¡°Podemos ser la banda m¨¢s grande de todos los tiempos¡±: la ca¨ªda de los Stone Roses, el grupo llamado a ser los nuevos Beatles
El grupo de M¨¢nchester fue saludado a finales de los ochenta como la nueva sensaci¨®n inglesa, unos Beatles para una nueva generaci¨®n desencantada. Cuando hace 30 a?os publicaron su segundo ¨¢lbum, todo se vino abajo
¡°Creo que podemos ser la banda m¨¢s grande de todos los tiempos, porque tenemos las mejores canciones y todav¨ªa no hemos empezado a mostrar todo nuestro potencial¡±, declaraba Ian Brown, vocalista de The Stone Roses, a la revista New Musical Express, en diciembre de 1989. ¡°El pasado fue vuestro/pero el futuro es m¨ªo/Est¨¢is todos fuera de tiempo¡±, cantaba simb¨®licamente en She Bangs The Drums, uno de los sencillos m¨¢s celebrados de su ¨¢lbum hom¨®nimo de debut. The Stone Roses desped¨ªa la d¨¦cada de los ochenta y entraba en los noventa jaleada como la gran esperanza del pop brit¨¢nico. Justo cinco a?os despu¨¦s, el 5 de diciembre de 1994, lleg¨® su esperado segundo ¨¢lbum. Se titul¨® Second Coming, compar¨¢ndolo, con la habitual inmodestia del grupo, con la segunda venida de Jesucristo. Sin embargo, fue recibido con mezcla de tibieza y decepci¨®n. No fue un batacazo comercial (vendi¨® un mill¨®n de discos), pero su apuesta por largas composiciones-ladrillo de rock de guitarras onanistas al estilo de los a?os setenta s¨ª apag¨® de un soplo todas las expectativas que se hab¨ªan creado en torno a la banda.
¡°Es uno de los discos m¨¢s insufribles que he escuchado de un grupo con un gran debut. No se entiende la verbalizaci¨®n, total y absoluta, de su desapego con las musas de la inspiraci¨®n. A mi entender, fue una defunci¨®n discogr¨¢fica¡±, afirma el cr¨ªtico musical Marcos Gendre, autor del libro M¨¢nchester. El sonido de la ciudad (Ed. Milenio, 2018). Para Jorge Albi, coautor, junto a Mar¨ªa A. Rom¨¢n, del libro The Stone Roses (Ed. La M¨¢scara, 1995), es un ¨¢lbum que ¡°no est¨¢ a la altura. Si no hubiera tardado tanto tiempo y hubiesen hecho m¨¢s canciones gloriosas como las de la primera ¨¦poca habr¨ªan podido llegar a algo m¨¢s, pero lo que hicieron en este disco era un poco co?azo¡±. A?o y medio despu¨¦s, la banda se disolv¨ªa.
El futuro podr¨ªa haber sido suyo, pero cuando Second Coming vio la luz, su tiempo ya hab¨ªa pasado. El denominado sonido madchester que ellos hab¨ªan inaugurado ya no interesaba a nadie. Lo que ellos hab¨ªan podido llegar a ser al final lo fueron sus mayores fans, los hermanos Gallagher de Oasis, que cuatro meses antes de la salida de Second Coming, les adelantaron por la derecha con Definitely Maybe y un plan de dominaci¨®n mundial igualmente ambicioso. Tanto Liam como Noel siempre han dicho que ellos no habr¨ªan estado ah¨ª de no ser por The Stone Roses.
