¡°Con mis gafas puestas, soy Jack Nicholson; sin ellas, soy un gordo de 60 a?os¡±: historia del accesorio que ha forjado leyendas
Sirven para proteger nuestros ojos de la radiaci¨®n ultravioleta, pero eso es solo el principio. Desde que existe la celebridad, este complemento ha a?adido adem¨¢s misterio, distancia y protecci¨®n a unos personajes a los que el mundo entero estaba mirando
Peggy Guggenheim se quejaba de que la mitad de la gente que la visitaba en su palazzo de Venecia solo persegu¨ªa codearse con una celebridad, y su colecci¨®n de arte les tra¨ªa sin cuidado. Pero de eso ella misma era en parte responsable: pionera en muchas cosas, la coleccionista tambi¨¦n lo fue en la construcci¨®n de su propia imagen, adelant¨¢ndose a las posteriores estrategias de los ¨ªdolos pop. Ella, que llevaba pendientes firmados por Alexander Calder e Yves Tanguy, y vest¨ªa fabulosos modelos de Fortuny, Poiret o Schiaparelli, se convirti¨® en icono con unas gafas de sol.
En sus fotos m¨¢s difundidas, sentada en una g¨®ndola o desde su terraza sobre el Gran Canal, Peggy Guggenheim es Peggy Guggenheim sobre todo gracias a la montura en forma de mariposa que dise?¨® para ella el pintor Edward Melcarth. Esas gafas funcionan como una met¨¢fora visual del propio personaje. O m¨¢s bien como una metonimia, ya que a trav¨¦s de una parte de ¨¦l lo evocan todo: su fuerte car¨¢cter, su vanidad, su intuici¨®n para elegir a los artistas, su comportamiento libre, veleidoso y poco can¨®nico. Hasta tal punto es as¨ª que, desde entonces, son muchas las galeristas y coleccionistas (o aspirantes a serlo) que han confiado en unas gafas de montura aparatosa para hacerse percibir como tales. Basta con acudir el d¨ªa de la apertura VIP de cualquier feria internacional de arte para comprobarlo.
Por otro lado, no es tan reciente la costumbre de llevar gafas oscuras incluso de noche, cuando los motivos pr¨¢cticos lo desaconsejan, como demuestra un art¨ªculo publicado en 1964 en el diario The New York Times (Gafas de sol por la noche: ?son para los ojos o para el ego?), que se hac¨ªa eco de este fen¨®meno entre los neoyorquinos de a pie y recog¨ªa la opini¨®n de un oftalm¨®logo: ¡°Las gafas oscuras son un medio para llamar la atenci¨®n y al mismo tiempo proporcionan a quien las lleva una sensaci¨®n de protecci¨®n¡±. Ciertamente, no hac¨ªa falta una titulaci¨®n en medicina para afirmar esto, pero es un buen resumen que a¨²n hoy explica la abundancia de gafas de sol en alfombras rojas, fiestas y pasarelas Met Gala 2022 (?Es correcto en alg¨²n caso llevar gafas de sol en interior?, se pregunt¨® High Snobiety) donde es fundamental tanto hacerse notar como sentirse a salvo.
En este tipo de eventos, en su d¨ªa Karl Lagerfeld y a¨²n hoy Anna Wintour no han comparecido sin la protecci¨®n de la pantalla oscura sobre sus ojos. Y cuando el director de cine Albert Serra hace que Beno?t Magimel, el actor protagonista de su ¨²ltima pel¨ªcula, Pacifiction, lleve lentes azuladas durante todo el metraje, en realidad est¨¢ haciendo un gui?o autorreferencial. Porque ¨¦l mismo suele presentarse en p¨²blico parapetado tras unas gafas tintadas sin importar las condiciones lum¨ªnicas: hace unas semanas, en la entrega de los premios ICON en la que obtuvo uno de los galardones, no se las quit¨® ni un momento a pesar de la tenue iluminaci¨®n del hotel en que se celebraron la cena y fiesta posterior.
Cabe pensar que Serra se sirve de ellas para vincularse a una estirpe que incluye otros miembros como Akira Kurosawa, Jean-Luc Godard, Abbas Kiarostami, Wong Kar-wai, Tim Burton, Jim Jarmusch, Julian Schnabel, Pedro Almod¨®var o Lucrecia Martel, todos caracterizados por el uso de este mismo complemento. Resulta l¨®gico que las gafas de sol sean tan populares en esta profesi¨®n en la que la mirada es el principal atributo. Las lentes oscuras favorecen la construcci¨®n de la imagen dirigida a los ojos de los otros mientras escamotean los propios. Si para aportar valor a algo es fundamental establecer tensiones entre disponibilidad y escasez, entre lo que se muestra y lo que se oculta, un director de cine sabe que, con el fin de hacer deseable su propia mirada, le conviene resguardarla de la ajena.
