El consumo de prote¨ªnas y la reducci¨®n del tama?o de la mand¨ªbula y los dientes
La morfolog¨ªa del rostro es la geograf¨ªa corporal que m¨¢s ha cambiado en el ¨²ltimo mill¨®n de a?os, en gran medida debido a las demandas mec¨¢nicas requeridas por la alimentaci¨®n
¡°La cara es el espejo del alma¡±, una expresi¨®n atribuida a Cicer¨®n, contin¨²a siendo una afirmaci¨®n recurrente hoy d¨ªa. Poco despu¨¦s del asesinato del pol¨ªtico y fil¨®sofo romano, se tallaba en la ciudad griega de P¨¦rgamo la escultura Laocoonte y sus hijos, una de las obras m¨¢s relevantes de la Antig¨¹edad cl¨¢sica. Es admirada por el realismo y la finura con que Agesandro, Atenodoro y Polidoro de Rodas esculpieron en el m¨¢rmol el momento en el que las serpientes marinas cumplen con la pena impuesta por los dioses al sacerdote troyano. La estremecedora pieza expone toda la tensi¨®n de la pugna de Laocoonte con las bestias, sabedor de que su suerte y la de sus hijos est¨¢ echada. La agitada y expresiva acci¨®n del grupo escult¨®rico da sentido a opiniones como la del escritor irland¨¦s George Bernard Shaw, que sosten¨ªa que si los espejos se emplean para verse la cara, el arte ayuda a ver el alma. Su hallazgo en 1506, en un vi?edo del monte Esquilino, cerca de Roma, caus¨® un enorme impacto. La escultura se encontr¨® da?ada, lo que desemboc¨® en una sucesi¨®n de restauraciones que crearon c¨¦lebres controversias.
Entre los cr¨ªticos con la intervenci¨®n estaba Tiziano, que dise?¨® una caricatura donde las figuras humanas se reemplazaron por monos. Parad¨®jicamente, parte de la intensa emoci¨®n que transmite la obra se debe al sufrimiento f¨ªsico y ps¨ªquico que muestran unas facciones que se diluyen en su versi¨®n primate. Rastreando los cambios que ha ido sufriendo la fisonom¨ªa desde los primeros hom¨ªnidos africanos hasta nuestros d¨ªas, se observa una evoluci¨®n encaminada a brindar una comunicaci¨®n no verbal que ha sido vital para el desarrollo de nuestra especie. Mirar fijamente o entornar los ojos, bajar la mirada, elevar las cejas, mantener los p¨¢rpados muy abiertos o cerrados, arrugar la nariz, contraer los labios o fruncir el ce?o son expresiones faciales que expresan lo que se est¨¢ pensando, se desea o se siente sin necesidad de recurrir al lenguaje verbal. Los 24 pares de peque?os m¨²sculos de la cara, contray¨¦ndose o relaj¨¢ndose de forma combinada, proporcionan un repertorio de gestos capaces de exteriorizar infinidad de sentimientos. El psic¨®logo Paul Ekman, pionero en el estudio del desarrollo de los rasgos y estados del ser humano, sostiene que las 16 expresiones faciales m¨¢s habituales presentan patrones muy similares en todo el mundo, con independencia de la cultura o sociedad a la que pertenezcan. Las muestras de alegr¨ªa, asombro, dolor o desprecio son universales. M¨¢s a¨²n, son reconocibles en el alma de piedra de una figura labrada o en el adem¨¢n en trazo de l¨¢piz que da vida a los dibujos animados. La morfolog¨ªa de la cara es la parte del cuerpo que m¨¢s ha cambiado en el ¨²ltimo mill¨®n de a?os, motivada en parte por las demandas mec¨¢nicas que ha requerido la alimentaci¨®n a lo largo del tiempo.
El consumo de prote¨ªnas con ayuda de herramientas l¨ªticas primitivas ayud¨® a reducir el tama?o de la mand¨ªbula y los dientes. Ello tuvo consecuencias en la funci¨®n respiratoria y en el tama?o y forma del cerebro. Desde los rostros anchos y salientes de los primeros hom¨ªnidos como los australopitecos que caminaban erguidos en ?frica hace 3,5 millones de a?os hasta la gr¨¢cil cara actual del Homo sapiens hay toda una serie de variantes en la estructura maxilofacial y la capacidad del habla. Cambios motivados por una combinaci¨®n de influencias que implican desde lo meramente fisiol¨®gico hasta los h¨¢bitos alimentarios, la competitividad social y los comportamientos socioculturales que se intensificaron a medida que nuestra capacidad para procesar los alimentos fue derivando en una masticaci¨®n cada vez m¨¢s f¨¢cil. El control del fuego fue decisivo, pero tambi¨¦n las interacciones en torno a ¨¦l que posibilitaron el intercambio de ideas y habilidades. Con el nacimiento de la agricultura y la consolidaci¨®n de asentamientos humanos, el rostro se molde¨® para atender y reforzar las necesidades de comunicaci¨®n y actuaci¨®n que concluyeron en el surgimiento de las civilizaciones y de formas de arte m¨¢s refinadas capaces de, como en Laocoonte y sus hijos, eternizar un instante ef¨ªmero. ¡°Quien no comprende una mirada tampoco comprender¨¢ una larga explicaci¨®n¡±, dice el proverbio.
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