¡°Cuando escuch¨¦ su canci¨®n Sally Cinnamon por primera vez supe cu¨¢l era mi destino¡±, declar¨® en su momento el guitarrista, mientras que el vocalista recuerda que fue ese el primer grupo al que vio en directo y que le dio ganas de subirse a un escenario. M¨¢s sorprendentemente, en el documental Made Of Stone, dirigido en 2012 por Shane Meadows (This Is England), el vocalista de Oasis declaraba ante la c¨¢mara que ¡°los Roses¡±, como se les conoc¨ªa popularmente en el Reino Unido, era el mejor grupo de M¨¢nchester. Al final, se puede decir que, involuntariamente, los Stone Roses pusieron la primera piedra de la que floreci¨® el britpop, pero la revoluci¨®n que ellos promet¨ªan ser se qued¨® en un colosal fiasco. ?Qu¨¦ sucedi¨®?
M¨¢nchester, a?os ochenta
El youtuber V¨ªctor Amor¨ªn, en su canal Music Radar Clan, apuntaba a un factor del que no se ha hablado mucho. The Stone Roses nacieron en M¨¢nchester a comienzos de los a?os ochenta al mismo tiempo que New Order y The Smiths. De hecho, Peter Hook (de New Order) les produjo uno de sus primeros singles, Elephant Stone, y algunos de sus componentes compartieron grupos primerizos con miembros de los Smiths. Sin embargo, en 1989, cuando el primer ¨¢lbum de los Stone Roses vio la luz, los Smiths ya hab¨ªan desarrollado toda su carrera y Morrissey hab¨ªa publicado su primer disco en solitario. La tesis de Amor¨ªn es que Ian Brown (voz), John Squire (guitarra), Gary ¡°Mani¡± Mounfield (bajo) y Alan ¡°Reni¡± Wren (bater¨ªa) ten¨ªan mucha ambici¨®n, pero nunca estuvieron dispuestos a asumir la responsabilidad de ser ambiciosos. Dicho de otra manera, ten¨ªan actitud, pero carec¨ªan de la capacidad de trabajo que otros de sus compa?eros de generaci¨®n s¨ª pose¨ªan. Supieron despertar la curiosidad de los medios brit¨¢nicos, pero no cumplieron las expectativas.
?Por qu¨¦, a finales de los a?os ochenta, la cr¨ªtica especializada brit¨¢nica puso tanta esperanza en ellos? ¡°Todo se sobredimension¨®, porque era un momento en que los medios buscaban a alguien que ocupara el trono que los Smiths hab¨ªan dejado vacante¡±, apunta el cr¨ªtico musical Carlos P¨¦rez de Ziriza. ¡°Ellos tuvieron el m¨¦rito de fundir como ning¨²n otro grupo la herencia pop sixtie brit¨¢nica y su tradici¨®n mel¨®dica m¨¢s exquisita con los nuevos ritmos que emanaban de M¨¢nchester, favorecidos por el auge de la cultura rave, del acid house y de aquella nueva lisergia que hab¨ªa impulsado el segundo verano del amor, el de 1988¡å.
Para Marcos Gendre, ¡°eran esperanzadores, pero, m¨¢s all¨¢ de los himnos que se sacaron de la manga, realmente la ¨²nica canci¨®n que pudo determinar caminos renovados fue Fool¡¯s Gold, el single que publicaron inmediatamente despu¨¦s del primer ¨¢lbum¡±. Seg¨²n el periodista, ¡°la edad dorada de los Stone Roses supuso el comienzo de las tendencias retro de los a?os noventa¡±. Les benefici¨® que, ¡°dentro de una escena indie tan anticarism¨¢tica como la de entonces, ellos recuperaran el descaro del punk en su forma de actuar, y unos significantes musicales est¨¦ticos que remit¨ªan a The Byrds, Jimi Hendrix y la psicodelia. Aunque en su nueva versi¨®n, en vez de flores, hab¨ªa grafitis y, en vez de LSD, MDMA¡±.
