El fen¨®meno de los fans se cuela en la pol¨ªtica
En la era del infoentretenimiento, las pr¨¢cticas ciudadanas invitan a los pol¨ªticos a comportarse como ¡®celebrities¡¯
Si Manuel Fraga se hubiese ba?ado en la playa de Palomares en 2020 y no en 1966, quiz¨¢s ya lo habr¨ªamos olvidado. Lo que entonces convert¨ªa al ministro de Informaci¨®n y Turismo franquista en una rara avis ¡ªtransmitir un mensaje pol¨ªtico con c¨®digos del entretenimiento¡ª es hoy el pan nuestro de cada d¨ªa.
Los pol¨ªticos contempor¨¢neos adoptan y renuevan registros comunicativos impensables hace no tanto. Cuando en 2014 Pedro S¨¢nchez apareci¨® en S¨¢lvame y El Hormiguero cop¨® titulares; hoy, pol¨ªticos m¨¢s tradicionales como el alcalde de Madrid, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, han intentado seducir al p¨²blico en el show de Pablo Motos sin causar ya tanto revuelo. Y ni siquiera S¨¢lvame es la ¨²ltima frontera. Conocida por sus hechuras de influencer, la alcaldesa Ada Colau ¡ªque tambi¨¦n se asom¨® a S¨¢lvame hace poco¡ª derrochaba simpat¨ªa recientemente al tel¨¦fono con Ibai Llanos, cuyo perfil en Twitch, la plataforma de directos, es el cuarto m¨¢s seguido del globo. Tambi¨¦n la ministra de Trabajo, Yolanda D¨ªaz. ¡°Una t¨ªa chul¨ªsima¡±, dec¨ªan en Twitter sobre su look de celebrity el 12 de octubre. ?Por qu¨¦ ahora los pol¨ªticos se lo juegan todo a caer bien?
Llegar a esta emulsi¨®n de pol¨ªtica y entretenimiento no ha sido cosa de un d¨ªa. El polit¨®logo Pablo Sim¨®n habla de d¨¦cadas de batidora. En los ochenta, el sufl¨¦ de los partidos de masas se desinfla y las formaciones pierden el monopolio como mediadores entre Estado y sociedad. Es el paroxismo de lo que Guy Debord defini¨® como ¡°aislamiento de las muchedumbres solitarias¡±. La pol¨ªtica reacciona personaliz¨¢ndose en paralelo al auge del infoentretenimiento. La mezcla resultante, cuenta Sim¨®n, es la espectacu?larizaci¨®n de la pol¨ªtica y el acercamiento de los dos mundos. Es decir, ¡°Pablo Iglesias te comenta [una] serie (¡) e Isabel D¨ªaz Ayuso sale en MasterChef¡±.
Poco despu¨¦s de que el actor Arnold Schwarzenegger cambiara Hollywood por el Gobierno de California en 2003, el profesor em¨¦rito de la Universidad de East Anglia John Street describ¨ªa as¨ª la simbiosis entre fama y pol¨ªtica: figuras pol¨ªticas que emplean elementos de la cultura celebrity (fama) y celebrities (famosos) que usan su popularidad para erigirse en representantes pol¨ªticos. Una din¨¢mica indisociable del auge del marketing en pol¨ªtica: ¡°Hay una conexi¨®n muy ¨ªntima entre c¨®mo se nos persuade para hacer algo como consumidores de entretenimiento y como ciudadanos¡±, afirma en conversaci¨®n telef¨®nica.
En 2023 vamos m¨¢s all¨¢. Estamos ante una celebritizaci¨®n integral. Ni siquiera la vieja pol¨ªtica escapa. Para muestra, el reciente lanzamiento del perfil de TikTok del Ministerio de Econom¨ªa, donde vemos a una Nadia Calvi?o en el papel del personaje de Paquita Salas Noem¨ª Arg¨¹elles. Toda una aceleraci¨®n de la din¨¢mica descrita por Street. Los pol¨ªticos se prestan con niveles dispares de acierto.
En un extremo, Jaume Collboni, candidato a la alcald¨ªa de Barcelona del PSC. Su primer v¨ªdeo en TikTok tras dejar la coalici¨®n con Ada Colau para centrarse en las elecciones reson¨® no tanto en esta red social ¡ªno lleg¨® a 5.000 visitas¡ª sino en Twitter. All¨ª se le imput¨® el pecado capital de ser un boomer y dar cringe (grima). Traducido: adoptar un estilo comunicativo que no dominas chirr¨ªa. En las ant¨ªpodas, la congresista neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez o AOC (8,6 millones de seguidores en Instagram). Ya en 2020, desgranaba la receta de sus labios escarlata con manierismos de influencer en un videotutorial para Vogue salpimentado de p¨ªldoras pol¨ªticas. El impacto de su vestido en la elitista MET Gala de 2021 con la inscripci¨®n ¡°Tax the rich¡± (impuestos a los ricos) fue tal que hasta M¨®nica Garc¨ªa, candidata de M¨¢s Madrid en esa comunidad, replic¨® el mensaje.
