C¨®mo abolir el g¨¦nero sin que el feminismo muera en el intento
El binarismo es una instituci¨®n que hay que derribar. La paradoja es que de momento la necesitamos para combatir la desigualdad entre hombre y mujer
Nos encontramos en una encrucijada entre la fragmentaci¨®n y la persistencia del binarismo de g¨¦nero. Si la fragmentaci¨®n avanza y consigue eliminar las categor¨ªas de g¨¦nero legales, las identidades y las presentaciones marcadas por el binarismo de g¨¦nero y las pr¨¢cticas sociales de ¡°mujeres¡± y ¡°hombres¡±, se habr¨¢n sentado las bases para la igualdad, al menos por categor¨ªa de g¨¦nero. Deshacer el g¨¦nero nos permitir¨ªa avanzar significativamente en el camino hacia la eliminaci¨®n de la diferenciaci¨®n por g¨¦neros y de su consecuencia: la desigualdad de g¨¦nero. Deshacer el g¨¦nero implica que el sexo es biol¨®gico, fisiol¨®gico y reproductivo, pero que no es una buena base para la categorizaci¨®n social, que el deseo sexual es fluido y no est¨¢ limitado por la oposici¨®n entre dos g¨¦neros, y que el g¨¦nero ya no es una manera v¨¢lida de organizar las sociedades. En la medida en que el g¨¦nero es una instituci¨®n, deshacer el g¨¦nero la fragmenta en sus componentes y arrebata la estructura binaria a muchos de ellos. La identidad, los rasgos, las competencias y la conducta de g¨¦nero se entienden entonces como espectros con los ¡°opuestos¡± en sendos extremos. El g¨¦nero, entonces, ya no es una instituci¨®n.
Sea como sea, de momento a¨²n existen pr¨¢cticas institucionales e interaccionales de desigualdad de g¨¦nero que hay que visibilizar y combatir. Y, para poder combatir la desigualdad de g¨¦nero, hay que poder distinguir a mujeres y a hombres como categor¨ªas legales y sociales. Si queremos visibilizar la desigualdad de g¨¦nero, tenemos que poder comparar a hombres y mujeres.
Y este es el origen de la nueva paradoja del g¨¦nero. Por un lado, necesitamos que el binarismo de g¨¦nero persista si queremos combatir la desigualdad de g¨¦nero que produce, pero, al mismo tiempo, necesitamos fragmentarlo cada vez m¨¢s hasta que, al final, desaparezca. Es poco probable que estalle una revoluci¨®n del g¨¦nero, porque la multiplicidad de identidades de las personas que cuestionan el binarismo de g¨¦nero y la diversidad de sus objetivos imposibilitan una acci¨®n pol¨ªtica unitaria. Los distintos adversarios del dualismo de g¨¦nero no se han reconocido entre s¨ª como aliados y la pol¨ªtica de la identidad necesita una separaci¨®n entre nosotros y ellos. Viven en la frontera entre los g¨¦neros binarios. Si se unieran, dar¨ªan lugar a un tercer g¨¦nero, pero muchos quieren eliminar las identidades de g¨¦nero por completo.
Quiz¨¢ no sea necesaria una revoluci¨®n del g¨¦nero para conseguir la igualdad de g¨¦nero. Tanto la multiplicaci¨®n como la minimizaci¨®n de las identidades de g¨¦nero tienen el potencial de erosionar el tratamiento diferencial de hombres y mujeres. Si no podemos determinar o no aludimos constantemente a qu¨¦ g¨¦nero pertenece cada persona en las interacciones cara a cara, las mujeres y los hombres se convertir¨¢n en iguales socialmente. Cuanto m¨¢s igualitarias sean las pol¨ªticas organizacionales, sobre todo en lo que se refiere a los salarios y a los ascensos, menos relevancia tendr¨¢ el g¨¦nero. Si tenemos en mente este objetivo, todos deber¨ªamos participar de forma consciente en la deconstrucci¨®n del g¨¦nero y actuar y hablar como si nadie tuviera g¨¦nero. Deber¨ªa ser la revoluci¨®n de todos, no solo de las personas que cuestionan el g¨¦nero deliberadamente. Sin embargo, esta deconstrucci¨®n del g¨¦nero tambi¨¦n ha de suceder en las esferas legales y burocr¨¢ticas, as¨ª como en pol¨ªticas organizacionales igualitarias.
