Iglesias evang¨¦licas y derechas autoritarias: cuando John Wayne sustituy¨® a Jes¨²s
La historia demuestra que el apoyo de los evang¨¦licos a Trump no era una mera transacci¨®n, sino que responde a un ideal combativo que pone a la masculinidad blanca en cabeza. Su influencia no se limita a EE UU
Solo unas semanas antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, los expertos pol¨ªticos y los l¨ªderes religiosos se sent¨ªan confusos: ?c¨®mo era posible que los cristianos evang¨¦licos traicionaran sus valores para apoyar a un hombre como Donald Trump? ?C¨®mo era posible que la autoproclamada ¡°mayor¨ªa moral¡± votara a un hombre divorciado dos veces que presum¨ªa de sus agresiones a mujeres, se burlaba de sus rivales, ment¨ªa con frenes¨ª, disfrutaba siendo vulgar y se jactaba de su ¡°virilidad¡± en la televisi¨®n nacional?
A lo mejor no era m¨¢s que una relaci¨®n con fines pragm¨¢ticos, aventuraron algunos. Al fin y al cabo, Trump hab¨ªa prometido ¡°proteger el cristianismo¡± y dar prioridad a los intereses evang¨¦licos. Pero la historia demuestra que el apoyo de los evang¨¦licos a Trump no era una mera transacci¨®n. Durante el ¨²ltimo medio siglo, los evang¨¦licos blancos conservadores han defendido un ideal combativo de masculinidad y han instado a los hombres cristianos a defender con agresividad ¡°la Am¨¦rica cristiana¡±, un orden religioso y pol¨ªtico que es patriarcal, jer¨¢rquico y, en el fondo, antidemocr¨¢tico. El apoyo evang¨¦lico a Trump no supuso en absoluto traicionar estos valores, sino, al contrario, materializarlos.
Aunque a ellos les gusta afirmar que su fe se basa en la teolog¨ªa, el movimiento evang¨¦lico contempor¨¢neo de Estados Unidos tiene tantas ra¨ªces en la identidad cultural como en la teolog¨ªa. Si el cristianismo evang¨¦lico se ha extendido tanto en Estados Unidos es, en gran parte, por la cultura que ha creado, la cultura que vende. Las editoriales evang¨¦licas publican libros sobre el ¡°estilo de vida cristiano¡± que se venden por millones, la radio y la televisi¨®n cristianas llegan a cientos de millones m¨¢s de espectadores y las convenciones, redes y personas influyentes cristianas hacen de poderosos porteros en el mercado de consumo. Sus productos saltan las barreras confesionales y nacionales e inundan los mercados de Europa, ?frica, Asia, Latinoam¨¦rica y Australia.
Dentro de esta cultura, los libros dirigidos al gran p¨²blico que tratan sobre la ¡°masculinidad cristiana¡± influyen en la imaginaci¨®n y los ideales evang¨¦licos desde hace mucho tiempo. Estos libros, que muchas veces no aluden a las ense?anzas b¨ªblicas m¨¢s que de pasada, se inspiran en los h¨¦roes de Hollywood, los m¨ªticos vaqueros y soldados, el William Wallace de Mel Gibson en Braveheart y el ic¨®nico actor John Wayne, cuyo hero¨ªsmo en la pantalla en el lejano Oeste, las arenas de Iwo Jima y los campos de batalla de Vietnam defini¨® la masculinidad m¨¢s intr¨¦pida para generaciones de estadounidenses. A un hombre de verdad no le daba miedo hacer lo que hiciera falta, utilizar la violencia cuando fuera necesario para garantizar el orden y la justicia. As¨ª, los evang¨¦licos sustituyeron al Jes¨²s de los Evangelios por un Cristo guerrero y vengativo. Al pedir a sus seguidores que empu?aran la espada en lugar de llevar la cruz, cambiaron una fe que eleva a ¡°los m¨¢s peque?os¡± por otra que se aferra al poder, una fe en la que el fin justifica los medios.
La m¨²sica popular, los libros y los sermones ense?aban a los hombres que Dios era un Dios guerrero y que ellos tambi¨¦n ten¨ªan ¡°una batalla que librar¡±. La batalla pod¨ªa ser espiritual, pero tambi¨¦n f¨ªsica: contra los comunistas en la Guerra Fr¨ªa y, tras los atentados del 11 de septiembre, contra el islamismo radical. Pero tambi¨¦n pod¨ªa librarse dentro del propio pa¨ªs, con la movilizaci¨®n de los cristianos conservadores para luchar contra los enemigos internos: laicistas, liberales, feministas o dem¨®cratas.