Su impacto social en las Islas fue breve pero intenso y profundo, asociado al movimiento rave. Fueron, junto con Happy Mondays, los primeros en fundir el pop de guitarras con la nueva cultura de baile. Su est¨¦tica marc¨® tendencia, con sus portadas, su guitarra y su bajo pintados por John Squire en un estilo similar al de Jackson Pollock, Reni luciendo esos sombreros de pescador que fueron imitados hasta la saciedad por sus seguidores, las camisetas holgadas y los pantalones estilo baggy que tambi¨¦n definieron una ¨¦poca. Todo ello tuvo su momento social m¨¢s ¨¢lgido en el verano de 1990 con su concierto triunfal en Spike Island, definido como ¡°el Woodstock de la generaci¨®n baggy¡±, aunque muchos lo recuerdan como un fiasco, m¨¢s parecido a Altamont pero sin fallecidos. Un desastre organizativo con un sonido p¨¦simo, pero en cuyo escenario se ve¨ªa a Ian Brown alzando en sus manos un enorme globo terr¨¢queo, en plan ¡°el mundo es nuestro¡±.
A ello hay que sumar el macarrismo que esgrim¨ªan. En una de sus m¨¢s c¨¦lebres actuaciones en la televisi¨®n brit¨¢nica, tocaron a un volumen tan alto que fundieron los plomos del plat¨®. M¨¢s lejos llegaron cuando, enfadados con su primer sello, FM Revolver, por relanzar un videoclip del sencillo Elephant Stone sin su consentimiento, vandalizaron sus oficinas y los coches de sus empleados vertiendo cubos de pintura por encima. Los llevaron a los tribunales y solo se libraron de la c¨¢rcel porque, en opini¨®n del juez, eso iba a servir para darles m¨¢s notoriedad, as¨ª que les puso una cuantiosa multa, y a casa. A este respecto, Jorge Albi se muestra muy cr¨ªtico con ¡°el imaginario de todos estos artistas de que cuanto m¨¢s malos sean mejor, el rollo de ¡®molamos mucho, y vamos a tardar todo este tiempo en crear nuestra gran obra maestra¡¯, que al final lo ¨²nico que esconde es prepotencia o arrogancia¡±.
Los a?os de sequ¨ªa que quemaron al grupo
En realidad, fue un sinf¨ªn de circunstancias lo que llev¨® a los cinco a?os de silencio entre el primer y el segundo disco. Hay quien dice que su m¨¢nager de entonces, Gareth Evans, gestion¨® muy mal la carrera del grupo, que volvi¨® a enrocarse en los tribunales entrando en un litigio con la discogr¨¢fica independiente Silvertone para que les diese la carta de libertad, y as¨ª poder entrar en la multinacional Geffen. Mientras eso provocaba cada vez m¨¢s retrasos en la grabaci¨®n del nuevo ¨¢lbum, los miembros del grupo se quedaron sin saber muy bien qu¨¦ hacer, dejaron de tocar en directo, entraron en un bloqueo creativo y empezaron a priorizar otras opciones vitales.
Algunos de ellos tuvieron hijos, y otros, seg¨²n la leyenda urbana, iban por los bares diciendo que ahora The Stone Roses iba a ser la banda que pasar¨ªa a la historia por grabar aquel disco m¨ªtico y no volver a hacer nada m¨¢s. El caso es que a la grabaci¨®n de Second Coming ya llegaron tocados. ¡°Hab¨ªa cosas que estaban fuera de nuestro control, como todo lo del juicio, y ya nunca volvi¨® a ser lo mismo. Una vez que pierdes ese momento, es dif¨ªcil regenerarlo¡±, declaraba Mani en el documental de Shane Meadows. ¡°Hacer el segundo ¨¢lbum termin¨® con la banda de alguna manera. Ya nada volvi¨® a ser igual. Tras la salida de Silvertone, se acabaron los directos y todo apuntaba a que nos estaban manejando. Intentamos deshacernos del m¨¢nager, y cuando lleg¨® el momento de grabar est¨¢bamos medio perdidos¡±, apuntaba Squire. Ian Brown resum¨ªa: ¡°Empezamos a dejar de disfrutarlo muy r¨¢pido, especialmente cuando todo empez¨® a volverse m¨¢s hacia el negocio y menos hacia la m¨²sica¡±.