Ser¨ªa revolucionario que los certificados de nacimiento, los documentos de identidad y los carnets de conducir no indicaran el g¨¦nero. Los cambios que hubo que aplicar a las licencias matrimoniales cuando se legaliz¨® el matrimonio entre personas del mismo g¨¦nero son ejemplos de c¨®mo las pol¨ªticas legales se han de adaptar a los cambios en la vida real. Los ¡°maridos y mujeres¡± se han convertido en ¡°c¨®nyuges¡±. Las personas que se ocupan equitativamente de criar a sus hijos deber¨ªan ser ¡°progenitores¡± y no madres y padres. Las pr¨¢cticas de deconstrucci¨®n del g¨¦nero son revolucionarias en muchos aspectos. Los progenitores que minimizan el g¨¦nero de sus hijos a la hora de criarlos y los hombres que atienden a sus hijos de forma cotidiana son revolucionarios. Tambi¨¦n lo es el tratamiento neutro de los ni?os y ni?as durante los a?os escolares. Y las citas rom¨¢nticas igualitarias. Todos nosotros podemos erosionar con nuestras acciones, por peque?as que sean, el binarismo de g¨¦nero.
Lo que podr¨ªamos perder es la valorizaci¨®n de las mujeres, de su historia, de sus logros y de sus culturas tan ricas y variadas que las feministas se han esforzado tanto en producir, mantener y visibilizar durante los ¨²ltimos cincuenta a?os. Borrar¨ªa el enfoque ¡°femenino¡± sobre las cualidades que caracterizan a las mujeres: la relaci¨®n que mantienen con su cuerpo y con su sexualidad, sus capacidades emocionales y afectivas, y su punto de vista especial en las sociedades y las culturas dominadas por los hombres.
Cuando las mujeres irrumpieron en los dominios de los hombres, tuvieron que emularlos. A su vez, los hombres emulan a las mujeres cuando cuidan de sus hijos. En la medida en que las diferencias entre el estilo de liderazgo de mujeres y hombres han hecho que las mujeres obtengan mejores resultados en situaciones de crisis, como la pandemia por la covid-19, los hombres podr¨ªan emular tambi¨¦n a las mujeres a la hora de liderar.
Uno de los grandes problemas sociales que no se resolver¨ªa deshaciendo el g¨¦nero es el de la violencia contra las mujeres (maltrato f¨ªsico y feminicidio machista), adem¨¢s del acoso sexual, la agresi¨®n sexual y la violaci¨®n. El ostracismo al que se condena en la actualidad a los hombres que han explotado o violado a mujeres rutinariamente, y su eliminaci¨®n de las posiciones de poder ha mejorado de manera significativa la capacidad de las mujeres para luchar contra su vulnerabilidad sexual. Sin embargo, para combatir la violencia contra la mujer es necesario que las mujeres apoyen a las mujeres. Cuando las mujeres minimizan su g¨¦nero mutuo, los resultados son desastrosos. Hay mujeres que han ayudado a hombres en su victimizaci¨®n sexual de otras mujeres. A¨²n m¨¢s terrible, las mujeres de la familia en sociedades ¡°de honor¡± han asesinado a sus propias hijas cuando han cre¨ªdo que estas hab¨ªan deshonrado a la familia por su conducta sexual o incluso por haber sido v¨ªctimas de violaci¨®n.
Es posible que mantener la identidad y la visibilidad de las mujeres no sea tan necesario en las sociedades donde las mujeres experimentan m¨¢s igualdad con los hombres y donde estos han visto reducidos su poder y sus privilegios. La deconstrucci¨®n del g¨¦nero gradual podr¨ªa acabar sustituyendo a las pr¨¢cticas de g¨¦nero que ahora se dan por sentadas en la burocracia y en organizaciones laborales, adem¨¢s de en la interacci¨®n informal en la vida cotidiana. Pero antes hay que pasar por un periodo de atenci¨®n consciente al g¨¦nero. Para poder deshacer el g¨¦nero, antes se ha de ser consciente del g¨¦nero.
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