Casi tan autor de algunas pel¨ªculas como sus directores, el productor Robert Evans estaba tan definido por su inagotable colecci¨®n de gafas de sol que en la pel¨ªcula Los fantasmas de mis exnovias (2009) comprendemos, solo por ese detalle, que el personaje de Michael Douglas ¡ªllamado Wayne Mead¡ª se inspira en ¨¦l. Y Matthew Goode en la serie The Offer (2022), sobre la producci¨®n de El Padrino de Francis Ford Coppola, ya interpreta oficialmente a Evans, gafas incluidas.
Los factores de distancia y misterio que proporcionan las gafas de sol han sido tambi¨¦n muy valorados por los actores y actrices, quiz¨¢ la ¨²nica profesi¨®n m¨¢s vinculada a ellas que la de los directores. Hace d¨¦cadas que a Jack Nicholson, por ejemplo, no se lo ve sin gafas, de modo que en ¨¦l la asociaci¨®n entre personaje y complemento se ha hecho tan inquebrantable como la que existe entre el dry martini y la aceituna. ¡°Con mis gafas puestas, soy Jack Nicholson; sin ellas, soy un gordo de 60 a?os¡±, es una frase que se le atribuye y que en su caso debi¨® de pronunciar hace ya dos buenas d¨¦cadas (el int¨¦rprete de Alguien vol¨® sobre el nido del cuco tiene 85 en la actualidad). Es m¨¢s f¨¢cil parecer una persona bella y misteriosa con gafas de sol, puesto que la mente se encarga de aportar los elementos que le est¨¢n ocultos, y frente a un ¨ªdolo popular tenderemos a ser ben¨¦volos en esa atribuci¨®n. Desaparecen as¨ª las bolsas y las patas de gallo, el estrabismo, los ojos demasiado juntos y otros inconvenientes del ¨¢rea ocular.
Como Nicholson, a este principio se aferr¨® la Greta Garbo posterior a su retirada del cine, cuando era avistada por las calles de Nueva York con unas gafas que dec¨ªan ¡°quiero estar sola¡±, como su personaje en Gran Hotel (1932). Pero tambi¨¦n Sof¨ªa Loren, propietaria de un arsenal de gafas de tama?o maxi con lentes en tonos d¨¦grad¨¦ que velan ¡ªpero no ocultan del todo¡ª sus magn¨ªficos ojos almendrados, marca de la casa. Diane Keaton, Anouk Aim¨¦e o Catherine Deneuve son otras de las estrellas que con m¨¢s propiedad han hecho uso del degradado fuera de la pantalla.
Y, dentro de ella, la propia Deneuve alcanzaba unas insuperables cotas de estilo al acudir a un burdel vestida de Yves Saint Laurent y con unas gafas de antifaz que reclamaban anonimato en Belle de Jour (1976), o cuando, vampira y por tanto fotof¨®bica en El ansia (1983), de Tony Scott, luc¨ªa un modelo puntiagudo de cristales ahumados inequ¨ªvocamente ochentero.
Mientras, los personajes de Barbara Stanwyck en Perdici¨®n (1944) y Victoria Abril en Amantes (1991) tienen en com¨²n, adem¨¢s de ser inductores de sendos cr¨ªmenes, saber llevar unas gafas de sol ¡ªpero sobre todo saber quit¨¢rselas en el momento oportuno¡ª de tal forma que aullaban su culpabilidad sin emitir un sonido. Como ellas, aunque en registros muy distintos, Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes (1961), Bibi Andersson en Persona (1966) o Sue Lyon en Lolita (1962) ¡ªsus gafas en forma de coraz¨®n no aparec¨ªan en la novela original de Nabokov, y tampoco en la pel¨ªcula de Kubrick, sino ¨²nicamente en carteles e im¨¢genes publicitarias¡ª lograron momentos de elevado poder ic¨®nico.
Marisa Paredes en La flor de mi secreto (1995), de Almod¨®var, expresaba toda la devastaci¨®n que sufre el personaje desde la negrura impenetrable de sus gafas. Por fin, la identificaci¨®n de los protagonistas de la serie Matrix con sus estilizadas gafas de forma oval llev¨® a la actriz Carrie-Anne Moss a declarar que, al contrario de lo habitual en estos casos, para pasar desapercibida no le queda m¨¢s remedio desde entonces que salir sin gafas oscuras.