La clave para mantener este activismo era avivar la sensaci¨®n de asedio. Los predicadores como Jerry Falwell y Mark Driscoll empleaban un lenguaje militarista para advertir a sus feligreses sobre amenazas funestas; cuando provocaban miedo en sus seguidores, estaban reforzando su propio poder mediante las promesas de protecci¨®n y la exigencia de lealtad absoluta. Las organizaciones pol¨ªticas cristianas conservadoras recurrieron a t¨¢cticas similares y se dedicaron a avivar el miedo para recaudar fondos, movilizar a los votantes y justificar sus m¨¦todos agresivos.
Con el tiempo, la doctrina evang¨¦lica conservadora pas¨® a definirse por una nueva ortodoxia, m¨¢s pol¨ªtica que teol¨®gica. Los datos de las encuestas revelan los perfiles de esa ortodoxia: en Estados Unidos, los evang¨¦licos blancos tienen m¨¢s probabilidades que los miembros de otros grupos religiosos de apoyar la guerra preventiva, justificar la tortura, oponerse a la reforma de la inmigraci¨®n, apoyar la construcci¨®n de un muro en la frontera y estar a favor de la pena de muerte; tienden m¨¢s que otros estadounidenses a poseer armas de fuego, negar la relaci¨®n entre el racismo y la violencia policial, rechazar los pactos pol¨ªticos, preferir a gobernantes fuertes y solitarios y aprobar que se infrinjan las normas cuando lo consideran necesario. Y son mucho m¨¢s propensos que otros grupos religiosos estadounidenses a mostrar tendencias autoritarias, a negar que existan maniobras para impedir el voto de determinados sectores y a creer que a Trump le robaron las elecciones de 2020.
El car¨¢cter antidemocr¨¢tico del nacionalismo cristiano militante qued¨® en evidencia el 6 de enero de 2021. El d¨ªa que los insurrectos irrumpieron en el Capitolio de Estados Unidos para intentar anular las elecciones presidenciales, los participantes llevaban cruces y pancartas en las que se le¨ªa ¡°Jes¨²s salva, Trump gobierna¡± y ¡°Jes¨²s es el rey, Trump es el presidente¡±; y un grupo de los Proud Boys se puso de rodillas para rezar. Aunque se puede afirmar que aquellos eran unos extremistas, varias encuestas recientes revelan que m¨¢s de la cuarta parte (26%) de los protestantes evang¨¦licos blancos creen que ¡°es posible que los verdaderos patriotas estadounidenses tengan que recurrir a la violencia para salvar a nuestro pa¨ªs¡±. El ideal guerrero ha influido profundamente en el movimiento evang¨¦lico estadounidense, pero su influencia no se limita a Estados Unidos.
El 8 de enero de este a?o, numerosos partidarios del expresidente brasile?o Jair Bolsonaro asaltaron el Tribunal Supremo, el Congreso y las dependencias presidenciales en Brasilia en un intento de anular el resultado electoral. El paralelismo con la insurrecci¨®n estadounidense del 6 de enero qued¨® en evidencia en las t¨¢cticas de los alborotadores, pero tambi¨¦n en la apelaci¨®n de Bolsonaro al nacionalismo cristiano y en el apoyo que los evang¨¦licos brasile?os le han dado en sus intentos antidemocr¨¢ticos de recuperar el poder. No es ninguna casualidad. Ya en el siglo XIX hubo evang¨¦licos blancos y conservadores que fueron de Estados Unidos a Brasil como misioneros; y en d¨¦cadas m¨¢s recientes, la exportaci¨®n de publicaciones y medios de comunicaci¨®n evang¨¦licos estadounidenses ha fomentado la creaci¨®n de una derecha religiosa transnacional. Bolsonaro es cat¨®lico, pero ha tenido el enorme talento pol¨ªtico de tomar prestados m¨¦todos del manual de la derecha cristiana estadounidense para granjearse la lealtad de la poblaci¨®n evang¨¦lica, cada vez m¨¢s numerosa, de Brasil.
Para evitar la propagaci¨®n del autoritarismo en todo el mundo en este momento hist¨®rico, es crucial comprender sus profundas ra¨ªces religiosas.
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