La entrada como nuevo m¨¢nager de Doug Goldstein, representante de Guns N¡¯ Roses, precipit¨® la marcha de Reni poco antes de comenzar la gira de presentaci¨®n, y la falta de entusiasmo creativo por parte de Squire (¡°no ve¨ªa ning¨²n futuro ah¨ª¡±), desencaden¨® tambi¨¦n su abandono en 1995. Para los directos, fueron sustituidos por dos m¨²sicos que hab¨ªan tocado en Simply Red, lo cual puede ser tomado con bastante evidencia como una traici¨®n a sus admiradores m¨¢s indies. Con esa extra?a formaci¨®n aterrizaron en agosto de 1996 en el Festival de Benic¨¢ssim, concierto del que fue testigo este cronista y que sigue recordando como un disparate clamoroso, con versiones adulteradas de los temas, una go-g¨® en el escenario y un Ian Brown espantoso de voz. Al final de ese mes, cuando aparecieron en el Festival de Reading, la cosa no fue mejor. El cr¨ªtico Johnny Cigarettes, del New Musical Express, escribi¨® que su interpretaci¨®n de I¡¯m The Resurrection fue tan insufrible que, en realidad, parec¨ªa la crucifixi¨®n eterna. Aquel fue su ¨²ltimo concierto.
Las resurrecciones que tambi¨¦n terminaron mal
Tras la disoluci¨®n, Ian Brown inici¨® una carrera en solitario que tuvo una moderada aceptaci¨®n en Reino Unido, aunque no para tirar cohetes; Reni pr¨¢cticamente se retir¨® de la m¨²sica, John Squire fund¨® un grupo sin ¨¦xito llamado The Seahorses, cuyo nombre, dicen algunas malas lenguas, era un anagrama de ¡°He hates Roses¡± (¡±Odia a los Roses¡±), y Mani fue el que tuvo una carrera mejor enfocada, enrol¨¢ndose en Primal Scream en su momento de gloria. Pero, contra pron¨®stico, la formaci¨®n que grab¨® los dos ¨¢lbumes se volvi¨® a hermanar y en 2012 anunci¨® una gira de reuni¨®n cuyos dos primeros conciertos oficiales fueron en la sala Razzmatazz de Barcelona.
En su regreso a Benic¨¢ssim, con Noel Gallagher festejando cada canci¨®n en un lateral del escenario, dejaron mejor sabor de boca que la primera vez, aunque con divisi¨®n de opiniones. ¡°A m¨ª no me pareci¨® tan especial. Fue un concierto m¨¢s aplicado, obviamente, que el de 1996, con mejor sonido y una actitud seguramente m¨¢s profesional, pero demasiado ce?ido a lo previsible, como el cl¨¢sico bolo de jugar a no cagarla, cubrir el expediente y a otra cosa, sin grandes alardes¡±, recuerda Carlos P¨¦rez de Ziriza. Luego hubo otra gira de reuni¨®n, en 2016 y 2017, y la banda incluso grab¨® dos nuevos sencillos, All For One y Beautiful Thing, ¡°completamente insustanciales¡±, seg¨²n Marcos Gendre, mientras que P¨¦rez de Ziriza confiesa que ni siquiera los recuerda.
Hab¨ªa el proyecto de un tercer ¨¢lbum, que se vio truncado. En su ¨²ltimo concierto, en Glasgow, Ian Brown lanz¨® al p¨²blico estas palabras finales: ¡°No est¨¦is tristes porque se termine. Estad felices porque haya sucedido¡±. No lleg¨® a haber comunicado de disoluci¨®n y nunca ha trascendido lo que sucedi¨® entre ellos porque, al parecer, hay un pacto entre los cuatro componentes de no hablar de lo acontecido. El caso es que la resurrecci¨®n fue breve y puramente nost¨¢lgica, una celebraci¨®n de su ef¨ªmero momento de gloria en el pasado del pop.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.