Dan Aykroyd y John Belushi portaban en Granujas a todo ritmo (1980) de John Landis, unos estilismos en los que todos los elementos ¡ªcamisa blanca; traje, corbata y gafas negras¡ª formaban parte de un uniforme cuya seriedad contrastaba con el tono de comedia loca de la pel¨ªcula, as¨ª que se convert¨ªa en un original recurso humor¨ªstico. Que adem¨¢s ha sido homenajeado incansablemente, desde Reservoir Dogs (1992) de Tarantino hasta Men in Black (1997) de Barry Sonnefeld, pero tambi¨¦n en el programa televisivo Caiga quien caiga.
Dentro del apartado de elegancia resulta dif¨ªcil superar a Steve McQueen en El caso Thomas Crown (1968) y sus Persol de cristales azules combinadas con un traje de tres piezas en pr¨ªncipe de Gales. Y en el de recurrencia hay que citar a Tom Cruise con dos modelos cl¨¢sicos de Ray Ban en Risky Business (1983) y Top Gun (1986). Pero quiz¨¢ sea Brad Pitt en El club de la lucha (1999) quien encarna de manera m¨¢s literal la idea de la construcci¨®n del personaje desde sus elementos externos. All¨ª interpreta a una proyecci¨®n emitida por la mente esquizofr¨¦nica del coprotagonista, el reprimido Edward Norton, que jam¨¢s se habr¨ªa atrevido a llevar lentes anaranjadas (como a orinar en la sopa de un restaurante) si no fuera a trav¨¦s esta disociaci¨®n de su personalidad.
Marcello Mastroianni se construy¨® como icono gracias en gran parte a las gafas de sol de La dolce vita (1960) y, sobre todo, de 8 ? (1963), de Fellini, donde era un director de cine en plena crisis personal y profesional. Como en su caso, para Jean-Paul Belmondo en ? bout de souffle (1960) de Godard las gafas funcionan como un s¨ªmbolo de su individualidad y de la distancia que interponen con un mundo falso y hostil frente al que solo puede reaccionarse con rebeld¨ªa delincuente. Belmondo lleva gafas de sol cuando es abatido a tiros en una emboscada, pero tiene tiempo de quit¨¢rselas antes de dirigir su ¨²ltima mirada a su amante (Jean Seberg) y emitir una sentencia definitiva sobre ese entorno del que las gafas le proteg¨ªan: c¡¯est vraiment d¨¦gueulasse (¡°Esto es verdaderamente asqueroso¡±).
Por esa misma necesidad de erigir personajes ic¨®nicos e identificables, otro sector profesional que recurre con frecuencia a las gafas de sol es el de la m¨²sica pop o de consumo de masas. Sobrias o ¡ªm¨¢s a menudo¡ª estramb¨®ticas, las gafas han sido, de nuevo, aliadas de artistas como Lady Gaga, Elton John, Cher, Snoop Dogg, John Lennon, Bono o Janis Joplin. En nuestro pa¨ªs, no puede dejar de mencionarse la querencia de las folcl¨®ricas ¡ªPantoja y Jurado a la cabeza¡ª por las grandes monturas de fantas¨ªa, los cristales coloreados, el dorado y el strass, con momentos algo m¨¢s contenidos a cargo de la sublime Lola Flores. Destacan tambi¨¦n las gafas opacas de Martirio, que en combinaci¨®n con sus originales peinetas sirvieron para generar un personaje posmoderno apto para las exigencias de la Movida.
La Ni?a de La Puebla, grand¨ªsima artista y persona invidente ¡ªcomo Ray Charles, Jos¨¦ Feliciano o Stevie Wonder, entre otros¡ª, llevaba las suyas con particular imperio (¡°aire de autoridad y se?or¨ªo¡±, define la RAE en su novena acepci¨®n), al que no deb¨ªa de resultar ajena su consideraci¨®n, en su caso, como un elemento estrictamente pr¨¢ctico, exento de las propiedades cuasi-m¨¢gicas que se atribuyen a algo que permite ¡°entrar¡± en un determinado personaje o construirlo de fuera adentro. Para La Ni?a de La Puebla, como para Lola Flores, no hab¨ªa nada que construir, porque todo el personaje ¡ªcimientos, estructura, cubierta¡ª ven¨ªa dado. Las gafas eran solo un remate de la fachada.
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