de Duyos. Nos reencontramos en la empresa Raasta ¨Dfundada en 2001 por la emprendedora Kavita Parmar¨D y empec¨¦ a hablarle de la porcelana. Tuvo que ser Marina la que me anim¨® a dar un golpe de tim¨®n y convertirme en mi propio jefe, con ella de mi mano¡±, razona Gallardo. ¡°Era el peor momento posible, teniendo en cuenta que est¨¢bamos en lo peor de la crisis germinada, pero necesit¨¢bamos aprender cosas nuevas y no sentir que ya nos hab¨ªamos instalado en una rutina y eso era la vida. As¨ª que nos inventamos una nueva¡±.
El amor por su producto corri¨® como la p¨®lvora: en apenas seis meses, sus collares con pedazos de panteras, p¨¢jaros o flores empezaban a verse en varias tiendas multimarca, portadas de revista ¨Dambos recuerdan la que Lana del Rey protagoniz¨® para S Moda en mayo de 2012¨D y en cuellos de amigas que se volvieron su mejor clientela. Tanto que, solo un a?o despu¨¦s, Casal y Gallardo hicieron las maletas y empezaron a llevar sus piezas a ferias como la parisina Premiere Class, donde ganaron el concurso Who¡¯s Next para creadores emergentes. ¡°El premio nos permiti¨® tener un espacio fijo en la feria de exposiciones, pero tambi¨¦n nos hizo darnos cuenta de que no pod¨ªamos seguir trabajando con una f¨®rmula que solo se valiese de piezas rotas encontradas en anticuarios. Principalmente, porque hab¨ªa clientes que nos ped¨ªan esta u otra variaci¨®n de un collar y necesit¨¢bamos darle algo similar o nos arriesg¨¢bamos a perderlos¡±, recuerdan.
No ocurri¨®. 11 a?os despu¨¦s, la firma ha expandido su peque?o universo a otros accesorios como anillos, pulseras y bolsos, y en los ¨²ltimos a?os ha firmado colaboraciones con Sargadelos, Peanuts o Adidas. Tambi¨¦n han ampliado su equipo con talentos como el artesano Juan Carlos Vivas ¨Dexperto en dise?o industrial y marido de Gallardo¨D y han fijado su centro de operaciones en un pr¨ªstino local en el madrile?o barrio de las Letras que funciona como tienda, almac¨¦n y estudio. ¡°La pandemia nos hizo darnos cuenta de que hab¨ªa cosas que no funcionaban y otras que ten¨ªamos que afianzar mucho m¨¢s: dejamos de funcionar seg¨²n el calendario de moda, con dos colecciones al a?o, y ahora trabajamos por peque?as c¨¢psulas, seg¨²n lo que nos interesa o inspira en cada momento. Eso nos da m¨¢s libertad y seguridad en lo que hacemos¡±, explica Gallardo, que lleva el peso m¨¢s creativo del proyecto, mientras Casal supervisa la parte empresarial y el d¨ªa a d¨ªa del estudio, aunque comparten responsabilidades. ¡°Todos estamos pendientes de cada aspecto de la empresa y funcionamos como un todo¡±, a?ade ella.
Gran parte de la clientela que Andr¨¦s Gallardo ha ido amasando en esta d¨¦cada es de procedencia asi¨¢tica, sobre todo japonesa, algo que ambos asocian a su extensa tradici¨®n cer¨¢mica. Suya es la tradici¨®n kintsugi ¨Dque consiste en unir piezas de cer¨¢mica con oro l¨ªquido¨D o los tipos de horneado que en 2017 fueron declarados patrimonio nacional. ¡°Es dif¨ªcil que en Europa entendamos la porcelana como un material vinculado a la joyer¨ªa porque nunca lo hemos contemplado como tal. Aunque proyectos como los de Helena Rohner o la francesa Marion Vidal han puesto este binomio en el mapa, Gallardo y Casal a¨²n recuerdan lo dif¨ªcil que fue convencer a un artesano para que les ayudara a dar el salto a la producci¨®n a gran escala. Lo encontraron en Barcelos, una ciudad al norte de Portugal. ¡°Nos hablaron de una f¨¢brica familiar que estaba a punto de cerrar por la crisis. Su propietario, Francisco, hab¨ªa pasado de dirigir a 30 empleados a verse obligado a asumir la falta de demanda como un fracaso. Pero llegamos nosotros y le pedimos asociarnos con figuras de animales y plantas. Le cost¨® entenderlo, pero celebr¨® como nosotros el mes que llegamos a 300 pedidos¡±, recuerda Andr¨¦s con ternura.
Ese v¨ªnculo entre veteranos y nuevas generaciones es, precisamente, uno de los factores que m¨¢s les interesa azuzar desde la firma. ¡°La clave para que oficios tan espec¨ªficos no desaparezcan es que haya alguien que los haga sobrevivir¡±, cuenta Marina. ¡°En el caso de Francisco es su hija, pero en muchos otros nadie ha aprendido una t¨¦cnica ¨²nica y se extingue para siempre. Eso es lo que nunca deber¨ªa ocurrir¡±.
Un breve vistazo a su ¨²nica tienda f¨ªsica es entender su universo de la mejor manera. Saltamontes como pendientes, panteras engarzadas en bolsos y mochilas de cuero o joyas que replican rosas con espinas trufan los estantes de un lugar que este d¨²o ha sabido alimentar y transformar de una afici¨®n amateur en un proyecto s¨®lido y viable. Aunque venden en mecas tan dispares como Ekseption (en Madrid) o el museo Guggenheim de Bilbao, aluden a su negocio online como su caballo ganador. ¡°La tecnolog¨ªa no ha de ser, ni mucho menos, enemiga de la artesan¨ªa¡±, razona Andr¨¦s. ¡°Las redes sociales nos han ayudado a que la gente entienda el proceso, lo valore y se fijen en nuestra marca m¨¢s all¨¢ de que les parezca bonita. Eso tambi¨¦n ha conseguido destacar otro valor, el del Hecho en Espa?a, que tanto nos queda por defender¡±.
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