Europa acorrala al ecopostureo
Una nueva directiva obliga a respaldar con datos el compromiso corporativo con el medio ambiente, y sanciona las pr¨¢cticas enga?osas
Si a la mujer del c¨¦sar se le ped¨ªa que adem¨¢s de ser honesta, lo pareciera, cuando hablamos de ser respetuosos con el medio ambiente a veces se modifica el orden de los factores. Y es que para muchas empresas se ha convertido en m¨¢s importante el parecer verde, que realmente serlo.
Ejemplo de ello es la cantidad de marcas que buscan transmitir cuan sostenibles son poniendo una etiqueta eco a sus productos; deslizando en sus esl¨®ganes la palabra compromiso; utilizando paisajes soleados en sus anuncios o ti?endo de verde los envases.
Para evitar el ecopostureo, o greenwashing, es decir, trasladar a los consumidores el mensaje de que un producto, empresa o servicio es m¨¢s respetuoso con el medio ambiente de lo que en realidad es, llega una nueva normativa europea, la Green Claims Directive (directiva sobre alegaciones verdes). Ya no solo bastar¨¢ con parecerlo, tambi¨¦n habr¨¢ que demostrarlo.
¡°Es una herramienta necesaria para fomentar la transparencia corporativa de las compa?¨ªas a trav¨¦s del reporte de afirmaciones ecol¨®gicas que sean fiables, comparables y verificables en toda la UE, persiguiendo a su vez pr¨¢cticas de competencia desleal entre empresas¡±, analiza Concha Iglesias, socia l¨ªder de Sostenibilidad y Clima de Deloitte Espa?a. Para ello, la nueva directiva contempla sanciones, y contundentes. En el caso espa?ol, el Ministerio de Consumo baraja penalizar con entre cuatro y seis veces el beneficio il¨ªcito obtenido por la pr¨¢ctica desleal.
Con esta nueva norma, el legislador comunitario establece reglas espec¨ªficas para proteger a los consumidores ¡°contra una tipolog¨ªa de pr¨¢cticas comerciales desleales muy extendidas y que est¨¢n relacionadas con las decisiones de consumo sostenibles¡±, opina Nuria del Pozo, responsable legal de la Fundaci¨®n Empresa & Clima. Y contin¨²a: ¡°Esto incluye la obsolescencia temprana de productos, afirmaciones medioambientales falsas, informaci¨®n enga?osa sobre aspectos sociales de productos o empresas, o las etiquetas de sostenibilidad poco transparentes y cre¨ªbles¡±.
La directiva Green Claims marca un antes y un despu¨¦s al establecer que ¡°las afirmaciones verdes o sostenibles deben basarse en un estudio exhaustivo, sustentadas en an¨¢lisis de ciclo de vida, considerando los impactos ambientales desde el inicio hasta el fin de la vida ¨²til de los productos, incluyendo impactos en la biodiversidad, clima, suelo y agua¡±, detalla Concha Iglesias.
Sin embargo, para Jerusalem Hern¨¢ndez Velasco, socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG, esta normativa no est¨¢ exenta de riesgo, ¡°pues en cierta forma podr¨ªa frenar la iniciativa corporativa de avanzar en compromisos, innovar en iniciativas e incrementar la transparencia¡±, advierte.
Seg¨²n su visi¨®n, algunas compa?¨ªas, por temor a ser acusadas de greenwashing, podr¨ªan caer en el greenhushing (silencio ecol¨®gico) ¡°y renunciar a un capital leg¨ªtimo, como es el reputacional, que se obtiene al incrementar la confianza de sus grupos de inter¨¦s. Una confianza que depende tanto de hacer las cosas bien como de hacer que se sepa¡±, explica.
Quedan resquicios
Lo que va a regular esta nueva directiva europea son las alegaciones ambientales expl¨ªcitas, es decir, aquellas que se ven directamente en una etiqueta o en un texto. ¡°Eso hace que esas ideas de sostenibilidad que transmiten los colores verdes o determinadas im¨¢genes no van a poder controlarse por esta v¨ªa¡±, lamenta Paula Bald¨® de Andr¨¦s, directora de la consultora de transformaci¨®n sostenible Envirall.
Para esta experta, tanto las empresas espa?olas como las europeas abusan en general del ecopostureo, pero ¡°en la mayor parte de las ocasiones se debe al mero desconocimiento¡±, aclara. ¡°Es cierto que hay casos flagrantes de enga?o, como pas¨® con el dieselgate, pero el greenwashing que vemos en el d¨ªa a d¨ªa no suele ser una mentira consciente, m¨¢s bien que este mensaje suena bien y vende, y como lo sostenible est¨¢ de moda pues lo digo y ya est¨¢, sin ir m¨¢s all¨¢¡±, alega.
Seg¨²n el estudio previo a la propuesta de directiva, m¨¢s del 50% de las declaraciones medioambientales examinadas se calificaron de vagas, enga?osas o infundadas; casi el 40% no contaba con evidencias que las respalden, y en el caso de las etiquetas verdes ¡ªexisten m¨¢s de 230 sellos ecol¨®gicos en el ¨¢mbito UE¡ª casi el 50% no cuentan con verificaci¨®n alguna.
Ante esta realidad, Mar¨ªa Molina, directora de Impacto e Incidencia de la consultora Quiero, reconoce que ¡°c¨®mo vamos a pedir a la sociedad que alinee sus h¨¢bitos de consumo hacia opciones m¨¢s sostenibles si no es posible distinguir la realidad de esta oferta¡±. En ese sentido, resalta que ¡°no solo es un tema de pr¨¢ctica efectiva por parte de organizaciones y marcas, sino tambi¨¦n de percepci¨®n¡±, y recuerda que el informe Sustainability Sector Index de Kantar 2023 muestra c¨®mo los sectores con mayor percepci¨®n de greenwashing son el del autom¨®vil, supermercados e hipermercados, y cuidado de la piel.
Los fondos de inversi¨®n cuidan su denominaci¨®n
Entre las diferentes regulaciones que existen al respecto, destaca en el campo de la inversión el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR, en sus siglas en inglés), lanzado hace dos años, que definía la información que deben suministrar las gestoras con el fin de “generar la confianza en los ahorradores de que los productos que les ofrecen y adquieren se corresponden con sus preferencias y sensibilidades ambientales”, explica Joaquín Garralda, presidente de Spainsif, asociación que promueve la inversión sostenible. Pero “se han producido inconsistencias y dificultades por su ambigüedad”, advierte.
De ahí que las nuevas directrices que acaba de publicar la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA, según sus siglas en inglés) busquen “orientar de forma clara sobre el uso de los términos relacionados con la sostenibilidad, así como con aspectos sociales y ambientales en las denominaciones de los fondos. Además, pretenden evitar que los nombres puedan dar lugar al blanqueo ecológico y proteger a los inversores de afirmaciones medioambientales exageradas o no fundamentadas”, desgrana Úrsula García Giménez, cofundadora y socia de finReg360.
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