Si los pol¨ªticos fagocitan los c¨®digos influencers es porque la cultura de internet ¡ªa punto de ser mayoritaria¡ª est¨¢ empapada de c¨®digos de los fans. Lo explica Phoenix Andrews, profesor de Comunicaci¨®n Digital en la Universidad de Sheffield y autor de una gu¨ªa sobre este fen¨®meno en pol¨ªtica. Cada vez m¨¢s, los ciudadanos se convierten en hinchas y, como en democracia la cultura pol¨ªtica fluye de abajo hacia arriba, los pol¨ªticos se suman al carro.
Con la irrupci¨®n del fen¨®meno fan en pol¨ªtica llegan los afectos. Al acceder al abarrotado WiZink madrile?o para el show del podcast Estirando el chicle (casi 300.000 seguidores en Instagram), las yolanders recibieron a su vicepresidenta como se jalea en Semana Santa en Sevilla a la Virgen de los Dolores. Ojo con subestimar a estas stans, combinaci¨®n de stalker (acechador) y fan y referida a los forofos ac¨¦rrimos. Las ac¨®litas de la m¨²sica popular coreana, el llamado K-pop, llegaron a boicotear un mitin de Trump.
La borrasca fan trae aire fresco. No es casualidad que, como descubri¨® el profesor de la Universidad de Massachusetts Amherst Jonathan Corpus Ong, durante las campa?as electorales de Filipinas, los candidatos prefieran community managers LGTBI+. Curtidos en mil batallas, como la elecci¨®n de la candidata filipina en Miss Universo, tienen ¡°dominio de las ¨²ltimas referencias de cultura pop, habilidades exuberantes de gesti¨®n de imagen y disciplina para la movilizaci¨®n de fans¡±, en palabras de Ong.
Si existe esta preferencia es porque el fen¨®meno fan es hist¨®ricamente femenino y LGTBI+. Seg¨²n Andrews, la participaci¨®n pol¨ªtica considerada leg¨ªtima ¡ªen la esfera p¨²blica de la democracia deliberativa habermasiana¡ª refuerza un modelo de ciudadan¨ªa blanco, masculino y burgu¨¦s, y es la base de la estigmatizaci¨®n del populismo. ¡°Se trata de qu¨¦ herramientas tenemos al alcance y para qui¨¦n¡±, zanja el soci¨®logo. ¡°Quienes recurren a la viralidad y al fen¨®meno fan (¡) con frecuencia no se ajustan a nuestra idea de c¨®mo debe ser una persona poderosa¡±.
La frescura no hace intr¨ªnsecamente valiosa a los afectos y la viralidad. El soci¨®logo por la Universidad de Cambridge y estratega digital Iago Moreno a?ade una nota disidente. Si bien concuerda con Andrews en que ¡°el 90% de las cr¨ªticas al fen¨®meno fan vienen desde sectores rancios, pensar que los d¨¦biles solo pueden hacer pol¨ªtica desde el entretenimiento es infantilizar y tan problem¨¢tico como la caduca democracia liberal que cuestionamos¡±.
Hay m¨¢s riesgos. La antrop¨®loga de la Universidad George Washington Leen Alfatafta, especializada en procesos de politizaci¨®n, se muestra cr¨ªtica. Lo ejemplifica a trav¨¦s de AOC. Su progresismo, dice, toca techo en relaci¨®n con la causa palestina o, m¨¢s recientemente, con su voto contra una huelga ferroviaria ¡ªtras exhortar a los trabajadores a ¡°permanecer fuertes¡±¡ª. ¡°Los pol¨ªticos-celebrities domestican la pol¨ªtica¡±, dice Alfatafta. ¡°Su fama obstaculiza la acci¨®n real. Son famosos por ser progresistas, as¨ª que confiamos en que acometer¨¢n acciones progresistas. Pero no siempre lo hacen. De golpe, nos sorprendemos excus¨¢ndolos: ¡®Tiene que salir reelegido¡¯ o ¡®No podemos permitirnos perder a X o Y¡¯. (¡) As¨ª es como se diluyen movimientos sociales prometedores¡±.
Quiz¨¢s, para resultar verdaderamente transformadoras, las nuevas formas de comunicaci¨®n viral debieran ir hacia lo que la te¨®rica Chantal Mouffe llama ¡°democracia agon¨ªstica¡±. Los afectos, opina la belga, pueden politizarse y producir identidades colectivas, pero, si todo es afecto y no hay confrontaci¨®n, no hay pol¨ªtica. Algo est¨¢ claro, la celebritizaci¨®n de la pol¨ªtica ha llegado para quedarse y es, como en el ba?o de Manuel Fraga, un zarandeo para nuestros ab¨²licos sistemas pol¨ªticos.
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